son solo palabras
Dedicado a Clive Barker
Debes cambiar de alma, porque la que tienes no vale una mierda ni para mi. Eres una pura basura.
Cierra este libro, si sigues leyendo esto vas a acabar vomitándote a ti mismo todos tus pecados, y yo, me veré obligado a estar aquí de hojas abiertas.
¡Vamos, ciérralo, o apaga tu ordenador!
No es que me importe demasiado, porque para algo estoy intersecado a través de la tinta en el papel, o mejor aún, a través de píxeles en tu pantalla, lo mismo da.
No quiero seguir aquí cuando eso suceda. No.
Cuando comiences con tu retahíla de pecados, personaje de novela cutre de serie B, quiero estar encerrado sobre mi mismo. Sí, eso eres.
Ni para pecar vales.
Hacerlo a lo grande es cosa de elegidos, como yo.
Los demonios no somos confesores de pecados. Vete a un curacho de esos que sirven a Jesucristo.
Sí, soy un demonio de libro.
Tómalo como quieras, y piensa que ni en el infierno te quieren para nada.
Para qué queremos gentuza como tú, con el ama corrupta y el cuerpo pútrido y macilento.
¡Equivocados, equivocados todos los hombres!
Lo que queremos en el sórdido, frío y yermo infierno (sí, estas leyendo bien) son buenas almas nutridas de bondades, de virtudes, y con vidas devotas de Dios.
Y torturarlos, a sabiendas de su bondad y beatitud.
Si eres peor que un demonio: ¿dónde queda mi misión, cabeza hueca y pedazo de degenerado moral?
YO QUIERO DESTRUIR TODO LO QUE DE BUENO HAY EN LOS HOMBRES.
Y tú no formas parte del plan, eres corrupción y decrepitud.
¡Bah, no te pongas así!
Crees que por ser un demonio estoy liberado de Dios y, sin embargo, solo existo porque él existe, así que no me vengas con que eres ateo y que todo esto te la sopla, ¿ser ateo es ser una mala persona...?
¡Es de gilipollas hombre!
Qué seria de ti sin Dios mísero ateo. No le des vueltas, ni siquiera sabes porque dices que eres ateo.
¿Eres un rebelde? ¡Ha! Me río en tu cara y en tu rebeldía, solo eres alguien carente de moral, un hombre de tu tiempo, sí, de estos tiempos modernos donde todo es relativo y nada es inmutable.
Tú eres ateo, porque yo lo digo.
Quiero que leas atentamente cada una de las palabras que han quedado registradas en estas páginas.
No vas a dejar de leer porque te haya insultado ¿sabes?...
quieres seguir, lo deseas, y no vas a dejar este maldito libro hasta que termines en el punto final.
O quizá sí, sí dejes de hacerlo, y mucho antes de lo que imaginas pero, ¿sabes por qué?
Te lo diré: quizá dejes de leer para ir a cometer alguna locura, algún acto impuro, alguna conducta pecaminosa, lasciva, ruin, odiosa, vil, negligente, sádica, repugnante, nauseabunda...
Y todo porque yo te iré mostrando quien eres realmente.
Bien, ahora escucha: te mostraré lo que eres en realidad, lo que ocultas a los demás con el fin de poder ser aceptado en una sociedad llena de normas morales, éticas, jurídicas y hasta económicas.
Tú sabes que soy un mentiroso, pero no más que tú, ¿Eh?
Acércate, ¿las escuchas? Te hablan unas voces muy, muy bajito.
¿Cómo que no?
Sí, escucha atentamente.
No hagas ningún ruido: escucha por debajo del sonido de la actividad humana normal, y entonces verás cómo puedes percibir las más sutiles ondas de sonidos de baja intensidad.
Ahí es donde estoy yo. Ando diciéndote esto mismo... sí, sí esto mismo... y tú, gran hipócrita sabes que es cierto,
porque en cada tentación, en cada acto miserable, en cada pensamiento despreciable contra los otros me tienes merodeando en tu pútrida y deforme alma.
Piensa en tus deseos. Sabes que solo deseas cosas, poseer cosas,
y crees que quieres a otros pero no es amor lo que te une a ellos, es la necesidad de poseer a los demás como objetos.
¿No, eh?
Te resistes a ver la verdad. Sabes que solo te quieres a ti mismo, solo piensas en cumplir tus deseos, unos deseos de miserable: dinero, sexo, placer...
¡Ah, no, que tú no eres así!
Empecemos entonces:
recuerda aquella vez, sí, aquella vez que tuviste que mantener una mentira durante más tiempo del que creías que ibas a tener que hacerlo ¿Recuerdas? ¡No te niegues a ti mismo esta verdad, por Dios! ha, ha, ha ha, ¡Por Dios!
puede ser que mientas a los demás, pero te recuerdo que a mí no puedes engañarme ni manipularme, soy quien decide si mientes o no,
soy quien te tienta a cometer esos actos de manipulación de los demás. Así que a mí, recuerda, no puedes engañarme.
¡Ah, claro... cómo vas a recordarlo... no fue solo una vez! Han sido tantas, ¿verdad? Tantas mentiras a tu alrededor, y eso que no eres una persona realmente mentirosa, ¡no!
Eres el tipo "normal" de mentiroso que cree que miente por mantener un equilibrio a su alrededor, es como un acto de compasión o, podríamos decir, de amor hacia los demás,
mientes para hacer el bien: ha, ha, ha, ha... permite que me ría un poco de ti.
Es decepcionante conocer a las personas ¡como os auto convencéis de que vuestros malos actos en realidad no son malos, sino buenos!
