Capítulo 25 "Extrañaría"
Estaba temblando y tapaba mi boca para acallar mi llanto. Ben mantenía el arma en dirección a su primo y parecía no sentirse ablandado por lo que le había dicho. Su rostro era inmutable, su respiración agitada. Sus manos seguras de la acción a realizar. No sabía si detenerlo o dejar que lo matara. Aunque luego, supe que eso no sería provechoso ni ventajoso para nosotros.
-Espera-le dije.
Si lo matabamos, no obtendríamos la información de Reinaldo que queríamos. El bosque eran kilómetros y kilómetros de árboles milenarios, todos parecidos. Teníamos que lograr que nos llevara hasta donde lo tenía escondido.
-Llevanos a donde está el niño-me dirigí a él-Luego negociaremos de ti.
-Pero deberíamos matarte-murmuró Ben. Toqué su hombro.
-Dije que luego nos encargaremos de lo que vamos a hacer.-había sonado ruda, pero era necesario-Nos llevarás adonde tienes al niño.
-Matenme de una vez-escupió-No obtendrán nada.
Ben se acercó a él y le dio un puñetazo en el estómago. Luego lo pateó. Quise tapar mis ojos, pero no podía mostrarme aun más débil. Después de eso, tomamos un trapo largo y le atamos las manos. También, busqué y conseguí una soga, para amarrar sus pies.
-No me hagas golpearte nuevamente-habló él.-Sea lo que sea que sufras, nunca será suficiente para saldar lo que tú has hecho con Isabella.
Estaba tensa. Las tres personas en esa habitación lo estábamos. Charly no decía nada, y yo no quería volver a presenciar esos golpes tan brutales que, aunque se los merecía, me eran horribles. Sin embargo, después de unos minutos, él movió la boca.
-Está bien.
Sentí cierta felicidad después de todo lo ocurrido. Para mejor, el sol comenzaba a asomarse. Sería más fácil introducirnos en el bosque. Ben, sin esperar más, me pidió que fuera al cuartel del centro, y pidiera tres caballos de su parte. Obedecí, dudando qué me los dieran, pero él no se había equivocado en que me los darían. Eran animales fuertes y bastante fogosos. Nunca había montado en un caballo entrenado para la guerra. De hecho, hasta el mismo trayecto a la casa me había costado. Relinchaban y movían sus melenas de un lado al otro.
-Los caballos están afuera.-anuncié.
No sabía como íbamos a darle un caballo, pero entendí cuando vi como Ben lo ataba al suyo, para evitar que escapara. También monté y me aseguré qué no nos faltara comida para el camino. Aunque, supuse que la distancia no sería demasiada, ya que los episodios de la sombra en mi ventana, se daban seguidos.
A medida que nos introduciamos en la mata de árboles, rogaba que todo saliera bien. Suplicaba que Rei estuviera bien, que no sufriera. Tampoco sabía muy bien en que pensaba mi soldado porque se notaba constantemente nervioso o preocupado. Aveces, volteaba a mirarlo y tardaba varios minutos en reaccionar, y mirarme con una leve sonrisa. Intentaba darle mi apoyo y mostrarme lo más fuerte posible. Lo ayudaba velozmente cada vez que me pedía y le articulaba "te quiero" desde mi silla, cada vez que podía y lo recordaba.
Pasamos cuatro horas caminando. Nos dijo que el niño estaba escondido y que él, tenía un pequeño refugio cerca del pueblo. En un momento del trayecto, vimos una especie de cueva, cubierta por plantas trepadoras. Iba a correr adentro, más aun cuando dijo que allí era. Sin embargo, Ben me detuvo.
-No tenemos porque confiar en ti-le dijo.-Iré a inspeccionar. Cariño, toma esto.-vi el arma que me dio y quise negar-Dispara si es necesario.
Apunté a su cabeza con toda mi fuerza de voluntad. Ben se bajó del caballo y, comenzó a caminar lentamente hacia allí. Tenía una pistola más pequeña y estaba a la defensiva. Cuando llegó a la entrada, sin avisar, apartó las plantas. Escuché una voz dentro y supe que era él. Más aún, me tranquilicé cuando Ben dijo que estaba bien.
Todo sucedió muy rápido. Sin que alcanzara a reaccionar, el sujeto que estaba bajo mi custodia, comenzó a huir rápidamente a caballo. Ben disparó, pero él ya se había ido. Me bajé como pude, y corrí hacia el chico que me recibió con los brazos abiertos.
