Capitulo 16.
«Hilo rojo del destino»
— ¿Tu discusión con nuestra madre no te dejó dormir, Elise? —preguntó Jéremie caminando junto a su hermana en el jardín esa mañana de primavera observando a los sirvientes bajar del carruaje las pertenencias de este— ¿O es que solo yo veo las ojeras debajo de tus ojos?
Ella suspiró pesadamente apartando la mirada hacia otro lado.
—No es gracioso—respondió obviamente enfadada—Anoche no pude dormir por la noticia.
—Lamento haberlo dicho de sopetón, pero necesitaba hablarlo...—Jéremie se inclinó hacia su hermana— con los tres.
«Ya. Solo porque papá te confíe los asuntos de negocio no te da derecho de subastarme», pensó mientras miraba con el ceño fruncido las maletas de su hermano hasta que algo atrajo su atención.
—¿Y esa doncella? —preguntó señalando en aquella dirección con un movimiento de barbilla.
—Oh—se detuvo Jéremie frente a su hermana con una sonrisa—, es la nueva doncella de mamá. Su nombre es Yoshino.
Elise no reaccionó del todo bien cuando escuchó el nombre de aquella muchacha de origen asiático. Su pecho subía y bajaba sintiendo un malestar en el pecho observando a aquella delgada joven, de cabello liso y marrón, pálida y de facciones finas. Hermosa.
—¿Yoshino...?
—Sí...—suspiró su hermano girando su cuerpo con las manos cruzadas en la espalda buscando algo o a alguien—Es la prometida de Katsumoto.
—¿De quién?—el nombre atrajo su atención de nuevo hacia Jeremie.
—Tu guardaespaldas—respondió mirándola a la cara con una expresión neutra—. Me sorprende que no sepas su nombre.
—Es porque no se dignó en decirme—apretó la mandíbula mirando enojada a la nueva doncella de su madre.
—Aquí viene.—dijo su hermano mirando por arriba de su cabeza.
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Ella giró todo su cuerpo en aquella dirección y lo que vio le robó el aliento.
Su guardaespaldas se acercaba por detrás vistiendo una camisa crema de seda con algunos bordados en el cuello y mangas. Usaba unos modestos pantalones ajustados hasta las rodillas combinándolos con un par de botas negras. Llevaba el cabello recogido en un rodete y su porte lo hizo ver aún más alto de lo que ella recordaba el día anterior que lo conoció.
Lo miró lentamente de pies a cabeza recorriendo con los ojos toda su anatomía conteniendo la respiración admirándolo. Sus labios se entreabrieron levemente sin poder creer que aquel esclavo mugriento sea ese apuesto caballero que se acercaba a ellos.
De cerca se veía más grande, de hombros anchos y llevaba algunos botones de la camisa sueltos dejando ver su grueso cuello y clavícula. Esa vista la hizo sonrojarse y apartó la mirada inmediatamente. Esperó pacientemente a que él se acercara mirando por el rabillo del ojo hasta que lo vio pasar de ella ignorándola completamente.
Lo siguió con la mirada casi sorprendida y pudo admirar su espalda desde atrás, ancha y firme, marcando sus músculos a través de la tela, con el cabello recogido llevándose una vista atractiva de su nuca.
No lo miraba con ojos perversos, para nada. Aquellas facciones hicieron que su corazón acelerara las pulsaciones fuera de lo normal; y en todo el trayecto contuvo el aliento hasta que una imagen fea de Yoshino y él corriendo a su encuentro la sacó de órbita.
—Pero...—murmuró frunciendo el ceño levemente dando un paso adelante de su hermano entrecerrando los ojos.
—Por fin se reencontraron—comentó él sosteniendo una sonrisa en los labios mirando a la pareja abrazarse con fuerza.
Elise sintió algo hueco hundirse en su estómago y movió su cabeza en dirección a su hermano.
—Le prometí a tu guardaespaldas que traería a su prometida.
—¿De verdad? —contestó apretando los dientes— Deberían haberte tirado por la borda del barco...—dice enojada dando un paso atrás poniéndose a la altura de Jéremie fulminándolo con la mirada—hermanito.
—Por favor...—echa para atrás su espalda sin dejar de mirarla sonriendo—¡Es su prometida! —señaló hacia ellos encogiendo los hombros— ¿Por qué haría eso? Además, se lo prometí.
Ella solo lo miró ensanchando las fosas nasales claramente molesta.
