Se pararon en un parque cerca de la casa de Imma y se sentaron en unas rocas bajo un árbol. La luz de las farolas proyectaron sus múltiples luces y sombras sobre ellos.

—Puedes empezar cuando quieras.— la alentó el chico en cuanto estuvieron cómodos.

Imma miró a Marc y le pareció que él estaba decidido a no aflojar esta vez, poniéndola entre la espada y la pared, y suspiró. Quizás sí había llegado el momento. Por eso respiró hondo y empezó.

—Hace dos semanas, Núria y yo de nuevo habíamos sido invitadas a pasar la tarde con los Vip. Esta vez, en casa de David.— empezó a contar.

»Él... sus padres le suelen dejar la casita de invitados para ese tipo de reuniones. Se trata de una pequeña casa, de madera pero moderna, situada cerca de la piscina, al otro lado del inmenso jardín.

»La tarde fue más sosegada que otras veces, ya que David no permitía que nadie se desmadrara bajo su responsabilidad. Por lo que se ve, sus padres son de verdad muy estrictos y exigentes con él y no le dan nada a cambio de nada, y su pacto era que el grupo podía disfrutar de la comodidad y privacidad de la caseta a cambio de que nos comportáramos civilizadamente.

»En consecuencia el ambiente era agradable y se sentía más seguro. Yo no estaba tan nerviosa, incluso puedo decir que me sentí lo suficientemente bien como para ser yo misma sin miedo a cagarla. Hasta me atreví a charlar con David en un momento dado.

»Fue... agradable, más de lo que me esperaba. Su habitual trato hacia mi hasta el momento nunca había pasado del mero "sólo conocidos". En cambio ahora me hacia pequeñas bromas para hacerme reír, se hizo el anfitrión conmigo, trayéndome una bebida,... al rato me di cuenta que estaba dedicado sólo a mi, pues aunque hablaba con los otros no se separaba de mi lado, y los demás se lo respetaban.

»Reconozco que me sentí halagada. El chico que me gustaba estaba teniendo ojos sólo para mi. Cualquiera en mi lugar se hubiera sentido como yo, dichosa y exitosa, sabedora de que podía tenerlo. Y era algo que tanto deseaba como temía. Pero en el fondo no estaba tan segura de si eso era lo que yo quería o si lo hacía porque se supone que eso es lo que debía querer. Tú sabes que no soy una chica fácil... pero en ese momento yo tenía mi oportunidad con él y eso presionó mi voluntad.

»La cuestión es que permití que más tarde me arrastrara hasta una habitación, en medio de juegos "inocentes". No estaba borracha, no me obligó a seguirlo ni tampoco me engañó. Sólo le seguí el rollo porqué me atraía hacerlo. Él era divertido, ¿sabes? De la forma en que lo es un amigo... o algo más que un amigo.

»Cuando nos quedamos solos, encerrados en aquella habitación del piso superior, el se me confesó. Me dijo lo mucho que siempre le había gustado, y que si no me lo había hecho saber antes fue por respeto a mi padre y mi hermano, pero que ya no podía esconderse más de mi y menos cuando veía que yo anhelaba lo mismo.

»En ese momento mi corazón se encogió. Me tomó por sorpresa: mientras él me estaba hablando con pasión, yo me estaba empezando a cagar de miedo. Debí haberme dado cuenta entonces, de que algo andaba mal en mi. En vez de eso, me dije a mi misma que de nuevo me la jugaban los nervios. Me negué a ver lo que sin duda era un estúpido error de interpretación y me obligué a actuar con naturalidad.

»Entonces vi sus intenciones: iba a besarme. Mi corazón se desbocó. Besar de verdad a David iba más allá de todas mis esperanzas, tanto que hasta me parecía irreal. Vaya, que aun no me lo creo. A veces aun pienso que para mi era tan nula esa posibilidad que simplemente no lo asimilaba. Pero entonces sucedió. Sus labios se fundieron con los míos. Dejé que él me besara, esperando las inconfundibles cosquillas y mariposas y todas esas emociones que se supone acompañan a un beso. Especialmente, esperé por esa soñada conexión que debía unir nuestros espíritus, ...pero nada sucedió.

—...¿Nada?

Imma negó con la cabeza.

