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Capitulo 17.


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Ibby Moreau deja de hurgar dentro de su mochila para darle una mirada completa de pies a cabeza.

«No sé con qué tipo de humanos te encontraste antes, pero yo no siento ningún tipo de rechazo hacia ti responde y consigue sacar un paquete de vendas, una botella con agua y una botella de agua oxigenada.Intentaré detener el sangrado usando esto dice mientras abre la envoltura de las vendas y se coloca alcohol en las manos para tocarlo».

Un gesto de desagrado se apodera en el rostro de Suguru Geto mientras observa cómo la chica procede a detener la hemorragia o eso quiere intentar.

«Ni siquiera deberías estar cerca de un humano maldito como yo... Te das cuenta de que mis manos están manchadas con la sangre de cientos de "monos", ¿verdad? observa cómo se coloca alcohol en las manos y se le acerca Ugh, eres repulsiva... Me das asco... murmura observando los preparativos».

Ibby sonríe mirándolo con cariño.

«Al menos sientes algo, eso ya es un avance bromea y toma una de las vendas humedeciéndolas con agua para proceder a limpiarle el extremo del hombro hueco».

Una expresión de disgusto se apodera de él cuando escucha su comentario mientras ella procede a limpiar el borde del hombro. El dolor provocado por su herida lo hace gemir de agonía, aun manteniendo su voz firme mientras habla.

«Ugh, es un avance que sienta asco de ti... pero eso no cambia mucho. Si no fuese por... mi situación actual, ni siquiera te miraría. No soporto a los monos».

«No serías el primer hombre en ignorarme comenta sin borrar su sonrisa mientras desliza cuidadosamente la venda húmeda alrededor del agujero en el extremo de su hombro para luego tomar el agua oxigenada comenzando a dar pequeños toques con otra venda limpia desinfectando la herida. Estoy consciente de que odias y aborreces a todos los humanos comunes que no son hechiceros».

Con cada pequeño gesto de dolor comienza a respirar de forma entrecortada. Observa cuidadosamente cómo ella coloca la venda encima del agujero con cuidado.

« —Tsk , ¿por qué insistes tanto en salvarme? su voz se vuelve más calmada aun manteniendo su resentimiento constante. Los "monos" son realmente irritantes, son un lastre para la sociedad... No soporto su mera existencia, y menos que se acerquen a mí».

Ibby lo mira por algunos segundos dejando de trabajar en su hombro.

« Es cierto. Hay muchas personas que no merecen la vida, pero también hay quienes aún creen que existe bondad en los corazones de la gente y también que los villanos pueden cambiar responde, sus ojos los miran con especial cuidado».

La expresión de disgusto y desprecio se mantiene en él mientras esconde el dolor de su herida con bastante dificultad observando su mirada.

«Agh, eso es una estupidez. No hay bondad en el mundo. Los "monos" solo sirven para dañar, para hacer daño un gesto de molestia se apodera de su rostro mientras intenta ignorar las punzadas de dolor.El bien y el mal no existen, y los que intentan luchar contra eso solo encuentran sufrimiento».

Ibby continúa pasando las vendas alrededor del hombro de Geto pasando por la espalda y clavícula escuchando todo lo que dice.

«Pues yo creo... busca algo con qué cortar las vendas en la mochila que el bien y el mal existen para diferenciar a unas personas de otras. Y quien piensa que la bondad ha muerto, la esperanza ha muerto con éldice terminando de vendarle el agujero del hombro alejando sus manos de Geto».

Observó cuidadosamente los cuidados que ella aplicaba alrededor de su hombro con sorpresa, no acostumbrado que nadie se preocupara por él.

«El bien y el mal... Son conceptos inventados por la sociedad. Ni siquiera existen realmente. Solo son una excusa para diferenciar a los "monos" de los hechiceros continuó observando la delicada forma en la cual ella movía sus manos alrededor de él, una mirada llena de sorpresa se dejó ver detrás de los mechones de cabello que cubrían sus ojos».

Ibby parpadeó un par de veces mirándolo con una expresión suave.

«Esas son palabras de alguien que ha sido lastimado en lo más profundo de su alma».

Una sonrisa socarrona se dibuja en su rostro por un instante al escuchar su comentario y observa ligeramente a la chica.

«Tsk, lo dices por mi pasado, ¿no? dice La verdad es que no importa, no necesito "bondad", ni la "esperanza" para vivir. Es como con los "monos". Nunca han cambiado y ni lo harán su tono de voz es despectivo, observando el cuidado que ella pone en vendar».