—Ay, no...—reacciona ladeando la cabeza hacia un costado borrando su sonrisa dándose cuenta de lo que está sucediendo—¿Cómo iba adivinar que a ti...?
—Cállate.
Lo silenció de inmediato volviendo la mirada hacia la pareja viéndolos disfrutar de sus sonrisas, besos y abrazos sin temor a ser vistos o regañados provocando las primeras heridas en el corazón de Elise, quien los miraba respirando pesadamente cerrando los dedos en las palmas de sus manos hasta apretar los puños.
Su mirada flaqueó al ver el feliz rostro de Katsumoto sosteniendo a su prometida entre sus brazos girándola sobre los talones y ella respondió abrazándolo en el cuello besándolo en la boca. Sintió un duro nudo en la garganta incapaz de pasar y la impotencia le tensó el cuerpo.
Apretó los puños con más fuerza hasta que los nudillos se pusieron blancos. Estaba tratando de reaccionar, pero se frenaba sintiéndose inútil. Su mente estaba en blanco procesando los celos que sentía por primera vez en su vida. Sus mejillas se encendieron y dejó a su hermano hablando dando los primeros pasos hacia la pareja acercándose lo suficientemente a ellos.
—Las muestras de afecto están prohibidas en este lugar—exclamó tirando del brazo de Katsumoto con fuerza atrayéndolo a su lado como si quisiera marcar territorio. Él tambaleó y soltó a Yoshino dejándola en el piso.
—Lo lamento, su señoría...—contestó con timidez Yoshino. Su voz era clara, suave y delicada, muy diferente a la de Elise que era autoritaria y firme.
—No te disculpes—dice mirando a Elise por el rabillo del ojo con desprecio ahuecando su mano en la muñeca de ella para que le soltara el brazo.
Elise sintió una punzada en el corazón y apretó su agarre con más fuerza ahuecando los músculos del brazo con los dedos.
—No tan rápido—susurró cerca de su oreja mirándolo conteniendo su enojo atrayéndolo más a ella.—¿Se le olvidó que es mi guardaespaldas a partir de ahora? No toleraré...—dice mirando a Yoshino—el comportamiento inadecuado.
—Tendré eso en cuenta la próxima vez—responde Yoshino haciendo una leve inclinación de cabeza.
—¿También se le olvidó...—responde Katsumoto, alejando su mano del brazo sin dejar de verla con arrogancia— que no obedezco a monos?
El sonido de una fuerte bofetada llamó la atención de los sirvientes y de Jéremie que se acercó a ellos.
—¿¡Deja de llamarme así!? —exclamó respirando agitada sintiendo el calor en la palma de su mano.
La cabeza de Katsumoto giró con la fuerza de la bofetada, aunque su expresión no cambió, se volvió más oscura. Abrió la boca masajeando la mandíbula con los dedos sintiendo el golpe cuando se devolvió para mirarla, un ligero rubor permaneció en su mejilla. Pero su mirada era severa, calculadora, captando cada detalle.
—Los nobles como siempre—dice—creen que están por encima de nosotros solo por poseer riquezas.
Elise deja escapar un gruñido bajo y se acerca a él. Sus ojos entrecerrados y penetrantes lo miran fijamente dispuesta a contestar hasta que interviene su hermano separándolos colocándose entre ellos dos.
—Por favor, no armemos un escándalo aquí, ¿Sí?
—Apártate—gruñe Elise, sin quitar la mirada de los ojos de Katsumoto.
—Cálmate—ruega haciendo un gesto con las manos teniendo la intención de apaciguar la tensión.
—¿Quieres pelear? —responde Katsumoto, mostrando una sonrisa despectiva—Los primates como tú siempre reaccionan impulsivamente con la más mínima provocación—agregó, riendo entre dientes al final.
Las palabras de él hicieron hervir su sangre y se acercó un poco más siendo alejada por Jéremie.
—¡Elise, por todos los cielos, compórtate como una dama! —exclamó su hermano, mirándola severamente.
—¡Estoy harta de actuar como una dama, maldita sea! —explotó mirando con ojos penetrantes a Katsumoto— ¿Por quién me tomas? Hablas de mí como si lo supieras todo. ¿Me crees estúpida?
—No lo creo—responde él levantando su barbilla sonriendo con arrogancia—Lo eres.
Apretó los puños con más fuerza estando a punto de no poder dominarse más. Jéremie se volvió hacia él con una mirada seria.
