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Capítulo 7: Felicidad

!Hola!

Tengo dos noticias que informar, una buena y una mala.

La buena es que la parte "ZzZzZzZz" de la historia termina con este capítulo.

La mala es que ahora los sucesos continuarán a partir de el primer capítulo.

La humanidad recibirá un importante recordatorio.

No sé olviden de votar y comentar.

...

[1 año más tarde, Año 844, Narrador Yo]

El resoplido de los caballos combinado con el de las ruedas moviéndose, era lo único que se podía escuchar en aquel prado.

Me encontraba montado en la parte trasera de una carreta, la última de la caravana, para así poder apreciar mucho mejor todo el paisaje.

Estabamos entrando en la estación de otoño, por lo que era muy reconfortante sentarse y mirar tranquilamente el hermoso paisaje que la naturaleza podría ofrecer.

Los mejores atardeceres se daban en esta época, pues con las hojas secas de los árboles, el sol en su apuesta y el cielo tornándose de naranja, nos daban la impresión de un hermoso atardecer de fuego.

Eso era lo que me mantenía observando por el momento.

—Es tan hermoso...—

Escuché murmurar a la voz de mi acompañante.

—Si...—

Respondí.

En ese momento mire a mi lado.

Quien me acompañaba esta vez era Rico.

Nos dirigíamos hacía Shiganshina, en dónde mi familia residía.

Después de el primer año sirviendo en las Tropas de Guarnición, por fin nos habían dado un tiempo de vacaciones y quise aprovecharlo para visitar a mis padres y mi pequeña hermana.

Le ofrecí a Rico acompañarme debido a que ella al no tener a ningún familiar pensaba pasar estás vacaciones en solitario. Lo cual se me hizo demasiado triste y decidí traerla conmigo.

Así podría relajarse un poco más y se que mi familia no tendrá problemas en recibirla.

Por otro lado, aparte de obtener mis vacaciones, también se me da la oportunidad de solicitar mi cambio de puesto, por lo que terminado esto tal vez lo solicite.

—¿Hace cuánto que no ves a tus padres?—

Rico me preguntó después de un momento.

—Mucho más de un año—

Trate de recordar y la última vez que los ví fue hace 1 año y 2 meses, tal vez más.

Tengo muchas ansias de reencontrarme con ellos nuevamente.

Ella no dijo nada más.

—¿Crees que Ian y Mitabi visiten a sus familias?—

Tratando de hacer una conversación, le pregunté con algo de casualidad.

Ella alzó las cejas y luego volvió su mirada al atardecer.

—Supongo que sí—

Ellos eran originarios de otro distrito al este, por lo cual tomamos caminos separados, al parecer Rico también procedía de allí pero no quizo acompañarlos.

Deben tener sus razones y a mí me gusta respetar la privacidad de las personas, por lo cual no pregunte nada al respecto y lo tome con mucha naturalidad.

El resto del camino lo pasamos en silencio, ninguno tenía un tema de conversación y yo estaba muy ocupado apreciando la naturaleza como para preocuparme de algo más.

De hecho, me gustaba mucho un ambiente así, me sentía muy tranquilo.

Después de tanto entrenamiento y servicio, unas vacaciones no vienen para nada mal.

Tal vez Rico se sienta como yo, por lo que no quería interrumpirla.

Me recuerda mucho a mi, así que la comparo conmigo, espero no equivocarme. Pues de otro modo para ella tal vez está situación pueda ser incomoda y no tan tranquila como yo lo imagino.

Decidí mirarla un poco.

Para mí sorpresa se había dormido.

Tal vez por eso todo se sentía tan tranquilo y para nada incómodo.

Tome una manta y cubrí su cuerpo con ella, la temperatura comenzó a bajar.

La observé por un momento, estaba de perfil y podía observar sus facciones tan hermosas.

Si tuviera que compararla con alguna nacionalidad de mi mundo, diría que ella se parece un poco a las mujeres de la Madre Rusia. Hasta su apellido se me hace algo similar, aunque a la vez no.

