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Un nuevo punto de vista

Quirón había insistido en que hablaran por la mañana, lo cual era lo mismo decir que. "Sus vidas corren un peligro mortal, que duerman bien". Fue difícil para Percy conciliar el sueño, pero lo logro, pero como siempre en su vida no fue algo bonito, soñó dos cosas al mismo tiempo, ambas tenían algo en común ...  era una prisión.

En el sueño se veía a un joven, vestido con túnica griega y sandalias, acuchillado en el interior de una grandiosa estancia. El techo se hallaba descubierto y dejaba ver el cielo nocturno, pero los muros, de mármol pulido y liso, tenían una altura de seis metros. Había cajas de madera esparcidas por el suelo; algunas medio rotas y volcadas, como si las hubiesen arrojado brutalmente, De una de ellas asomaba una seria de instrumentos de bronce: un compás, una sierra y otros que no logro identificar.

El chico se había acurrucado en un rincón, temblando de frío o tal vez de miedo. Estaba cubierto de salpicaduras de barro y tenía las piernas, los brazos y  la cara llena de arañazos, como si lo hubieran arrastrado hasta allí junto con las cajas.

Entonces se escucho un crujido y las puertas de roble se abrían. Entraron dos guardias con armaduras de bronce, sujetando a un anciano al que arrojaban al suelo, hecho un guiñapo.

Chico: Padre-gritando mientras corría a donde estaba el viejo-.

El viejo tenía la ropa hecha jirones, el pelo gris y una barba larga y rizada. Le habían roto la nariz y le sangraban los labios.

???: ¿Qué te han hecho? -agarrando la cabeza del viejo y mirando a los guardias- !Los matare¡

???: No creo que sea hoy.

Los guardias se hicieron a un lado. Detrás, aparecía un hombre muy alto ataviado con una túnica blanca y una fina diadema de oro. Tenía la barba puntiaguda como la hoja de una lanza. Sus ojos centellaban de crueldad.

???: Has ayudado a los atenienses a matar a mi minotauro, Dédalo. Has vuelto a mi hija contra mí.

Anciano: Eso lo hiciste tu mismo, majestad.

Uno de los guardias le propino una patada en las costillas arranándole, un grito de dolor.

Chico: Basta.

Rey: Amas tanto tu laberinto, que he decidido permitir que permanezcas aquí. Éste será tu taller precisa un monstruo. !Y tú serás el mío¡

Anciano: No me das miedo.

El rey sonreía fríamente y fijaba su mirada en el chico.

Rey: Pero cualquier hombre se preocupa por su hijo, ¿No? Dame un nuevo disgusto, anciano, y el próximo  castigo que deban infligir mis soldados...  !Se le aplicara a él¡

El rey salía majestuosamente de la estancia, seguido de los guardias, y las puertas se cerraban con estruendo, dejando solos al chico y a su padre en medio de la oscuridad.

Chico: ¿Qué vamos a hacer? !Te matarán, padre¡

El anciano tragaba saliva e intentaba sonreír, lo cual le daba un aspecto espantoso con sus labios ensangrentados.

Anciano: Ten coraje, hijo mío-mirando a las estrellas-. Ya encontré la salida.

Un barrote descendía y atrancaba las puertas con un golpe fuerte.

El otro sueño era más que solo simple sueño, se sentía como un recuerdo que ha sido enterrado en lo más profundo de él, a diferencia del anterior sueño en este el estaba viviendo en carne propia.

 Al mirar a su alrededor estaba en algún tipo de lugar encerrado, parecido a un caldero, parecía estar hecho de un material muy resistente, en cima de su cabeza había un marcador con el numero 49. El calor que había en ese lugar era insoportable, observo como  su piel parecía derretirse solo para volver a formarse. al mirar para arriba observo como el numero paso a 48.

Percy: !ESTO ES UN INFIERNO, SACANME DE AQUÍ¡

Sintió su venas y huesos de sus extremidades derretirse y quemarlo por dentro, solo para volver a reformarse, el marcador bajo a 30, sin embargo, el dolor permaneció, Lo siguiente que sintió fue su columna vertebral, el dolor fue tan fuerte que se "desmayo"  al levantarse se do cuenta que el marcador bajo a 20, lo siguiente que supo fue el inmenso dolor que padeció en su cerebro, sintió como se derretía y se volvía a  regenerar antes de que le afectara severamente, después de lo que pareció una eternidad el marcador bajo a 10.

Percy: Solo falta un poco y esta maldita miseria terminara-transpirando-

Lo siguiente que supo fue que sus ojos estaban en llamas, el dolo que prosiguió fue horrible, el dolor fue intensificando y esparciéndose por todo su cuerpo, se sentía como estar en el sol, su cuerpo siendo calcinado pero regenerado constantemente sin fin.

Percy se despertó sudando frio, lo primero que hizo fue ir al baño a mirarse en un espejo, se dio cuenta que el color de sus ojos cambio.

