Capítulo 23 "Buenas noches, preciosa"
El día que continuaba al anterior, fue el definitivo. Todo fue normal, todo hasta esa noche...
Durante esos días, las niñas venían a casa, pero yo les decía que estaba muy apurada y ocupada. Aunque en realidad, las ganas de tener compañía, me sobraban. Tenía muchísimo miedo. Sentía que el sujeto me vigilaba entre las sombras. Sólo podía bañarme cuando Ben estaba en la parte de afuera vigilando y protegiéndome. Sabía que aprovecharía un momento en el cual estuviera vulnerable. También, me preocupaba que Mycol volviera. Era un manojo de nervios.
-Sólo pude conseguir esto.
Ben anunció su llegada abriendo la puerta. Llevaba un pan mediano y algunos huevos entre sus manos. Claramente, lo que él había dicho de la escasez, era cierto. Apenas conseguiamos lo necesario para el día. Nunca había visto el hambre tan de cerca.
-Gracias-le dije, plantando un beso suave en sus labios.
Procurabamos hacer rendir la materia prima, por eso, preparábamos infusiones o tazas de leche para quedar satisfechos. Y sin olvidarnos de Conny, la garita, y Lord, el can pequeño, también conseguiamos sus pedazo de carne diario. Ellos estaban cada vez más saltarines e hiperactivos. Se la pasaban jugando y mordiendo las botas de Ben, que él lustraba con perfección.
Nuestra relación con el soldado era muy diferente a la anterior. Éramos una especie de pareja no declarada. La verdad, es que no sabría ponerle título. El hecho de que me encariñara cada vez más, dolía, pero no podía evitarlo. Sabía que tarde o temprano tendría que irme y dejarlo. Vivir sin él y nunca más verlo. La idea, simplemente no entraba en mi cabeza. ¿Qué sería de él cuando me fuera? ¿Se casaría? ¿Seguiría en el ejército rebelde? Volver al palacio no era mi mayor deseo. Pero desde que él vino, vi las cosas desde otra perspectiva...
-Ay,dios-susurré-No te das idea de cuanto te extrañaba-le dije abrazandolo.
Las niñas nos miraban, y la idea de que ellas pudieran contarle algo a Ben, no estaba en mis planes. Así que decidí que era mejor irnos solos y que volvieran sin mí. Sólo por unos minutos.
-Niñas-me bajé a la altura de Muriel y ella contempló.-Necesito hablar con mi viejo amigo a solas. ¿Podrían volver con los chicos sin mí? Prometo no tardarme.-ellas asintieron y comenzaron a irse. Las detuve tocando el hombro de la más pequeña.-No le digan a Ben donde me fui, por favor.
Si bien prometieron no decirle nada al soldado, supe que eso no sería muy genuino, ya que insistiría y lograría sacarles mi ubicación. Así que, le dije que nos fuéramos al bosque. Cuando no hubo ya gente alrededor, Andrew, mi hermano, se quitó la capucha qué lo cubría y volvió a abrazarme.
-¿Por qué dejaste qué me llevaran?-cuestioné. Esa duda me había perseguido por largo tiempo.
-Isabella, ellos iban a matarte. Cuando preguntaron quien eras, era para saber si valía la pena mantenerte con vida. En palacio, mataron a toda la servidumbre que se cruzaba en su camino. No podía mentir y ponerte en riego.-y así comprendí.-Hermana-lo miré-No vengo a visitarte. Vengo a mostrarte la solución a todo esto.
Esa charla, fue la que me convenció a dejar el amor que Ben me ofrecía. Andrew me convenció qué era lo mejor para todos. Claramente, no le había contado de mi amor con el soldado. Pero aun así, sabía que sólo así podríamos tener lo que siempre quisimos. Al menos, él si sería feliz.
-Los días veinte de cada mes, no hay soldados en la última verja de seguridad. Y lo sé porque los he estado estudiando durante todo este tiempo.-de mi hermano era posible todo-Por la noche es más segura la huida, ya que obviamente la visión de todos disminuye. Sin embargo, tampoco sera difícil. No, hasta que logres salir de tu propia casa sin levantar sospechas.
-Andrew... Pero yo...
-Papá se está volviendo loco. Aceptará cualquier cosa que tú le propongas, con tal de tenerte nuevamente con él. Y, supongo que, todo este tiempo aquí, te fue suficiente para entender lo que es mejor para todos.
