
el rechazo y de nuevo a naboo a enfrentar a federacion del comercio
La noche caía sobre Coruscant cuando Anakin Skywalker, Obi-Wan Kenobi y Qui-Gon Jinn se encontraron ante el Consejo Jedi. En la imponente sala del Templo Jedi, los miembros del Consejo se reunieron en torno a ellos, entre ellos Ki-Adi-Mundi, Mace Windu y Yoda.
Ki-Adi-Mundi: La fuerza es intensa en este muchacho.
Qui-Gon: ¿Entonces será entrenado?
Mace Windu: No. No será entrenado.
La noticia cayó como un peso sobre Qui-Gon, quien inmediatamente buscó una explicación.
Qui-Gon: ¿Por qué no?
Mientras tanto, Obi-Wan observaba en silencio, mentalmente preparado para esta negativa por parte del Consejo.
Mace Windu: Es demasiado mayor para comenzar el entrenamiento. El código Jedi lo prohíbe.
Qui-Gon no estaba dispuesto a aceptar esta decisión sin más, argumentando que Anakin era el Elegido y que el Consejo debería sentirlo en la Fuerza.
Yoda: Incierto es el futuro de este muchacho.
Qui-Gon, decidido, anunció que tomaría a Anakin como su aprendiz. Pero Yoda señaló que Qui-Gon ya tenía un padawan, lo que hacía imposible que tomara otro.
Mace Windu reconoció la obstinación de Qui-Gon, pero enfatizó que el destino de Anakin aún no estaba decidido.
Yoda: El Consejo decidirá cuando esté listo.
Qui-Gon expresó su frustración, sugiriendo que Obi-Wan estaba preparado para la iniciación como Jedi. Pero Obi-Wan, con humildad, aceptó la decisión del Consejo, listo para seguir su camino como aprendiz.
Yoda enfatizó que el destino de Skywalker aún estaba por determinarse, pero Mace Windu señaló que el momento no era el adecuado. Con la elección de un nuevo Canciller Supremo y el regreso de la Reina Amidala a Naboo, la situación política estaba en un punto crítico.
Ki-Adi-Mundi sugirió que el agresor de la Reina Amidala podría revelarse, lo que sería clave para desentrañar el misterio de los Sith.
Finalmente, Mace Windu ordenó a Qui-Gon y Obi-Wan que acompañaran a la Reina Amidala a Naboo y descubrieran la identidad del misterioso guerrero oscuro.
En sus pensamientos, Obi-Wan se sintió frustrado por la falta de acción del Consejo Jedi, pero sabía que debía seguir adelante con la misión asignada. Con Anakin a su lado y Qui-Gon liderando el camino, salieron de la sala del Consejo Jedi, listos para enfrentar los desafíos que les esperaban en Naboo. Que la Fuerza los acompañara.
Mientras caminaban juntos hacia la salida del majestuoso Templo Jedi, Qui-Gon Jinn, con su característica curiosidad, decidió abordar un tema que le intrigaba desde que había visto a Obi-Wan conversando con el distinguido Maestro Dooku.
Qui-Gon: ¿Cómo fue tu encuentro con Dooku? Me parece interesante que hayas tenido la oportunidad de hablar con él.
Obi-Wan se sorprendió por la pregunta de su maestro, pero decidió responder con franqueza.
Obi-Wan: Fue un encuentro inesperado, Maestro. Dooku y yo cruzamos palabras en uno de los pasillos poco después de que nos separamos. Parece que él también recordaba nuestro breve encuentro en el Consejo.
Qui-Gon asintió con interés, sintiendo curiosidad por los detalles de la conversación.
Qui-Gon: ¿Y cómo te pareció? ¿Fue útil hablar con él?
Obi-Wan reflexionó un momento antes de responder. El encuentro con Dooku había sido breve pero significativo, y había dejado una impresión duradera en él.
Obi-Wan: Fue una conversación reveladora, Maestro. Dooku compartió algunas reflexiones sobre la situación actual de la Orden Jedi y su visión del papel de los Caballeros Jedi en la galaxia. Sus palabras me hicieron reflexionar sobre nuestro propósito y nuestra responsabilidad como guardianes de la paz y la justicia.
Qui-Gon escuchaba atentamente, captando la seriedad en la voz de su joven aprendiz.
Qui-Gon: Es interesante escuchar la perspectiva de alguien que ha dejado la Orden. A veces, aquellos que miran desde fuera pueden ofrecer una visión única de las cosas.
Obi-Wan asintió, reconociendo la verdad en las palabras de su maestro. La conversación con Dooku había sido una oportunidad para obtener una nueva perspectiva sobre su papel como Jedi, y se sintió agradecido por ello.
Obi-Wan: Sí, Maestro. Fue un honor tener la oportunidad de conversar con él.
Concluida la conversación sobre Dooku, continuaron su camino en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos mientras se preparaban para enfrentar los desafíos que les esperaban en Naboo. El encuentro con Dooku había sido solo una pequeña parte de su viaje, pero había dejado una impresión duradera en Obi-Wan, quien reflexionaba sobre las lecciones aprendidas y los nuevos desafíos que les aguardaban.
Mientras se dirigían hacia la nave de la Reina Amidala para partir hacia Naboo, Obi-Wan, Anakin y Qui-Gon compartían un momento de reflexión y planificación. Qui-Gon, siempre directo y pragmático, expresó su posición claramente.
Qui-Gon: Debemos proteger a la Reina, pero no podemos librar una guerra en su nombre.