Percy: No, esto no puede ser-mirando sus ojos-

Sus ojos volvieron a su estado original, con la diferencia de que ahora en ves de tener una pupila normal, tenia un tipo de estrella o cruz en los ojos, su color de iris era el mismo a excepción de la pupila, todo esta bien.

A LA MAÑANA SIGUIENTE

Percy todavía se sentía relativamente débil en la mañana, cuando Quirón convocó un consejo de guerra. Se reunieron en el ruedo de arena, cosa que le pareció extraña, tratar de discutir el destino del campamento mientras la Señorita O'Leary mascaba un yak de goma rosa de tamaño natural, arrancándole crujidos y pitidos, resultaba algo raro, pero en comparación de lo que había vivido eras relativamente normal.

Quirón y Quintus ocupaban la cabecera de la mesa. Clarisse y Annabeth se habían sentado juntas y se encargaron de resumir la situación.  Tyson y Grover se acomodaron lo más lejos posible el uno del otro. También se hallaban en torno a la mesa Enebro, la ninfa del bosque, Silena Beauregard, Travis y Connor Stoll, Beckendorf, Lee Fletcher e incluso Argos, el jefe de seguridad dotado de cien ojos. La presencia de este último le confirmó a Percy que la cosa era algo seria, porque raramente asiste a las reuniones, salvo que sucediera algo muy grave. Mientras Annabeth hablaba, Argos mantuvo su centenar de ojos azules fijos en ella con una intensidad que todo su cuerpo quedó inyectado en sangre.

Annabeth: Luke debía conocer la entrada del laberinto, se conocía el campamento como la palma de su mano-con orgullo-.

Enebro: Eso trataba de decirte anoche. La entrada de esa cueva ha estado allí desde hace mucho. Luke solía utilizarla.

Silena: ¿Conocías la entrada del laberinto y no dijiste nada? -con el ceño fruncido-.

Enebro: No sabía que fuera importante. Sólo es una cueva. Y a mí no me gustan esas repulsivas cavernas antiguas.

Grover: Tiene muy buen gusto.

Enebro: No le había prestado ninguna atención de no ser... bueno, porque era Luke-ruborizada-

Grover: Retiro lo del buen gusto-

Quintus: Interesante-puliendo una espada-. ¿Y creéis que ese joven, Luke, se atrevería a usar el laberinto como vía de entrada para su invasión?

CON LUKE Y KRONOS

Luke: Rápido, rápido, no tenemos todo el día-azotando a los monstruos con un litigo- suban los set de cocina a la camioneta.

Varios tipos de monstruos cargaban cajas enteras de diferentes utensilios de cocina, colocaban las cajas en algunos camines.

Luke: Rápido par de bestias.

CON PERCY Y LOS OTROS. 

Clarisse: Sin duda. Si lograra meter a un ejército de monstruos en el Campamento Mestizo y presentarse de repente en mitad del bosque sin tener que preocuparse de nuestras fronteras mágicas, no tendríamos la menor posibilidad. Nos aniquilaría fácilmente. Debe de llevar meses planeándolo.

Annabeth: Ha estado enviando exploradores al laberinto. Lo sabemos ... porque encontramos a uno.

Quirón: Chris Rodríguez-mirando a Quintus de manera significativa-.

Quintus: Ah, el que estaba en ... Ya, entiendo.

Percy: ¿El que estaba dónde?

Clarisse le lanzó una mirada furiosa a Percy.

Quintus: La cuestión es que Luke ha estado buscando la manera de orientarse en el interior del laberinto. Quiere encontrar el taller de Dédalo.

CON LUKE

Luke: ¿Cómo traeremos a la vida a ese zorro de nueve colas?

Luke (K): No tengo ni la más remota idea, algo se nos ocurrirá para volverlo a la vida, pero antes necesitamos un recipiente.

Luke: ¿Dónde conseguimos uno de esos?

Luke (K): Mmm. No lo sé, solo busquemos una mujer y ya.

Luke: No crees que eso pueda afectar en algo.

Luke (K): ... No lo creo.

CON PERCY

Percy recordó su primer sueño de esa noche: el anciano ensangrentado y con la ropa hechas jirones.

Percy: El tipo que creó el laberinto-mirando a Quintus por intuición-

Por unos momentos los ojos de Percy cambiaron de color rojo y observo como Quintus tenia en su interior un color negro y otro blanco.

Annabeth: Sí ... Percy ... tus ojos.

Percy: ¿Perdona?

Annabeth: Tus ojos son de color rojo y tu pupila tienen forma de cruz.

Percy: Eso... la verdad no lo sé, solo sigue contando.