Claro que lo sabía. La tiranía era nuestro problema. Todo se solucionaría siendo justos e interesados con cada habitante del reino. Pero eso papá aun no lo sabía. Y eso era lo que mi hermano quería. Adolf estaba ya débil emocionalmente, esto había sido muy duro para él, mi secuestro. Y al tenerme con él de nuevo, y al verme compareciente, entendería. Toda Benicia tendría esperanzas nuevamente. Andrew lo sabía. Por eso mismo, había arriesgado su vida para venir aquí.
-Tienes razón-asentí-Haré lo que me propongas.
Así que, las cosas se harían como el príncipe lo había propuesto. Tuve que posponer la partida para el próximo veinte, ya que todo ese asunto con Reinando y el maldito psicópata, debería ser solucionado. Quería dejar las cosas limpias aquí. Aliviar un poco la vida de los que me habían dado una mano, cuando los necesitaba.
Esa noche, de aquel día, Ben me dijo que se iría, porque los chicos de su pelotón lo necesitaban. Había estado demasiado tiempo conmigo, y estaba descuidando demasiado su trabajo, y comenzaban a quejarse. Así que, tendría que irse. Y tan sólo esa idea, me aterraba.
-No te preocupes-me decía-No hemos visto ninguna sombra más desde hace varios días. De todos modos, cerraré la puerta y las ventanas para que te sientas mejor. Acuéstate a dormir. Me quedaré hasta que te duermas.
Me trataba como una niña, pero no estaba de humor para reírme. Sin embargo, prefería dormirme cuando aún estuviera él. Así que, luego de bañarme, me acosté, con él sentando en una punta de la cama. Insistió en leerme un capítulo del libro que leíamos juntos.
-No tengo cinco años, Ben-decía quejándome.
-Shhh.
Poco a poco, el sueño me invadió y me quedé dormida.
...
Desperté.
Desperté a causa de una horrible pesadilla. Miré a mi alrededor y aun era de noche. Ben ya no estaba. ¿Por qué tenia que soñar justo ahora? No iba a poder dormirme nuevamente.
-Vengan, vengan-les susurré a los dos peludos que me miraban desde el suelo.
Al menos, con ellos me sentía un poco más acompañada. Acaricié sus cabezas y Conny, la felina, se metió por abajo de mi acolchado. Hacía frío, así que me agradecieron el gesto. Me acurruqué con ambos y volví a cerrar a los ojos. No se cuanto tiempo estuve así, pero mis ojos estaban a punto de caer rendidos, cuando Lord se levantó y miró a la ventana.
-¿Qué pasa?-le pregunté. Mis manos habían comenzado a temblar.
Repentinamente, sin bajarse de la cama, y mirando hacia la puerta, lanzó un ladrido bastante agudo, mostrando qué todavía era un cachorro. Lo tomé entre mis brazos y tape su boca,intentando deducir qué pasaba afuera. Aunque cuando vi la sombra moverse rápidamente, supe quien era.
-¿Estás ahí?-escuché su voz y temblé-Ábreme la puerta. Ya vine por ti. Perdona la demora, preciosa.
Tapé mi boca para evitar que me oyera. No sabía que hacer. Se suponía que esta noche no pasaría.
-No me tengas miedo. Ábreme. No voy a lastimarte.
Sin pensarlo dos veces, y sin dejar al revoltoso cachorro emitir ladrido, me levanté con el máximo sigilo de la cama. El suelo amenazaba con rechinar y mis temblorosas piernas no colaboraban. Logré llegar hasta la encimera y tomé un cuchillo. Empecé a moverme hacia atrás de la mesa, y me arrodillé allí.
-¿Por qué cerraste la puerta?-su voz sonaba falsamente dulce y cariñosa-Voy a tener que abrirla...
Mi pecho bajaba y subía. Mis manos y piernas no paraban de temblar. Tenía que seguir sosteniendo al perro para que no hiciera ruido. Sentía que en cualquier momento, lograría entrar. Más aún, cuando el picaporte comenzó a moverse violentamente y, escuché una clase de pinza o herramienta colarse por la cerradura.
-Ya estoy contigo, cielo. Ya casi.
Empecé a llorar en silencio. No sabia que era mejor. No sabia si gritar o simplemente defenderme. No supe que hacer cuando lo vi entrar lentamente por la puerta, asomando su cabeza.
-Buenas noches, preciosa.
...
Entró a la casa...
Entró a la casa... :-|
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