por favor ayuda
Lincoln apareció frente al templo envuelto en un destello mágico. El hechizo que el anciano Shazam le había enseñado lo había transportado al lugar exacto. Sin embargo, al llegar, lo que lo recibió fue algo que nunca esperó. El templo, que siempre había sido un lugar de serenidad y poder, estaba en ruinas. Las columnas estaban derribadas, el suelo cubierto de grietas, y una sensación opresiva impregnaba el aire, como si algo oscuro hubiera pasado por allí.
Lincoln (mirando alrededor, alarmado):
—¿Qué pasó aquí? Esto no es normal…
Caminó con cautela entre los escombros, sus pasos resonando en el silencio del templo. Su corazón latía con fuerza mientras llamaba al anciano.
Lincoln (gritando):
—¡Shazam! ¡Anciano, ¿dónde estás?! ¡Contesta!
El eco de su voz era su única respuesta. Algo no estaba bien, y cada paso que daba confirmaba sus peores sospechas. Finalmente, cuando llegó al centro del recinto, lo vio. El anciano Shazam estaba tendido en el suelo, su cuerpo débil y cubierto de heridas. Apenas respiraba.
Lincoln corrió hacia él, arrodillándose rápidamente a su lado.
Lincoln (con preocupación, tocándole el hombro):
—¡Anciano! ¡Despierta, soy yo, Lincoln! ¿Qué te pasó?
Shazam abrió los ojos débilmente, su mirada perdida y su respiración irregular. Intentó hablar, pero las palabras no salían.
Shazam (apenas audible):
—… Jason… esfera… poder…
Lincoln (frunciendo el ceño, confundido):
—¿Jason? ¿Qué esfera? ¡Dígame qué pasó!
Pero el anciano solo pudo mirarlo antes de cerrar los ojos nuevamente. Su cuerpo estaba tan débil que Lincoln temió lo peor.
Lincoln (desesperado):
—¡No, no, no! ¡No se muera, por favor! ¡Dígame qué hacer!
Intentó recordarlo todo, cada lección, cada hechizo, pero nada parecía ser suficiente para salvarlo. El anciano estaba gravemente herido, y aunque era poderoso, ahora era solo un hombre vulnerable.
Lincoln miró alrededor, buscando una solución. Finalmente, tomó una decisión.
Lincoln (hablando consigo mismo):
—No sé si esto va a funcionar, pero no puedo dejarlo aquí. Si hay alguna posibilidad, tengo que intentarlo.
Se levantó, diciendo la palabra mágica con determinación.
Lincoln (con voz firme):
—¡SHAZAM!
Un rayo descendió del cielo, transformándolo en su forma heroica. Su cuerpo se fortaleció, y su traje dorado brilló con energía pura. Sabía que, como Lincoln Loud, no podría hacer mucho, pero como el campeón de Shazam, tenía más posibilidades.
Con cuidado, levantó al anciano en sus brazos. Aunque el cuerpo del anciano era liviano, Lincoln sentía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.
Lincoln (mirando al anciano, preocupado):
—Voy a llevarte a un hospital. No sé si podrán ayudarte, pero no voy a quedarme sin hacer nada.
Volando rápidamente, Lincoln salió del templo con el anciano en brazos. Sabía que necesitaba actuar con cautela; no podía arriesgarse a que alguien reconociera al anciano o descubriera su identidad.
Mientras se dirigía al hospital más cercano, su mente estaba llena de preguntas. ¿Qué había pasado realmente en el templo? ¿Quién era Jason y qué había hecho? Pero, sobre todo, ¿por qué el anciano no le había advertido antes?
Lincoln aterrizó discretamente en un área apartada cerca del hospital. Con cuidado, entró al edificio, aún en su forma de Shazam, y explicó rápidamente a los médicos que había encontrado al hombre en ese estado.
Doctor (mirando a Lincoln con curiosidad mientras ordenaba una camilla):
—¿Quién es usted?
Lincoln (evitando el contacto visual):
—Solo soy alguien que quería ayudar. Por favor, hagan todo lo posible por salvarlo.
Los médicos no hicieron más preguntas, llevando al anciano a una sala de emergencia. Lincoln se quedó en la sala de espera, con el corazón pesado y la mente llena de dudas.
Lincoln (pensando mientras se sentaba, mirando sus manos):
—¿Qué significaba esa esfera? ¿Quién es Jason? ¿Y por qué siento que esto es solo el comienzo de algo mucho más grande?
Mientras esperaba noticias, Lincoln supo que no podía quedarse de brazos cruzados. Si algo le pasaba al anciano, tendría que encontrar respuestas por su cuenta. Y esta vez, no fallaría.
