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Capitulo 19.

«El amor nace a través del baile» —Parte II

Ambos grupos se saludaron ceremoniosamente iniciando la danza con un sutil movimiento aproximándose, para luego intercalar las parejas, pasando Elise a ser pareja de su guardaespaldas, como Yoshino de Daisuke.

—¿Le aburrió su plática con el caballero? —señaló Katsumoto, colocando su mano izquierda en su espalda baja.

—Para nada—dice, tomándola por sorpresa. Tenía la intención de reclamarle después de verlo con la señorita Yoshino, pero para nada esperó que él inicie una conversación durante el baile, así que decidió darle un empujón a ver como reaccionaba.—Es como todo joven debe ser y es muy buen conversador. Sabe como entretener a una dama sin ser grosero, ¿sabe usted? —Siente la presión de su mano provocarle escalofríos que recorrieron su espina dorsal dejándola sin aliento, permitiendo que la guie entrelazando los dedos. La piel le quema y siente una fuerte presión en el pecho.

—¿Y no todos lo son? ¿No tengo ninguna oportunidad contra él?—bromeó, usando un tono de voz bajo y seductor encontrando su mirada captando la indirecta.

Los ojos de Elise se abren de par en par apareciendo un ligero brillo.

—¿Se burla o me está cortejando? —responde, fingiendo desinterés pasando a colocarse frente a él mientras esperan a que las otras parejas imiten la coreografía—¿Qué hay de la señorita Yoshino?

Katsumoto curva la comisura de sus labios en un solo lado mirándola con ojos penetrantes y cautivadores.

—Podría prometerme a usted en secreto.

—¿Se atrevería a tanto? —Entrecierra los ojos siguiéndole la corriente.

—Vamos... —dice con diversión—Usted lo hizo primero, ¿no es así como juegan los nobles?

—Que usted crea que juego es su asunto, no el mío.

—¿Y no lo hizo el día que nos conocimos?

Las mejillas de Elise se encendieron sintiéndose ofendida, tratando de ignorarlo mientras reanudaron la danza, uniéndoseles a ellos Yoshino y Daisuke. Se agruparon de a cuatro y giraron regresando con sus respectivas parejas, no sin antes lanzarle una mirada con ojos expresivos.

Sin duda, Katsumoto percibió aquel gesto y decidió ignorar aquello poniendo toda su concentración en la danza realizando pasos coordinados, elegantes y refinados. Pero una parte de él quería seguir discutiendo, encontraba placer molestar a la señorita Elise, sin mencionar que empezaba a fascinarle sus reacciones, así que, miró por encima de la cabeza de su pareja descubriendo a su benefactora danzando con un extraño hombre de no más de cuarenta años, el cual usaba un atuendo similar a los subordinados del rey; pero lo más sospechoso era la particular cicatriz en su frente. Entrecerró los ojos con particular interés sin poder apartar la mirada de ellos.

—Caballero... — Elise se sintió incómoda al ser interrumpido su baile con Daisuke—Me temo que se ha equivocado de pareja.

—Yo creo que no—responde, con una siniestra sonrisa mostrando los dientes. Su voz sale peligrosamente baja mientras asegura su agarre en la cintura de ella.

—Yo creo que sí. Todos regresaron con sus parejas iniciales y usted... —protesta perturbada por su agarre.

—Caballero, lamento interrumpir, pero está bailando con mi pareja. —Daisuke coloca su mano ahuecando el hombro de este misterioso hombre obligándolo a detenerse. Le dirige una sonrisa suave a Elise intentando calmarla y darle la seguridad que necesita.

—Lamento mucho la confusión—respondió fingiendo cortesía—Apenas estoy familiarizado con estas danzas. Discúlpenme—dijo el hombre retrocediendo aparentemente avergonzado.

La joven dama respiró hondo después de que la liberó, giró sobre sus talones encontrando la mirada de Katsumoto, tomándola por sorpresa, y este se detuvo para ir a su rescate, no sin antes disculparse con su prometida. Esta acción causó incertidumbre en Elise, pero fue sacada de sus propios pensamientos por la voz de Daisuke.

—¿Se encuentra usted bien?

—Eh, sí. Por supuesto—respondió con una ligera sonrisa. Luego sus ojos se encontraron con los de su guardaespaldas, quien todavía tenía una expresión de ligera preocupación.