Annabeth: Sí. El mayor arquitecto e inventor de todos los tiempos. Si las leyendas son ciertas, su taller está en el centro del laberinto. Él es el único que sabía orientarse por los pasadizos. Si Luke encontrara el taller y convenciera a Dédalo para que lo ayudase, no tendría que andar buscando a tientas el camino ni arriesgarse a perder su ejército en las trampas del laberinto. Podría dirigirse a donde quisiera: deprisa y sin correr peligro. Primero al Campamento Mestizo para acabar con nosotros. Y luego... al Olimpo

Todos los presentes se quedaron en silencio, salvo el yak de goma que la Señorita O'Leary estaba destripando y que no paraba de soltar silbidos

Finalmente, Beckendorf apoyó sus manazas sobre la mesa.

Beckendorf: Un momento, Annabeth. ¿Has dicho "convencer a Dédalo"? ¿Es que no está muerto?

Quintus soltó un gruñido.

Quintus: Sería de esperar, Vivió hace ... ¿Cuánto? ¿Tres mil años? E incluso si estuviera vivo, ¿No dicen las viejas historias que huyó del laberinto?

Quiron removió sus cascos.

Quirón: Ése es el problema, mi querido Quintus. Que nadie lo sabe. Hay algún rumor... bueno, muchos rumores inquietantes sobre Dédalo, pero uno de ellos dice que hacia el final de su vida regresó al laberinto y desapareció. Quizá esté allá abajo todavía.

Percy pensó en el anciano que había visto en su sueño. Parecía tan frágil que resultaba difícil creer que pudiera durar una semana, no se diga tres mil años.

Annabeth: Tenemos que bajar allí. Debemos de encontrar el taller antes que Luke. Si Dédalo está vivo, lo convenceremos para que nos ayude a nos ostros y no a él. Y si el hilo de Ariadna existe, nos encargaremos de que no caiga en manos de Luke.

CON LUKE

Monstruo: Señora , ya  tenemos los materiales que nos pidió.

Luke: Perfecto, ahora tendré mi venganza, muajajajajaja.

Luke (K): Es hora de checar los ingredientes, pelaje del zorro de nueve colas que estaba en la ropa interior de Hestia.

Monstruo: Listo- sacando la ropa-

Luke (K):Diagrama antiguo para regreso de la vida en un idioma que no sabemos lo que dice y probablemente sea una estafa.

Monstruo: Listo.

Luke (K): Cadaver de una mujer  joven sin podrirse.

Monstruo: Listo.

Luke (K): Y por ultimo la sangre del semidios junto con una prenda de ropa del mismo para que el individuo sepa a quien tiene que matar.

Monstruo: Listo -sacando un frasco de sangre de Percy junto con la ropa interior del mencionado-

Luke (K): Todavía no me has dicho el por que tienes una prenda de ropa tan especifica de ese mestizo.

Luke: Lo importante es que la tenemos y ya, no hagas preguntas innecesarias.

CON PERCY

Percy: Un momento. Si lo que nos preocupa es un ataque, ¿por qué no volamos la entrada y sellamos el túnel?

Grover: !Qué gran idea¡ !Yo me ocuparé de la dinamita¡

Clarisse: No es tan fácil, estúpido. Ya lo intentamos en la entrada que encontramos en Phoenix. No salió bien.

Annabeth: El laberinto es arquitectura mágica, Percy. Se necesitaría una potencia enorme para sellar una sola de sus entradas. En Phoenix, Clarisse derribó un edificio entero con un martillo de demolición y la entrada apenas se desplazó unos centímetros. Lo que hemos de hacer es impedir que Luke aprenda a orientarse.

Lee: También podríamos combatir. Ahora ya sabemos dónde está la entrada. Podríamos levantar un línea defensiva y esperarlos. Si un ejército intenta atravesarla, nos encontraremos aguadando con nuestros arcos.

Quirón: Por supuesto que levantaremos defensas. Pero me temo que Clarisse tiene razón. Las fronteras mágicas ha mantenido este campamento a salvo durante cientos años. Si Luke consigue meter un gran ejército en el corazón del campamento, traspasando nuestras fronteras... no tendremos fuerzas suficientes para derrotarlo.

Nadie parecía muy contento con tales noticias. Quirón siempre procuraba ser muy animado y optimista. Si él decía que no podrían contener un ataque, era para preocuparse.

Annabeth: Debemos llegar nosotros primero al taller de Dédalo. Encontrar el hilo de Ariadna e impedir que Luke lo utilice.

Percy: Pero si nade sabe orientarse en esos túneles, ¿Qué posibilidades tenemos? Al menos que seamos indestructible.

Annabeth: Llevo años estudiando arquitectura. Conozco mejor que nadie el laberinto de Dédalo.

Percy: A través de tus lecturas.

Annabeth: Bueno, sí.

Percy: No es suficiente.

Annabeth: !Tendrá que serlo¡

Percy: No lo es.

Annabeth: ¿Vas a ayudarme o no?

Todo el mundo los observaba como si jugaran un partido de tenis. El yak de la Señorita O'Leary hizo ""hiiic! cuando ésta le arrancó la cabeza de goma.

Quirón carraspeó.

Quirón: Lo primero es lo primero. Tenemos que organizar una búsqueda. Alguien debe bajar al laberinto, encontrar el taller de Dédalo e impedir que Luke utilice esa vía para invadir el campamento.