De hecho ella es muy extraña, al igual que yo.

Ambos tenemos apellidos que no tienen nada que ver con la mayoría de aquí, pues la mayoría de los apellidos de este mundo son del tipo alemán, al menos a eso me recordaban.

No sé de qué procedencia sea mi apellido de sangre, pero el adoptivo "Dreyar" era muy poco común.

Y el "Brzenska" también era poco escuchado.

Tenemos muchas cosas en común, lo cual por alguna razón me hace feliz.

Anteriormente también existían personas que compartían mis mismos gustos, pero era muy extraño encontrarlas.

Aquí tuve la fortuna de encontrar a Rico en nuestro reclutamiento, aunque nuestra relación ha ido muy lento.

Puede ser debido a que somos tan similares que nos cuesta tanto congeniar.

De todos modos no me interesa nada que involucre el romance, de momento no tengo tiempo para ello. Tan solo debo concentrarme en seguir avanzando en mis objetivos, tener una familia sin duda es de los últimos que tengo.

Repentinamente las carretas se detuvieron y tuve que despertar a Rico.

Teníamos que dar nuestra documentación en la entrada al distrito, además de que el viaje solo incluía llevarnos a la entrada, así que todo había concluido.

Me ofrecí a llevar nuestro equipaje, no era demasiado, solo lo básico.

La noche apenas comenzaba y Shiganshina comenzaba a iluminarse.

Todo era tan diferente a estar en Trost, de repente podías escuchar algunos estruendos y los soldados eran más activos por las murallas.

Esto debido a que era uno de los Distritos exteriores, por lo que la presencia de Titanes era un hecho.

Caminamos por un rato hasta que di con la dirección.

La casa de mis padres estaba en una de las zonas algo ricas del Distrito.

Solo sonreí un poco mientras negaba con la cabeza.

—¿Aquí es?—

Pregunto Rico quién estaba observando la casa de arriba hacia abajo.

—Si...—

Dejé nuestras maletas en el suelo por un momento y toque un par de veces.

Escuchamos unos pasos acercándose y después la puerta fue abierta.

Ahí, en todo su esplendor se encontraba mi amada madre.

Ella cubrió un poco su boca de la impresión y después me abrazo, yo hice lo mismo.

Al poco rato llegaron mi padre y hermanita. Salude a mi padre con un breve abrazo y después Jenell vino hacia mi, se sostuvo sin intención de soltarme.

Con Jenell en brazos tuve que presentar a Rico.

—Madre, padre, ella es Rico Brzenska—

La mencionada solo hizo una pequeña inclinación de cabeza en forma de respeto.

—Oh, mucho gusto Rico—

Mi madre fue la primera en hablar y saludar a Rico con un pequeño abrazo, después de eso sostuvo sus manos con las de ella. La miraba a ella y después a mi, repetidamente. Parecía querer preguntar algo, pero no podía formularlo.

—¿Es tu novia?—

En ese momento, mi padre hizo la pregunta de forma directa, mi madre le miro con algo de molestia.

Yo solo sonreí al ver sus interacciones.

—¿La novia de mi hermanito?—

Jenell separó un poco su mirada de mi y miro a Rico.

Ella se había quedado algo paralizada.

Decidí acabar con tal malentendido.

—Por favor, solo incomodan a mi invitada—

Trate de que olvidarán un poco el tema.

Mi madre captó rápidamente y nos dieron pasó al hogar.

Me dijeron acerca de una habitación extra para Rico, mi madre se ofreció a mostrarle en dónde sería.

Yo fui a la habitación que me habían asignado, al entrar me sentí con algo de paz.

Me acosté en la cama por un momento, suspiraba de alegría pues mis músculos y todo mi cuerpo se relajaban.

—Veo que no te va nada mal—

Repentinamente, como hace tantos años, el tiempo pareció detenerse.

Aquella voz que no había escuchado en tanto tiempo pero que a su vez no podía olvidar, hablo con tanta naturalidad.

—¡Dios!—

Exclamé con sorpresa al saber nuevamente de él.

