Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9

Ethan actúa como si nada hubiese ocurrido la noche anterior. Desperté envuelta en sus brazos, sintiéndome dichosa y querida. Pude ver un pequeño moretón en su pómulo, sin embargo, no me permitió mencionar nada al respecto.

Prefería verlo enojado ante mi arrebato, molesto por haberlo golpeado. Prefería que se molestara conmigo y me lo demostrara, no que sonriera con lastima en sus ojos. No que me viera como si fuera una princesa de cristal a punto de romperse.

Las pesadillas eran algo con lo que tendría que aprender a lidiar y puede que le agradeciera internamente por no sacar el tema. Era un lindo gesto de su parte dejarlo atrás, pero yo sabía que no estaba siendo del todo sincero.

La furia se iba esparciendo por debajo de su piel, acumulando cada enojo, cada palabra y cada lágrima. Sabía muy bien que Ethan estaba convirtiéndose lentamente en una bomba de tiempo.

Y en algún momento explotaría.

Ambos desayunamos en un cómodo silencio. No necesitábamos palabras, no cuando nuestros corazones latían al mismo ritmo. Nos complementábamos, incluso cuando aún no teníamos tanto tiempo juntos. Aun cuando no todo estaba claro ante nosotros.

No cuando no tenía ni la menor idea de que haría conmigo luego de divorciarme de Rupert.

—¿Estás lista? —preguntó, justo cuando terminaba de calzar una de las nuevas sandalias que habíamos comprado el día anterior.

—Siempre —sonreí abiertamente.

El día era cálido, pero me gustaba. El frío era cruel y el calor era justo, podía mantenerme mi vida entera por aquí, tan cerca del bosque, tan lejos de los chismosos del pueblo.

Si estuviéramos en la ciudad, ya nos habrían fotografiado, seguido y acosado. Todos querían saber sobre el gran Ethan Hart, el soltero más codiciado. Y el más guapo, aunque puede que mi amor hacia él afectara un poco mi criterio.

Él me hacía sentir como una colegiala enamorada. A veces sentía que estaba a punto de ponerme a dar saltitos a su alrededor solo de la emoción.

Y él era tan tierno y dedicado. Cualquiera que lo viera pensaría que era todo un ser anti amor, pero se equivocaban. Con la persona correcta, Ethan era el ser más dulce que podría existir. Bajo esa seriedad existía un corazón latente.

—Iremos primero al hospital por tus exámenes, luego podemos ir a dónde quieras —informó apenas estuvimos en el auto.

—De acuerdo. ¿A dónde te gustaría ir?

—Decide tú.

Puse los ojos en blanco ante su fría respuesta, a lo que él río.

—Podríamos ir a la cascada —sugerí, recordando mi lugar favorito de mi infancia—. No está muy lejos y nos vendría bien tomar un poco de sol.

—No compraste un traje de baño —señaló con una pícara sonrisa.

—¿Acaso lo necesito? —pregunté inocentemente.

Hacerlo sonreír me llenó de dicha. Las sonrisas de Ethan eran tan escasas que ser testigos de una era como un regalo.

Incluso estando a su lado, podía sonreír como no hacía desde mucho tiempo. Desde la muerte de mi madre, mis momentos de felicidad se habían reducido considerablemente.

—¿Has disfrutado de estos días? —preguntó con algo parecido a la timidez.

—Estar contigo es lo mejor que me ha pasado —confesé—. Soy muy feliz a tu lado, Ethan.

—¿A pesar de mi seriedad?

—Los polos opuestos se atraen. Además, conmigo no eres tan serio —comenté, juguetona—. Quizás no la persona más simpática, pero has demostrado que sabes divertirte a tu manera. Aún debemos conocernos, ir paso a paso, pero creo que lo haremos bien. Tenemos una gran química.

—¿En la cama? —alzó una ceja hacia a mí—. Si, es una excelente química.

—¡No te burles! —me sonrojé un poco—. No creí que pudiera sentirse así...

—Y puede ser mejor —tomó mi mano y dejó un beso sobre ella—. Lo de anoche fue un aperitivo, aún me falta recorrerte entera y hacerte sentir como la diosa que eres.

Sentí calor ante sus palabras, su tono ronco, seductor. Estuve tentada a pedirle condujera de vuelta a casa y me enseñara todo lo que tenía en mente.

—No dirás que te va el sexo a lo Christian Grey —bromeé.

—¿Christian Grey? —alzó una ceja, mirándome con picardía—. No me va, pero si eso es lo que a ti te gusta...

Dejó la frase en el aire, con la propuesta implícita. Sentí como los colores se instalaban en mis mejillas, por lo que agradecí ser morena. Al menos podía disimular que había logrado avergonzarme.

—Me gusta experimentar —respondió, sorprendiéndome—. Me gustaría ver hasta qué punto puedo hacer tocarte el cielo. Sin embargo, jamás te pondría una mano encima de esa manera. Hay juegos y experimentación, pero eso... No me agrada. No pienso maltratarte, incluso si es como una especie de juego previo.