CON LUKE

Luke: ¿Cómo la revivimos sin invocar a un dios?

Luke (K): Eso se arregla fácil, solo tenemos que apoyarnos de su espíritu

Luke: Bien, empecemos con esto.

Luke (K): Oh espíritu perpetuado, aquel fue traicionado por aquellos que les juraste lealtad, te invoco para regresar de la muerte y nos ayude a eliminar quien me traiciono.

Los "materiales"   empezaron a brillar y levitar dentro del diagrama que dibujaron.

Monstruo: Lo estas haciendo bien.

Luke: Lo estoy todo.

Luke (K): Escuchado mi llamado antiguo ser, acepta estos materiales para volver a la vida, acude a mi llamado.

Los materiales empezaron a crear un espiral muy fuerte mientras se unían y brillaban. Al terminar el vórtice, en el centro se mostro una silueta pequeña en el centro del ritual 

Luke: ¿Funciono?-tosiendo por el polvo-

Luke se acerco al epicentro del ritual se encontró con un niño mirando todo confundido a todos lados.

Luke (K): ¿Eres el zorro de nueve colas?

El niño solo ladeo la cabeza sin entender.

Niño: 나는 당신이 말하는 것을 이해하지 못합니다 (no entiendo nada de lo que dices)

Luke: !¿Qué layos dijo?¡

Niño: 머리가 없는 미친 노파 (vieja loca descerebrada)

Luke (K): Luke esta hablando en coreano.

Luke: Habla español

Niño: Je ne te dirai rien, vieille culiada (Nunca te diré nada vieja culiada)

Luke: Es un chino francés, habla en español.

El niño empezó a brillar y aumento su tamaño y cambio su cuerpo.

???: ¿Qué mierda haces?

Luke (K): Oh, tu debes ser el zorro de nueve colas.

Zorro: Lo soy, pero repito, ¿Qué mierda haces?

Luke: Oh, ¿Tú quien eres?

Zorro: Olvídalo,  dime, ¿Qué quieres de mí?

Luke (K): Quiere que hagas dos cosas, la primera es que mates a alguien por nosotras y la segunda, quiero que quites ese pilar de allá-señalando un pilar-

Zorro: Lo hare, tomara algo de tiempo para pasar la prueba de aceptación, pero lo hare.

CON PERCY

Clarisse:  Todos sabemos quién va encabezar esa búsqueda, Annabeth

Hubo un murmullo de asentimiento. Percy sabía que Annabeth llevaba años esperando la ocasión de llevar a cabo su propia búsqueda, pero ahora se notaba que estaba incomoda.

Annabeth: Tú has hecho tanto como yo, Clarisse. También tú deberías de ir.

Clarisse: Yo no vuelvo ha pasar por ese lugar de nuevo.

Travis Stoll se echó a reír.

Travis: No me digas que tienes miedo. ¿Clarisse, gallina?

Clarisse se puso de pie. Todos pensaron que lo iba a pulverizar al bromas, pero se limitó a decir con voz temblorosa.

Clarisse: No entiendes nada, idiota. No pienso volver allá. !Nunca¡

Clarisse se alejó, furiosa. Travis miró a los demás avergonzado.

Travis: No pretendía

Quiron alzó la mano.

Quirón: La pobre ha tenido un año muy difícil. Bueno, ¿Estamos todos de acuerdo en que Annabeth debería liderar la búsqueda?

Todos asintieron, salvo Quintus, que cruzó los brazos y contempló, aunque nadie se dio cuenta de eso.

Quirón: Muy bien-mirando a Annabeth-. Querida, ha llegado ha llegado la hora de que visites al Oráculo. Cuando vuelvas, suponiendo que regreses sana y salva de esa visita, discutiremos lo que hay que hacer.

Para Percy, esperar a que Annabeth regresara le pareció mucho más difícil que ir a visitar al Oráculo.

Percy lo había escuchado pronunciar una profecía dos veces. La primera, en el polvoriento desván de la Casa Grande, donde el espíritu de Delfos dormía en el cuerpo momificado de una dama hippy. La segunda, el Oráculo se había dado un pequeño paseo por el bosque.

Percy nunca se había sentido amenazado por la presencia del Oráculo, pero había escuchado historias de campistas que habían perdido la razón o sufrido visiones tan reales que se habían muerto, literalmente, de miedo.

Percy estuvo caminando de un lado para otro, esperando, mientras la Señorita O'Leary devoraba su almuerzo, que consistía en cincuenta kilos de carne picada y un montón de galletas para perro, cada una tan grande cono la tapa de un cubo de basura. Se pregunto por un momento de dónde sacaría Quintus aquellas provisiones. No le parecía muy posible que se encontraran en cualquier tienda de mascotas.

Quirón se encontraba enfrascado en una conversación con Quintus y Argos. Daba la impresión de que no estaban de acuerdo. El primero no paraba de mover la cabeza.