—Me dejó fría. Fíjate que sentí mucho más cuando te robé ese beso a ti...

Marc se río por un instante de eso. "Engreído...", pensó Imma.

—¿No te besó bien, quizás?— le preguntó Marc recuperando la compostura.

—Al contrario, David es bastante bueno besando... eso creo. Tampoco es que yo haya besado mucho como para juzgar. Pero... es que no sentí nada. Fue... como un experimento fallido. Aun así dejé que me besara un poco más, por si la cosa era de efecto retardado.— rió, nerviosa. —Pero todo siguió igual.

»Entonces, lo paré. Él no entendía qué ocurría, yo me intenté explicar... ¿Pero cómo diablos hace una para justificar un comportamiento como el mío sin faltar al otro?

»Yo te lo digo: es imposible. David creyó que me estuve riendo de él. No entendió lo que trataba de decirle. Y no le culpo. Ni yo misma aun entiendo porqué no sentí ese mismo fuego que a él le quemaba por mi. Realmente creí todo ese tiempo que me gustaba mucho. Estaba tan convencida...

—¿Qué pasó entonces?

—Se enfadó, aunque se contuvo de montarme una escena.— Imma suspiró. — En ese momento yo ya sólo deseaba salir de esa habitación, y me alivió cuando él me invitó a hacerlo, sintiéndome a salvo.

»Por supuesto yo no iba a hablar con nadie sobre el tema, pues sé que a nadie le gusta ser rechazado y que encima se sepa. Por eso no me sorprendí cuando me pidió que disimuláramos. Accedí, tampoco quería problemas.

»Una vez abajo cada uno se fue por su lado, mezclándonos con los demás. Al cabo de un buen rato, se me acercaron dos tíos. Yo estaba con Núria, charlando, y por cómo actuaban esos tipos parecía que querían ligar con nosotras. Cuando intentamos darles largas, salieron con los chismes.

En ese punto Imma vaciló, mordiendo sus labios para que no temblaran. Recordar especialmente ese momento era lo peor.

—Sigue. - la animó Marc, y ella reunió la valentía necesaria para hacerlo.

—Dijeron que David les había contado cuan ardiente era yo y que si ahora cada uno iba por su lado era porqué yo era tía de una noche. Les dijo que ya me había tenido y que ya estaba saciado, que probablemente yo aceptaría más tarde enrollarme con otro, u otra vez con él mismo, ya que me había dejado muy satisfecha.— dijo todo seguido. —Sin poner las palabras en su boca, hizo entender a los demás que yo era una fresca fácil de convencer a que abriera mis piernas si se me trabajaban un poco. Estuvo alardeando de haber probado mi "miel" y haber llegado hasta la última base conmigo...

Imma no pudo continuar hablando, la rabia que le provocaba ese recuerdo se lo impedía. Tragó hondo y se forzó a seguir contándole a Marc lo ocurrido. Ya quedaba poco.

—Aun sigo viendo las caras lascivas de esos tipos mientras me lo contaban, mientras me decían que no me hiciera la estrecha porqué sabían la "verdad"...

Las lágrimas se le saltaron en ese instante. Marc la abrazó, y oh, cómo necesitaba ese abrazo, se dió cuenta de pronto.

—Yo les decía que eso eran todo mentiras. Pero ellos no me creían a mi, Marc. Sólo lo creían a él. ...Todos le han creído sólo a él.

—Ssshh, pequeña. Eso no es verdad. Nosotros nunca lo hemos hecho, ni yo ni Núria, y tú lo sabes. Es por eso que no entiendo que no nos lo quisieras contar...

Imma, en ese momento, se sintió pequeña, como una niña.

—Sí... lo sé... Es sólo que no quería hacerlo aun más real... me sentía tan tonta... Pero acabo de darme cuenta que con mi silencio sólo me he estado haciendo más daño, pues hablar de esto contigo me ha aliviado un poco...

—¿Lo ves? Tienes que dejar de ser tan cerrada...

—Sí..., tienes razón.— aceptó.

—Mm... ¿Sabes una cosa? Me alegra que mi beso fuera mejor que el de David.

—Jaja - se rió Imma sin ganas pero sin poderlo evitar. —...Idiota. Tú apenas me devolviste el beso.