Mucha gente (por no decir toda esa gran comunidad con acceso a redes sociales) hacen una reflexión para estas fechas.

Que si fue un año bueno, que si fue un año de mierda para el olvido, que si cumplieron sus propósitos impuestos a fines del año anterior, que les faltaron por cumplir y vamos por más...

¿Qué deparará el año que está por venir?

¿Otra variante de corona?

¿Podremos vivir sin mascarillas algún día?

Son preguntas que nadie puede responder y que nos dejan en la incertidumbre.

Misma incertidumbre quizás, (o tal vez, estoy comparando peras con manzanas y no viene al caso, pero qué más da, hasta ayer habían alrededor de cuarenta grados en mi sector y quizás se me rostizaron un par de neuronas), que no tener ningún propósito.

Ninguna meta, ninguna ambición, nada que involucre un esfuerzo adicional, salvo ser una persona funcional.

Este año me ha enseñado (porque a pesar de ser un año de mierda, algo me dejó además de amargura y tristeza) que nada es seguro. Vivimos en una constante ignorancia. No sabemos nada y no tenemos control de nada. Son tantos los factores externos que amenazan nuestros planes que no tenemos control sobre gran parte de nuestra vida.

Se puede planear. Mil y una cosas, con la seguridad que da el dinero, la estabilidad emocional, pero... no puedes controlar el tiempo que pasa, sin importarle nada. No se puede controlar el cuerpo que se habita, no se puede evitar el desaparecer, el dejar este mundo terrenal...

Esperaba fuera un año sin mayores novedades, salvo novedades buenas, sin embargo, eso a la vida, al universo, a Dios, le importó un reverendo rábano y mandó al demonio mis propósitos, metas y aspiraciones.

Tal vez, a causa de eso, en venganza, para el próximo año no tendré ninguna.

Si nada tienes, nada te van a quitar.

Si nada apuestas, nada pierdes.

Simplemente, existir. Limitarse a ser un humano funcional, que habla, come, respira, produce y trabaja con normalidad.

Obligarse a salir de la zona de confort está horriblemente sobrevalorado. Si piensas que vives en una zona de confort, es porque no has vivido lo suficiente. O te falta vivir en latinoamérica como una persona de clase media-baja.

En fin, con todo esto sólo quería recordarme, que no es justo encasillar un año, una vida, lo que sea que abarque muchas cosas, acontecimientos y momentos, de manera extrema.

Nunca es del todo malo. A pesar de lo feo, lo doloroso, lo triste, hubo cosas buenas. Cosas que me esforzaré por recordar para mitigar lo malo.

Asimismo, nunca es todo color de rosa.

Ese ser humano que hace su reflexión de fin de año con una lista eterna de logros, necesita un número grande de cosas buenas, para minimizar lo feo de su año.

O tal vez sólo estoy exagerando en base a un simple post.

Sí... debe ser eso último.

En fin... supongo que el cuarto de siglo, me está volviendo una vieja chota.