—Lo conoce... —pregunta Katsumoto, buscando al hombre con la mirada—a ese caballero.

—Para nada—responde, planchando la falda del vestido tratando de ocultar su temor y nerviosismo.

Yoshino se acercó hasta quedar detrás de Katsumoto. Miró a Elise, a Daisuke y por último a su prometido aferrándose del brazo de este fingiendo cansancio.

—Necesito una limonada—dice, sonando agotada. Katsumoto regresa su atención a ella y se despide haciendo una ligera inclinación de cabeza, para alejarse con su prometida en busca de la bebida. Obviamente, Elise captó la indirecta y esto solo la irritó.

Yoshino marcó territorio apartándolo para que regrese su atención a ella. Claramente no le hizo ninguna gracia ver a su prometido preocuparse por otra dama y comenzaba a molestarle verlos juntos. Las miradas que se dieron durante esos breves minutos durante el baile alimentaron sus dudas naciendo en ella los celos y, como consecuencia, se obligó a recurrir a una jugarreta enviándole un claro mensaje.

Un intenso rubor cubrió las mejillas de Elise observándolos alejarse, regresó su atención a Daisuke obligándose a centrarse netamente en él. No cabía duda que era un joven muy apuesto; su sonrisa, la belleza de sus ojos, su porte, todo en él era de admirar, aunque faltaba algo; amor.

—Quizá también debamos ir por una bebida—le sonrió con un brillo especial en los ojos.

—Será un honor para mí acompañarla—respondió adquiriendo un suave tono en su voz.

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Desde las sombras, el misterioso hombre de la cicatriz observó a la joven pareja con ojos penetrantes queriendo desenterrar sus mayores temores. Sostuvo la siniestra sonrisa siguiéndolos con la mirada ocultando sus verdaderas intenciones cerca de los súbditos del rey, quienes platicaban animosamente sobre los planes a futuro para erradicar la hambruna en el pueblo. No cabía duda de que este sujeto tenía algo que ver con la crisis que había en el país, pues por su traje podría decirse a simple vista, que era consejero del monarca. No fue hasta que Luis lo llamó atrayendo su atención, que dejó de observarlos prestando toda su concentración a la máxima autoridad de la sala.

Por otro lado, Katsumoto que estaba en el balcón del segundo piso observándolo todo, agudizó los sentidos identificando aquel hombre entre la gran cantidad de invitados. Lo siguió con ojos vigilantes, desprendiendo un aura de energía maldita a su alrededor dominándose para no tener que ir a buscarlo y sacarle a la fuerza los motivos que tenía para acosar a Elise. Cerró su mano con fuerza concentrando todo su poder en ese punto, sin darse cuenta que ella comenzaba a importarle. Agudizó la vista siguiéndolo, tratando de captar algún rastro de energía maldita en él, descubriendo una increíble fuente de poder que desprendía de su cuerpo y, además, este hombre volteó a verlo con sospecha tomándolo desprevenido.

—¿Buscas a alguien? —La voz de Yoshino lo sacó de escena rompiendo el contacto visual.

—¿Disculpa? —regresó a mirarla confundido.

—Preguntaba si buscas a alguien. Pareces muy concentrado mirando a los invitados—respondió señalando con la barbilla hacia el gentío.

—Oh, no es nada—dijo aparentemente relajado. Se aclara la garganta haciendo un gesto con la mano cerrándola cerca de su boca.—Debo volver con la señorita Elise. Se supone que soy su guardaespaldas y me alejé a propósito. Ha de sentirse abandonada por mi falta de cortesía.

—¡Pero lo hiciste para estar conmigo! —reclamó con un ligero tono de enfado.

—Hago esto por los dos, lo sabes—respondió pacientemente mirándola con ternura. Con el dedo pulgar acarició el dorso de su mano y le besa los nudillos despidiéndose, dejando a su prometida más que molesta.

Bajó las escaleras sin dejar de mirar en ningún momento a Elise, que disfrutaba de la compañía de quien sería, en el caso más probable, su prometido. Cuando estuvo cerca se aclaró la garganta interrumpiendo la plática captando la atención de la doncella.

—Oh, estás aquí—dijo con desinterés. Tal acción llamó su atención y arqueó la ceja en señal de sorpresa.