Al otro lado del ruedo, Tyson y los hermanos Stoll jugaban con unos carros de bronce en miniatura que Tyson había fabricado con unos trozos viejos de armaduras.

NOTA DE AUTOR: Tyson sal de ahí, son mala influencia para tí.

Percy dejó de dar vueltas, escruto a través de los campos la ventana del desván de la Casa Grande, donde no se veía ninguna luz ni el menor movimiento.

Percy: ¿Por qué tardara tanto? -murmurando-. Probablemente este intentando de ocultar ciertas partes de la profecía, es lo que haría ella, aunque también cabe la posibilidad de que es en un debate.

???: Percy

Enebro se asomó entre los arbustos. Enebro le indico con señas para que se acercara a ella con urgencia.

Enebro: Tienes que saberlo, Luke no ha sigo el único al que he visto rondando cerca de esa cueva.

Percy: ¿Qué quieres decir?

Enebro: Tenía intención de contralo, pero él estaba delante.

Percy: ¿Quién?

Enebro: El instructor de espada. Estuvo fisgoneando por las rocas.

Percy: ¿Quintus?¿Cuándo?

Enebro: No sé. Yo no me fijo mucho en el tiempo. Tal vez fue hace una semana, cuando se presentó aquí por primera vez.

Percy: Pero ¿Qué hacía? ¿Llegó a entrar?

Enebro: No... no estoy segura. Me da escalofríos, Percy. Ni siquiera lo vi llegar al claro. De repente, estaba allí. Tienes que decirle a Grover que es demasiado peligroso...

A la distancia se escucho la voz de Grover.

Grover: ¿Enebro? -buscándola- ¿Dónde te has metido?

Enebro solo suspiro.

Enebro: Será mejor que me vaya. Recuerda lo que te he dicho. !No te confíes de ese hombre¡ -regresando al ruedo corriendo-

Percy miró la Casa Grande, estando más inquieto que nunca. Si Quintus estaba tramando algo... Necesitaba conoces la opinión de Annabeth, no sabia que pensar. Quizás ella supiera cómo interpretar lo Enebro le dijo. Pero la verdadera pregunta era ¿Dónde demonios estaba? Para lo que pasara con el Oráculo, no era para que tardara tanto, lo que reforzaba la idea de Percy que tal vez estaba intentando ocultar algo. Al final no pudo aguatar más.

Llendo contra las normas, sin que nadie lo viera. Percy bajo corriendo por la ladera de la colina y cruzo los campos.

En el salón de la Casa Grande reinaba un extraño silencio. Percy estaba acostumbrado a ver a Dioniso junto a la chimenea, jugando a las cartas, comiendo uvas y despotricando contra los sátiros, pero el señor D no estaba.

Cruzando el pasillo, las tablas del suelo crujieron a cada paso. Al llegar Percy vacilo. Cuatro pisos más arriba había una trampilla que conducía al desván. Annabeth andaría por allá arriba. Se detuvo y agudizo su oído, pero lo que escucho no era lo que esperaba. Sollozos. Y provenían de abajo. 

Rodeando la escalera. La puerta del sótano estaba abierta. Percy ni siquiera sabía que había un sótano en la Casa Grande. Observando en su interior, deslumbro en el rincón más alejado dos figuras sentadas entre grandes pilas de cajas de amabrosía y de fresas conservadas. Una era Clarisse. La otra un adolescente de aspecto latino con unos pantalones de camuflaje andrajosa y una camiseta negra muy sucia. Tenía el pelo revuelto y grasiento. Se abrazaba los hombros y sollozaba sin parar. Era Chis Rodríguez, el mestizo que se había ido con Luke.

Clarisse: Está bien. Toma un poco más de néctar.

Chris: !Eres un espejismo, Mary¡ -retrocediendo hacia el rincón-. !Apártate¡

Clarisse: No me llamo Mary- con tristeza-. Me llamo Clarisse. Recuerda. Por favor.

Chris: !Está oscuro¡ -chillando- !Demasiado oscuro¡

Clarisse: Ven fuera. La luz del sol te ayudará.

Chris: Un... un millar de calaveras. La tierra lo cura una y otra vez.

Clarisse. Chris-apunto de llorar-. Has de recuperarte. Por favor. El señor D volverá pronto. Él es un experto en locura. Resiste.

Los ojos de Chris tenían la expresión desesperada y salvaje de una rata acorralada.

Chris: No hay salida, Mary. No la hay.

Entonces Chris vio por un instante a Percy y soltó un ruido ahogado y despavorido.

Chris: !El hijo de Poseidón¡ !Es horrible¡

Percy retrocedió con la esperanza de que Clarisse no lo hubiera visto. Se detuvo a escuchar, creyendo que saldría furiosa y dando gritos, pero siguió hablándole a Chris con voz suplicante e insistiéndole  en que tomara un poco de néctar. Quizás pensara que sólo había sido una alucinación más de Chris, aunque... "¿hijo de Poseidón?" El había mirado a Percy sin duda. Sin embargo, ¿Por qué daba la sensación de que no se refería a Percy?

