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el ataque de los clones parte 1

En un lapso de diez años, la relación entre Obi-Wan y Anakin había evolucionado considerablemente. Habían compartido numerosas aventuras y desafíos, forjando un vínculo que trascendía el simple maestro y aprendiz. Obi-Wan, ahora con un aspecto más maduro y experimentado, había adoptado un nuevo enfoque en su entrenamiento y habilidades de combate.

Su apariencia había cambiado notablemente en vez de tener el cabello largo y desordenado que hubiera tenido el obi wani original había sido reemplazado por un corte corto y una barba bien cuidada, más similar a su aspecto en "La Venganza de los Sith".

Además, Obi-Wan había ampliado su repertorio de habilidades de combate. Además de su dominio en la Forma III: Soresu

en memoria de su difunto maestro Qui-Gon Jinn, ahora también entrenaba en la Forma IV: Ataru, el estilo acrobático de combate, y practicaba el Jar'Kai, el uso de dos sables de luz simultáneamente, utilizando el sable de Qui-Gon como complemento.

No solo se había concentrado en su destreza en el combate, sino que también había mejorado su físico y resistencia, así como su paciencia, habilidades que consideraba esenciales para enfrentar los desafíos que se avecinaban con las Guerras Clon.

A pesar de la melancolía que sentía ante la inminencia de las Guerras Clon, Obi-Wan encontraba consuelo en la fortaleza de su relación con Anakin.

Habían demostrado ser un equipo formidable en sus misiones recientes, incluida la última en el planeta Ansion, y Obi-Wan confiaba en que juntos podrían superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.

El deber los llamaba de vuelta a Coruscant, donde pronto serían asignados para proteger a la senadora Padmé Amidala. Mientras se dirigían hacia su departamento en la República 500, Obi-Wan notó la ansiedad palpable en Anakin y decidió aliviar la tensión con un poco de humor.

Obi-Wan: ¿Estás nervioso por encontrarte con Padmé, Anakin?

Anakin: Hace tanto tiempo que no la veo.

Obi-Wan: Solo relájate, Anakin. Después de todo, solo te estás reuniendo con tu antigua novia.

Anakin: ¡No es lo que piensas, maestro! Nosotros, eh... solo éramos amigos.

Obi-Wan: ¿Seguro? ¿No intentaste conquistarla hace diez años?

Anakin: ¡No, claro que no!

Obi-Wan: Ah, Anakin Skywalker, el conquistador de reinas desde la infancia.

Anakin: ¡Maestro!

Obi-Wan: Bueno, en serio, solo relájate y disfruta de ver a Padmé. Será una reunión agradable.

Anakin asintió con la cabeza, avergonzado por el intercambio, pero agradecido por el apoyo de Obi-Wan. Mientras continuaban su camino, Obi-Wan reflexionaba sobre el destino inevitable de Anakin y Padmé, esperando que el amor que compartían pudiera superar cualquier desafío que enfrentaran en el futuro.

Una vez que el ascensor se abrió, fueron recibidos por Jar Jar Binks, quien los presentó rápidamente con Padmé, acompañada de su doncella y el Capitán Typho. Obi-Wan extendió su mano hacia Padmé en un gesto de saludo, que ella devolvió con amabilidad.

Padmé: Es un placer verte de nuevo, Obi-Wan.

Obi-Wan: El placer es mío, mi señora.

Padmé se volvió hacia Anakin, y una sonrisa se formó en sus labios.

Padmé: ¡Anakin! Mira cómo has crecido.

Anakin: Tú también te ves... más hermosa.

Se corrigió rápidamente.

Anakin: Quiero decir, no hay muchas senadoras hermosas.

En sus pensamientos, Obi-Wan se mofaba de la torpeza de Anakin. Aunque la situación era un poco incómoda, encontraba cierta diversión en la interacción entre Anakin y Padmé.

Padmé rió ante el comentario de Anakin.

Padmé: Nunca dejarás de ser el niño que conocí en Tatooine.

Con una sonrisa, Padmé, su doncella y Jar Jar tomaron asiento en un sofá, mientras Obi-Wan y Anakin hacían lo mismo en otro.

Obi-Wan aseguró a Padmé que no notaría su presencia, y Typho, el Capitán de la seguridad de la senadora, les recordó la importancia de su misión. Padmé expresó su deseo de encontrar soluciones más que simplemente más seguridad.

Obi-Wan suspiró, reconociendo la validez de sus palabras.

Anakin intervino, asegurando que encontrarían al responsable y prometiéndole protección a Padmé. Pero Obi-Wan lo miró seriamente y le recordó a Anakin que debían seguir las instrucciones y no tomar la justicia en sus propias manos.

Anakin preguntó por qué estaban allí si no era para buscar al asesino. Obi-Wan, en silencio, reflexionó sobre la pregunta de Anakin antes de volverse hacia Padmé y sugerir que hablaran en privado.

Se levantaron y se alejaron unos metros, y Obi-Wan susurró al oído de Anakin, instándolo a controlar sus impulsos. Anakin, avergonzado, asintió y se disculpó.

