Después de un viaje arduo y lleno de reflexión, finalmente llegamos a Coruscant, el corazón mismo de la República Galáctica. Una vez que bajamos de la nave, nos encontramos con una escena impresionante: el Canciller Supremo Finis Valorum
y el Senado de Naboo, Sheev Palpatine, nos recibieron con cortesía y formalidad.
Obi-Wan, aunque mantenía una calma exterior, no podía evitar sentir un ligero temor ante la presencia de Palpatine, sabiendo que se encontraba frente a uno de los Lord Sith más poderosos de la galaxia
Sin embargo, se recordó a sí mismo la importancia de mantener la compostura y seguir la corriente de los acontecimientos.
Palpatine expresó su preocupación por la seguridad de la Reina Amidala, especialmente después de que las comunicaciones se cortaran. Qui-Gon y Obi-Wan fueron designados para informar al Consejo Jedi sobre la situación, mientras que Anakin se uniría al séquito de la Reina junto con Palpatine y Jar Jar Binks.
Mientras nos dirigíamos hacia el Templo Jedi, Obi-Wan no pudo evitar compartir sus preocupaciones con Qui-Gon. Sabía que el Consejo Jedi probablemente no permitiría que Anakin se uniera a la Orden debido a su edad y a su fuerte vínculo con su madre. Sin embargo, Obi-Wan apoyaba la idea de que Anakin fuera entrenado como Jedi por su maestro, Qui-Gon.
Obi-Wan: Es probable que el Consejo no acepte a Anakin en la Orden debido a su edad y su apego a su madre. Pero apoyo la idea de que sea entrenado como Jedi por ti, maestro Qui-Gon.
Qui-Gon le devolvió una sonrisa a Obi-Wan, agradecido por su apoyo y comprensión.
Qui-Gon: Gracias, Obi-Wan. Aprecio tu confianza en mí. Veremos qué decide el Consejo, pero sé que Anakin tiene un gran potencial como Jedi.
Con esas palabras, continuamos nuestro camino hacia el Templo Jedi, preparados para enfrentar lo que el futuro nos deparara y con la esperanza de que Anakin encontrara su camino en la fuerza.
Tras llegar al Templo Jedi, Obi-Wan se encontró frente a los doce miembros del Consejo Jedi, una asamblea de sabios maestros que representaban lo más alto del conocimiento y la sabiduría Jedi. Entre ellos se encontraban el venerable Maestro Yoda, el imponente Mace Windu, Oppo Rancisis, Yaddle y otros respetados miembros.
Qui-Gon comenzó a relatar al Consejo lo sucedido en Tatooine, explicando que el atacante conocía las artes de los Jedi. Llegó a la conclusión de que se trataba de un Lord Sith, lo cual causó una oleada de incredulidad entre los presentes.
Ki-Adi-Mundi: ¿Un Lord Sith? ¿Estás seguro, Qui-Gon? Los Sith han sido derrotados hace milenios.
Obi-Wan, en su mente, no pudo evitar pensar en la ironía que Darth Bane encontraría en esa afirmación.
lo que penso obi wan
Mace Windu: No creo que los Sith hayan regresado sin que los Jedi lo supiéramos.
Obi-Wan reflexionó sobre las palabras de Windu, imaginando cómo los Sith de la era post-Russan se burlarían de esa confianza ciega en la vigilancia de los Jedi.
Yoda: Difícil de ver, el Lado Oscuro es.
Mace Windu prometió hacer todo lo posible por descubrir la identidad del atacante. Antes de que Obi-Wan y Qui-Gon pudieran retirarse, Yoda, con su mirada penetrante, preguntó a Qui-Gon si había algo más que deseara decir.
Yoda: ¿Hay algo más que desees decir, Qui-Gon?
Qui-Gon: He encontrado a un niño con una tasa de midiclorianos excepcionalmente alta, superior a cualquier otra que haya visto.
El anuncio dejó a los maestros Jedi en silencio, contemplando la posibilidad de que este niño pudiera ser el Elegido destinado a traer equilibrio a la Fuerza.
Yoda: ¿Crees que este niño podría ser el Elegido, Qui-Gon?
Qui-Gon: No lo sé, Maestro Yoda. Pero creo que merece una oportunidad.
Obi-Wan, en silencio, suspiró ante la perspectiva. Sabía que Anakin era demasiado mayor para ser entrenado como Jedi y que su apego a su madre podría ser un obstáculo insuperable. Aun así, la posibilidad de que Anakin fuera el Elegido resonaba en su mente, dejándolo con una sensación de incertidumbre y expectación.
