Ha pasado tiempo desde la última vez que Jeff se hizo presente en mi vida... pero... aún así, vivo atormentada al saber que tarde o temprano podría regresar para acabar con sus pendientes.

Sin embargo, a pesar de todo el miedo que abunda en mí, retomé mis clases en el instituto después de que Darkar sanara. Ya no necesita de mi para caminar ni para cambiar sus vendajes, por lo tanto puedo continuar con una pequeña parte de mi vida normalmente.

Aún viendo el lado positivo de las cosas se perfectamente cual es mi destino, y que lo único que estoy haciendo es perjudicar a Darkar y Mecoboy al quedarme más tiempo con ellos.

Llegada la medianoche me decidí por tomar mis cosas y salirme de la casa de los muchachos.

Ya no puedo seguir con esto, pensando en que cualquier momento ellos podrían sufrir algún daño por mí culpa, es por eso que debo de partir, sin importar la hora que sea, por más que Jeff frecuente más el salir de noche, debo abandonar esa casa lo más pronto posible.

[...]

Finalmente logré llegar a mí antiguo hogar sana y salva, busqué en el bolsillo de mí abrigo las llaves para abrir la puerta, todo está tal y como lo dejé el día que me fui.

—Por fin regresas —oí desde el comedor.
Mis manos soltaron automáticamente las valijas, quedé en shock al oír su voz dentro de mí casa.
—S-si, creo que extrañaba aquí —intenté disimular lo más que pude el hecho de que lo deseo fuera de mí propiedad.
—Y qué, ¿te aburriste de jugar con ese bastardo y por eso vuelves?

No estoy volviendo contigo... ¡es mí casa imbécil!

—Tambien te extrañaba a ti —maldije por dentro, de este modo no me lo sacaría de encima jamás.
¿A caso estoy buscando morir?
¡Reacciona, maldita sea!
—Entonces ¿vas a quedarte? —preguntó asomando su imponente complexión a la sala de estar.
—Definitivamente...

Mis piernas comenzaron a flaquear cuando Jeff tomó cercanía hacia mí, parecían no responder, pues quería salir corriendo de allí, sin embargo no podía hacerlo.

—Perdóname —fue lo que salió de entre sus labios, sujetó mí rostro entre sus manos para mirarme fijamente, aquellos ojos... por más que intente buscar... no encuentro absolutamente nada allí.
—¿Perdonarte? —le miré.
—Sabes que jamás quise hacerte daño —murmuró—, es que a veces... las voces... ¡no controlo lo que ellas me dicen! —gritó sujetando su cabeza.
—Está bien —interceptaste al abrazarlo—, calma.
—Quédate, conmigo —suplicó.
—Jeff, yo-
—Lo sé, ¡lo sé, maldición! —solloza para alejarse de mí con brusquedad— ¡Se lo que hice! ¡y no estoy orgulloso de ello!
—Todas las cicatrices que tengo... tu las causaste —el pelinegro se volteó a verme, se deshizo de mi abrigo con rapidez, y me tomó por los hombros para darme la vuelta y levantar mí blusa—. ¡¡Jeff!! —exclamé atemorizada al sentir mí espalda al descubierto.
—Todo esto... lo hice yo... —sentí sus dedos pasar por cada una de las cicatrices que me dejó, para finalmente bajar mí blusa.
—¿A caso no lo recuerdas? —pregunté incrédula al voltear a verlo.
—Sólo... perdóname por favor —me abrazó—, eres mí muñequita... no podría continuar si no te tengo. ¡Prometo ser mejor para ti! ¡lo juro!

Quizás el que Jeff recapacite solucione todos mis problemas... ya no debería temer por mí vida, y Darkar y Mecoboy estarían a salvo.

—Mírame —ordené—, te daré una última oportunidad, ¿comprendes? —acaricié su mejilla.
—Es lo único que necesito.

Jeff se me acercó, rodeó mí cintura con ambos de sus brazos con sutileza, continúe abrazándolo por el cuello, me sorprendí al no ver su sudadera repleta de sangre, ni su cabello manchado con aquella sustancia tampoco.

—No saliste hoy... —comenté nerviosa a causa de nuestra cercanía.
—Sabía que vendrías, estaba esperándote.

Entonces me beso, pero no se trató de esos besos repletos de lujuria que recordaba de él, se trató mas bien de un beso tranquilo, con una pizca de inocencia si se quiere.

Un beso de bienvenida, quizás.

Darkar... me quedaré ahora, estaré bien, espero que tu lo estés también... y por lo que más quieras, no me busques, por favor.