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Capítulo 9

Sus ojos se fueron abriendo poco a poco, con pesadez, hacía unos minutos que empezaba a sentirse incómodo. La persona a su lado no dejaba de moverse, a pesar de que trataba no ser detectado. El Uchiha se volteó, topando de frente con Naruto, este estaba cubierto casi por completo con la sábana y sus ojos cerrados con fuerza.

—¿Qué ocurre? —le preguntó en un susurro, las otras dos chicas estaban profundamente dormidas, pero aún así no quería ser el causante de que alguna se despertara. Calculaba que eran las dos de la madrugada.

—No, no pasa nada. —respondió con el mismo volumen de voz.

—No me trates de ver la cara de idiota, no por nada estarías temblando como un gato asustadizo. 

—¡Eso es...! —el mismo bajó la voz, temiendo haber despertado a las otras dos. —Eso es mentira... No es mi culpa que tengas el sueño liviano y te despiertes por todo.

—Como sea. ¿Por qué no puedes dormir?

El rubio se posicionó boca arriba, exhalandando despacio. Sasuke se sentó en la cama, esperando una respuesta.

—Ven.

—¿Eh?

El Uchiha se levantó de la cama, haciendo señas al otro para que lo siguiera; a pesar de no estar convencido, caminó detrás de él. Salieron de la cabaña y se sentaron en las pocas gradas que tenía, todo estaba oscuro.

—¿Ya vas a dejar de hacerte el valiente y decirme por qué no puedes dormir? —ya podían hablar a un volumen normal.

—¿Qué te hace pensar eso?

—En estos meses he aprendido a conocerte, y en la habitación no ha habido una sola noche en la que estés despierto tan tarde, lo que me hace pensar que algo te incómoda.

—Es que... esa cama es incómoda. —respondió directo, desviando la mirada.

—Ajá, ¿y la verdad?

—¡Me lleva contigo!

Se mantuvieron unos cuantos minutos en esa temática. Si había otra cosa que Sasuke conoce bien de Naruto, es que cuando dice la verdad, mira a las personas de frente, de lo contrario, evita hacer contacto visual. Y en todo ese rato, no había volteado a verlo ni una sola vez.

—¿Es por el cuento de Sakura? —no recibió respuesta, había dado en el blanco. —¿Qué tiene de malo tener miedo por eso?

—¡Todo! Es ilógico temerle a algo que no veo, pero... es inevitable. —agradecía que la noche no estaba muy fría, la brisa era soportable, pero aún no estaba muy cómodo sabiendo la oscuridad que había. —No quiero que piensen que soy un cobarde.

—Y no lo eres.

—¿No lo piensas? —desde que habían salido, era la primera vez que lo miraba a los ojos.

—No, todos tenemos miedos, ¿no?

—Supongo, pero... no me gusta que las personas sepan mis "debilidades", por llamarle de alguna forma, hay algunas que se aprovechan de eso y solo te hacen la vida imposible.

—Puede ser, pero al final depende de ti si les das la importancia que ellos buscan tener.

Volvieron al silencio, Naruto aceptaba que Sasuke tenía razón, simplemente no tenía que darle el gusto a la muchacha de verlo asustado y sin poder dormir, ya que las marcas del insomnio se notarían en la mañana. Solo era su mente jugándole sucio. Vaya estupidez.

—De acuerdo, eso haré. —le sonrió. —¿Sabes?, nadie pensaría que detrás de alguien con cara tan amargada hay una persona amable.

—No seas idiota. —le brindó una media sonrisa.

El ambiente se sentía tenso, como si hubiese algo en medio de los dos que los llamaba a gritos directo a los brazos del otro. Ante esto, el Uchiha se acercó más al rubio, sin embargo, temía algún rechazo por parte de este. Pasó su brazo sobre los hombros de Naruto, sintió que sus músculos se habían tensado, pensó en alejarse, pero cuando este acostó su cabeza sobre su hombro decidió quedarse en la misma posición.

—Para fingir ser mi novio, lo haces muy bien. —extrañamente, sentía que no quería separarse. Si fuese su decisión, se quedaría así las horas que restaban de oscuridad.
—Eres lo más cercano que he tenido a uno, y eso que no somos nada. Los anteriores intentos de relación terminaban mal.

—¿Ah si? Quién diría que estuviste por tener pareja. —soltó una risa, también había apoyado su cabeza sobre la de Naruto.

—Oye, tengo mi encanto.

—Si, claro. Para mí, eres el primero.

Las mejillas del Uzumaki se tornaron ligeramente rosadas, a pesar de que todo se trataba de una mentira, sintió esas palabras tan reales que hasta podía jurar que le había dolido saber la realidad. Si tuviera la oportunidad de tener una relación con el Uchiha, lo haría. Incluso...

—¿Debería alegrarme de serlo? —movió suavemente sus orejas, al igual que su cola, inconscientemente buscaba la otra.