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Se despertó en mitad de la noche con un poco de tos. Parecía que se había atragantado en su propia saliva y sudaba frío. Alcanzó la caja de fósforo que estaba sobre la mesa de noche y prendió el candelabro iluminando la habitación. Pasó su mano por el cabello sudoroso notando la almohada mojada. Salió de la cama para cambiar las sábanas buscando en el armario apartando los vestidos que su madre colocó en el guardarropa para el baile en honor al regreso de Jéremie y a los negocios que logró concretar.

— ¿Qué fue eso...? —susurró mientras cambiaba las sábanas con una expresión de preocupación y la respiración agitada.

Buscó la jarra que estaba en la mesa de noche y bebió un poco de agua a grandes tragos notando la sed que tenía. Respiró hondo y sus hombros cayeron sentándose en la cama. Frotó los ojos con las manos y se tumbó mirando al techo.

«¿Acaso fue una pesadilla? ¿Por qué Katsumoto usaba ropa tan extraña y estaba punto de morir? ¿Qué hacía yo vistiendo el hábito?»

Exhaló mientras pensaba en su sueño y en el esclavo. Relamió sus labios sintiendo que la sed regresaba y bebió hasta saciarse.

No lograría conciliar el sueño esa noche, ni tampoco su mente le permitiría hacerlo, así que tomó su abrigo del perchero detrás de la puerta y salió.

Bajó las escaleras tan rápido como pudo guiándose por la luz de las velas hasta que llegó al estudio de su padre entrando con cuidado.

Dentro encontró una pila de documentos, archivos y muchos escritos logrando identificar uno en particular que tenía su nombre en él. Lo cogió dando lectura:

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Francia, 20 de marzo de 1780.


Señor: Conde Eduardo Vallezoren

De: Kōkauku Tennō

Me dirijo a usted con gran estima para escribirle algunas letras y felicitarle por el octavo cumpleaños de su segunda hija, la pequeña Elise Vallezoren.

Hago mención de ella porque el asunto por la que me hago presente mediante esta carta es para informar la decisión que se llegó con los tres clanes más poderosos de hechicería, los cuales protegen a toda la nación y custodian el posible regreso del brujo más corrompido de la historia; me refiero a Noritoshi Kamo.

El día de ayer concluyó la junta de los tres clanes después de casi un mes en el que se discutieron varios temas; entre ellos la continuidad de nuestra especie más valiosa y que, como emperador me enorgullece sobremanera.

No me extenderé, pues le escribo después de que la reunión finalizó para ser yo mismo quien le comunique lo sucedido.

Anoche a las tantas horas los líderes de los tres clanes llevaron a cabo la última junta en el palacio imperial contando con mi presencia, en la que se decidió por votación ganando en mayoría la alianza matrimonial entre un hechicero de sangre pura y una noble con la finalidad de fortalecer dichos lazos, perpetuar la especie procreando hechiceros nobles mediante alguna doncella heredera de alguna de las casas nobles más respetadas, recordándole que los hechiceros están dispuesto a arriesgar la vida por todos los civiles sin excepción.

Obviamente han sido propuestas otras casas para dicha unión, pero aquí entre nosotros le hago saber que cuento con la ilusión de que su casa sea la escogida. Por la confianza que escuché tienen particularmente con el clan Gojo, decidí darme la autorización de proponer a su hija más pequeña para tal honorable cargo.

Espero no tome a mal tales libertades que me incitaron hacerlo, por supuesto. Soy el primero en desear tal alianza entre ambas prestigiosas familias y ver el resultado de los posibles herederos entre miembros nobles y hechiceros.

Le confieso que anticipo una respuesta positiva y le recuerdo que este es el más grande honor que se le pueda hacer a una doncella heredera de una casa respetable como la suya.

Sin más que decir, me despido deseando buena salud a toda su familia y que siga fortaleciendo las relaciones forjadas que se han consolidado hasta ahora.

Firma: El emperador de la nación del sol.

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Ahora todo iba tomando forma, los viajes de su hermano, los deseos de su madre por casarla, los incontables asuntos de negocio que obligaban a su padre a mantenerlo fuera viajando en algunas ocasiones junto con Jéremie. Todo cuadraba, su mano había sido pedida desde la infancia; y si el emperador de una nación que contaba con el poder militar de los hechiceros la había propuesto como candidata, iba a ser imposible librarse de este asunto.

Tenía el presentimiento de que no dormiría esta noche, pero con esta noticia no dormiría en semanas.

Escuchó algunos pasos acercándose y salió rápidamente devolviéndose a su habitación.

Debía idear un plan para liberarse y pronto. Trajo la carta consigo para releerla tratando de encontrar algunos puntos flacos en los que pueda hacerse con eso y salir bien librada, pero iba a ser complicado. Paseó por la habitación llegando hasta la ventana, abrió la cortina con los dedos notando la única luz en la torre, lo que le hizo recordar al esclavo.

