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Capítulo 19

—Oye, parece que estás en otro plano. Desde que viste el celular, no te quitas esa sonrisa estúpida. —el castaño lo miró con burla, faltaban pocos minutos para que diera la una de la tarde.

—Ya lo verás, ¡cuando entre por esa puerta!

—Sí, ya me dijiste que se trata de un tal Sasuke, pero lo que aún no me dices es quién es él.

El celular del rubio comenzó a sonar, antes de que este respondiera, se aseguró de que su jefe no anduviera cerca. El muchacho siguió en lo suyo, recibiendo el dinero de los clientes y devolviendo el cambio, quedó impresionado al escuchar a Naruto hablar perfectamente japonés. Tanto, que volteó a mirarlo para cerciorarse de que en realidad se trataba de él.

Cuando el Uzumaki terminó la llamada, y guardó rápidamente el celular, dirigió su mirada a la puerta de vidrio.

—No sabía que hablabas tan bien japonés, ¿otra cosa que deba de saber de ti?

—Que ahí viene mi novio.

—¿Novio?

Imitó al rubio, mirando hacia la entrada de la cafetería. Quedó asombrado con el chico que entró, tenía unos claros rasgos que dejaban ver que venía de aquellos países orientales, al contrario de todos los que estaban allí. Sus finos ojos parecían observarte hasta el punto más oscuro del alma, caminaba con total seguridad, nada parecía poder intimidarlo. Se acercó al mostrador, sonriéndole a Naruto, e ignorando por completo su presencia. Quedó más confundido cuando le habló al Uzumaki en japonés, y este respondía de la misma manera, se sintió fuera de lugar.

—Ejem. —llamó la atención de ambos. —¿Él es Sasuke?

—Sí, soy yo. —¿acaso podía sorprenderse más en ese día? Le estaba respondiendo con una fluidez sorprendente. —¿Tú eres?

—Ah, sí, me llamo Kisho, compañero de Naruto, es un gusto. —le sonrió con amabilidad, extendiendo su mano. Sasuke lo miró unos segundos antes de aceptar el gesto. -Entonces, vienes de Japón, ¿eh?

—Sí.

—¡Espera! ¡Dime por qué estás aquí! Se suponía que íbamos a vernos hasta el otro año. —volvió a hablar Naruto. Cuando se enteró que el Uchiha se encontraba en el mismo país que él no pensó en pedir alguna explicación, tan solo pensó en que estaban a pocos minutos de poder volver a verse, pero ahora que ya lo había visto, y saludado, su mente se volvió a enfriar.

—Fueron mis papás. —los dos ya se habían tomado la mano por sobre el mostrador, entrelazando los dedos. —Quisieron darme la oportunidad de venir aquí hasta finales de diciembre, ya sabes, por la graduación. Las clases empiezan en abril, así que quise aprovechar.

—De verdad me sorprendiste. —le sonrió mirándolo con cariño. —Me alegra que estés aquí. Me haz hecho mucha falta, idiota.

—No es la bienvenida que esperaba, pero con eso me conformo. —devolvió el gesto. Sintió la mirada del castaño encima de ellos, por lo que lo miró fijamente, provocando que este de tensara por su mirada profunda. —¿Ocurre algo?

—¡¿Eh?! ¡No, no! No quería incomodarlos.

El celular del Uchiha comenzó a sonar, era una llamada de su madre, había olvidado avisarle cuando su vuelo aterrizó, y eso que había sido hacía rato. Estuvo más concentrado en llegar donde Naruto que se olvidó de todo lo demás. Contestó la llamada, al mismo tiempo que se alejaba unos cuantos pasos del mostrador.

—Oye, no me dijiste que tenías novio. —se cruzó de brazos, le sonreía, pero sus palabras tenían una pizca de reproche, algo que Naruto pudo captar al instante. 

—Lo siento, no suelo contarle a todo el mundo cosas así. —sus codos estaban sobre el mostrador. La cafetería comenzaba a quedarse sin clientes, por la hora, los tiempos de almuerzo empezaban a terminar, por lo que las personas volvían a sus trabajos. Tan solo habían unas pocas mesas ocupadas. —Le pediré al jefe el resto del día, quiero llevarlo a casa para que se acomode.

—Espera, ¿se quedará contigo?

—Eh, sí. —ya se estaba quitando el mandil que tenía el logo de la cafetería. —No quiero que vaya a gastar dinero en algún lugar si puede quedarse donde mi abuela, ahí hay espacio.

El rubio dio media vuelta para entrar en el área exclusiva de empleados, allí donde su jefe probablemente debía de andar. Cuando Sasuke volvió, se sentó en el mismo lugar, manteniendo el silencio habitual en él. El castaño se sentía algo incómodo, normalmente tenía facilidad en establecer conversaciones con desconocidos, gracias a su empleo, pero el Uchiha parecía tener una muralla a su alrededor. 

—Y... —carraspeó. —¿Hace cuánto que son novios?

—Ocho meses. 

—¡Vaya! Están cerca del año. —rió nervioso, nunca le había tocado lidiar con una persona tan reservada como ese chico que tenía al frente. —Cuando hablaba con Naru, la mayor parte del tiempo me decía que quería regresar a Japón para reunirse con una persona especial, al ver la reacción que tuvo cuando vio tu mensaje, estoy seguro que hablaba de ti. Además, muchas veces mencionó que quería comer el ramen de allá.

—Si habla de ramen, no se sabe qué es más valioso para él. Es un completo dobe. —tomó unos de los sobrecitos de azúcar, estrujando el contenido entre sus dedos.

