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Capítulo 29 "La muerte"

Era increíble volver a pisar los jardines por donde me había criado. Todo seguía intacto, a excepción de...

El mantenimiento. ¿Qué había pasado con la servidumbre? Todo parecía más abandonado y menos habitado, excepto por algunos que aún quedaban y parecían poco diestros para lo que hacían.

Comencé a caminar por la amplia callejuela o entrada, por donde las marcas de las carretas y carruajes quedaban marcadas. Uno de los guardias corrió hacia adentro y fue para informar de mi llegada. Yo estaba agotada y maltrecha, pero la expectación me mantenía en pie y más fuerte que nunca. Si bien extrañaba muchísimo a mi novio, también a papá y a Andrew que fuera como fuese, eran mi familia.

A cada paso que daba, podía notar como todos volteaban a verme y murmuraban sorprendidos. ¿Cómo la princesa secuestrada había llegado sola allí? ¿Sería una trampa?

-¡¿Isabella?!-escuché que preguntaron mi nombre desde adentro-¡¿Ella está aquí?!

Y fue entonces cuando vi como mi padre aparecía en la puerta de entrada al palacio. Estaba con la barba crecida y parecía enfermo. Al verme, tapó su boca y tuvo que ser sostenido por dos mayordomos, casi que se desmayaba ahí mismo. Corrí hacia él y en cuanto llegué, pude abrazarlo después de tanto tiempo.

-¡Hija!-lo sentí llorar-Hija mía. ¿No te hicieron nada? ¡Dios! ¿Cómo pudiste escapar?

Decidí que contar acerca de Charly no era buena idea. De todos modos, ya no volvería a verlo. Además, ahora había asuntos más importantes que atender y necesitaban toda mi atención y seriedad. Mi padre estaba de otro mundo. Parecía casi un anciano.

-Logré escapar gracias a Andrew. Y no, no me hicieron nada-luego fruncí el ceño-¿Qué te sucedió a ti? Estás muy abandonado.

-Eso no importa, querida. Lo importante es que volviste y estás aquí con nosotros de nuevo.

Miré a mi hermano verme a la distancia y luego venir hacia mi. También me abrazó y yo le correspondí. Él seguía siendo el mismo de siempre. Pude notar como todos se habían detenido de sus labores y nos observaban.

-Creo que antes de que los abrazos y todo siga, deberíamos ponerte estable. Les diré que te ayuden y preparen el baño. Los cocineros ya están preparando el desayuno.

Agradecí haber llegado viva y poder tener el privilegio de comer un plato más de comida. Sentí todo como antes en cuanto volví a pisar el suelo interior. Allí si que todo seguía igual, solamente la servidumbre se veía reducida. Dos muchachas que reconocí como mis anteriores sirvientas acudieron a mi.

-Alteza, es un honor trabajar para usted nuevamente-dijeron al mismo tiempo.

-El honor es mío, chicas.

Instantáneamente escuché a mi hermano reír y a las jóvenes abrir un poco de más sus ojos. Y luego comprendí lo que había sido. Yo nunca era amable con alguien. Y mucho menos con personas de la servidumbre. Sin duda, algo muy grande que había cambiado era mi actitud hacia el prójimo.

-Acompañenos.

Las tres subimos al piso donde estaba mi vieja y amplia recámara. Observé la cama tendida, el vestidor cerrado, las cortinas también cerradas y los candelabros y lámparas también apagadas. Sólo un leve resplandor se filtraba por el círculo de vidrio superior de la ventana. Suspire mientras las veía moverse con rapidez al mismo tiempo que abrían todo.

-Lo sentimos, Alteza. La habitación a estado deshabitada y no sabíamos que usted volvería y...-se quedaron sin palabras, nerviosas con miedo a ofenderme. Mi risa descontracturó la tensión.

-No se preocupen. Era obvio que no podían saberlo-me encogí de hombros-¿Ustedes saben qué pasó aquí durante mi ausencia? Noté menos servidumbre y los jardines parecían un tanto abandonados, al igual que mi padre.

Las vi dudar de mi extraña forma de tratarlas. Nunca les había dirigido la palabra mas que para ordenarles o regañarlas. Hasta que tuve que aprender que todos somos seres humanos con los mismos derechos, y que el mundo no giraba en torno a mi.

-Oh, bueno...todo cambió desde el día en que usted dejó el palacio. Aquí mataron a muchas personas y nadie quiso reemplazarlas después, porque todos se habían aliado con el grupo rebelde. Los pocos que quedamos fuimos asignados a tareas que nunca antes habíamos hecho. Aún así, no pudimos acaparar todo, porque el lugar es inmenso y las cosas parecen interminables.-ella suspiró y su hermana continuó explicando.