«¿Qué tal si...?»

Se le ocurrió algo e iba hacerse con ello. Usaría el gusto que sentía por Katsumoto para impedir el compromiso y fingir estar perdidamente enamorada de él.

Eso sonaba cruel, usar a un pobre hombre así, pero era mucho peor que estar casada con un desconocido, lejos de casa y sin amor. Al menos con Katsumoto seguiría en Francia, fingiría amor el tiempo suficiente hasta que pase lo peor y cortar toda relación sentimental con él para continuar con su entrenamiento, aunque últimamente le estaba cogiendo fastidio a la espada, ya que le era difícil manejarla.

Solo había un problema: No debe enamorarse de él.

Una cosa es sentir gusto, atracción, pero otra muy distinta es amar y no tomaría ese riesgo. Además, alguien como Katsumoto jamás se fijaría en una noble como ella, por más absurdo que sonara.

Armó todo un plan durante el resto de la noche para que se viera convincente en sus acciones. Debía ser buena actriz, luchar por su libertad, salir victoriosa y seguir adelante.

Primero, obligaría a Katsumoto a ser su maestro. Tal vez tendría que cambiar la espada por otra arma, quizá el arco. El único problema es que él había mencionado a una mujer, alguien de nombre Yoshino, la supuesta rival. No estaba segura, pero mañana por la mañana se lo preguntaría a su hermano.

Todo el asunto del compromiso la hizo olvidarse del sueño que tuvo. Antes de salir del despacho recogió un libro del suelo en el que trataba del mensaje oculto de los sueños. Dejó la carta sobre el tocador y se sentó en la cama para leer un poco con el fin de despejar la mente. Pasó varias páginas hasta que se detuvo logrando llamar su atención en el título de un tema:

«Los matrimonios de Dios antes de nacer».

Existe una leyenda que explica que cuando Dios nos hizo a imagen y semejanza escogió para cada niña un niño que sería su compañero de vida, la otra mitad de su alma que fue divida durante su creación; y ese lazo es irrompible porque fueron unidos por el mismo creador. La leyenda cuenta que todos los ángeles y arcángeles de Dios se reunieron para ser testigos de la unión de las almas. Puso en un extremo a las niñas y al otro extremo a los niños. Llamó por orden de creación a una cada niña, quien se ponía de pie para colocarse en el centro donde todos para que pudieran verla.

Dios se encontraba en la cima viendo el rostro de la niña, una vez que identificó el alma de esa pequeña regresaba su vista al frente mirando a todos sus ángeles y decía:

Esta niña se merece este niño.

Señalaba con el dedo al niño escogido para ella y una euforia de aplausos resonaba en el cielo por los arcángeles, ángeles, querubines y etcétera que celebraban la unión haciendo fiesta en el cielo. Es así como formaba las parejas que estaban destinadas a encontrarse.

Hay algunas creencias en la que dicen que algunas almas reencarnar buscándose entre sí por la decisión, juramento o promesa de amarse después de la muerte llamándolas "Almas Gemelas". Otras dicen que es por la misma naturaleza con la que fueron hechas, pues pertenecen a un mismo todo siendo divididos a la mitad.

Sea como fuese, el objetivo de estas almas es estar juntas para toda la eternidad, ya que constantemente están buscándose y al nacer ambos niños llegan al mundo con su compañero de vida, tan solo deben esperar el momento indicado para encontrarse.

Silencio

«¿Podemos estar destinados a alguien desde el principio?», pensó mientras releía el texto asimilando el concepto de "Almas Gemelas" y "reencarnación".

Todo esto la dejó con un extraño sentimiento.

— ¿Almas reencarnadas? —se preguntó regresando la mirada hacia la ventana— ¿La unión de las almas?

Recordó el sueño y cada detalle. No reconocía el lugar, ambos se veían muy raros usando atuendos extraños y tampoco reconocía la época.

— ¿Podría ser posible?

El sueño o lo que creía que era un sueño la dejó más confundida que antes.

Repensó en el plan tumbándose de espaldas contra la cama, suspiró preocupada.

—No puedo usarlo. ¿Qué voy hacer? ¿Y si este sueño es un mensaje? ¿Si me enamoro de él? Eso sería aún peor.

***

Al día siguiente confirmó sus sospechas. Katsumoto estaba comprometido y esa noticia la enojó aún más, pero también la hizo sentir celosa.

¿Por qué?

Por alguna razón se sintió amenazada y lo alejó de su ella.

Claramente esto dio inicio a una pelea de las muchas que vendrían. Estaba comenzando a creer que él llegó a su vida por alguna razón, especialmente cuando él mencionó la reencarnación. Se sentía inquieta cada vez que lo veía, y esa tarde en la biblioteca creyó tener una señal.