En cuanto a la ternura de Clarisse... nunca se le habría ocurrido a Percy que pudiera gustarle alguien. Por su modo de pronunciar el nombre de Chris, dedujo que lo había conocido antes de que cambiara de bando. Y mucho mejor de lo que el habría podido suponer. Pero ahora él estaba temblando en un sótano oscuro, sin atreverse a salir y murmurando incoherencias sobre una tal Mary. No era de extrañar que Clarisse no quisiera ni escuchar hablar del laberinto. ¿Qué le habría sucedido a Chris allá abajo?

Percy escucho un crujido que provenía de arriba, la trampilla del desván tal vez, y corriendo hacia la puerta. Percy tenía que salir de la casa.

Quirón: !Querida niña¡ Lo has conseguido.

Annabeth llegó al ruedo, se sentó en un banco de piedras y miró el suelo.

Quintus: ¿Y bien?

Annabeth levantó la vista y miró a Percy. Él mismo Percy no sabía si pretendía advertirle o si aquella expresión de sus ojos era puro y simple miedo. Luego se fijó en Quintus

Annabeth: He escuchado la profecía. Yo dirigiré la búsqueda para encontrar el taller de Dédalo.

Nade mostró la menor alegría. Es decir, Annabeth les caía bien a todos y querían que le encargaran una búsqueda, pero aquélla parecía entrañar un peligro demencial. Después de que Percy viera a Chris, no quería imaginarse a Annabeth descendiendo otra vez a aquel extraño laberinto. Quirón araño la arena con un casco.

Quirón: ¿Qué dice exactamente la profecía, querida? Los términos precisos del Oráculo tienen mucha importancia. 

Annabeth respiro profundamente.

Annabeth: Yo... Bueno, ha dicho: <<Rebuscarás en la oscuridad del laberinto sin fin>>

Todos guardaron silencio.

Annabeth: <<El muerto, el traidor, el traicionado, el olvidado, el desaparecido y lo cobradora se alzan>>

Grover pareció animarse ante lo dicho.

Grover: !El desaparecido¡!Ha de referirse a Pan¡!Es genial¡

Percy: Con el muerto, el traidor, el olvidado y la cobradora, no es tan genial.

Quirón: ¿Y qué más? Cuéntanos el resto.

Annabeth: <<Te elevarás  o caerás de la mano de la reina de los fantasmas. El último refugio de la criatura de Atenea. Observaras inerte el rencuentro de dos poderosos seres, el hablar condenara al otro.>> 

Todos se miraron incómodos. Annabeth era hija de Atenea, y eso del <<del último refugio, los dos seres> no sonaba muy bien.

Silena: Eh... no hemos de precipitarnos en sacar conclusiones. Annabeth no es la única criatura de Atenea, ¿no?

Beckendorf: ¿Y quién puede ser la reina de las fantasmas?

Nadie respondió. Percy recordó el mensaje Iris en el que había visto a Nicol invocando a los espíritus, en el cual se puso a discutir. Tenía el funesto presentimiento de que la profecía estaba relacionada con eso completamente.

Quirón: ¿Nada más? La profecía no parece completa.

Annabeth vacilo.

Annabeth: No recuerdo exactamente.

Quirón arqueó una ceja. Annabeth era bien conocida por su memoria. Nunca olvidaba lo que oía.

Annabeth:  Algo así como: <<Destruye un héroe con su último aliento y dos seres luchando>>

Quirón: ¿Y?

Annabeth se puso de pie

Annabeth: La cuestión es que voy a entrar en el laberinto. Encontraré el taller y le pararé los pies a Luke. Y necesito ayuda-mirando a Percy- ¿Vendrás?

Percy: Claro, tengo un presentimiento que algo importante me espera en el laberinto.

Annabeth sonrió por primera vez en varios días y, solamente con eso, Percy sintió que algo no andaba bien.

Annabeth: ¿Tú también, Grover? El dios salvaje te está esperando.

Grover pareció olvidar lo mucho que odiaba los subterráneos. La alusión al <<desaparecido>> lo había llenado de energía.

Grover: !Me llevaré provisiones extra de aperitivo¡

Annabeth: Y Tyson, también a ti te necesito.

Tyson: !Yuju¡ !Hora de hacer BUUM¡ -Aplaudiendo con tanta fuerza que despertó a la Señorita O'Leary, que dormía en un rincón-

Quirón: !Espera, Annabeth¡ Esto va contra las antiguas leyes. A un héroe sólo se le permiten dos acompañantes.

Annabeth: Los necesito a los tres. Es importante, Quirón.

Percy no entendía por qué estaba tan segura, pero se alegraba de que hubiera incluido a Tyson. NO contemplaba la posibilidad de dejarlo en el campamento. Era grande y fuerte, y tenía una asombrosa destreza para los artefactos mecánicos. A los cíclopes, a diferencia de los sátiros, no les creaba ningún problema estar bajo tierra.