Lincoln, en su forma normal, se encontraba en el techo del hospital, observando la ciudad mientras la brisa nocturna acariciaba su rostro. Aún estaba preocupado por el estado del anciano Shazam. Sabía que los médicos harían lo posible por salvarlo, pero no podía evitar sentirse impotente.
Lincoln (pensando mientras se transformaba de vuelta en su forma normal):
—Tal vez debería volver a casa por ahora… Mamá debe estar preocupada.
Sacó su teléfono del bolsillo y marcó rápidamente el número de su madre.
Rita (contestando con su habitual tono maternal):
—¿Lincoln? ¿Dónde estás?
Lincoln (con una sonrisa forzada, tratando de sonar relajado):
—Estoy bien, mamá. Solo… salí a tomar aire. Pero ya voy para allá, no te preocupes.
Rita (con alivio, aunque con un tono de advertencia):
—Está bien, pero no tardes, ¿de acuerdo? Ya sabes cómo se ponen tus hermanas cuando no estás.
Lincoln (riendo suavemente):
—Lo sé, lo sé. Nos vemos en un rato.
Justo cuando estaba por colgar, un sonido agudo atravesó el aire. En un instante, su teléfono explotó en su mano, destruido por completo, dejando solo chispas y fragmentos. Lincoln retrocedió sorprendido, su corazón acelerándose mientras miraba su mano, indemne pero vacía.
Lincoln (mirando alrededor, confundido y en alerta):
—¿Qué diablos fue eso?
Una voz oscura y sarcástica rompió el silencio.
???:
—Qué conmovedor… El héroe llama a su mamá antes de morir.
Lincoln giró rápidamente hacia la dirección de la voz. De las sombras emergió una figura imponente, envuelta en una aura de energía oscura. Era Jason, pero ya no se parecía al hombre que alguna vez fue. Su cuerpo estaba cubierto de marcas negras que brillaban con una energía maligna, y en su mano sostenía una lanza de pura oscuridad.
Jason (mirando a Lincoln con una sonrisa torcida):
—¿Sorprendido? No me culpes, chico. Si vas a ser un héroe, tendrás que aprender a ser menos predecible.
Lincoln (frunciendo el ceño, dando un paso atrás):
—¿Jason? ¿Eres tú? ¿Qué… qué le hiciste al anciano?
Jason avanzó lentamente, cada paso resonando como si la oscuridad misma lo siguiera.
Jason (con burla):
—¿Qué le hice? Vamos, niño, él simplemente estaba en el camino. No puedes esperar que alguien tan viejo y débil se interponga en mi destino y salga ileso, ¿verdad?
Lincoln apretó los puños, la ira creciendo en su interior.
Lincoln (con firmeza):
—¡Era tu maestro! Te dio su confianza, y tú lo traicionaste. ¡No eres más que un cobarde!
Jason rió, su risa resonando como un eco siniestro.
Jason:
—¿Maestro? No me hagas reír. Ese anciano no me dio nada más que falsas promesas. Me habló de grandeza, de responsabilidad… pero lo único que hacía era limitarme. Ahora, gracias a la esfera, soy libre. Y tú, mocoso, eres el siguiente obstáculo que voy a destruir.
Lincoln levantó la vista, tratando de ocultar su temor. Sabía que este no era un oponente común, y aún estaba tratando de comprender lo que estaba enfrentando.
Lincoln (con voz desafiante):
—No dejaré que sigas lastimando a más personas. Si crees que voy a retroceder, estás muy equivocado.
Jason levantó su lanza, apuntando directamente a Lincoln, con una sonrisa oscura en su rostro.
Jason:
—¿En serio? Muy noble de tu parte. Pero dime, chico… ¿crees que estás listo para enfrentarte a mí? Porque la última vez que revisé, apenas estás aprendiendo a usar tus poderes.
Lincoln apretó los dientes, invocando la palabra mágica.
Lincoln (gritando con determinación):
—¡SHAZAM!
Un rayo iluminó el techo, transformando a Lincoln en su forma heroica. Ahora, vestido con su traje dorado y envuelto en poder, miró a Jason con determinación.
Lincoln (señalando a Jason):
—Puede que aún esté aprendiendo, pero no necesitas ser un maestro para detener a alguien como tú.
Jason (con una sonrisa siniestra, levantando la lanza):
—Bien, chico. Entonces demuestra lo que tienes.
