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Capítulo 12: Legión de Reconocimiento

Y después de un siglo, ¡He vuelto con más!

La razón la puse al pie del capítulo, por si quieren leerla XD.

Sin más, los dejo disfrutar, si es que lo disfrutan haha.

...

[Un día después, Narrador Yo]

—¿Está usted seguro de este repentino cambio?—

Preguntó con seriedad el hombre frente a mi.

Era el Comandante Supremo de las Tropas de Guarnición, Dot Pixis.

Tuve la fortuna de poder coincidir con el y así poder agilizar mi cambio de rama, de otro modo tendría que esperar meses de trámites sin sentido.

No me lo había dicho directamente, pero debido a las malas voces y a mis suposiciones, el comandante parecía estar en Trost asegurándose de que los nuevos planes de acción se fueran a implementar con eficacia.

A su lado estaba mi antigua compañera de entrenamiento, Anka Rheinberger.

Ella había cambiado mucho en los últimos dos años, seguia teniendo el mismo corte y estilo, pero su rostro, su mirada y su posición firme indicaba lo inteligente, madura y disciplinada que se había vuelto.

Tal vez esa sea la razón por la que ahora mismo era la mano derecha del comandante, ella pareció reconocerme desde el primer instante que entre a la sala y lo confirmó al escuchar mi nombre para presentarme al comandante, pero a pesar de todo, no cambió su cara en un solo instante, solo me miró de reojo y yo lo devolví con una sonrisa que nadie más vió.

Me sorprendió que me reconociera aún sin haber escuchado mi nombre, es decir, había cambiado mucho mi apariencia en el mal sentido. Dejé de rasurar la barba que me crecía casi al instante, deje que mi cabello fuera más largo y debido al alcohol y las pesadillas que no me dejaban dormir mi rostro se había vuelto un desastre, sin el uniforme y mis documentos podría haber pasado como un simple vagabundo.

—Así es, señor—

Respondí a la pregunta del comandante.

No estuvo satisfecho con mi respuesta. Solo suspiro y caminó alrededor de la oficina, mientras Anka y yo lo seguíamos con la mirada.

—Las Tropas de Guarnición jamás habían tenido a un combatiente tan hábil, fuerte y lleno de determinación como lo eres tú, Ethiel—

Escuchar esas palabras del mismísimo comandante me llenaban totalmente de orgullo.

—Siempre había querido conocerte en persona y ver qué clase de hombre serías...—

—Me halaga señor, muchas gracias—

Dije con una sonrisa, pero se esfumo cuando ví al comandante poner una mirada de decepción.

—Ahora me doy cuenta de que solo eres un estúpido—

—¿Eh?—

Ahora el tono de sus palabras habia cambiado totalmente, hablaba con algo de decepción, seriedad y un posible enojo.

—La Legión de Reconocimiento se ha llevado a varios de nuestros mejores soldados y todos han muerto, todos conocen el peligro que radica salir al territorio de los Titanes y me sorprende que aún haya estúpidos como tú que quieran hacerlo—

No cambie mi expresión, pero mi mandíbula estaba totalmente rígida ante sus palabras.

—Aún tienes oportunidad de pensarlo y...—

—No, señor—

Interrumpí sus palabras antes de que pudiera terminar.

—Estoy completamente seguro de mi decisión, pues es lo que creo correcto en estás circunstancias—

Permaneció en silencio, mirándome directamente a los ojos, hasta que pude ver una leve sonrisa de su parte y volvió su cara hacia los documentos correspondientes.

Solo comenzó a firmar y sellar los papeles con tranquilidad.

Hasta que terminó me entrego una sola hoja.

—Tu cambio de rama está listo, solo regresa el uniforme actual y puedes ir a tu nuevo cuartel—

Me dijo, inmediatamente le entregué el uniforme y me dirigí a la salida, no sin antes darle una mirada por última vez a Anka.

Cabe aclarar que el uniforme solo era la chaqueta, así que no me quedé completamente desnudo.

—Te deseo suerte—

Antes de salir, escuché provenir aquellas palabras del comandante, sorpresivamente su actitud ahora parecía más tranquila.

—Gracias—

Respondí educadamente y con una sonrisa, la necesitaría.

Después de eso salí hacia mi nuevo destino...

La Legión de Reconocimiento.

[Narrador normal]

Una vez Ethiel había dejado la oficina, el comandante tomo un largo suspiro y soltó una carcajada.

Su mano derecha, Anka Rheinberger, le miro con algo de extrañeza.

—¿El fue tu compañero de entrenamiento?—

Pregunto y ella solo asintió.

—Debo decir que tú generación sin duda es la de mayor potencial hasta el momento—

Murmuró para si mismo.

—Creo que grandes cosas se vienen—

—¿Por qué lo dice?—

Preguntó Anka y solo vio como el comandante tomaba su botella de vino y servía un poco en su copa.

Solo le miro con algo de desaprobación.

—Tiene su misma mirada—

Dijo dando un trago a su copa, pero Anka no entendió tal expresión y no se interesó por preguntar.

Solo estaba segura de que tal y como dijo el comandante, grandes cosas vendrían de ahora en adelante.

Solo esperaba que Ethiel estuviera bien en todo ese tiempo.

[Comedor de las Tropas de Guarnición]

—¡Ese idiota!—

Grito una Rico furiosa mientras daba un fuerte golpe a la larga mesa.

Eso llamo la atención de todos en el comedor, por lo cual Ian tuvo que intervenir para tranquilizarla.

—Cálmate un poco, Rico, Ethiel seguramente...—

Pero se detuvo cuando ella le dió una mirada fulminante, más de uno tembló debido a esa cara.

—Será mejor guardar silencio—

Dijo Mitabi a su lado, el cual solo comía tranquilamente con los ojos cerrados, parecía el menos preocupado de los tres.

Hace un día Ethiel había decidido desertar de las Tropas de Guarnición, suponiendo un duro golpe para dicha rama y para sus amigos cercanos.

—Ni siquiera tuvo la decencia de despedirse—

Dijo nuevamente la chica.

Ian bajo un poco la cabeza debido a ese comentario, pues no habían tenido contacto con Ethiel desde entonces.

—Cuando lo vea...—

—Tal vez no lo veamos nuevamente—

En ese momento Mitabi la interrumpió.

—¿Eh?—

Ambos amigos le miraron con duda y Rico con una mezcla de molestia.

Mitabi lo noto, pero solo se sirvió algo de vino y bebió un poco para después continuar.

—Saben del índice de mortalidad que tiene la Legión de Reconocimiento, Ethiel lo sabía y aún así fue... Es como si quisiera morir—

Rico se acercó a él con ganas de golpearlo ante tal declaración que acababa de hacer.

Mitabi entonces solo calló y cerró los ojos esperando su reprimenda, pero nunca llegó.

Por otra parte, solo escuchó un llanto frente a él.

Abrió los ojos y vió como Rico lloraba con ambas manos en su cara.

La miró con algo de lastima, al igual que Ian.

—Siempre fue un idiota—

Murmuró mientras lo maldecia por hacerla sentir de esa forma.

¿Porqué simplemente no podía quedarse a su lado?

Todas las personas cercanas a ella parecían alejarse de una u otra forma.

Era como si el amor y el cariño la hubieran dejado sola en el mundo.

Comenzaba a preguntarse si algún día podría conseguir la verdadera felicidad, una que ni sus padres le habían podido dar.

Si tan solo... Ethiel.

[Cuartel provisional de la Legión de Reconocimiento, Narrador Yo]

Había llegado al lugar y me sentía completamente decepcionado y furioso por tal trato a la Legión de Reconocimiento, es como si no fueran considerados una rama oficial de el ejército de las murallas.

Llamar a tal lugar cuartel, era una ofensa para los verdaderos cuarteles.

Cuando llegue, lo primero que note es que todos estaban en constante actividad, moviéndose de un lado a otro con diversos asuntos.

Lo segundo fue que el lugar solo eran un par de establos descuidados, al parecer lo "único" que las Tropas de Guarnición pudieron "prestar" a la Legión de Reconocimiento.

Y lo resalto tanto porque estoy seguro de que todavía tienen el cinismo de cobrar la estadía en tal lugar.

Rápidamente se notaba la total desigualdad.

El cuartel ahora era de los caballos, pues ese era su propósito principal, todo adentro estaba totalmente apretado en cuanto a caballos y soldados que vivían juntos.

Observé hacia todos lados tratando de encontrar el lugar donde estaba instalado el comandante, pero me fue difícil reconocerlo debido a que a diferencia de los demás, este no se encontraba en una oficina, sino que estaba trabajando tanto como cualquier otro soldado.

Lo reconocí debido a que no había cambiado tanto en apariencia al año anterior que fue la última vez que lo ví, además de que también se le acercaban otros soldados reportando la situación o pidiendo otras indicaciones.

Esto no se me hizo extraño, pues antes había escuchado que en la Legión de Reconocimiento la segregación de clases era inexistente y que todos trabajaban bajo las mismas condiciones.