Dijo que me visitaría en el futuro, pero no pensé que después de tanto tiempo.

—Ahora eres Ethiel, ¿Cierto?—

—Así es—

Sonreí con mi mirada, si es que eso era posible. Era lo único que podía hacer, pues todo mi cuerpo estaba paralizado.

—Si te soy sincero…—

Extrañamente, la voz de Dios se hizo mucho más seria a partir de eso.

—Pensé que no sobrevivirías mucho tiempo—

—¿Eh?—

Eso me había caído como un balde de agua fría.

—Me alegro mucho por ti, Ethiel, pero ten cuidado—

Su voz comenzaba a alejarse.

—Este mundo es muy peligroso y... Cruel—

Después de eso, todo volvió a la normalidad.

Cuando lo hizo me levanté rápidamente y comencé a inspeccionarme de arriba hacia abajo.

Mis manos temblaban un poco. El tono que ocupo en esa última frase no me dió muy buena espina.

—¿Qué quieres decirme Dios?—

Mire el cielo a través de la ventana en busca de respuestas.

[1 semana después]

—Por favor, pase—

Una hermosa joven me indico por fin que podía pasar a la oficina del comandante de este Distrito.

—Disculpe, ¿podría pasar también mi compañera? Hemos venido a lo mismo—

Dije señalando a mi fiel acompañante, Rico.

¿Qué diablos hacía en la oficina del comandante de este Distrito?

Bueno, eso es simple, quería subir el muro y mirar con mis propios ojos el exterior.

Para esto debíamos tener un permiso y al ser soldados era muy probable conseguirlo.

Rico se ofreció de voluntaria para acompañarme, de cualquier forma no había mucho que hacer en casa.

—Claro, está bien—

Dijo la señorita con una sonrisa. Le agradecí de la misma manera y ambos nos dimos pasó en la oficina.

Al entrar hicimos el saludo militar.

—Descansen—

Indico el comandante y lo hicimos, después nos señaló un par de sillas frente a él.

Tomamos asiento y procedió a leer unos papeles, eran las peticiones que habíamos enviado con la señorita secretaria.

—Solo tengo una pregunta, ¿Por qué quieren subir al muro?—

Si voz reflejaba algo de incredulidad.

—Para apreciar el exterior y ver directamente a los enemigos de la humanidad, señor—

Respondí de forma muy directa.

Ahora que lo pienso, nunca he visto un titán en persona, solo a través de dibujos mal hechos de historia. Dicen que son similares a nosotros, pero con características diferentes en su anatomía y fisiología.

No tenían aparato reproductor y al parecer tampoco contaban con sistema digestivo, pues carecían de recto.

Eran mucho más grandes que un humano normal y podían regenerar sus heridas a menos que les hicieras un gran daño en su punto vital, la nuca.

Pero solo eran cosas que había leído y que me habían contado, no lo había experimentado en realidad.

—Bueno...—

Tomo una pequeña cajita de su escritorio, al parecer eran unos sellos.

—La verdad es poco usual que los soldados que vienen del interior quieran ver a los Titanes—

Comenzó a escribir y sellar unos papeles de medianas dimensiones.

—¿Por qué, señor?—

Pregunté, aunque la respuesta era obvia.

—Miedo—

Pero antes de que el comandante pudiera responder, Rico se adelantó.

El comandante la miro con algo de sorpresa, yo también lo hice. Ella permanecía tan seria como siempre.

Poco después el comandante volvió a los papeles, en dónde solo comenzó a firmar.

—Así es—

Dió el visto bueno a la respuesta de Rico.

Cuando terminó de firmar, nos entrego el papel a cada uno.

—Con esto podrán subir sin ser detenidos—

Dijo y solo nos levantamos para agradecerle con una reverencia.

—Nos retiramos, señor—

Dije haciendo nuevamente el saludo militar junto a Rico y nos dimos vuelta hacia la salida.

Pero antes de salir, la voz de comandante me detuvo.