Con un rugido de energía oscura, Jason lanzó su lanza hacia Lincoln, quien esquivó por poco, preparándose para una batalla que sabía que no sería fácil. La noche se llenó de destellos de luz y sombras mientras ambos se preparaban para enfrentarse, con el destino del anciano Shazam y del mundo pendiendo de un hilo.
Lincoln permanecía inmóvil por un instante, aún sorprendido por lo que acababa de pasar. En su mente, los pensamientos corrían como un torbellino.
Lincoln (pensando mientras esquiva el siguiente ataque):
—¿Cómo pude estar tan ciego? ¡Por el amor de Dios, debería haber estado preparado! Mi maestro me advirtió que algo así podría pasar, y aun así…
Intentaba sacudirse la culpa mientras observaba a Jason acercándose con su lanza de energía oscura.
Jason (riendo burlonamente mientras lanza un nuevo ataque):
—¿Qué pasa, héroe? ¿No eras tan valiente hace unos minutos? ¿Dónde está toda esa determinación ahora?
Lincoln, apretando los dientes, esquivó por poco otro golpe.
Lincoln (gritando mientras se lanza hacia Jason):
—¡No te saldrás con la tuya! ¡Voy a detenerte, pase lo que pase!
Jason bloqueó el golpe de Lincoln con su lanza, ambos chocando con una explosión de energía.
Jason (empujando a Lincoln hacia atrás):
—Detenerme… Qué típica respuesta de un héroe. Pero seamos realistas, niño. Tú solo no puedes contra mí.
Jason dio un paso atrás y alzó su mano libre, invocando algo que hizo que el aire se llenara de una energía opresiva. A su alrededor comenzaron a formarse sombras que tomaron forma, emergiendo lentamente del suelo. Tres figuras gigantescas, cada una representando una de las emociones más oscuras de la humanidad: Envidia, Pereza y Gula.
Jason (con una sonrisa malvada):
—¿De verdad creíste que ibas a luchar solo contra mí? Permíteme presentarte a mis aliados… los pecados capitales.
Lincoln dio un paso atrás, su mirada oscilando entre las tres figuras que se levantaban frente a él. Cada una irradiaba una energía oscura y amenazante, y su mera presencia hacía que el ambiente se volviera más pesado.
Lincoln (pensando, tratando de calmarse):
—Esto es malo… Muy malo. Tres de ellos… y cada uno parece tan fuerte como Jason. ¿Cómo se supone que voy a enfrentarme a esto?
Envidia, una figura esquelética con ojos brillantes de color verde, habló primero, su voz un susurro inquietante.
Envidia:
—El campeón luce perdido, Jason. Parece que ya lo tienes bajo control.
Pereza, una criatura masiva de movimientos lentos, gruñó, casi aburrido de estar allí.
Pereza:
—¿No podemos acabar con esto rápido? Tengo cosas más importantes que… no hacer.
Gula, una criatura redonda y grotesca con una sonrisa espeluznante, lamió sus labios mientras miraba a Lincoln.
Gula:
—Déjame devorarlo, Jason. No necesito que esté entero.
Jason alzó una mano, deteniéndolos antes de que actuaran.
Jason:
—Tranquilos, hay tiempo para todo. Primero, quiero que el niño entienda lo inútil que es luchar contra mí.
Lincoln, aunque sintió el peso de la desesperación, sacudió la cabeza y apretó los puños, llenándose de determinación.
Lincoln (en voz alta):
—¡No importa cuántos sean! ¡Voy a proteger a las personas que me importan!
Jason rió, apuntando su lanza hacia Lincoln.
Jason:
—Entonces ven, campeón. Demuéstrame de qué estás hecho… si es que puedes.
En ese momento, Envidia y Gula avanzaron hacia Lincoln, mientras Pereza permanecía al fondo, observando con aburrimiento.
Lincoln esquivó los primeros ataques de Envidia, pero Gula intentó atraparlo con sus enormes brazos.
Lincoln (mientras esquiva y contraataca):
—¡Por qué siempre tienen que ser los malos los que trabajan en equipo!
Jason, disfrutando el espectáculo, observó con una sonrisa oscura.
Jason:
—¿Trabajar en equipo? No, niño, ellos no son mi equipo. Solo son herramientas. Y como cualquier herramienta, pueden reemplazarse.
Lincoln lanzó un rayo hacia Gula, impactándolo en el pecho, pero el monstruo simplemente se rió.
Gula:
—Eso fue… delicioso. Dame más.
Lincoln retrocedió, sintiendo que la situación se volvía cada vez más desesperada.
Lincoln (pensando mientras busca una estrategia):
—Tengo que pensar rápido… Si sigo enfrentándolos así, no voy a durar mucho. Necesito separarlos o encontrar una forma de nivelar el campo.
