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Capítulo 14 "Sé"

-¿Por qué me estás abrazando?-preguntó después de unos segundos.

-Okey, perdón-me alejé-Es que quiero ayudarte y no me puedo quedar de brazos cruzados. Sé cuánto quieres a tu madre...

Y mi cabeza hizo una especie de click en ese instante. Noté que en serio me preocupaba por primera vez en un ser humano. ¿Por qué buscaba su bienestar? Nunca lo había hecho antes. Al menos no para alguien fuera de mi familia. ¿Era egoísta? Tal vez. Pero la necesidad de querer verlo bien y un poco más feliz, me incitó a ofrecer ayuda. ¿Se sentía bien?

-Gracias-dijo en voz baja.

Comimos con pocas palabras en nuestra boca. Se notaba lo cabizbajo que estaba Ben. De hecho, casi que ni había comido. Noté que su uniforme de soldado, mas bien su camiseta, estaba toda arrugada. Siempre solía estar casi de punta en blanco.

-¿Por qué tienes arrugas?

Él miró su pantalón con el ceño fruncido, y luego la parte de arriba. Me miró a mi, y se encogió de hombros.

-Me bañe y no pude planchar. Mi madre solía hacerlo por mi-sonrió avergonzado sin levantar la vista del plato.

Reí también al enterarme de eso. Era raro escuchar o imaginarse a un sujeto, a primera vista, tan rudo como él, pidiendo a su madre por una planchada. Pero todo ese tiempo, me había bastado para conocerlo bien y saber que él no era así. Podía ser tan fuerte como sus entrenamientos le demandaban, o tan sensible como un niño que llora porqué su madre no le compró la paleta de la tienda. Así era Ben.

-Bueno, creo que es una de las pocas cosas que me quedan por aprender...-añadí levantandome de la silla-¿Puedes mostrarme?

El castaño dudó. Tal vez no tenía ganas de unas lecciones ahora. Pero luego, me dejó boquiabierta al ver como se sacaba la que tenía puesta y me la daba. ¿En serio Ben? ¿Era necesario? Tragué en seco.

-Vamos Isabella. No me digas que los príncipes eran todos unos flacuchos.

-Bueno no, pero...

No iba a admitir que nunca había visto a un chico sin nada arriba. Todos los candidatos se presentaban obviamente que con camisa y sus mejores trajes. Además, él...¡Wow! En serio...¡Wow!

-No hacía falta que te sacaras está-rodé los ojos mirando a la mesa-Podías darme otra.

-No iba a ir para mi casa por una simple lección-pues claro, entonces yo me aprecio el paisaje.

Se me habían ido las ganas de aprender y sólo quería vestirlo. Bueno, tal vez no era tan desagradable....no, en realidad no lo era...¡Pero me ponía nerviosa! ¡¿Qué pensaría alguien que nos viera?!

-Y pasas la plancha por las arrugas...

Hizo la mitad y luego me la dio a mi. Temí por quemarme y morir. Vamos, parecía tener una especie de temblor en mis manos que crecía cuando se me acercaba al cuello. ¿Pero a este qué le pasaba?

-Está bien, perfecto-dijo mientras estiraba la prenda y la observaba. Instantes después, me descubrió viéndole el pecho. Demonios y más demonios. ¡Es que nunca había visto uno así!-Deberías ser más disimulada, chica-pareció sonreír levemente-Recuerda a tu novio.

Negué con la cabeza y no le dije nada durante el resto de la comida. Ya se me habían ido las ganas de hablar con él. Aunque el soldado tampoco seguía con buen humor. Ben se levantó de la mesa cuando hubo terminado y se dirigió a la puerta.

-Vendré mañana por la mañana a buscarte. Desayunaré con Marcie. Espero no te moleste.

¿Marcie? ¿Desde cuándo desayunaba con ella? Es que, parecía querer darme bronca. Aunque, ¿por qué me molestaría, no?

-¡Claro que no!-exclamé con extrema felicidad-Nos vemos a la hora de los manzanos...

-Si, como sea. Buenas noches.

Cuando me aseguré de que se hubiera alejado, tomé la almohada que estaba en mi cama, y grité com fuerza sobre ella. ¡Estaba molesta! Y lo peor es que no sabía porqué. También estaba triste por su madre...y no entendía que le pasaba a Mycol. ¿Él también me odiaría? Últimamente mi suerte estaba por el piso.

Lavé los platos y dejé bastante ordenado. Era increíble como había aprendido y cambiado. Parecía una persona totalmente diferente.

-Mañana todo será mejor.

Me obligué a repetirme eso mientras seguía despierta con la luz apagada. No me detuve, ni siquiera cuando alguna que otra lágrima se escurrio por mi mejilla. Ni siquiera había un motivo fijo por el cual llorar. Lo ocurrido aquella noche, mi padre, mi hermano...¿Ben? Si, tal vez él también.

...