—No lo sé, ¿qué piensas?

—Tal vez sí. —juntó sus manos, las mantenía sobre sus rodillas. —¿Qué piensas de mí?

—Que eres insoportable. —eso fue como que le lanzara un bote de agua helada. —Pero puedo lidiar con eso.

—No sé si ofenderme o sentirme feliz. —levantó su cabeza para mirarlo de mala manera, aunque al ver los ojos negros, todo sentimiento negativo se esfumó.

Ambos quedaron mirándose, sin decir ni una sola palabra, todo lo que los rodeaba comenzaba a desaparecer con cada segundo. Es como si solo existieran ellos dos en el mundo. Sus corazones latían casi sincronizados. Poco a poco, sus manos se juntaron, igual a aquella vez bajo el árbol, sus dedos se entrelazaron. Bien podían cortar ese momento, pero ninguno quería hacerlo.

Sus rostros se acercaron lo suficiente como para que sus labios se rozaran, ambas respiraciones eran suaves y apenas perceptibles para el otro. Sin dudarlo, hicieron el tan ansiado contacto; a pesar de ser el segundo beso, era el primero con consentimiento por parte de ambos, y con un profundo sentimiento. Al separarse, desviaron sus miradas.

—Yo... lo siento, no debí.

—¡No! Fui yo el que... —el rubio mordió su labio, ¿qué no debió?, lo había deseado con cada fibra de su cuerpo. —Solo espero que no te haya... molestado, vamos a dormir.

Sin decir nada más, entraron a la cabaña directo a la matrimonial. Cada uno se acostó en su lado, dándose la espalda. No sabían si considerar ese momento como algo debido o no, pero, sin saberlo, a ambos les había gustado.

—Naruto... —lo llamó en su susurro, un pequeño quejido le había dado a entender que aún lo escuchaba. —No me molestó en lo absoluto.

Con esa última frase, la conversación finalizó.

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A la mañana siguiente, todos estaban reunidos en un lugar amplio. Hinata llevaba ya uno minutos de notar actitudes extrañas entre sus dos amigos, estaban distantes, y cuando se veían, parecían avergonzados.

—¡Todos pongan atención! Realizaremos una actividad. Consiste en un juego de paintball cada salón será un equipo, es decir, tres equipos. El salón A tendrá pintura amarilla, el B roja y el C azul, aquel que haya sido manchado con cualquiera de los colores de su adversario, queda fuera del juego y vendrá a sentarse aquí. Ganará aquel que tenga más integrantes limpios.

Cada uno tuvo que recoger una pistola pequeña, mas una pequeña bolsita con sus municiones. Además de eso, les colocaron una cinta del color que les tocaba en su brazo derecho, para ayudarlos a diferenciarlos entre ellos. Después, cada equipo tuvo que irse a tres puntos distintos del campamento, tomando una gran distancia. Con un silbato de parte de los profesores, el juego comenzó.

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Todos disfrutaban de su almuerzo a las afueras del comedor, los dueños del lugar se habían negado a la idea de que las mesas y las sillas se marcharan de pintura, y ninguno de los alumnos tuvo problema en comer al aire libre. La gran mayoría conversaba sobre la actividad que recién habían tenido, emocionados y divertidos. El salón ganador fue el B, con tan solo un alumno limpio de diferencia que el C.

—Bueno, al menos Sasuke y yo quedamos limpios. —dijo la Hyuga, disfrutando de su comida. —No ganamos, pero estamos limpios.

—Habla por ti, esos desgraciados la agarron en mi contra. —comentó el rubio, clavando su tenedor en la comida. Algunos de los amigos que había hecho el año anterior, aprovecharon para atacarlo en conjunto, a pesar de haber estado fuera de juego, seguían disparándole.

—Y yo no estaría manchada si ALGUIEN no me hubiera disparado.

—¡Ya te dije que fue un accidente! —lloriqueó Hinata. En un momento en que se separaron ellos cuatro, se asustó cuando escuchó una rama romperse a sus espaldas, por lo que no dudó en dispararle a la persona que, según ella, iba a hacer lo mismo. Su sorpresa fue que era Ino...

—Naruto. —todos miraron a la muchacha que se acercó, era de otro salón, ya que no recordaban haberla visto, ni siquiera en el juego. —Te envían esto. —extendió y pedazo de papel, después dio media vuelta y se retiró.

—¿Qué es? —preguntó la Yamanaka. El Uzumaki abrió el papel, quedando sorprendido y avergonzado por el contenido.

—No es nada importante. —lo guardó en su bolsillo, manchándolo en el proceso con pintura.

Después del almuerzo, todos fueron a lavar sus respectivos platos, antes de pretender darse una ducha. Pronto debían de asistir a otra actividad, de la cual ya les habían anunciado que no se iban ensuciar.

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