—Me sorprende que hables tan fluido, hemos tenido clientes con los que han habido problemas de entendimiento. —ordenaba unos platos que tenía al alcance de la mano, eso le ayudaba a no sentirse tan nervioso. —¿Cómo le hiciste?

—Cuando tienes un novio que insiste en hablar inglés durante días, es posible. —volvió a dejar el sobre en su lugar. —Lo hizo con la intención de que manejara el idioma rápido, y quien lo diría, le funcionó la idea a ese cabeza hueca.

—¡¿Cabeza hueca, dices?! —Naruto se acercaba a ellos con su mochila sobre el hombro, ya no vestía el uniforme. —Maldito malagradecido. 

Si no fuera porque los dos, de una u otra forma, le habían confirmado tener una relación, jamás le pasaría por la mente una idea así. Las peleas y los insultos no era algo que escuchara constantemente entre las parejas. De verdad que ellos dos estaban muy lejos de ser una pareja ordinaria.

—Pasaré eso por el momento, ¡pero no creas que se me va a olvidar! —rodeó el mostrador, acercándose al pelinegro. —Nos vemos mañana, Kisho. Espero que no les haga falta mi ayuda aquí. 

—No te preocupes, el día no está tan movido. —sonrió al verlos salir del local tomados de la mano, definitivamente no había visto una pareja así.

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—En este tiempo podemos hacer todo tipo de cosas, ¡hay muchos lugares que quiero que veas! Todos de las fotografías que te he enseñado. Hoy mismo podemos empezar, quizá podría ser...

—Relájate, tenemos tiempo. —respondió sin apartar su mirada de los numerosos edificios, le parecía increíble, era su primera vez en el extranjero.

—¡Claro que no! Cuando nos demos cuenta ya estarás haciendo tu maleta de nuevo para volver, hay que aprovechar el tiempo al máximo.

El camino no fue tan largo como Sasuke lo imaginó, en tan solo quince minutos ya estaban entrando en la propiedad de la abuela de Naruto. El interior le parecía agradable, las paredes estaban pintadas de tonos claros, era de una sola planta. Vio a una mujer sentada en uno de los sillones individuales, había otra sentada en el más largo, ambas charlaban entre risas. En tanto se percataron de la presencia de los dos jóvenes, la rubia se levantó de su lugar, acercándose al Uzumaki para estrecharlo en un abrazo.

—¿Qué haces aquí a esta hora, mocoso? No me digas que te escapaste de nuevo.

—No... bueno, algo así. Hola Shizune. —le habló a la mujer sentada, ella devolvió el saludo con una sonrisa. —Pues es que una personita vino a verme, así que decidí venir para que se instalara aquí. 

—Si es amigo tuyo, no tengo ningún problema. Normalmente no permites que cualquier persona entre a la casa. —miró al muchacho parado detrás de su nieto, supo reconocerlo al instante. —Eres Sasuke, ¿no?

—Un gusto conocerla. —ambos se tomaron la mano.

—Tratándose de tu novio, menos me voy a oponer. Ve a dejar sus cosas a tu habitación, él puede quedarse aquí unos minutos. —sin darle oportunidad a Naruto de responder, ya estaba halando al pelinegro hacia los sillones, brindándole lugar al lado de Shizune. No tuvo más opción que obedecerla. —Entonces, Sasuke, Naruto me ha hablado mucho de ti. Técnicamente, eres el único motivo por el cual quiere regresar a Japón, bien podría quedarse a vivir aquí. No me opongo que quiera hacer su vida en otro lado, pero ¿qué es lo que tienes de especial que se ha aferrado tanto a ti?

Parpadeó un poco desconcertado, podía sentir la mirada penetrante de esa mujer sobre sí, sin embargo, de ninguna manera le demostraría que era capaz de intimidarlo. No es lo que un Uchiha haría, menos tratándose de él.

—No lo sé, quizá debería de preguntarle a él. —respondió de buena manera, sin bajar la mirada.

—Y lo he hecho, pero lo único que me decía es que tenía que conocerte para verlo por mí misma, y siendo sincera... no veo nada especial en ti. Con solo verte, eres muy opuesto a él. Naruto es una persona muy alegre, en cambio tú... bueno, no tengo ni qué decirlo. —sonrió con ironía, no era la primera persona que le mencionaba su mal carácter con tan solo mirarlo una vez.

—Pues con mal carácter y todo se fijó en mí, ¿no? No he hecho absolutamente nada que lo perjudique, al contrario, busco lo mejor para él porque a veces es un completo imbécil. —se cruzó de brazos.

—Concuerdo con eso último que dijiste. Dime, ¿cómo puedo estar segura de que no estás con él por interés? De cualquier tipo, no especifico alguno. —tomó la taza de té que estaba sobre la mesa central. —Es un hecho que con el que se acostó fue contigo, no me ha hablado de nadie más, y me lo confirmó cuando llegó aquí. Tenían meses de conocerse y ya tuvieron relaciones, ¿qué podría pensar de eso?

—Si hubiera sido por interés, ¿cree que seguiría siendo su novio? De ser como muchos otros, hubiese buscado la forma de acostarme con él y después haría de cuentas que nada sucedió, pero aquí estoy, y no pretendo alejarme de él así porque sí. Puede pensar lo que quiera de mí, pero lo que siento por Naruto no es cualquier cosa.

Tsunade sonrió, dejando que su espalda descansara en el sillón.

—Sabía que ese mocoso no andaría con cualquier persona. Confiaré en ti, espero que no me decepciones.

—De ninguna manera.

—Si gustas, puedes ir a acomodar tus cosas, siéntete como en tu casa.

Al inicio del pasillo, miró a Naruto, quien le hacía señas para que lo siguiera. Se le veía nervioso, muy probablemente había escuchado toda la conversación.

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