—Discúlpate.
—¿Disculparme? —contesta ampliando su sonrisa—¿Con quién? ¿Con ella? ¿Contigo? ¿Unos monos?
El rostro de Elise se endurece y desenvaina la espada de su hermano tomándolo desprevenido.
—Arreglemos esto de una vez—sugiere levantando la barbilla, mostrando una sonrisa llena de confianza. Con movimientos ágiles balancea la espada de un lado a otro tomando una distancia prudente y apunta con la hoja hacia su dirección—. ¿Qué sucede? ¿Piensas que por que soy mujer no sé manejar la espada?
Jéremie sujeta del brazo a Katsumoto negando con la cabeza.
—No necesito...—dice liberándose de su agarre con la mirada arrogante— una espada para atacarte cuando puedo aplastarte como a una cucaracha si quisiese, usando mi energía maldita.
Sudó frío y su cuerpo se tensó mirando sorprendido a Katsumoto por atreverse a romper su silencio tan a la ligera y este lo notó.
—Ah, ¿No le dijiste? —sonrió de lado tomando una expresión maliciosa—Lo siento.
—¿Qué quiso decir...—espetó agudizando la mirada volviendo los ojos hacia su hermano frunciendo el ceño levemente— con eso?
«Demonios, Katsumoto», gruñó Jéremie alejándose de él acercándose a su hermana.
—Elise, hay algunas cosas que te hemos ocultado por protección.
—Y cuándo pensaban decirme, ¿eh? —cuestionó evidentemente molesta arrojando la espada al suelo pasando por encima.
—Verás...—responde su hermano rascándose la nuca.
—Nosotros —interrumpe Katsumoto abrazando a Yoshino con un brazo sin cambiar de expresión—somos hechiceros, niña.
Su estómago se revolvió verlo cerca de su prometida y eso solo la enojó aún más.
—Tú—señaló con el dedo índice—cierra la boca —. Miró de nuevo a su hermano todavía más molesta —¿Qué quiso decir con "hechicero"?
Jéremie suspiró rendido y no le quedó más remedio que contarle absolutamente todo, incluida la relación que tiene su compromiso con los hechiceros revelando información de la alianza que por años la familia tiene con ellos.
No pudo evitar sentirse usada. Miró a su hermano decepcionada y luego a Katsumoto, quien la miraba con superioridad junto a Yoshino. Eso la quebró aún más sintiendo unas incontrolables ganas de llorar, pero era alguien fuerte y se contuvo tanto como su voluntad misma.
Tragó con fuerza pasando la mirada de nuevo a Jéremie.
—No voy a casarme para ayudar en los negocios—declaró, pasando los ojos a la pareja—Y en cuanto a ustedes dos, no quiero ver muestras de cariño en mi presencia—con eso se acercó a Katsumoto para cogerle la muñeca tirando de él saliendo del jardín.
—¿Qué haces? —reaccionó deteniéndose con la intención de no dar un paso más estando lo bastante lejos de Yoshino y Jéremie.
—¡No protestes y camina, es una orden! —tiró de él obligándolo a avanzar entrando a la parte trasera de la mansión.
Katsumoto se detuvo justo en el marco de la puerta mirándola con frialdad.
—Claro que no.
—Deja de hacerte el difícil y camina—responde, obligándolo avanzar tirando de él sujetándolo de la muñeca. Él se acercó sin cambiar su expresión elevándose sobre ella.
—¿Por qué debería obedecerle a alguien a quien ni siquiera respeto?
—Aceptaste ser mi guardaespaldas, ¿lo olvidas? —se enfrenta a él con la mirada sin soltar su muñeca.
—Hice un trato con tu hermano—responde levantando su barbilla sintiéndose superior a ella—, no porque te considere dueña de mí.
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Otra punzada en el pecho.
Una sensación que eriza su piel recorrió su espina dorsal y aflojó un poco su agarre.
—¿Y qué debo hacer para adueñarme de cada parte de ti? —susurró moviendo sus ojos de lado a lado buscando desesperadamente su mirada. Se acercó despacio a él casi invadiendo su espacio personal lo que lo tomó con la guardia baja abriendo sus ojos de par en par.
—¿Qué haces? —respondió frunciendo el ceño dando un paso atrás alejándose inmediatamente de ella asqueado.