—Así que no estás de acuerdo con el sadomasoquismo —murmuré.

—Respeto si alguien quiere practicarlo o experimentarlo —tamborileó los dedos en el volante—. Creo que, si hay la suficiente confianza como para entregar tu cuerpo de esa manera a alguien más, sabiendo que podría lastimarte y confiar en que no lo hará, es algo bastante genial. Quizás de eso se trata de entregar tu corazón, aunque me estoy yendo por otros lados. En todas las relaciones, debemos entregar una parte de nosotros a alguien más. Y a veces nos pagan mal, a veces no nos corresponde como queremos y nos lastiman. Sin embargo, seguimos entregando nuestro corazón. Creo que ese tipo de relaciones son complicadas, pues ya no es sólo tu corazón, también es tu cuerpo.

Me quedé callada por unos segundos, pensando en sus palabras. Estaba de acuerdo con él. Cuando Ethan hablaba, debías prestarle la mayor atención posible. Hablaba con emoción, con pasión y vehemencia.

—No lo entiendo del todo —volteó a verme un instante, pidiéndome en silencio que me explicara mejor—. Si amas a alguien ¿cómo podrías hacerle daño? Entiendo que hay personas a las que les guste, yo no hablo de una pequeña nalgada. Hablo de las chicas que se dejan dañar con severidad, y lo disfrutan.

—Cada persona es un mundo —soltó, pensativo—. A ti te hace suspirar una caricia suave, pero puede que a alguien más le guste algo diferente. Y no es que una esté bien y la otra mal. Es cuestión de gustos, supongo.

Dejé que sus palabras bailaran en el aire. Ethan era un ser muy sabio. Me agradaba cuando se ponía en modo inteligente.

Claro, después de todo, hablábamos del gran abogado Ethan Hart.

Cuando llegamos al hospital de aquel pueblo, lo hicimos tomados de la mano. Siempre que podíamos buscábamos el contacto del otro, como una forma de asegurarnos que estábamos juntos.

Su mano en la mía se sentía tan natural.

El doctor que me había atendido la vez pasada estaba de nuevo por el lugar. Fue amable al recibirnos y pedirnos que lo esperáramos a que terminara de atender a un niño que se había fracturado un brazo.

Cuando fue mi turno, mis manos comenzaron a sudar como cada vez que un médico se acercaba a mí. No es que los odiara, sólo no me gustaba que otras personas me tocaran. De hecho, era hasta sorprendente como había aceptado a Ethan.

—Vaya, esas heridas están sanando de maravillas —comentó luego de chequearme—. La fisura en la costilla ha mejorado, pero deberías seguir en reposo. No queremos que te compliques.

—¿Ella está bien? —Preguntó en tono aterrador.

—Lo está —sonrió el doctor, como si ya se hubiera acostumbrado al carácter de mi acompañante—. Ahora iré a buscar los resultados de tus exámenes, niña. Y podrás irte.

—De acuerdo —sonreí tensamente.

El doctor se retiró.

Intenté huirle a la mirada de Ethan, pero no lo logré. colocó un dedo debajo de mi barbilla, levantando mi rostro hacia él.

—¿Pasa algo?

—No —negué rápidamente—. No me gustan los doctores, eso es todo.

—Antes no parecían molestarte —recordó.

Era cierto. De hecho, Alissa les tenía pánico a los doctores, incluso antes de todo lo ocurrido con su madre. Era yo la que la convencía de que los doctores no eran malos y sólo intentaban ayudarnos.

—No soy muy fan de que me toquen desconocidos —pronuncié con cuidado, sintiéndolo tensarse al instante.

Ethan era inteligente, supo a qué me refería sin necesidad de que le explicara.

El doctor volvió antes de que pudiera decir algo. Su expresión estaba tensa, rígida. ¿Algo estaba mal conmigo?

—¿Pasa algo? —preguntó Ethan, frunciendo el ceño.

—¿Está bien si se lo digo en su presencia? —titubeó, mirándome con seriedad.

—¿Decir que cosa?

—Lo que tenga que decirme, puede hablarlo con confianza —asentí con seguridad, aunque por dentro estaba aterrada.

El doctor suspiró, justo antes de tenderme un sobre. Mi mano tembló ligeramente, justo antes de tomarlo. No sabía que contenía, pero algo se instaló en mi pecho, apenas permitiéndome respirar.

—Felicidades, señorita —intentó sonreír, pero la sonrisa no le llegó a los ojos—. Está usted embarazada.

Y todo se volvió negro a mí alrededor. 


¡Hola! ¿Qué tal? Sé que algunas se lo esperaban, pero aquí está la verdadera bomba de la trama. 

Mi pobre Melissa... 

¿Qué les ha parecido? ¡Cuéntenme sus opiniones! 

Los amo, mucho mucho. 

¡Hasta el próximo domingo! 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro