8. PREOCUPACIÓN
Marc volvió a mirar hacia la entrada del instituto. Empezaba a impacientarse mientras deseaba que por fin esas dos se dignaran a salir.
Estaban perdiendo el tiempo. Tenían que hacer un trabajo juntos y sólo disponían de esa tarde, y quizás parte del domingo si hoy no lo acababan, ya que Imma, como a menudo, iba a estar todo el sábado en la tienda de bicicletas. Y nadie quería trabajar el domingo. Por lo menos no él.
El chico suspiró. Ese par siempre lo tenían así. Pero era una suerte que pudiera contar con ellas. Desde los sucesos del año anterior se había distanciado de mucha gente y repetir curso no había ayudado. Gracias a ellas dos se había acabado de integrar muy bien en el nuevo grupo y había mantenido el poco contacto que le quedaba con los antiguos amigos. Sin saber muy bien cómo, esas dos se habían convertido en sus mejores amigas. Más que eso: las quería como si fueran sus propias hermanas, por eso el deseo de protegerlas de todo mal era intenso en él.
Entonces Marc se maldijo por enésima vez esa semana. Hasta hacía poco no había sido realmente consciente de la situación Imma, y eso lo hacía sentir culpable.
Ahora, sabía que ella estaba verdaderamente asustada de las relaciones. Por eso reaccionó de esa manera con Dani: se hayaba absolutamente cerrada a las nuevas oportunidades debido a las malas experiencias, especialmente la última. Y todo por culpa del bocazas de David, un maldito mal perdedor...
Pero ahora estaba harto de vivir las consecuencias de ese suceso. Otra semana había pasado con todos los que antes eran una piña evitándose durante las clases. Entendía que Imma y David lo hicieran: el problema era entre ellos dos. Pero tristemente su mierda había salpicado más allá, afectando a sus amistades comunes y produciendo una división que a él, personalmente, le desagradaba sobremanera.
De pronto, una agitación por la zona de la entrada interrumpió sus pensamientos. Él se levantó y fue para allá en cuanto oyó que se trataba de un altercado entre chicas y que las voces de sus dos amigas estaban entre las principales.
Núria, Imma y otra chica estaban por los suelos. Gloria, que así se llamaba la otra, se hallaba encima de Imma tratando de pillarle los pelos, y nadie hacía nada por separarlas.
—¡Maldita perra! ¡Si no quieres a David, por lo menos déjalo libre!
—¡Ya te he dicho que no tengo nada con él!— gritaba en respuesta Imma. —¡Si no te hace caso será que no le gustas! ¡Déjame en paz!
Marc se avalanzó al acto sobre ellas y arrancó a Gloria de su amiga. Mientras, Núria se levantó y ayudó a Imma a hacer lo mismo.
—¡Vámonos...! - dijo Núria, llevándose a Imma con ella a una mirada afirmativa de Marc.
Marc aguantó unos instantes más a Gloria hasta que ella se le escabulló de las manos, para luego mirarlo con odio.
—No me toques... Tú siempre estás con ellas.— lo acusó. —Con tu novia y la p...
No acabó la frase. En ese momento se había dado cuenta de que todos la observaban, por lo que perdió la mirada hacia el frente y, aturdida, se marchó atravesando la muchedumbre.
Los murmullos envolvieron a Marc en cuanto Gloria desapareció: a favor, en contra, confusos... Algunos le preguntaron, pero Marc hizo oídos sordos y se dirigió hacia la salida.
Alcanzó a las chicas a medio camino de la casa de Núria, que era donde iban a hacer el trabajo.
—¿Estáis bien...?
—Sí.— contestó Núria.
Estaba enfadada. Imma iba delante de ellos. Ni siquiera se volvió.
—¿Qué pasó?
—Es obvio, ¿no? Esa loca se abalanzó sobre Imma sin provocación. Por celos.
Imma paró en seco, abrazándose a si misma.
—Yo no sé qué está pasando.— murmuró. —No sé qué anda mal con David. ¡Ya lo rechazé! Es absolutamente libre de hacer lo que quiera, como ya demostró con... sus malditas mentiras. ¿Porqué no se olvida de mi, y en paz??— estalló al final.
Marc y Núria no supieron qué decir; por el momento no tenían una solución a ese problema. Núria avanzó y abrazó a su amiga, que temblaba como una hoja a causa del ataque de nervios. Marc siguió su ejemplo y las abrazó a las dos, abarcándolas sin problemas con sus brazos. Él era un chico grande incluso para su edad, y tenía un año más que ellas.
—Vayamos para tu casa ya.— les sugirió cuando Imma se calmó un poco. —Estamos dando un espectáculo...— bromeó, relajando un poco el ambiente.
Se pasaron la tarde concentrados en el trabajo. Nunca habían sido tan diligentes con unos deberes como esa tarde, tanto que incluso les sobró algo de tiempo. No era para menos, cualquier cosa habría servido para distraerse de lo sucedido al salir de clase.
Volviendo a sus casas, Marc acompañó a Imma a la suya a pesar de no venirle de paso. No quería dejarla sola. Desde lo de esa tarde no estaba tranquilo. Cualquiera podía estar acechándola, esperando el momento oportuno para saltarle encima. Obviamente David no era nada del otro mundo, pero para algunas personas cercanas a ellos él era un pequeño ídolo sagrado y eran muy intransigentes con los que le llevaban la contraria. Bueno, igual que su ídolo. Imma bien tenía ya la experiencia.
Marc no tenía del todo claro qué pasó exactamente ese fatídico día. Él nunca iba a las reuniones de sus homólogos sociales, menos iba a ir con el grupo exclusivo de David y más cuando Ivan, su mejor amigo por mucho tiempo, tampoco iba nunca. Imma sí lo hacia, y Núria sólo la acompañaba para darle un soporte a pesar de sentirse con ellos como un pez fuera del agua.
Por eso sólo sabía lo que le había contado Núria y otros testigos, algunos muy crueles o exagerados. Porqué Imma apenas le había contado nada, excepto lo que le había sonsacado a base de intensos interrogatorios que casi nunca daban fruto. Parecía que ella tuviese miedo de decirle lo que realmente pasó, aunque no entendía por qué.
Llegaban en silencio al barrio donde vivía Imma, cuando la tomó del brazo para frenarla.
—¿...Qué haces?
—Imma... Quiero que me cuentes.
—¿Eh?
—Cuéntame de una vez qué pasó con David.
—Ya sabes lo que pasó.— dijo Imma deshaciéndose de su agarre de un tirón.
—Quiero oírlo con tus palabras.
—No habrá ninguna diferencia...
—Si la habrá. Me importa tu punto de vista.— suspiró. —Los demás no lo vieron todo. Tú lo viviste en persona.
—David les dijo tod...
—David diría cualquier cosa para cubrirse las espaldas. Es un egoísta que no dudó en herirte sólo por no perder algo de su fama y categoría. Él ha compuesto un cuadro que sólo le favorece a él. Pero este es un puzle al que aun le faltan piezas. Las que tienes tú y no muestras. Yo quiero que me las enseñes, sinó este rompecabezas nunca se completará y el problema nunca será resuelto.
Imma lo miró largamente, sus ojos brillando. Luego se frotó la cara, disimulando su azoramiento.
—Siempre me sorprendes con tus palabras... pero no creo que nada de esto sirva.
—Es importante para mi. Quiero ayudarte, sé que puedo hacerlo, pero si tú no me das tu versión...
—¿Y qué más da? Diga lo que diga yo siempre seré la mala, y él el héroe agraviado.
—...Por favor... Oye, si no lo quieres hacer por ti, al menos hazlo por mi. No puedo seguir viviendo sin saber lo que ocurrió, sin tener idea de si puedo hacer algo para mejorar esta situación o no...
Imma lo miró hacerle cara de "perrito apaleado", sabiendo lo débil que era ante eso.
—Está bien, tú ganas... Te lo contaré.
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