Quirón: Annabeth-moviendo la cola muy inquieto-. Piénsalo bien. Vas a quebrantar las antiguas leyes y eso siempre acarrea consecuencias. El pasado invierno salieron cinco en busca de Artemisa y regresaron cuatro. Piénsalo. El tres es un numero sagrado. Hay tres Moiras, tres Furias, tres hijos olímpicos de Cronos. Es un buen número, un número fuerte que se mantiene firme frente a los peligros. Cuatro... es arriesgado.

Annabeth: Lo sé-suspirando-. Pero hemos de hacerlo así. Por favor.

A Quirón aquello no le gustaba, Percy se dio cuenta. Quintus los estudiaba como si quisiera descubrir quiénes de ellos regresarían con vida.

Quirón: Muy bien-suspirando-. Suspendamos aquí la sesión. Los que van a participar en la búsqueda deben prepararse. Mañana al amanecer los enviaremos al Laberinto.

Quintus llevo a Percy aparte mientras la reunión empezaba a disolverse.

Quintus: Tengo un mal presentimiento.

La señorita O'Leary se acercó a Percy, meneando la cola alegremente. Le puso su escudo a los pies y Percy se lo lanzo. Quintus la observó mientras la perra corría a buscarlo. Percy recordó lo que le había contado Enebro: que lo había visto merodeando cerca de la entrada del laberinto. Percy no se fiaba de él, pero cuando  volvió a mirarlo, creyó ver auténtica preocupación en sus ojos.

Quintus: No me gusta la idea de que bajen. Ninguno de ustedes. Pero, si deben hacerlo, ten presente una cosa: la razón de ser el laberinto es engañarte, distraer tu atención. Lo cual es un gran peligro para los mestizos. A nosotros es fácil distraernos.

Percy: ¿Tú has estado allí?

Quintus: Hace mucho. Salí con vida por los pelos. La mayaría de los que entran no tienen tanta suerte-agarrando el hombreo de Percy- Percy, mantén la mente centrada en lo que más importa. Di eres capaz de hacerlo así, tal vez halles el camino. Y ahora quiero darte una cosa.

Quintus le tendió un tubito de plata. Estaba tan frío que pco faltó que a Percy se le callera de la mano.

Percy: ¿Un silbato?

Quintus: Un silbato para perros. Para la Señorita O'Leary.

Percy: Ah, gracias, pero..

Quintus: ¿De qué va a servir dentro del laberinto? No estoy seguro de que funciones, per la Señorita O'Leary es un perro9 del infierno; es capaz de presentarse cuando la llaman sin importar lo lejos que esté. Me sentiré mejo sabiendo que lo llevas encima. Cuando realmente necesites ayuda, úsalo. Pero ten cuidado, el silbato está hecho de hielo estigio.

Percy: ¿Cómo?

Quintus: Del río Estigio. Es muy difícil de trabajar. Muy delicado. No se derrite, pero se hará añicos en cuanto soples por él, de manera que sólo podrás usarlo una vez.

Percy pensó en Luke, su viejo enemigo. Justo antes de emprender su primera búsqueda, también le había hecho un regalo: unos zapatos mágicos diseñados para arrástralo a la muerte. Quintus parecía tan buena persona, tan preocupado... Y la Señorita O'Leary estaba muy apegada a él, lo cual también había de tener en cuenta. En ese momento regresó con el escudo lleno de babas, lo dejó a los pies de Percy y ladró excitada.

Percy se sintió avergonzado por recelar de Quintus. Pero en su momento también había en Luke.

CON LUKE

En una recamara, se encuentra abrazando una mujer abrazando una dakimakura de cierto hijo de Poseidón, esta no era nada más ni nada menos que Luke.

Luke: Percy-rodando en la cama mientras abrazaba la dakimakura- como te quiero.

Luke saco de quien sabe donde una camisa sudada de Percy y la empezó a oler.

Luke: ¿Cómo te amo y te odio- apuñalando la dakimakura- ojala te mueras... No es cierto, quédate junto a mí para siempre y mantente alejada de esa perra de Annabeth.

Luke (K): Empiezo a entender a que se refería Hestia.

CON PERCY.

Percy: Gracias-deslizando el silbato helado en el bolsillo-.

En todos los años que Percy llevaba en el campamento, nunca había entrado en la cabaña de Atenea.

Era un edificio plateado, aunque sin nada especial, con unas simples cortinas blancas y una lechuza tallada en piedra sobre el dintel. Los ojos de ónice de la lechuza parecían seguir a Percy a medida que se acercaba.