—Nos encantaría tenerlos aquí, nos hace falta gente como ustedes—

Menciono.

—Cuente con ello—

Justo después, ambos salimos completamente.

Antes de ir al muro, pasamos a mi hogar por nuestro equipo y algunas cosas más.

Así es, el equipo era prácticamente nuestro, por lo que se nos permitía llevarlo incluso en nuestras vacaciones.

Después de eso, fuimos al muro.

[Muro exterior, Shiganshina]

Estaba tan emocionado por subir que lo hice muy rápido. Sin darme cuenta ya estaba en la parte de arriba del muro.

Todo era algo muy nuevo. El paisaje que se podía ver era simplemente hermoso y diferente a lo que sería estar dentro de los muros.

Había extensas llanuras y se podía respirar un aire muy fresco.

Rico también se había quedado sin palabras.

Un soldado llegó rápidamente con nosotros, solo le dimos los permisos y dejo de molestar.

No podíamos dejar de mirar otra cosa que no fuera el añorado mundo exterior.

—Esto es lo que hay más allá—

Escuché murmurar a Rico.

—No es solo esto, es un mundo muy extenso y lo mejor es que no ha sido tocado por el ser humano—

Estaba tan emocionado. Saque una pluma y una tabla de madera con papel.

—¿Qué podría haber?—

Me preguntó.

—Aparte de esta asombrosa libertad, es un mundo completamente lleno de maravillas. Hay glaciares gigantes, volcanes que expulsan lava y el inmenso mar—

Explique mientras dibujaba el paisaje de ese momento, le mostraría los dibujos a Jenell.

—La verdad no entiendo nada, pero  se escucha muy bien, ¿Qué es el mar?—

Me preguntó y recordé algo muy importante.

Era cierto, nunca habíamos visto el mar y era imposible hablar de él. La gente, o mejor dicho, el gobierno prohibía cualquier relato sobre el mundo exterior.

Lo que yo decía eran suposiciones basadas en mi mundo anterior, pero eso no me salvaba de ser considerado un hereje y ser asesinado por eso.

—Sientate junto a mi—

Pedí mientras daba unos golpecitos al piso, a un lado de mi.

Ella lo hizo y me miró atentamente.

—Son cosas muy peligrosas de contar, pero al menos te diré lo que es el mar—

Ella asintió comprendiendo la situación.

—El mar es una gran extensión de agua, pero está agua es completamente salada. No puede ser bebida por los humanos, pero aún así es hermoso. Hay una gran cantidad de animales en él—

Había puesto una mirada pensativa, supongo que estará imaginando lo que le acabo de contar.

—¿Eso está más allá de esto?—

Pregunto y yo solo asentí.

Después de eso me dejó seguir dibujando y se sentó algo alejada de mi posición, seguía mirando todo el paisaje.

Termine de dibujar y a mi parecer quedó muy bien.

Aunque no lo pareciera, era un experto en dibujar.

Pero me faltaba algo más.

Escuchaba leves golpes en la orilla exterior. Me acerque lentamente a esta.

Cuando mire hacia abajo, uno de ellos también me miraba fijamente, un titán.

De primer momento me impacte, parecían sacados de una película de terror. Nos separaban al menos 40 metros de altura y aún así no podía evitar retorcerme por mirarlo, no me quería imaginar cuando los tuviera de frente. Aunque es algo que tendré que superar con el tiempo.

La primera impresión que tuve de ellos fue, grotesco.

Tenían miradas sin expresión, pero sus caras estaban adornadas con repugnantes sonrisas. Estaban desnudos y carecían de inteligencia pues lo único que hacían era chocar con el muro tratando de derribarlo, eran estúpidos.

Dibuje esa escena, esto tal vez no se lo pueda mostrar a Jenell, pero se quedará como un recuerdo.

—¿Por qué los dibujas?—

Rico me preguntó.

—Es... Un recuerdo—

Me quedé pensando pues intentaba darle un significado, pero no tenía ninguno.

Ella no hizo más preguntas.

—Deberías hablar más—

Me reí por lo sería que era.