—Adueñándome—dijo en voz baja acercándose nuevamente a él con una mirada profunda como si le perforara el alma soltándolo.—Tomo lo que ahora es mío—agregó recorriendo con sus ojos las facciones en el rostro de Katsumoto, viéndolo como si él fuese lo más preciado que ha visto en su vida.
Él la miraba sorprendido sin poder creer lo que acaba de escuchar.
—¿Estás loca?
—No—responde—Pero creó que perdí la cordura...—dice mirándolo con devoción—por ti.
Sus palabras se sintieron como un puñal directo al corazón. Ahogó una exclamación sin salir de su asombro todavía dejándolo sin palabras.
—...¿Acaso te enamoraste de mí?...
—No estoy segura—traga con suavidad y parpadea dando otro paso hacia él reduciendo la distancia—. ¿Te preocupa? —susurra, recorre con sus ojos los labios de Katsumoto e inconscientemente entreabre su boca. Sin embargo, se domina y aparta la mirada sin esperar nada hasta que su voz atrae su atención.
—Jamás...—ella gira lentamente su cabeza hasta que ambos se miran frente a frente—me fijaría en alguien tan débil como tú—responde Katsumoto, sintiendo repugnancia de Elise.
Eso se sintió como una tercera daga directo al corazón.
A pesar de su desprecio no se entristeció, ni tampoco retrocedió.
—Mientras más me rechaces, más insistiré—sentenció acercándose a él y esta vez invade su espacio personal. Él reacciona retrocediendo inmediatamente enojándose después de que ella se acercara tanto casi tocándolo.
—¿Tu hermano no te dijo que estoy comprometido? —le cuestionó con ojos fríos.
—Sí, ¿Y eso qué? —respondió, su voz salió baja y profunda sin dejar de verlo a los ojos— También estoy comprometida con alguien, pero a diferencia de ti solo es por negocios.
Agudizó la vista fija en ella mirándola con tanta frialdad que era casi palpable. Se mantuvo firme todo el tiempo a pesar de las insinuaciones de Elise, pero había cierta rebeldía en su actitud que tuvo que reconocer que le gustaba, aunque no se lo diría.
—Los hechiceros como yo nunca nos mezclaríamos con una raza tan inferior como la tuya—dijo con desdén—Y estoy cien por ciento seguro que no seré el primero en hacerlo.
—Ya veremos...—susurró ladeando su cabeza a un lado. Su pecho se apretó con fuerza soportando las crueles palabras que él usaba para referirse a ella y recordó su acuerdo— Serás mi acompañante en el baile de sociedad que realizará para celebrar la llegada de los líderes de los clanes hechiceros.
La mención de los tres clanes atrajo su atención por completo y curvó los labios en una sonrisa llena de ironía.
—Como dije—cruzó los brazos adoptando una postura mucho más erguida elevándose sobre ella lleno de superioridad. Elise le llegaba casi al hombro, pero en ningún momento se sintió intimidada por su gran altura causando un efecto totalmente distinto al que él buscaba—ustedes los humanos normales no pueden dar un paso sin la ayuda de los hechiceros.
No obtuvo respuesta de eso. Lo miraba intensamente a los ojos sintiendo que la piel se le erizaba inclinándose instintivamente hacia él. Su pecho se encogió hasta el extremo y sus dedos rozaron los de él poniéndolo en guardia alejándose.
—Aparta tus manos de mí—dice amenazante mirando las manos de ella para subir a sus ojos con odio.
—¿Por qué me rechazas? —pregunta, su voz suena dolorosa mirándolo de la misma forma— ¿Es por qué no soy hechicera como tú?
—No solo es eso—contestó— ¿Olvidas... la paliza que me diste?
***
Pasaron algunos días en que la relación entre ambos iba de mal en peor. A veces peleaban, otros días no se hablaron y en la mayoría de las ocasiones él se mostraba indiferente con ella, haciendo que la relación entre ellos fuera distante.
Una tarde estaban en la biblioteca de la mansión que era bastante amplia y frecuentemente renovaban los libros. Tenía un toque rústico, acogedor y era muy silencioso que, hasta los cánticos de los pajaritos se hicieron oír.
Elise tomó un libro escogiendo al azar y lo abrió sentándose en el sofá que estaba junto a la gran ventana que dejaba ver el jardín de la mansión.
Katsumoto estaba cerca de ella apreciando la naturaleza a través de la ventana vistiendo un atuendo más apropiado viéndose elegante, varonil y atractivo con su característico rodete que recoge todo su cabello.