Es muy divertido, ¡créeme!, y sobre todo verte a ti, ahora dándote cuenta de que es así¡Por favor, que cutre eres!
A esto me dedico yo, y a esto he venido a este mundo:
a convencer a seres débiles como tú de que hacen bien, haciendo el mal.
Tantas veces te he tentado y de tantas formas. Que ya ni me acuerdo de todas y cada una de ellas... pero alguna que otras sí que la recuerdo bien.
Recuerda aquella vez en la que pensaste que querías que estuviera muerta esa persona que tanto te hizo sufrir... sí, sí, tú lo has sentido.
El odio.
Que sí, deseabas que desapareciera de tu vida, así, como por arte de magia... esa persona te trató de forma completamente injusta, porque tú eres "buena gente".
Es curioso, pero la persona que te desgarró en vida, también lo piensa de sí misma.
Sí, a eso jugáis, a joderos la vida unos a otros, y la única diferencia entre unos y otros, es vuestra capacidad de resistencia: el que tiene más resistencia, gana.
Pero tú sentiste que deseabas su muerte, admítelo.
Yo lo sé y no puedes engañarme, ¿y sabes por qué?
porque yo estoy ahí contigo siempre, a tu alrededor, como esa especie de sensación de acompañamiento inexplicable que percibes cuando estas solo.
¡Ahh, el pensamiento humano! ¡Uhh, sus sentimientos! ¡Qué cosas taan sublimes!
Tanto como una chimenea a punto de estallar por el hollín que no deja salir los humos oscuros de la combustión allí abajo en el fuego.
A ti no te ha servido de mucho ser una buena persona, y lo sabes... ¿no te das cuenta?
Acuérdate de la envidia que sentiste aquella vez, y por cierto, no sabías que era eso... envidia.
Te convencías a ti mismo y creías que esa persona era detestable ¿verdad?
Y deseaste que todo se le viniera abajo, querías que su vida fuese un poquito peor...
¡No, no, tampoco una ruina de vida!, pero un poco peor de lo que era en ese momento. ¿A que sí?
¿No?¿Me dejas por mentiroso? No te conviene enfrentarte a mi, te lo aseguro.
Bueno y lo mejor: sé, que mientras hacías el amor con tu pareja, pensabas en esa otra persona que tanto te gusta, te gusta más que tu pareja, pero solo la usas en tu cabeza...
no te arriesgas: eres cobarde.
piensas: esto no es una infidelidad... ¿¡Reconoces este pensamiento!?
!Da igual, sé que sí, que tus orgasmos más placenteros son pensando guarradas asquerosas que no haces con tu pareja, ¿eh?¡
¡Vaya cuántas y variopintas maneras de autoconvenceros de que toda esa basura de pensamientos, indecentes, lascivos e inmorales son simples pensamientos!
¿Es inocente el pensamiento? ¡¿No se peca de pensamientooo?!
¡Ahh, pero claaro, que tú no crees en Dios, ha, ha, ha, ha...como estoy!
¡Como si eso importara en todo esto!
¿Crees de verdad que importa lo que tú creas?
¡ Ah claro!, el egoísmo narcisista del hombre moderno, sí, me olvidaba.
Esa sensación, creada por mí, de que Dios no existe ¡¿Qué alivio eh?!
¡YA ERES LIBRE! Yo te doy tu libertad...
y esa libertad consiste fundamentalmente en hacer lo que desees en cada momento y cumplir voluntad.
Hazlo por encima de todo, piensa en tu placer...
Cuántas veces te has privado de hacer aquello que deseabas por otros ¿eh?, por no dañar a otros, por no joderles la vida.
Ese polvo con esa persona que tú y yo sabemos...
¡Ahora es el momento, debes saber que tienes todo el derecho a hacerlo! Hazlo de una vez, escucha mis palabras tras tu oído, siempre, siempre murmurándote
¿Y el suicidio?
Como decía mi amigo Nietzsche: "la idea de suicidio nos ayuda a pasar más de una mala noche".
Y tú has pensado en ello, y más de una vez. Y eso te convertiria en una asqueroso asesino... al menos en un autoasesino o un asesino onanista.
En realidad esto es un libro de autoayuda, te das cuenta ¿no?
Yo vivo en estas páginas desde hace mucho tiempo. No te diré que desde siempre, porque te mentiría... pero ya sabes: tú dices tus mentirijillas también, así que la cosa queda entre amigos.
¿Qué estas haciendo por el amor de Dios?, ¡no me hagas blasfemar! Atiende y no te rías de mi, porque la risa me jode y más la tuya.
Puedo ver que andas algo indiferente ante mis palabras, porque aun sabiendo que son plenamente ciertas, consideras que no son para tanto.
Y sí, esto es pura basura, pero tiene una razón de ser muy poderosa: soy el verdadero demonio de libro.
Vivo aquí escondido entre estas páginas esperando a que una persona como tú las lea y las repase una, y otra, y otra vez... infinitas veces hasta que entiendas que eres una mala persona.
Como tus pecados... Revisa tus pecados, porque los has cometido. Y das asco.
Y te preguntarás que para que, y sé que sabes el motivo, la razón de todas estas palabras...
¿crees que quiero tu alma? ¿ me darás tu alma?
No la quiero, ya te lo dije, es un alma macilenta, no me sirve, necesito a alguien bondadoso...
dale este libro a la mejor persona que conozcas...
y entonces ella misma al leer esto se dará cuenta de que también tiene un alma que da asco...
Pasemos al segundo capítulo, por favor.
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