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7. MIEDO


Como su padre tenía mucho trabajo dentro del taller, Imma tuvo que quedarse anclada en el mostrador haciendo guardia el resto de la tarde, a pesar de que su único deseo era ir a platicar y descargarse con su mejor amiga. El tiempo transcurrió lento y aburrido, pues no hubo mucha clientela. Lo único notable fue conocer al padre del pesado ese, cuando vino a última hora a buscar la bicicleta del niño.

Por cierto, ese hombre se llevaba demasiado bien con su propio padre, y eso no podía ser bueno: sólo le faltaba que esos dos fueran amigos. Eso querría decir que aumentarían las posibilidades de toparse con ese chico.

Móvil en mano, Imma se desahogó chateando con Núria sobre lo que le acababa de pasar con el tal Dani y sobre lo que ya le había ocurrido con David, y de mientras intentó inútilmente contactar con Marc... hasta que se quedó sin batería.

¡Grrrr, maldito trasto! Cada vez se moría más rápido... sollozó. Probablemente pronto tocaría cambiarlo, lo más seguro en Navidad. Ya se sabe: año nuevo, móvil nuevo. Menos mal que ya faltaba poco para ello...

Una vez en casa y enchufado el trasto, por fin había podido localizar a Marc y había hablado con él. Su principal preocupación era que él no se hubiera ido de la lengua, pero Marc le aseguró que leyó a tiempo el mensaje, aunque no sabía si fiarse... Después, quedaron el domingo por la tarde a primera hora como siempre, pero Imma se mordió la lengua durante toda la llamada para que Marc no se diera cuenta de lo enfadada que estaba con él por hacerse amigo de "ese": no quería ponerlo en alerta y que luego no quisiera verla para escurrir el bulto, pero le tenía una bronca preparada que...

Al día siguiente, Imma apareció en la plaza de skate puntual, pero como siempre y para su fastidio, inexplicablemente aquellos dos ya estaban ahí. Hiciera lo que hiciera, ellos siempre conseguían llegar antes, y empezaba a pensar que esos dos quedaban más pronto para contarse secretitos a escondidas de ella... Un día tendría que seguir a uno de ellos para pillarlos in fragantti... Pero, en fin. Ahora, adiós a toda la escenografía dramática que tenía preparada, pensó mientras se acercaba a ellos.

Marc y Núria estaban en el banco de siempre, protegido por los matorrales y los árboles. Estaban tan distraídos hablando entre si que no podía asegurar de si se habían percatado de ella. En otro momento hubiera estado tentada de espiarlos, pero ahora ya iba con otra intención. En cuanto los alcanzó, se abalanzó contra Marc yendo directamente "a la yugular".

—¡¡Túuuuu!!— lo amenazó hundiéndole el dedo en su pechera. —¿¿Se puede saber a qué estás jugando??!

—¿¡... Eh??— se sorprendió Marc, haciendo una mueca.

Y casi se cayó de espaldas debido al susto, por estar sentado sobre el respaldo del banco igual que Núria. (Porqué a ver quien era el guapo que ponía su culo sobre todas las cagadas de pájaro).

—¡Tú y el nuevo! ¿...Estáis compinchados...?? ¿¿Estáis conspirando contra mi?? ...¿O eres tú el que lo estás empujando a... "ligarme"??!

—Yo no he hecho nada, ¡lo juro!— se defendió Marc.

—¿Seeguurooo?— dijo inclinándose sobre el chico, obligándolo a agarrarse al respaldo mientras lo hacía retroceder una vez más.

—¡...No de forma consciente, al menos...!— se justificó él, intentando huir de su penetrante mirada.

Sip. Imma se había estado comiendo mucho el coco. Núria, que la conocía muy bien, no pudo más y estalló en carcajadas doblándose sobre si misma.

Los otros dos se la quedaron mirando como si hubiera enloquecido, mientras ella se retorcía hasta casi caer por los suelos.

—Aay..., lo siento.— dijo tras tranquilizarse un poco. —¡Es que... es tan cómico...!

Imma bufó por la nariz, relajando su ataque sobre Marc, pero luego entrecerró los ojos sobre su amiga.

—¿Por qué te has reído?— la interrogó torciendo su cara, hasta que una terrible idea cruzó por su mente. —¿¿Acaso has sido tú??

—¡No seas tonta! ¡Yo no conozco de nada a ese tío!

—Oye, Imma, tranquilízate. ¡Estás paranoica! Nadie está conspirando contra ti.— la paró Marc, apenas aguantándose la risa. Pero bueno, era Imma: siempre exagerando las cosas.

—¿Porqué es tan difícil para ti aceptar que le gustas a alguien?— la sorprendió diciéndole Núria.