Mientras planeaba su próximo movimiento, Jason miraba con interés, disfrutando del conflicto.
Jason (hablando con calma):
—Admítelo, Lincoln. No estás a la altura. ¿Por qué no simplemente te rindes? Te prometo que será rápido…
Lincoln, respirando con dificultad, lo miró fijamente y respondió con firmeza.
Lincoln:
—¡Jamás! Puede que esté en desventaja, pero no importa. ¡No voy a rendirme ante alguien como tú!
Jason sonrió, levantando su lanza una vez más.
Jason:
—Eso es lo que quería escuchar. Ahora, terminemos con esto.
Pero.......
Lincoln estaba en el suelo, apenas consciente. Su cuerpo, lleno de heridas, temblaba de dolor, pero lo que más lo desgarraba era la impotencia. Su mente estaba atrapada en un torbellino de miedo, culpa y desesperación.
Los cuatro enemigos—Jason y los tres pecados capitales—no dejaban de atacarlo sin piedad. Cada golpe lo debilitaba más, cada palabra de burla perforaba su espíritu.
Jason (con una sonrisa cruel mientras lo observa desde arriba):
—¿Es esto todo lo que tienes, campeón? ¿Dónde quedó tu grandioso poder, Shazam? ¡Eres una decepción!
Envidia (dando un paso adelante):
—Qué patético. ¿Cómo alguien tan débil recibió este poder?
Lincoln intentó levantarse, pero sus piernas no respondían. Apenas podía mantenerse de rodillas mientras el miedo lo consumía.
Lincoln (pensando mientras lucha por no desmayarse):
—Esto no puede estar pasando… No puedo perder así… No soy lo suficientemente fuerte.
Gula soltó una carcajada antes de lanzar un puñetazo que lo mandó a volar contra una pared destrozada.
Gula:
—¡Vamos, chico! Al menos grita un poco más, haz esto divertido.
La pared se derrumbó parcialmente, dejando a Lincoln atrapado entre los escombros. Su respiración era superficial, sus manos temblaban mientras intentaba mover los escombros para liberarse.
Jason (acercándose con calma, su lanza brillando con energía oscura):
—Es suficiente. Terminemos con esto.
Lincoln, con sus últimas fuerzas, lanzó un rayo en dirección a los enemigos, creando una distracción momentánea. No esperaba hacerles daño, solo ganar tiempo. Aprovechó la confusión para salir corriendo, tambaleándose por las heridas.
Lincoln (pensando mientras huye):
—Tengo que alejarme de aquí… No puedo enfrentarlos así. Necesito pensar… pero no puedo.
Logró llegar a un edificio abandonado en las afueras, donde finalmente cayó de rodillas, jadeando y llorando de desesperación. Miró sus manos ensangrentadas y temblorosas, sintiendo que había fallado por completo.
Lincoln (en voz baja, con la voz quebrada):
—¿Por qué? ¿Por qué no puedo ser más fuerte? ¿Por qué no puedo hacer nada bien?
Miró al cielo a través del techo derrumbado, sus lágrimas cayendo libremente. El dolor físico era insoportable, pero el dolor emocional lo aplastaba aún más.
Lincoln:
—¿Qué clase de héroe soy? Mi maestro está muriendo, y yo… yo solo escapé. Ni siquiera puedo protegerme a mí mismo.
Intentó buscar su celular, olvidando momentáneamente que estaba roto por el ataque anterior. Al darse cuenta, lo dejó caer al suelo con frustración.
Lincoln (gritando mientras golpea el suelo con sus puños débiles):
—¡No puedo hacer esto solo! ¡No puedo hacerlo!
Se transformó de vuelta en su forma normal, diciendo con voz quebrada la palabra mágica.
Lincoln:
—Shazam…
El rayo lo envolvió, y en un instante volvió a ser un simple adolescente. Pero su cuerpo seguía débil, y la transformación no aliviaba su dolor. Lincoln se recostó contra una pared, abrazándose a sí mismo mientras las lágrimas seguían cayendo.
Lincoln:
—No hay nadie… No hay nadie a quien pueda pedir ayuda. Ni siquiera puedo regresar a casa… no así.
Se quedó en silencio por un momento, escuchando el viento que pasaba por las grietas del edificio. Su mente estaba llena de recuerdos de las palabras de Jason y las burlas de los pecados.
Lincoln (en voz baja, susurrando):
—Tal vez no debería haber recibido este poder… Tal vez nunca debí convertirme en Shazam.
