«Nuevo propósito»

Suguru Geto caminaba entre la multitud de la mano de las gemelas Hasaba que sostenían cada una un regalo de parte de él. La lluvia había terminado, las calles estaban mojadas y la hora de almuerzo se acercaba. La gente iba y venía concentradas en las actividades del día, todo el mundo parecía tener prisa y las calles volvieron a llenarse.

«Esta calle se está infestando de monos» , pensó el usuario maléfico que miraba en todas las direcciones de la calle.

—Señor Geto... —interrumpió Nanako, la niña de cabello claro deteniéndose para levantar la barbilla y mirar al muchacho—, ¿podemos ir a la calle Takehita? Hay muchas tiendas de moda, café y restaurantes. Además... Mimiko quiere probar las crepas— confesó con timidez.

Suguru miró confundido a la pequeña y luego suavizó el rostro mirando a ambas de forma maternal—. ¿Quieren ir a Harajuku? Entonces tomaremos el tren—respondió y miró por encima del hombro logrando ver la parte trasera de un vehículo que doblaba la calle percibiendo que había sido vigilado por alguien. Sin darle importancia llevó a las niñas a la estación de Shibuya para tomar el tren, se sentó junto a las niñas y durante el viaje pusieron música para que el viaje sea más placentero.

Hubo una de las canciones que a Suguru le llamó la atención, pues lo describía muy bien. Se llamaba «Come Back Home» - Two Door Cinema Club ; y mientras sonaba la canción cerró los ojos meditando sobre las cosas que le sucedieron en ese fatídico verano del 2006.

Su cabeza se llenó de aquellos recuerdos sobre la escuela de hechicería, de Riko, Kuroi, Shojo y en especial su antiguo mejor amigo Satoru Gojo. Había pasado tiempo desde la última vez que lo vio, no tenía noticias de él, pero suponía que ya ejercía como hechicero profesional ;y,  siendo el más fuerte no sería un problema para él dedicarse a esto. Respiró hondo y abrió los ojos para mirar con desdén a los monos que iban en el vagón. Últimamente su olfato estaba más sensible percibiendo con mayor facilidad el aroma de los simios. Aprovecharía el paseo para buscar un desinfectante y usarlo cada vez que esté cerca de ellos.

El viaje lo estaba incomodando, pero por suerte no había muchas personas y soportó lo mejor que pudo hasta que bajaron en Harajuku. Las niñas estaban emocionadas y caminaron a los costados de Suguru sin soltarle la mano hasta llegar a la calle Takehita. De inmediato se irritó al presenciar una multitud de gente, pero mantuvo una sonrisa falsa por el bien de las niñas llevándolas a la tienda para probar las crepas de las que tanto deseaban probar.

No tardó mucho para que todo el mundo volviera a salir. El muchacho y las niñas estaban sentados en una de las mesas comiendo cuando su mente trajo las vivencias que soportó solo ese fatídico año.

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«Se suponía que me haría hechicero para proteger personas.»

«Reprimir al fuerte y ayudar al débil.»

«Ese año estuvimos muy ocupados. Produjeron espíritus malditos como gusanos. Estuve mucho tiempo solo. »

«Me hice tantas preguntas que perdí mi propósito, pero este es mi verdadero yo y no me arrepiento. Eliminaré a cada mono para crear un mundo perfecto donde no nazcan más maldiciones.»

Tenía una expresión fría y miraba con desprecio a las personas que pasaban a su alrededor. Todos ellos parecían guiarse por la rutina con una vida monótona y superficial, eso le hizo reforzar su propósito. 

En el pasado llenaba su mente de pensamientos moralistas cuando se sentía atrapado en una jaula de soledad tratando de encontrar una salida sin olvidar quién era él, pero la verdad es que nunca había encontrado su camino hasta el día en que su vida dio un giro de 360 grados cambiándolo completamente. Por un año entero batalló, estaba dudoso tratando de salir por su propia cuenta, pero cada vez que lo intentaba se sentía más atrapado en las mentiras del enemigo, atrapado en las garras de la oscuridad, solo y sin tratando de contener su verdadero yo. 