—Me parece que su guardaespaldas recordó a quien debía escoltar—comentó Daisuke, señalando la falta de compromiso casi con arrogancia encontrando la mirada de Katsumoto.

—Lo siento, pero solo mantuve distancia a pesar de la insistencia de mi benefactora por quedarme a su lado—replicó devolviéndole la sonrisa—. Espero no ser inoportuno—amplió su sonrisa dejando escapar un leve suspiro—, aunque estoy autorizado a estar junto a la señorita sin necesidad de organizar un baile—agregó devolviendo el golpe.

El efecto fue inmediato. Su comentario no le hizo nada de gracia cambiando su expresión a una totalmente seria, y tuvo que obligarse a responder:

—Por si no lo sabe, tengo el permiso de sus padres para cortejar a la señorita.

No hubo respuesta esta vez, siendo su único motivo no mostrar descortesía frente a la dama; solo cerró los ojos sin borrar su sonrisa ladeando la cabeza hacia un costado. Elise, por su parte, sintió la tensión tan palpable como ella misma, leyendo la mirada de ambos tomando la decisión de intervenir.

—El señor Daisuke me contaba acerca las costumbres que suelen tener en su tierra-dijo con una sonrisa señalándolo-, y también mencionó a los samuráis. ¡Ya quisiera conocerlos!

—Usted está viendo a uno, señorita—respondió Katsumoto con frialdad centrando la mirada en el caballero—. Le recuerdo que soy un samurái despojado de toda libertad para servir a los nobles—agregó esta vez devolviéndose a Elise.

Su comentario, a la doncella no le favoreció en nada, solamente sembró recelo hacia él. Trató de sobreponerse disculpándose con el joven Daisuke apartándose con Katsumoto a un rincón de la sala.

—¿Qué está tratando de hacer? —preguntó, apretando los dientes sujetándolo del brazo aplicando algo de fuerza.

—Solo hago mi trabajo—respondió con frialdad, alzando su barbilla mirándola por el rabillo del ojo. Claramente esto le disgustó a ella, aun así él tiene razón y por primera vez no protesta.

Por otro lado, el consejero del rey vigila al primogénito del clan Gojo con ojos crueles, como si intentara acabar con él solo con la mirada. Recorre la sala buscando algo encontrando otro objetivo; los Romanov.

Se acerca a ellos con mirada penetrante y se presenta a la familia, siendo su única razón alzarse a los ojos del zar ganándose con el favor de la monarquía francesa, su favor, teniendo la oscura intención de destruirlos; pues ha llegado a sus oídos, que los Vallezoren son parientes cercanos de los Romanov; y ambas familias nobles aspiran formar alianzas con los hechiceros, no solo para garantizar la seguridad su seguridad, sino también para favorecerlos, contando con el apoyo de la corona rusa.

La intención del conde Eduardo, próximamente duque, y el Zar, es darle un lugar a los hechiceros en la sociedad. Esto, para que en el futuro no se use a los hechiceros para sus propósitos particulares y queden como simples herramientas. Podrían volverse en contra de la humanidad, y para ello proporcionar protección contando con la ayuda de personajes tan importantes como ellos, es ciertamente, beneficioso para todos.

Sin embargo, los enemigos ya estaban al acecho moviendo sus hilos en la sombras, con el objetivo fijo, el cual era arruinar los planes de alianza llevándolos al fracaso, empezando con la monarquía francesa sembrando el caos y la hambruna. Y ahora, el hombre de la cicatriz ha trazado su siguiente plan: Asesinar al primogénito del clan Gojo; y acabar con el linaje de la familia Vallezoren, incluyendo a sus aliados.

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***

N.A:/ (Música de suspenso)

¿Gustó el capítulo?

Espero que sí, porque estoy tratando de incluir eventos canónicos en el mundo del Jujutsu Kaisen, para que sea más real.

¡Ya asomó las narices el enemigo!

Supongo que por la descripción se darán cuenta de quien hablo.

Falta poco para regresar a la época actual y verán porqué la historia dio un salto temporal. Explicará algunas cosas del pasado de los protagonistas.

Por cierto, lamento la demora. Es que tengo que esperar que mi papá termine de trabajar en la laptop para poder editar los capítulos, pero prometo que esta semana actualizaré el día fijo (viernes) y me daré tiempo de lanzar más capítulos para llegar pronto al arco del presente.

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