Percy: !Hola¡-gritando-

Nadie respondió. Percy dio un paso y contuvo el aliento. Aquello era un verdadero taller de cerebritos. Las literas estaban todas pegadas a una pared, como si dormir no tuviese la menor importancia. La mayor parte de la estancia se hallaba ocupada con bancos, mesas de trabajo, herramientas y armas. Al fondo había una enorme biblioteca llena de viejos rollos de pergamino, libros encuadernados en piel y ediciones en rústica. Había una mesa de dibujo con infinidad de reglas y transportadores junto a algunas maquetas en tres dimensiones. El techo estaba cubierto de mapas enormes de guerras antiguas. Había armaduras colgadas bajo las ventanas y sus planchas de bronce destellaban al sol.

Annabeth estaba al fondo, hurgando entre los viejos rollos.

Percy: Toc toc.

Annabeth: Ah -sobresaltada-.. hola. No te había oído.

Percy: ¿'Estás bien?

Ella examino con el ceño fruncido el rollo que tenía en las manos.

Annabeth: Intento investigar un poco. El laberinto de Dédalo es tan descomunal que los relatos que hay sobre él no se ponen de acuerdo en casi nada. Los mapas no parecen conducir a ninguna parte.

Percy pensó en lo que había dicho Quintus: el laberinto intenta distraerte, pensó que si ella ya lo sabia.

Percy: Nos las arreglaremos.

Annabeth se le había soltado el pelo y le caía alrededor de la cara en una enmarañada cascada rubia. Sus ojos grises parecían casi negros.

Annabeth: Desde que tenía siete años deseo dirigir una búsqueda.

Percy: Lo harás de maravilla.

Annabeth miro a Percy agradecida, pero enseguida bajo la vista y se concentró en los libros y rollos que había sacado de los estantes.

Annabeth: Estoy preocupada, Percy. Quizá no tendría que haberte pedido que vinieras. Y tampoco a Tyson y Grover.

Percy: Tal vez tengas razón en eso o tal vez no, pero somos tus amigos, no te dejaríamos por nada del mundo.

Annabeth: Pero...

Percy: ¿Qué ocurre? ¿Es la profecía?

Annabeth: Segura que todo irá bien.

Percy: ¿Cuál es último verso?

Entonces algo que le sorprendió a Percy de verdad. Annabeth pestaño para reprimir las lágrimas y extendió los brazos hacia Percy.

Percy se acerco y la  abrazo. Se sentía raro, y le empezó a doler el cuello a la vez que su corona se apretaba más a su cabeza.

Percy: Todo va a salir de maravilla, ya lo veras.

Percy agudizo sus sentidos  para tener una mejor percepción de la habitación entera. Tenía la sensación de que se podía leer el rótulo más diminuto de cualquier libro de las estanterías. El pelo de Annabeth olía a champú al limón. Ella estaba temblando.

Annabeth: Tal vez Quirón tenga razón. Estoy quebrantando las leyes. Pero no sé qué hacer. Los necesito a los tres. Me da la sensación de que eso es lo correcto.

Percy: Entonces no te preocupes. Nos hemos enfrentado a muchos problemas otras veces y los hemos superado.

Annabeth: Esto es diferente. No quiero que les pase nada... a ninguno de ustedes.

Alguien carraspeó a las espalda de Percy. Era Malcolm, uno de los hermanastros de Annabeth. Tenia la cara como un tomate.

Malcolm: Esto... perdón. Las prácticas de tiro al arco empiezan ahora, Annabeth. Quirón me ha pedido que fuera a buscarte. 

Percy se separo de Annabeth de manera rápida y el dolor de su cuello y la cabeza desaparecieron.

Percy: Estábamos buscando unos mapas.

Malcolm: Entendible.

Annabeth: Dile a Quirón que voy enseguida.

Malcolm se alejó corriendo. Annabeth se restregó los ojos.

Annabeth: Tú sigue con tuyo, Percy. Será mejor que yo me prepare para la práctica de tiro.

Percy asintió, aunque nunca se había sentido tan confundido. Quería salir corriendo de la cabaña a luchar... pero no lo hizo.

Percy: Annabeth. En cuanto a la profecía, ese verso sobre el héroe y su ultimo aliento...

Annabeth: ¿Te p0reguntas qué héroe podría ser?  No lo sé.

Percy: No. Otra cosa. Estaba pensando que <<último aliento>> suena... ¿No terminará la profecía con la palabra muertos

Annabeth bajó la vista y se concentró en sus pergaminos. 

Annabeth: Será mejor que vayas a prepararte, Percy. Nos... nos vemos por la mañana.

Percy la dejo allí, estudiando mapas que no conducían a ninguna parte. No podía desprenderse de la sensación de que alguno de ellos no regresara vivo de aquella búsqueda.

CON ZOË

Zoë se regreso a la casa donde estaba Sally, por que estaba aburrida y al llegar fue llevada por unos hombres uniformados de traje.

Zoë: (Tendré mi venganza de Percy en esta vida o en la otra, pero antes a comer estas galletas)

Los hombres uniformados la llevaron a una camioneta donde le dieron comida, se dirigían a la casa blanca. 

FIN

Dudas

Sugerencias

¿Les gastaría que metiera a Daewi y a Mira?

Imagen promocional para la serie

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