Imma parpadeó, quedándose pasmada. A continuación su rostro quedó triste, perdido. ¿Ellos entenderían...?

—Siempre hay una gran decepción tras eso...— susurró.

Marc y Núria se miraron asustados. ¿Hasta ese punto llegaba el malestar de Imma con ese tema?

Marc la tomó de las manos, poniéndose frente a ella para para que lo mirara.

—Imma, no siempre va a ser un fracaso. Sé que el día menos pensado encontrarás a alguien que...

Imma suspiró.

—P-pero tengo miedo.— balbuceó. —Hasta ahora nada ha salido bien. Primero tú me rechazaste... ¡Ahora David es el herido y yo he tenido que pagar un alto precio...! ¿No lo ves...? A pesar de creer que conoces a alguien, eso no es suficiente para ver la realidad... Sólo nos equivocamos y nos hacemos daño. Por eso no puedo volver a hacerlo, Marc. No puedo. No otra vez...

—Oh, vamos, pequeña...— intentó consolarla, pero decidió que tal como estaba era mejor abrazarla.

Un carraspeo de Núria los interrumpió.

Los dos se separaron lentamente mirándola, expectantes.

—Ejem... - carraspeó de nuevo Núria. —Me acabo de dar cuenta de que hay un punto en común en todo esto... Marc y tú ya erais amigos antes, porqué él era amigo de tu hermano y por eso lo conocías.

Imma asintió y miró a Marc. Él también hizo un corto asentimiento, confirmándolo.

—Con David también erais amigos, Imma...— prosiguió Núria.

—¿Con David?— interrumpió Marc sorprendido, aunque no gratamente. Imma escabulló su mirada.

—Sí, ya se conocían de antes. De pequeños eran vecinos.— le aclaró Núria.

Marc escrutó a Imma, exigiendo en silencio una explicación.

—Jugábamos a menudo juntos.— dijo esta en un hilo de voz. Luego se giró hacia Núria. —Pero no veo donde quieres ir a parar. ¿Qué tiene que ver...?

—Al tal Dani no lo conoces de nada.— la interrumpió Núria.

—...¿Y?

—Ese Dani rompe la regla de oro, ¿es que no lo ves?? Él no es ni ha sido nunca tu amigo. No lo conoces de nada. ¿Porqué entonces no darle una oportunidad?

Imma abrió los ojos como platos.

—¿¿...Estás loca o qué??

—Nooo..., espera.— dijo Marc, añadiéndose a Núria. —Tiene su lógica.

—¿Pero qué...??— dijo Imma señalándolos. —Decidido: los dos estáis locos.

—Piénsalo bien: quizás él es tu gran oportunidad...— intentó persuadirla de nuevo Núria. —Es obvio que tú le gustas...

—No. ¡Ni loca! Ya os he dicho que de momento el negocio está cerrado. Sólo bajaría del burro si el mismísimo Peter Sagan se apareciera ante mi.

—Oh no,... Ya empezamos...— volteó los ojos Núria.

—¿Eh? ¿Con qué?— preguntó Marc desconcertado.

—Con Peter Sagan.

—¿Eh?

—Ya sabes, uno de esos ciclistas del Tour...

—Ya sé quién es.— mascó Marc, dando a entender que él como ciclista era obvio que lo conocía. —Quiero decir: ¿qué pasa con eso?

—Imma dice que sólo se ve capaz de amarlo a él. Tiene algo así como un amor platónico con Sagan.

—¿Eeeh? - torció aun más el rostro.

Entonces Imma le dió al chico un cachete en el cogote.

—¡Au!

Una vez ya le dijo que si decía demasiadas veces "¿Eh?" iba a recibir.

—Pero... ¿porqué??— preguntó finalmente Marc sobre lo de Sagan sobándose el cogote.

—Porqué no quiero hombres en mi vida. Sólo me dan quebraderos de cabeza.— se cuadró Imma.

Marc entonces se encogió e hizo un puchero.

—... ¿A mi tampoco?

Imma suspiró.

—Es verdad, me olvidaba de ti.— dijo abrazándolo. —Tú eres el tercer hombre de mi vida. Pero ninguno más.

—¿El tercero?— se quejó él enfurruñado.

—El primero es Peter Sagan, y el segundo mi padre. Te tendrás que conformar.

—Estás loca. Lo sabes, ¿verdad?

—Como una cabra. ¡Be-eheheh!— baló Imma cómo el susodicho animal.

—¡Jajaja! ¡Be-eheheh...!— le respondió él haciendo una voz grave.

—¡...Be-eheheh!— se añadió Núria, saltándoles encima.

Y así, haciendo el tonto, acabaron por pasar el resto de la tarde juntos.

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