«Al final los monos solo intentan apartar la mirada de los que están por encima de ellos. Varias veces los débiles han oprimido a los fuertes utilizando su mayoría» , pensó mirando de forma estoica a las personas que estaban dentro de la tienda buscando algún ser humano con dinero que pueda serle útil para hacerlo parte de su organización de espíritus malditos "El Velo".

«Esta sociedad podrida se rige por las apariencias. Tal vez deba expandir la organización a cada punto del país.»

Cerca de la mesa donde se encontraba Suguru y las niñas una familia de tres personas formada por la madre, el padre y un niño mantenía una acalorada discusión con una de las meseras de la tienda.

—No seas mentirosa. Te pedí unas rosquillas bañadas en chocolate y me traes esta porquería— exclamó furiosa la madre mostrando el plato con una mosca.

—L-Lo lamento. Pero recuerdo no haberle entregado la orden con un insecto—respondió la jovencita muy segura.

—¡Ah! ¿Te atreves a desafiarme? ¡No sabes quien soy! ¡Llamen al dueño de la tienda!

La mesera se tensó al escuchar que el cliente quería dar las quejas a su jefe y trató de llegar a un arreglo.

—Señora, por favor, le traeré otro plato y la casa invita—respondió la chica muy nerviosa tratando de apaciguar la rabia de aquella mujer que no hizo más que armar un escándalo.

—No queremos. —respondió al instante el esposo levantándose de la silla mirando con desprecio a la joven—. Mi esposa te pidió que hicieras el cambio y no accediste. Ahora pagarás por ello—amenazó apretando los dientes mirándola a los ojos.

La mesera tragó fuerte y comenzó a suplicarles a ambos que rechazaran la idea; y ella misma les ofrecería otro pedido, pero que no exijan la presencia del dueño o la despediría.

—Te portas así porque no sabes quienes somos. Pertenecemos a una de las familias más influyentes del país. Ten más respeto—exclamó enojada la mujer mirando directamente a los ojos a la joven.

Suguru miraba en silencio la escena, dándole toda la razón a su manera de pensar.

«La insolencia de los monos es algo que me parece repugnante» , miró de regreso hacia las niñas que disfrutaban de las crepas. Solo comió lo que ellas le recomendaron, su lazo con estas dos pequeñas se había fortalecido desde aquel día que se dio a la fuga llevándolas consigo. La compasión y empatía que tuvo no le permitieron abandonarlas a su suerte. Se veía reflejado en ellas, también podían usar poder maldito, eran muy valiosas para él, las consideraba sus hijas aunque no tuvieran ni una gota de sangre o parentesco, ellas eran su familia. 

Su mente retorcida ya estaba planeando sus siguientes movimientos para expandir su dominio, conseguir dinero y maldiciones de los monos no le molestaban en absoluto, el problema era que debía hacerlo a escondidas, ya que estaba consciente de la condena de muerte que tenía en su contra. Debía proceder con cuidado moviendo los hilos en la oscuridad, su nuevo hogar.

Terminaron de comer y él se levantó.

—Vámonos. —dijo jalando la silla de una de las niñas para que se pusiera de pie y luego procedió con la otra. Hizo el pago respectivo y salió de la tienda seguido de las ellas que volvieron a tomarle las manos.

«Esta vez seré yo quien dicte las reglas y crearé el mundo que tanto anhelo» , dijo en su mente con una sonrisa sádica y malvada caminando por la calle alejándose de la tienda volviendo a desaparecer regresando a las profundidades con el objetivo de continuar con las búsqueda de hechiceros como él y las gemelas para llevar a cabo su plan de un mundo perfecto sin no hechiceros.

***

¡Hola queridas lectoras! Como prometí traje la continuación. Sé que el capítulo quedó algo corto, pero a medida que vaya avanzando la historia se harán más largo. Estoy estudiando a Geto para comprenderlo y plasmarlo tal y como es en mi historia. ¿Les está gustando como se están dando las cosas? En los siguientes capítulos escribiré acerca de la protagonista y habrá un salto temporal.

Continuaré la historia mañana. ¡Besotes!