-Con respecto al rey...él se abrumo. Durante los primeros meses intentó hacer lo imposible por recuperarla a usted. Pero a medida que pasaba el tiempo, y veía que ellos no accedían, y ni siquiera sabía donde estaba su campamento, empezó a hundirse en un pozo depresivo. Ya no era el mismo rey de siempre y no tenía interés en nada. Lo veíamos llorando por los rincones abrazado de la fotografía de su esposa y la suya-me señaló con la cabeza-A todos nos daba lástima porque parecía que algún día moriría repentinamente.

-Wow-susurré.

-Sin embargo, cuando se enteró que usted había vuelto de manera milagrosa, vimos sus ojos iluminarse. Creo que volvió a la vida. Aunque bueno...-ella iba a continuar pero su hermana le pegó un codazo para que dejara de hablar.

-Cuénteme-le insistí.

-Bueno...yo creo que...en parte, su preocupación no era solamente por usted. Con todo respeto...

-¿A qué se refiere?

-El reino entero se está uniendo para derrocarlo. Se rumorea que cada vez la cifra de soldados aumenta, y los altercados al palacio son cada vez más seguidos. La gente pierde el miedo y ataca a los mismísimos soldados del rey. Y Adolf está desesperado porque la situación se le fue completamente de las manos.

-No sabía que era tan grave.

Las jóvenes murmuraron algo entre ellas, pero callaron rápidamente.

-No voy a regañarlas, chicas. Me interesan sus opiniones.

-Nosotras creemos que el hecho de que usted haya escapado será un detonante para la guerra. Y tal vez si no se hace algo a tiempo...empezará en cualquier momento.

Y en cuanto pensé lo que ellas me decían, vi que tenían razón. Si no hacíamos algo ahora mismo, todos no tendrían motivos para seguir esperando cambios y atacarian. Y eso no es lo que buscábamos en lo más mínimo.

-Gracias chicas, creo que voy a bañarme ya. Puedo sola-les dije mientras me introducía en el baño.

...

Cuando bajé limpia y con un vestido de princesa nuevamente, fui al comedor principal porque me dijeron que allí habían preparado la mesa. En cuanto llegué, vi a mi padre sonriente y libre de barba como antes. Andrew también estaba y volteó en cuanto entré a la habitación. Tomé asiento y procedieron a llegar los platos.

-Sigo sin creer que hayas vuelto-dijo papá y sonreí. Aunque no pude aguantar mucho sin comer algún bocado.

-También estoy muy contenta de volver a casa-y recordé al tonto Ben-Está delicioso esto-ambos me miraron y siguieron comiendo extrañados.

Los dos se la pasaron preguntandome acerca de como había sido y como estaba yo. Claro que no les había contado todo tal cual porque no era beneficioso para mi y lo que seguía.

-Papá...yo creo que deberíamos hablar.

-Eso es lo que hacemos-rió, después tomó su copa y se la llevó a la boca.

-No. Necesito hablar de la situación política del reino.

-¿Por qué quieres hablar de eso? Creo que la comida está muy agradable como para echarla a perder con temas poco...

-Yo tengo la solución a todo esto, papá. Yo sé que quiere la gente. Sé que quiere cada habitante. Entiendo que necesitamos para vivir en paz como antes, hace muchos años. Cuando mamá estaba con nosotros.

Vi la cara de mi padre y también vi como se ocultaba para ocultar una lágrima escurridiza. Luego negó con la cabeza y se quedó mirando la mesa con rostro neutro.

-No hay nada que pueda salvarnos de ese ejército que viene en tan sólo unas horas aquí.

Al principio no entendí lo que decía. Negué y quise explicarle, pero él tapó su rostro, acallando lágrimas que ya no podía ocultar ante nosotros. Miré a mi hermano y él apretó una servilleta de tela, también con lágrimas de furia acumuladas. Giré para buscar a la servidumbre y no había nadie.

-No entiendo.

-Vienen, por la noche, aquí. No tenemos defensas. Sólo un puñado de diez soldados. ¿Entiendes eso?-dijo Andrew desesperado a punto de un ataque de nervios-No hay nada que hacer.

-¡Siempre hay algo que hacer!-exclame.

-No. Nada más que escondernos en los sótanos más oscuros de palacio y rogar que no lleguen abajo.

Simplemente no podía creerlo. Esperábamos la muerte. La familia real esperaba la muerte sin nada más que poder hacer. La situación era insuperable.

-Dios mío.

...

Okey...esto fue muy trágico y horrible O.o ¿Qué piensan que pasará?

Hasta la próxima...

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