—Ni, aunque insistas en odiarme voy a dejar de sentir esto por ti—contestó dejándolo sin palabras. Katsumoto no dijo más y apartó la mirada centrándose en la ventana.—Háblame del clan Gojo.

—¿Quiere conocer a su nueva familia? —preguntó sin devolverse, pero usando un tono de voz frío y jadeó sonriendo al pensar en la absurda idea de casar a un hechicero con alguien de una raza tan inferior como Elise.

—No. Quiero conocer contra quien debo enfrentarme para luchar por mi libertad.

—Ustedes los humanos corrientes son tan arrogantes, que me repugna—comentó con desprecio.

—Mírame.

Él obedeció esta vez manteniendo la frialdad en su mirada.

—No tiene oportunidad de librarse de ese compromiso.

—No si me ayudas —dice. 

Katsumoto entrecerró los ojos con una mirada llena de confusión.

—¿Ayudarla? —sonó con burla—¿Y qué tipo de ayuda podría darle un simple samurái como yo?

—Puedo devolverte tu libertad y la de tu prometida si me ayudas.

—¿Y qué tipo de ayuda puedo ofrecerle? —preguntó con escepticismo, aunque debía admitir que esa propuesta era muy tentadora. Obtener la libertad para su amada y para él, al fin.

—No te lo imaginas—sonrió curvando la comisura de sus labios en un solo lado.

Después de la tarde el movimiento en la mansión era un caos. Todos los sirvientes estaban dando los últimos toques para el baile. Los músicos que tocarían llegaron y su sitio estaba en el segundo piso del gran salón. Los bailes de salón que ejecutarían los invitados eran muy formales, decorados y elegantes. Las damas vestían trajes muy bien elaborados caracterizados por su largo, con una falda muy amplia, un corpiño ceñido al cuerpo, y los hombros cubiertos con mangas cortas.

La Danza barroca era una forma de baile del siglo XVII muy elaborada y sofisticada, con pasos y coreografías que se realizaban con precisión, finura y la elegancia, siendo una forma de baile muy refinada que requería mucha práctica y dedicación para conseguir la perfección.

https://youtu.be/N_lsJRYCk44

La condesa Eleonor desbordaba alegría y apresuraba a las sirvientas que se encargaban del maquillaje, peinado y vestimenta de su hija.

—¡Rápido, rápido, rápido! —exclamó sacando a todas las sirvientas de la habitación de su hija. Cerró la puerta y se volvió hacia ella—Elise, hija mía —se acercó tomándola de las manos sintiéndose muy orgullosa—Te ves divina. No hay mejor momento en el que no te recuerde tan hermosa. Hace unos momentos vi a tu futuro prometido. ¡Es guapísimo!

«Así fuese horrendo dirías lo mismo, madre».

—¿No estás feliz? ¡Mírate! Ven aquí, cariño—dice su madre tomándola de los hombros para guiarla al espejo.—Mira qué bonita.

Elise mira su propio reflejo en el espejo del tocador y tiene que admitir que su madre tiene razón, se ve divina. Y por un momento pensó en su guardaespaldas.

¿Qué pensará él de ella?

Últimamente le pensaba mucho, a veces se decía que era porque pasaban la mayoría del tiempo juntos y otras veces era por lo antipático que le resultaba, pero no podría negar que él le gustaba y mucho a pesar de lo que se atrevía admitir. Tal vez, solo tal vez estaba empezando a importarle más de lo que era consciente. Solo el tiempo lo diría.

—Vamos, cariño. Los invitados de honor nos esperan.

Elise suspiró cerrando los ojos y caminó hasta la puerta guiada por su madre sin saber que Katsumoto estaba en el pasillo esperándola para cumplir la orden que ella misma le había dado de ser su acompañante esa noche. Y como era de esperarse

Nota: Vestimenta de Elise Vallezoren y retrato "parecido" al que está en el libro que lee Suguru Geto.

Atuendo de Katsumoto:


***

N.A: ¡Final del capítulo!

Ay, no sé. Me siento mal por la imagen tan chiquita de la vestimenta de Katsumoto, pero era la más parecida a la que visualicé.

No importa, son detalles, se entiende la idea. xD

¡Por fin llegué a los capítulos del baile! Son los más esperados de la autora. Cuando empecé a armar esta historia esta era la parte más importante que quería escribir. También habrá otro baile.

Spoiler: Una posible boda. ¿Con quién? No lo sé, pero es un hechicero tal y como están en los registros del libro que lee Geto.

Elise podría casarse con el misterioso heredero del clan Gojo o podría con Katsumoto. La verdad ya escogí a su esposo, pero lo revelaré a medida que avance la historia xD.

Eso es todo.

XOXO

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