Después de regresar al grupo, Padmé expresó su confianza en que, con la ayuda de Obi-Wan y Anakin, el misterio del ataque podría ser resuelto. Mientras ella se retiraba con su doncella, Jar Jar, Typho, Obi-Wan y Anakin se despidieron también.

Obi-Wan se dirigió a la terraza, mientras Anakin se quedaba atrás para hablar con Jar Jar. Obi-Wan le susurró a Anakin que se relajara y que más tarde le preguntara a Padmé si quería salir.

Anakin, algo abrumado por la idea, comenzó a charlar con Jar Jar, expresando su inquietud por haber sido apenas reconocido por Padmé. Jar Jar trató de consolarlo, recordándole lo feliz que estaba Padmé de verlos. Mientras tanto, Obi-Wan se acercó y recordó a Anakin la importancia de mantener un enfoque positivo.

varias horas despues

La noche caía sobre Coruscant, envolviendo la ciudad en un manto de oscuridad mientras las luces brillaban en las alturas de los edificios. En el tranquilo dormitorio de Padmé Amidala, la senadora descansaba profundamente, ajena al bullicio y la agitación del mundo exterior.

Mientras tanto, en una esquina de la habitación, Obi-Wan Kenobi se sentaba en silencio, perdido en sus pensamientos, mientras observaba la figura dormida de Padmé. A su lado, Anakin Skywalker se mantenía igualmente en silencio, con la mirada fija en el suelo, sumido en sus propias reflexiones.

Obi-Wan: (susurrando) ¿Crees que ya es hora, Anakin?

Anakin levantó la mirada, sorprendido por la pregunta de su maestro.

Anakin: ¿Hora de qué, maestro?

Obi-Wan: (serio) Hora de hablar con Padmé.

Anakin frunció el ceño, confundido por la sugerencia de Obi-Wan.

Anakin: ¿De qué estás hablando, maestro?

Obi-Wan se inclinó hacia adelante, con una expresión de seriedad en su rostro.

Obi-Wan: (serio) Anakin, sé que has estado sintiendo algo por Padmé desde hace tiempo. Ha llegado el momento de abordarlo.

Anakin se quedó en silencio por un momento, luchando por encontrar las palabras adecuadas para expresar sus sentimientos.

Anakin: (susurrando) No lo sé, maestro. Es complicado.

Obi-Wan asintió, comprendiendo la lucha interna de su joven aprendiz.

Obi-Wan: Lo entiendo, Anakin. Pero si realmente sientes algo por ella, debes decírselo. No hay tiempo que perder.

Anakin asintió lentamente, contemplando las palabras de su maestro.

Anakin: (serio) Lo haré, maestro. Gracias por tu consejo.

Obi-Wan sonrió, reconociendo la determinación en los ojos de su padawan.

Obi-Wan: (amable) Estoy aquí para ayudarte en todo lo que necesites, Anakin. Recuerda, piensa con la cabeza, no con el corazón.

Antes de que Anakin pudiera responder, ambos sintieron una perturbación en la Fuerza, una sensación de peligro que los hizo ponerse en alerta.

Obi-Wan: (alerta) ¿Lo has sentido, Anakin?

Anakin asintió, preparándose para lo que viniera a continuación.

Anakin: (determinado) Sí, algo está pasando. ¡Vamos!

Rápidamente, se dirigieron hacia la habitación de Padmé, donde descubrieron un Kouhun acechando en la oscuridad. Con un movimiento rápido y preciso, Anakin lo cortó por la mitad, salvando a Padmé de un destino oscuro.

La situación pronto se volvió aún más peligrosa cuando una persecución se desató, llevándolos a enfrentarse a Zam Wesell, la cazadora de recompensas. Con habilidad y astucia, lograron capturarla, pero su victoria fue efímera cuando Jango Fett intervino, eliminándola con un dardo venenoso.

Horas después, el Consejo Jedi convocó a Obi-Wan y Anakin, asignándoles tareas importantes. Obi-Wan sería responsable de investigar el asesinato de Zam Wesell, mientras que Anakin acompañaría a Padmé a Naboo como su protector.

Ambos aceptaron solemnemente la misión, conscientes de la gravedad de sus responsabilidades.

Caminando juntos por los pasillos del Templo Jedi, Obi-Wan no pudo resistir la tentación de hacer una pregunta provocativa.

Obi-Wan: (sonriendo) ¿Crees que algo interesante sucederá entre tú y la senadora mientras estés en Naboo, Anakin?

Anakin, avergonzado por la sugerencia, le dio un golpe en el hombro a su maestro.

Anakin: ¡No seas ridículo, Obi-Wan! No es momento para bromas.

Obi-Wan, riendo entre dientes, aceptó la reprimenda de su padawan, consciente de que, en medio de la tensión y el peligro, un poco de humor era un alivio bienvenido.

Juntos, se dirigieron hacia su próximo destino, listos para enfrentar los desafíos que les esperaban en el camino.

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