En mi mundo yo tampoco fui muy activo, de hecho, no entiendo muy bien porque soy más activo después de morir. Es muy gracioso, muchas cosas raras me parecen graciosas.

Cuando termine de dibujar decidimos abandonar la muralla e ir de vuelta a la ciudad.

Vimos a muchos soldados en nuestro camino e incluso vimos a la tan legendaria Legión de Reconocimiento.

Bueno, era legendaria para mí.

Su comandante tenía una mirada de hierro, al igual que todos sus soldados, nadie parecía tener miedo de salir y poder morir en cualquier momento.

Ellos eran fuertes, mucho más que un simple mocoso como yo. Mi objetivo es ser tan fuerte como ellos.

Cuando terminamos de observar su salida, regrese a la casa junto a Rico.

Aproveche para visitar a Jenell en su cuarto, podría enseñarle los dibujos que llevaba para ella.

—¡¿Eso es allá afuera?!—

Ella estaba tan emocionada.

—Así es—

Conteste con una sonrisa, verla feliz me llenaba de alegría.

—¿Había Titanes?—

Cuando pregunto eso, me quedé pensando por un momento en si enseñarle o no los dibujos.

Ella no estaba preparada para eso.

—No... No había ninguno—

Su mirada de entristeció un poco.

Apreté los puños mientras sostenía mi porta papeles con fuerza.

—Pero en otra ocasión podré mostrarte algunos dibujos de ellos—

Trate de animarla con una sonrisa.

—En esa ocasión podré verlos de verdad—

—¿Eh?—

Aquello me dejó algo aterrado.

—¡Si! ¡Seré como tú, hermanito!—

—¡NO!—

Cuando me di cuenta del gran grito que había pegado, me regañe mentalmente.

Jenell se había ocultado con sus sábanas algo lejos de mi.

Era tan estúpido, no podía gritarle de esa forma a un niño y esperar que no se asusté, pero aún así, lo que ella había dicho me hizo hacerlo de mi propio miedo.

Respire un poco antes de hablar.

—Lo siento Jenell...—

Dije con una voz suave, pero ella seguía de la misma forma.

—Eres muy pequeña y tal vez no sepas lo que dices o lo que quieres. Pero como tú hermano mayor debo guiarte y aconsejarte sobre lo que estás diciendo—

Me acerque un poco a su lado y saque el dibujo que había tomado de los Titanes.

Se lo mostré y ella parecía haberse quedado paralizada de verlo, lo suponía.

Yo siendo un adulto me había aterrado, era imposible que ella no lo hiciera.

—Esos son los Titanes, el enemigo común de la humanidad—

Ella seguía sin hablar.

—Un niño no debería ver estas cosas, pero si quiero hacerte comprender debo mostrartelo—

Guarde nuevamente el dibujo.

Ella pareció recobrar el sentido.

—Dijiste que no había ninguno—

—Porque no debías verlos—

Ella se descubrió un poco, aproveche para acariciar un poco su cabeza y continuar hablando.

—Me hice soldado no por capricho mío, lo hice para poder protegerte a ti, a mamá, a papá y a toda la humanidad. Sería muy frustrante verte en el lugar del que intentaba protegerte—

Ella solo me miró y sonrió.

—Debes hacer una promesa o no estaré convencido—

Exigí mirando a mi pequeña hermana directamente a los ojos.

Ella dió un brinco y se paró delante de la cama.

—¡Lo prometo!—

Sus palabras me habrían dejado tranquilo si tan solo las hubiera dicho en otra posición.

Pues ella estaba haciendo el saludo militar.

—¡Jenell!—

Regañe y ella solo empezó a reír, después le seguí el juego. Por más que quiera ser duro con ella me era imposible.

Mi hermana y mis padres son lo más preciado que tengo en este mundo.

El día en el que ellos no estén, una gran parte de mi habrá muerto, no, todo de mi morirá con ellos.

[1 mes después]

—¿Enserio deben irse?—

Pregunto Jenell con un semblante triste.

