Al abrir mis ojos lo primero que dije fue:

—¡Tengo tantas ganas de comer una gran burguesa, con todas las cremas posibles! Por supuesto con mi gaseosa light, ¡no hay que olvidarse de la dieta!

Amaba comer, y fui bendecida con no engordar por ello.

Cuidado, que la envidia mata. Eh.

Me senté en mi cama y abrí mi boca, para dar un gran bostezo, y por obra de aquel borracho moscón que se dirigía dentro de mi boca, me lo tragué.

Iugh.

No me pregunten a qué sabía, que suficiente con saber de dónde vienen.

—Okay, que maravilloso comienzo. Acabo de tragar mi asquerosa porción de proteína.

Bajé rápidamente a mi cocina, para agarrar un vaso con agua. Y bum diez hombres me apuntaron con grandes armas, encontrándome con el vaso en la mano.

—¿Acaso este moscón tenía alucinógeno? ¿Me comí al rey moscón? Sólo les voy a decir algo.
¡No me jodan!– Salí prófuga de mi propia casa, con la pijama aún puesta.

Todos esos hombres me comenzaron a perseguir por donde corría y justo cuando alcé mi cabeza a una pantalla publicitaria, me vi a mi misma transmitiéndome en vivo.

—Ajá ¿Qué se supone que hago ahora? ¡Mamá soy famosa!
Al diablo con eso ¿¡Qué demonios quieren de mi!?

En ese momento un viejo con tintes de demencia senil se acercó a mí, gritando con toda la fuerza que aún poseía.

—¡NADIE PUEDE DAR COMER NI BEBER A ESTA JOVEN! ¡SI LO HACEN, EL PLANETA TIERRA EXPLOTARÁ! ¡EN SU ESTÓMAGO ESTA UN APARATO DESTRUCTOR EN FORMA DE MOSCÓN Y ELLA SE LO TRAGÓ!

Ni un segundo pasó, y todas las personas comenzaron a verme como la más grande monstruosidad.

¡BUU!

—Con todo el respeto posible ¿Qué carajo tengo adentro?– me dirigí al negligente anciano.

—Un aparato con un reactivo muy peligroso, que por un pequeño descuido se me escapó y quedó atrapado en tú estómago.
En conclusión. Debes dejarlo salir con medios naturales para que no explote y no debes comer nada hasta que salga.

—En simples palabras, tengo que defecar para que no me muera de hambre y el planeta no explote. Ajá. Que simple, que motivador. Sabes qué, se me acaba de antojar una pizza. Bye.

Si bien conseguí huir del lugar, durante doce horas, nadie me permitió tomar ni comer un bocado de comida, incluida mi maternal madre. Ni siquiera, el gato que quise robarle su comida por la desesperación me lo permitió. Mi aspecto era como la de un muerto viviente. Literal.

—¡¡Anciano crea reactivos en forma de moscón, maldigo todas tus generaciones!!

En ese momento, esa gran pantalla publicitaria me volvió enfocar y el anciano volvió aparecer mágicamente, para dar un comunicado:

—Perdón, ese no era el moscón con el reactivo, sino uno de prueba así que esta joven puede volver a comer ¡LA TIERRA ESTÁ A SALVO!

Sólo cuatro palabras.

—Hijo de tú mamá...

Lo que le pasó después al anciano loco debido a mi límite de cordura, es otra historia.