Abrí mis ojos al escuchar ese triste canto del gallo por la mañana siguiente. Siempre me había dado nostalgia su melodía, pero ahora, que no tenía a Ben para que me despertara, me era bastante útil.
El chico de las leches tocó la puerta, y al abrirla, noté un pequeño bouquet de flores silvestres en el suelo. No pude siquiera imaginarme quien las enviaba, pero para mi suerte, estaba acompañado por una nota:

"¡Buenos días, princesa!
No supongas, ni pienses nada por favor. Solamente recuerda lo que te dije ayer al despedirme en tu puerta. Siempre que se pone el corazón en algo, todo toma color. ¿Algo así, no? Bueno, eso quise dar a entender. No te molestes, por favor.
Nos veremos luego...    M"

Cerré la puerta y dejé el pequeño ramillete en la mesa. Me quedé mirándolo. Luego recordé que había dejado la botella de leche afuera y volví a abrir para recogerla.

-Mycol-susurré para mis adentros.

Puse las flores en agua y, luego de sólo comerme una manzana, decidí dirigirme a casa de mi falso novio. Aveces podía ser muy poético, pero eso no me hacia entenderlo fácilmente.

-¡Hey! Buenos días.

No volteé al escucharlo hablar detrás de mí. Agradecí estar en un lugar público rodeado de gente, porque de lo contrario, podría haber temblado y caído. Pero en ese momento, sólo sentí odio y muchas ganas de golpearlo hasta que no se moviera.

-No habrás contado nada a mi primito favorito, ¿no Isabella?-me preguntó acercándose por detrás.

-No-murmuré.

-Bien, bien. Sólo quería asegurarme de que estuvieras cumpliendo con nuestro trato.

Me rodeó y se puso frente a mi, con paso lento. Cualquiera que nos viera, pensaría que hablábamos normalmente. Se mostraba calmado.

-Sabes, el otro día, Ben me contó de su trabajo estos dos últimos meses. Dijo que eres bastante testaruda y algunas cosas más que me reservaré. Me mostró donde vives. Esa linda cabaña.

No. No. No.

-Tú...maldito desgraciado...-comencé a decir.

-Shhhh...no queremos que los demás nos oigan y armen un escándalo-dijo acercándose a mí y tapando mi boca con uno de sus dedos-Además, solamente dije eso. ¿Qué tiene? ¿No quieres tomar el té conmigo?

Me aleje de él dando unos pasos hacia atrás. Mis ojos comenzaron a aguarse y me pasé la manga de la caperuza rápidamente para evitar llorar. Cuando él se hubo acercado dije:

-Él no pudo asesinar a nadie. No te creo-negué.

-¿Cómo que no me crees?-fingió dolor-¿Acaso no has visto su tumba?

Quería morir. Quería que él muriera. Me estaba arruinando la vida, poco a poco. No podía quedarme de brazos cruzados esperando a que viniera.

-No volverás a tocarme-dije.

La gente me miró raro cuando yo salí corriendo repentinamente y me alejé de allí. No podía volver a casa. Ningún lugar era seguro ya. Quería volver a palacio. Quería volver con Andrew.

-Hey, loca-su voz, su hermosa voz-¿No me ves que estoy aquí?

Me alegré muchísimo al escucharlo hablar. No me importó que estuviera su estúpida novia. No me importó que pensara de mí. Lo abrazé y me ahogué en llanto al sentirme por fin, un poco más segura.

-¿Qué pasa?-preguntó, minuto después, rodeandome también.

Pero no podía hablar. Estaba ahogandome en mí misma. Ben parecía nervioso por no saber que hacer. Escuchaba las quejas de Marcie por detrás y me lamenté de que ella estuviera allí.

-No puedo ahora, luego iré por ti.

No sé que le dijo después, pero si sé que comencé a perder el equilibrio de mis propias piernas. Lloraba y ya no podía parar. Fue tanto, que Ben me levantó entre sus brazos y me llevó a un pequeño banco de madera, apartado de las miradas curiosas.

-Shhhh, tranquila, Isa. Por favor, no soy bueno consolando mujeres-lo oí decir.

Poco a poco, con miedo a soltarlo y que algo malo pasara, fui relajandome y quedando con pequeños hipidos. Los ojos ardían al abrirlos, así que preferí dejarlos cerrados. Mi respiración estaba al mismo compás que la de Ben. Tal vez hasta nuestros corazones se habían conectado en palpitar.

-Mamá aveces solía llorar también. Esa vez que se fue papá, por ejemplo. Tenía apenas cinco años. Recuerdo que la veía llorar a escondidas, para evitar enfermarme, pero yo no podía evitar acercarme y decir: "Mamá, mamita, no llores. Las mamás no deben llorar. Papá no es malo". Y me lo repetía todas las noches. Eso me ayudaba siempre, así yo podía repetirselo. Creía que con eso se sentiría mejor.-sentí como su pecho tomaba aire profundamente y luego suspiraba-Nunca fui bueno, ves-río bajo, pero queriendo ser divertido. Luego añadió-No sé que te puso tan mal, pero me gustaría poder ayudarte a solucionarlo. Si soy bueno escuchando.

...

Ay, Ben es un amor también :3 ¿No creen? *-*  ¡Me dio mucha adrenalina escribir este capítulo! Nervios por Isabella u.u

Díganme...¿Quisieran que haga un "Curiosidades" de este libro? Cuénteme por fis♥
Gracias :3 Las amo mucho♥♥♥

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