Nos encontrábamos todos en la entrada de la casa.

Había pasado un mes y nuestras vacaciones terminaron, Rico y yo debíamos volver a Trost.

—No será por mucho tiempo—

Me agache a la altura de mi hermanita.

—La próxima vez me verás muy seguido por aquí, tanto que incluso puedas hartarte de mi presencia—

Sonreí.

—Eso jamás pasará—

Ella me abrazo, yo hice lo mismo.

Después de un momento me levanté e hice lo mismo con mis padres.

—Cuidate mucho, hijo—

Me dijeron ambos.

Solo asentí y Rico de igual manera se despidió sutilmente de ellos y nos marchamos.

Antes de desaparecer por completo de su vista, los mire una última vez.

Pero mientras lo hacía, una especie de visión de manifestó. Fue tan rápida que no podía recordarla, lo único que reconocí fue el color de la sangre.

Sacudí mi cabeza, tal vez solo fue producto de mi imaginación.

[Año 845, Distrito Shiganshina, 4 meses antes de "La Caída"]

Poco tiempo después de volver a Trost pude solicitar mi traslado. Fue muy rápido y por fin ingresé a las fuerzas de Shiganshina.

Ahora podía estar cerca de mi familia.

Mis amigos hicieron lo mismo que yo, cuando les pregunté sus motivos solo dijeron que nuestra promesa tenía que mantenerse, les di la razón, pues yo tampoco quería separarme de su lado.

Cada que teníamos vacaciones o algo así, ahora no salía a ningún lado y lo pasaba con mi familia.

Rico se familiarizó con mi familia, al parecer ellos esperan poder convertirla en una buena esposa para mí. Insistí en que no era necesario, pero a una madre jamás puedes decirle que no.

Tan solo un mes después después de mi traslado fui ascendido de puesto.

Ahora era un Líder de Escuadrón y tenía a ciertos hombres bajo mi mando.

Esto fue debido a que al parecer vieron mi gran potencial y valentía para asesinar a los Titanes, no lo comprendía pues solo cumplía con el trabajo establecido. Tal vez nadie hacía ese trabajo.

En primera instancia tuve de subordinados a Mitabi, Ian y Rico, pero progresaron tan rápido junto a mi que también fueron promovidos de rango.

Ahora los cuatro éramos los líderes de escuadrón y solo obedeciamos a nuestro oficial superior quien era el encargado del Distrito, el comandante de hace tiempo.

La vida era mucho más activa, pero eso me gustaba, para esto me había enlistado.

Debo admitir que asesinar Titanes no fue nada fácil al principio, tenía miedo, pero poco a poco fue desapareciendo.

Y ahora...

—¡Va el último!—

Grite mientras cortaba la nuca de otro titán.

Mi escuadrón y yo habíamos eliminado a varios en la zona, ese parecía ser el último.

—Hemos terminado con todos, señor—

Me informo uno de los chicos bajo mi mando.

—Buen trabajo—

Les felicité con una sonrisa.

Eran tres jóvenes, demasiado jóvenes. Me recordaban a mi hace tan solo 3 años.

Que por cierto, había cumplido 18 años hace poco, en mi mundo apenas y sería un mayor de edad, aquí ya era un viejo.

—La siguiente ronda la invitó yo—

—¡Si!—

Les había contagiado mi adicción al alcohol a estos pobres muchachos, tal y como Ian me contagio a mi.

—Vamos a informar—

Dije mientras comenzaba a correr de nuevo a la entrada del muro.

El aire chocaba con mi cara y el sol me saludaba con delicadeza.

Esto me dejaba en mucha paz, era como una droga para mí.

Mi vida ha sido muy feliz y espero que pueda seguir así.

Es decir, todo va perfecto, nada puede salir mal...

¿Verdad?

...

Espero que hayan disfrutado de todo esto, pero todo cambiará de ahora en adelante.

La historia continuará después de los sucesos de el primer capítulo.

Nada volverá a ser igual.

Nos vemos hasta la próxima.

Bye bye ^^

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