-Lo dejé huir-quería llorar.
-Tranquila. No debí dejarte el arma sin que siquiera supieras como usarla.
Sentí la calma y el amor en sus palabras. Solamente él podía perdonarme algo así y decir que no había sido mi culpa. Era obvia mi incompetencia. Pero no duré mucho tiempo preocupada, no más de lo necesario, ya que corrí hacia el pequeño, y lo abracé fuertemente. No pudo evitar llorar. Estaba atado de manos y piernas.
-¿Te hizo algo?-le pregunté nerviosa examinandolo. Milagrosamente, no tenía golpes ni nada por el estilo. Reinaldo negó.
-No, Isa. Estoy bien. Me alegra mucho que hallan vuelto por mi.
Lo desatamos y nos contó como había sido todo. Le había creído un tonto engaño y cuando tuvo la oportunidad, tapó su boca con un pañuelo de olor extraño. Ben dijo que tal vez se trataba de cloroformo.
Él seguía nervioso.
-Deberíamos irnos. Aquí estamos desprotegidos. Mi primo podría volver en cualquier momento y encontrarnos vulnerables. Vamos.
Rei se subió al caballo conmigo, así Ben podía manejar con más libertad las armas. Lo malo de la situación luego, era que no sabíamos demasiado bien como volver. Había muchos caminos, pero no todos eran los indicados, otros eran largos y peligrosos. Debíamos guiarnos por donde habíamos venido. Nos alegramos cuando observamos que gracias a la humedad, nuestras huellas seguían intactas.
-Gracias-volvió a decir Rei-No se dan idea de lo feo que se sentía estar ahí solo. Por las noches, casi no podía dormir. Se escuchaban los animales caminar afuera y me esforzaba por mantener silencio. ¡Querían comerme!-exclamó.
Antes de partir, le habíamos ofrecido algo para comer, de las reservas que habíamos llevado. No sabíamos si había comido durante esos días y seguramente, tendría hambre. No nos equivocamos respecto a eso. Asintió rápidamente al escuchar la palabra comida. Teníamos un poco de pan, y algo de queso. Se lo quería comer todo de un bocado, pero le dije que nadie se lo quitaría. Además, nunca era bueno comer demasiado deprisa.
Cuando poco a poco empezamos a ubicarnos cerca, pudimos respirar un poco más tranquilos. Más que nada cuando, visualizamos la cabaña. Todo seguía igual y quise gritar de emoción. Las cosas habían salido bien después de todo. Aunque hubiera preferido que el maldito no escapara. Odiaba pensar que por mi culpa seguía suelto. Y Ben me había dicho que deberíamos tomar algunas medidas de seguridad.
Aunque él no sabía que pronto me iría para volver a palacio. Prefería no pensar mucho en aquello. Aveces, durante las noches solitarias, cuando miraba el techo de madera, lloraba en silencio. Examinaba mi vida anterior y la que llevaba ahora. No tenía lujos, pero si lo necesario. Aquí había aprendido a cocinar y ahora me encantaba. Me gustaba sentir el gusto de las manzanas recién cortadas del árbol. Amaba el aroma del café que Ben preparaba para mi.
Dos cucharadas de azúcar para él, tres para mi. En total, cinco tostadas con mermelada de moras.
Extrañaría a las chicas de la cosecha. También la libertad de poder manejar independientemente la pequeña casa. Abrir las ventanas al amanecer, y cerrarlas cuando Ben quería cocinar alguna de sus especialidades para la cena...
La mayoría de las cosas que más extrañaría, serían junto a él. La vida loca y a la misma vez tranquila. Loca por tantas labores en un día, tranquila porque no teníamos prisa de nada. Con Ben, todo era divertido, colorido, puro. Llenaba cada día con sus peleas tontas y su humor extraño. Su cariño, su cielo, su amor, sus te quiero. Nunca más lo escucharía decir esas dos palabras. Nunca más vería su sexy trasero en mi pequeña cocina. Nunca más iba a reírse de como quemaba la comida.
Extrañaría muchísimo, demasiado, a Ben el soldado. Tanto, que lloraria por meses.
...
Que dolor :'( Ella va a sufrir muchísimo u.u ¿Qué piensan? ¿Es bueno que vuelva para arreglar las cosas? Andrew creé saber lo mejor.
Gracias por sus votos y comentarios♥
Pd: Isabella en multimedia
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