La Reina, buscando una solución diplomática, volvió su atención hacia Jar Jar Binks, el representante de los gungans.
Reina Amidala: ¿Es posible que los gungans acepten ayudarnos en esta lucha?
Jar Jar, aunque dubitativo al principio, reconoció que había una posibilidad de que los gungans se unieran a su causa.
Mientras se acercaban a Naboo, observaron con preocupación la presencia de una nave de la Federación de Comercio sobre el planeta. Con cautela, la nave de la Reina aterrizó en el frondoso bosque de Naboo.
Jar Jar se ofreció a buscar a sus compañeros gungans mientras Obi-Wan y Qui-Gon continuaban su conversación. En un momento de sinceridad, Qui-Gon expresó su confianza en Obi-Wan.
Qui-Gon: Eres un hombre muy inteligente, Obi-Wan. Espero grandes cosas de ti.
Aunque agradecido por las palabras de su maestro, Obi-Wan se sintió un tanto melancólico al recordar que él no era el verdadero Obi-Wan Kenobi, sino una encarnación de alguien más.
Antes de que pudieran profundizar en sus pensamientos, Jar Jar regresó con noticias. Guió al grupo hacia donde se encontraban los gungans, y allí se forjó una alianza entre humanos y gungans. Juntos, idearon un plan para derrotar a la Federación de Comercio y liberar Naboo de su opresión.
El destino de Naboo estaba en juego, y Obi-Wan sabía que debía cumplir con su deber como Jedi y proteger a la Reina y su pueblo a toda costa.
La tensión en el aire era palpable mientras Obi-Wan, Qui-Gon, Anakin, el séquito de la Reina Amidala y Padmé avanzaban hacia el Palacio Real de Theed en Naboo. Su misión era clara: liberar la ciudad y poner fin al reinado opresivo de la Federación de Comercio.
Al llegar al palacio, se dividieron en dos grupos. Mientras los pilotos se apresuraban a abordar sus naves para enfrentarse al Lucrehulk, Padmé y su séquito se preparaban para capturar a Nute Gunray, el líder de la Federación de Comercio.
En medio del caos de la batalla, Qui-Gon tomó una decisión importante para proteger a Anakin.
Qui-Gon: Anakin, métete en la nave más cercana y quédate allí por tu seguridad.
Anakin asintió, confiando en la sabiduría de su maestro Jedi, y se dirigió hacia la nave indicada, preparado para obedecer las órdenes y mantenerse a salvo.
Mientras tanto, Obi-Wan y Qui-Gon se prepararon para enfrentarse a cualquier amenaza que encontraran en el camino hacia el corazón del palacio. Sabían que la batalla sería difícil, pero estaban dispuestos a enfrentarla con determinación y valentía.
De repente, la puerta principal se abrió de par en par, revelando a un enemigo temible: Darth Maul, el temido aprendiz Sith. Obi-Wan reconoció el momento crucial que se avecinaba y se preparó para el enfrentamiento.
Obi-Wan: Es hora de la batalla.
Qui-Gon, con su serenidad característica, instó a los demás a seguir adelante mientras él y Obi-Wan se enfrentaban a Maul.
Qui-Gon: Dejen que Obi-Wan y yo nos ocupemos de esto.
Padmé, demostrando su coraje y determinación, dio órdenes claras a los demás.
Padmé: Todos los demás, síganme por la ruta más larga.
Con determinación, Qui-Gon, Obi-Wan y Maul se quitaron las túnicas, preparados para el enfrentamiento que decidiría el destino de Naboo y de todos los que luchaban por la libertad en esa batalla épica.
La intensa batalla entre Qui-Gon, Obi-Wan y Maul alcanzó su punto álgido cuando, en un momento de separación, Maul logró atravesar a Qui-Gon con su sable de luz doble. Un grito desgarrador escapó de los labios de Obi-Wan al presenciar la tragedia. Con determinación ardiente, Obi-Wan se abalanzó hacia Maul, su sable de luz danzando con ferocidad en sus manos.
Los movimientos eran rápidos y brutales, cada uno luchando con todo su ser por la victoria. En un momento crítico, Maul desarmó a Obi-Wan y lo empujo con la fuerz
y lo dejó colgando de una barandilla, despojándolo de su sable de luz y empujándolo hacia el abismo.
Pero la determinación de Obi-Wan era inquebrantable. Concentró toda su fuerza en un último esfuerzo desesperado. Con un salto impresionante, agarró el sable de luz de Qui-Gon en el aire y se lanzó de nuevo hacia Maul.
En un instante de pura destreza y decisión, Obi-Wan no dudó. En lugar de dividir a Maul a la mitad como lo había hecho con el obi wan original Obi-Wan dirigió su sable de luz directamente al cuello del Zabrak, decapitándolo con un movimiento certero y letal. La cabeza y el cuerpo de Maul cayeron al vacío, poniendo fin a la amenaza Sith.
Con el corazón pesado, Obi-Wan corrió hacia Qui-Gon, cuyas fuerzas se desvanecían rápidamente. En los brazos de su joven aprendiz, Qui-Gon pronunció sus últimas palabras con voz entrecortada.
Qui-Gon: Entrena a Anakin... él traerá equilibrio a la Fuerza...
El peso de la promesa pesaba sobre Obi-Wan mientras observaba a su maestro fallecer. Con una determinación renovada, juró en silencio no defraudar la confianza y el sacrificio de Qui-Gon. El legado de su maestro viviría a través de él, y haría todo lo posible para guiar a Anakin por el camino correcto.
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