Se abrazó las piernas, hundiendo la cara en sus rodillas mientras sollozaba. Por primera vez, Lincoln se sentía completamente solo, sin nadie en quien apoyarse, sin una salida clara.
En su mente, la voz de su maestro resonaba, recordándole las lecciones que había aprendido, pero en ese momento, todo parecía inútil.
Lincoln (pensando mientras cierra los ojos, agotado):
—¿Qué hago ahora? No tengo fuerzas… no tengo a nadie…
El silencio lo envolvió mientras permanecía allí, roto en cuerpo y espíritu, preguntándose si alguna vez podría levantarse de nuevo.
En un oscuro salón, donde el aire era pesado y la luz apenas penetraba, Jason se encontraba de pie, con su lanza oscura en mano, mientras los pecados capitales rondaban a su alrededor como sombras vivientes. Susurros y risas maliciosas llenaban el ambiente, resonando en su mente como una sinfonía siniestra.
Lujuria (con tono burlón):
—¿Por qué no vamos tras él, Jason? Ese niño está débil, roto. Es el momento perfecto para acabar con él.
Ira (gruñendo con frustración):
—¡Sí! ¡Deberíamos aplastarlo ahora! No merece seguir respirando después de su miserable intento de detenernos.
Envidia (riéndose con malicia):
—¿O acaso te asusta, Jason? ¿Crees que aún tiene alguna posibilidad de derrotarte?
Jason, apoyando su lanza contra el suelo con un golpe firme, los observó con calma pero con autoridad en sus ojos oscuros. Su voz resonó fría y calculadora.
Jason:
—¿Miedo? No sean ridículos. Ese niño no es una amenaza para mí. Ya no.
Soberbia (con una risa arrogante):
—Entonces, ¿por qué no terminar con esto de una vez? ¿Por qué dejar que se escape como un cobarde?
Jason dio un paso adelante, su figura imponente iluminada apenas por un tenue brillo de energía oscura que emanaba de la esfera incrustada en su pecho. Su voz adquirió un tono más bajo, pero cada palabra cargada de intención.
Jason:
—Porque destruirlo ahora sería un desperdicio. Déjenlo sufrir. Déjenlo cargar con el peso de su derrota, con el miedo que lo consume. Cada día que pase recordará cómo falló, cómo no pudo proteger a su maestro, cómo no pudo siquiera salvarse a sí mismo.
Avaricia (intrigado, con una sonrisa perversa):
—¿Qué ganamos con eso? Podríamos devorar su poder ahora mismo y hacernos más fuertes.
Jason (mirándolos con dureza):
—Ganaríamos algo mucho más valioso. Su espíritu.
Se detuvo por un momento, observando la lanza en su mano mientras continuaba con voz más baja, como si estuviera planeando un ajedrez macabro.
Jason:
—ese chico aún no comprende su lugar. Cree que su poder lo define, pero es su mente la que lo hace fuerte… o débil. Al dejarlo vivo, cada día que pase será un tormento. Cada vez que intente levantarse, recordará este momento. Lo llenaremos de dudas, de miedos, hasta que su voluntad sea tan frágil como el cristal.
Gula (relamiéndose, como si saboreara la idea):
—Ah, la desesperación tiene un sabor único…
Lujuria (con un suspiro satisfecho):
—Y el dolor, especialmente cuando es emocional, es… exquisito.
Ira (gruñendo, pero cediendo):
—Está bien. Pero la próxima vez que lo vea, no me contendré. Ese mocoso no merece vivir.
Jason giró hacia los pecados, levantando la lanza y apuntándola hacia el horizonte. Su voz resonó con una mezcla de determinación y crueldad.
Jason:
—Cuando llegue el momento, ninguno de nosotros se contendrá. Pero ahora, dejémoslo. Que sufra, que corra, que intente esconderse. Cada momento que pase con vida será una herida más en su orgullo, un paso más hacia su destrucción total.
Soberbia (asintiendo lentamente):
—Tienes razón. No hay mayor derrota que aquella que destroza el espíritu antes que el cuerpo.
Jason dio una última mirada hacia la dirección donde Lincoln había huido, su sonrisa oscura creciendo en su rostro.
Jason:
—Su caída será lenta… y cuando finalmente caiga, el mundo entero verá que incluso el gran Shazam no es invencible.
Los pecados rieron en conjunto, satisfechos con el plan. Jason permaneció en silencio, su mente trabajando en el siguiente movimiento de su cruel juego. La noche se volvió aún más oscura, mientras el eco de sus risas llenaba el vacío del lugar.
Fin del capítulo
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