Mientras Qui-Gon se había marchado en busca de Anakin, Obi-Wan se quedó solo en el Templo Jedi, reflexionando sobre los acontecimientos recientes. Observaba el lugar con detenimiento, dejando que sus pensamientos vagaran por los recovecos de su mente.
Pensaba en los Sith de la era post-Russan, en cómo habían acumulado poder en la sombra, tanto en términos de habilidades en la Fuerza como en influencia política y riqueza. Los nombres de Darth Plagueis y Darth Sidious, conocidos como Hego Damask Segundo y Sheev Palpatine, resonaban en su mente como recordatorios de la amenaza que representaban los Sith.
Obi-Wan reflexionaba sobre cómo estos Sith habían tejido una red de contactos políticos y manipulaciones a lo largo de los años, incluso infiltrándose en posiciones de poder en la República Galáctica. La ironía de que fueran personas conocidas en la galaxia no escapaba a su atención.
El Jedi también reflexionaba sobre el estado de la Orden Jedi después de la guerra. Observaba con tristeza cómo, en algunos aspectos, los Jedi habían perdido su camino. Se sentía desilusionado por la forma en que algunos Jedi habían dejado de lado los principios fundamentales de la Orden en aras de la política y la burocracia. Para Obi-Wan, ser un Jedi se había vuelto algo patético en comparación con lo que alguna vez representó.
Estas reflexiones lo llevaban a cuestionarse el papel de los Jedi en la galaxia y su capacidad para mantener la paz y la justicia. Se preguntaba si la Orden Jedi aún tenía un lugar en un mundo cada vez más oscuro y corrupto, y si él mismo tenía lo necesario para liderar a la Orden hacia un futuro mejor. Con estas preguntas resonando en su mente, Obi-Wan se preparó para enfrentar los desafíos que vendrían y reafirmó su compromiso con los ideales Jedi, decidido a mantenerse fiel a ellos incluso en los tiempos más oscuros.
Mientras Obi-Wan continuaba sumido en sus reflexiones, chocó accidentalmente con alguien en el pasillo del Templo Jedi. Rápidamente se disculpó, levantando la mirada para encontrarse con la figura imponente de Dooku, el ex maestro Jedi de la Orden.
Obi-Wan: Mis disculpas, Maestro Dooku. No fue mi intención chocar con usted.
Dooku lo miró con curiosidad, observando al joven Jedi con atención.
Dooku: No se preocupe, joven Jedi. Tales accidentes pueden ocurrir incluso a los más atentos. ¿Cuál es su nombre?
Obi-Wan respondió con cortesía, sintiéndose un poco abrumado por la presencia de Dooku.
Obi-Wan: Me llamo Obi-Wan Kenobi, Maestro Dooku.
Dooku asintió con un leve gesto de reconocimiento, recordando las palabras de elogio que Qui-Gon Jinn le había dedicado en el pasado.
Dooku: Ah, Obi-Wan Kenobi. He escuchado cosas buenas de usted por parte de Qui-Gon Jinn. Es un placer conocerlo.
Obi-Wan se sintió halagado por el reconocimiento de su maestro y respondió con modestia.
Obi-Wan: Gracias, Maestro Dooku. Es un honor para mí conocerlo también.
La conversación entre ambos fluyó de manera natural, con Dooku compartiendo algunas de sus experiencias y enseñanzas como ex maestro Jedi. Obi-Wan escuchaba con atención, absorbiendo cada palabra con interés.
Dooku: ¿Cómo va su entrenamiento, Obi-Wan? ¿Ha encontrado algún desafío reciente en su camino como Jedi?
Obi-Wan: Ha habido desafíos, Maestro Dooku, pero estoy aprendiendo a superarlos con la guía de Qui-Gon. Cada día es una oportunidad para crecer y mejorar.
Dooku asintió con aprobación, impresionado por la actitud de Obi-Wan.
Dooku: Me alegra escuchar eso, Obi-Wan. Recuerde siempre que el camino de un Jedi está lleno de pruebas, pero también de oportunidades para demostrar su valía y su sabiduría.
La conversación continuó durante un rato más, abordando diversos temas relacionados con la vida como Jedi. Obi-Wan se sintió inspirado por la sabiduría y la experiencia de Dooku, encontrando en él un modelo a seguir.
Al final de su encuentro, Obi-Wan se despidió de Dooku con un sentimiento de gratitud y respeto, agradecido por la oportunidad de haber compartido un momento significativo con un Jedi tan distinguido como él.
espero que les haya gustado
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