—Toma el libro que gustes—comentó causalmente dando vuelta a la página.
—No leo cosas escrita por monos—respondió con desdén sin molestarse en mirarla.
Elise giró los ojos poniéndolos en blanco y suspiró regresando al libro.
Hubo un largo silencio hasta que la suave voz varonil de Katsumoto la sacó de su lectura.
—Yoshino...
La muchacha bajaba del carruaje para ir detrás de la condesa Eleonor vistiendo un atuendo de acuerdo a su rango.
Katsumoto se sentía vulnerable cada vez que la veía, lo había visto ponerse sensible cuando sus caminos se cruzaban y lo vio caminando a la salida para ir a su encuentro.
—¡No te he dado permiso para que te vayas! —dice cerrando el libro sobre su regazo mirándolo seriamente.
Su voz lo frena de golpe deteniéndolo.
—¿Debo pedirle permiso para hacer cada cosa hasta las tantas horas? —cuestionó mirándola con ojos fríos.
—Cada día, de cada hora, a cada minuto—contesta dejando en libro sobre el sofá poniéndose de pie.
Elise estaba aprendiendo de él a responder con más atrevimiento y eso no le gustaba, porque le hacía perder el control. No hubo respuesta y regresó su sitio. Ella lo siguió con la mirada y volvió a sentarse para reanudar su lectura buscando la página donde se había quedado.
—En la noche quiero que te presentes en el gran salón.
—¿Y qué se le ofrece—suspira claramente enfadado ocultando sus emociones bajo una fachada de serenidad—a su alteza para necesitarme en ese lugar?
—Mi maestro de danza hará una visita—responde dando vuelta a la página—. Quiero que aprendas las danzas que te enseñe para el baile.
—¿Todas? —gira su cabeza mirándola por encima del hombro.
—Sí, todas.
—Me parece que estará bastante ocupada complaciendo a otros caballeros como para danzar todas las piezas solo conmigo.
—No me importa lo que creas, solo obedece a lo que te diga—dice sin dejar de leer.
Él siguió mirándola por encima del hombro entrecerrando los ojos por su respuesta. Decidió no tomarle importancia y regresó a mirar el jardín descubriendo que Yoshino ya no estaba. Sus hombros cayeron empezando a buscarla con la mirada por el lugar.
—Ven aquí—lo llama sin levantar la vista del libro.
Katsumoto regresa a mirarla con una expresión seria y obedece acercándose a ella.
—Siéntate—ordena dando unas palmadas a lado de ella indicando dónde debería sentarse. Obedece y toma asiento mirándola.
—¿Puedes decirme todo sobre el clan Gojo?—deja el libro sobre su regazo levantando la mirada encontrándose con la suya.
—¿Qué quieres saber de ellos?
Ella piensa en la pregunta apartando la mirada pensando por algunos segundos hasta que tiene una respuesta.
—¿Conoces al heredero del clan?
—Un poco.
—Entonces, dime qué clase de persona es.
—¿Para qué quieres saberlo?
—Tu no preguntes y contesta.
Katsumoto arqueó una ceja notando su atrevimiento causándole una sonrisa llena de burla.
—¿Arrogante?
La mirada de ella es suave y capta el desprecio en los ojos de su guardaespaldas.
—Te enamorarás, no importa si tardo o si deba reencarnar, pero me prometo que haré que te enamores de mí y haré cambiar tu opinión sobre los humanos comunes.
—¿Sigues empeñada con eso? —responde con evidente molestia—Ni, aunque reencarnemos me fijaría en alguien que no es digna de mí.
Elise sonrió levemente sintiendo que una de las cuerdas de su corazón se desprendía deslizándose hasta atar el otro extremo en el dedo meñique de Katsumoto formando una atadura.
—Ni, aunque insistas en odiarme voy a dejar de sentir esto por ti—contestó dejándolo sin palabras.
.
.
.
***
N.A/: ¡Final del capítulo!
Lamento lanzarlo a destiempo, pero la verdad es que aún no lo tenía listo. Lo siento.
Quería decirles que estaré publicando a parte de los viernes para ir avanzando con la historia y pronto regresaré a la era moderna concluyendo el salto temporal de la historia de Elise que si es que ya se han dado cuenta es crucial para lo que vendrá después.
Me despido con muchos besos hasta el próximo capítulo.
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