Lo cual era otro punto de mi admiración.

Solo me a acercar lentamente hasta estar frente a él.

—Señor...—

Saludé y este volteó a verme.

—¿Quién eres tú?—

Preguntó con seriedad.

—Ethiel Dreyar, voluntario para la Legión de Reconocimiento—

Dije con firmeza.

Me miró por unos momentos hasta que volvió nuevamente a su labor.

—Bueno, Ethiel, hay mucho trabajo que hacer así que busca un uniforme por allá...—

Señalo un lugar libre de caballos a diferencia de los demás.

—Y ven aquí nuevamente para asignarte una tarea—

—¡Si, señor!—

Dije mientras rápidamente me dirigía al lugar indicado.

Esto era justamente lo que buscaba, un lugar activo, libre de tantas formalidades y sin bienvenidas absurdas.

Bueno, además de que estaba claro que no había tiempo para tales cosas.

Solo espero hacerlo bien para lo que viene.

[Un día después, Narrador Normal]

A Ethiel se le fue asignado un caballo como a todos los demás soldados.

Los caballos de la Legión de Reconocimiento eran diferentes a cualquier otro, eran especiales.

Eran caballos de raza especial, los cuales han sido cuidadosamente criados para soportar varias horas de trayecto sin comida ni agua, mantener una velocidad máxima de 80 km/h durante las expediciones y conservar un buen temperamento, incluso si hay titanes cerca.

O al menos eso fue lo que los soldados más veteranos le dijeron al hacerle entrega del susodicho, el cual era un hermoso ejemplar completamente oscuro que le hacía destacar sobre los demás.

Ahora se encontraban en una plaza, lugar donde se repartían las provisiones a los refugiados.

Todos aquellos hombres y mujeres mayores de 15 años habían sido trasladados al lugar.

Los soldados estaban alrededor de los refugiados, como una guardia impenetrable, mientras otros curiosos de las Tropas de Guarnición observaban las cosas con curiosidad.

Los murmullos de las personas no se hacían esperar, algunas estaban asustadas y otras solo estaban curiosas.

Había una pequeña tarima en un rincón del lugar, dónde después de unos minutos el Comandante de la Legión subió.

Todos guardaron silencio de inmediato.

Un soldado llegó a lado del comandante y le entrego un papel enrollado que posteriormente desenrolló.

Aclaró su garganta y procedió a leer el documento.

—¡Por orden del Rey de Los Muros, a todos los refugiados, hombres y mujeres mayores de 15 años, junto a la Legión de Reconocimiento se nos ha asignado la Misión de Reconquista de la Muralla María!—

Cuando terminó de decir eso, todas las personas habían dado un grito ahogado.

—¡La misión debe efectuarse el día de mañana en punto de las 06:00 horas!—

—¡¿Pero como se supone que deberíamos ir a pelear, si no tenemos ni siquiera un arma adecuada?!—

Fue la protesta de varios.

La gente comenzó a apoyar esas palabras y el ruido comenzó a aumentar, aún así, los soldados permanecieron tranquilos.

—¡Quien no cumpla con la orden correspondiente será ejecutado públicamente en esta misma plaza!—

El comandante no respondió a la pregunta de nadie.

—¡Esto es una injusticia!—

—¡No pueden hacernos esto!—

A pesar de ser una orden real, la gente ya no creía lo suficiente en su gobierno el cual solo había tomado muy pocas medidas para ellos en los días de más crisis.

El comandante solo dió media vuelta a punto de irse, hasta que alguien más intervino subiendo en la tarima junto a él.

[Narrador Yo]

—¡Oigan!—

Grite lo más fuerte que pude para contrarrestar un poco los gritos de protesta de todas las personas.

Al parecer había funcionado, pues todas las miradas estaban sobre mi, incluyendo las de mis nuevos compañeros y la del comandante que se encontraba a mi lado derecho.

Solo había subido a la tarima por mero impulso, por lo que me puse un poco nervioso debido a tanta atención, pero no podía dar ningún paso atrás.

Mire fijamente a todos y pude reconocer la cara de alguien, era el abuelo de Armin, el cual estaba serio a diferencia de todos los demás que estaban totalmente asustados.

Sentí algo de lastima por todas las personas que serían enviadas a morir.

—¡Todos ustedes tienen aún tienen una familia o tal vez lo perdieron todo como varios de los que pudimos escapar a duras penas de la invasión de los Titanes. No importa cuál sea su situación, es innegable que aún tienen muchas por las que luchar!—

Comencé a dar mi discurso y por pura casualidad pude ver a mis amigos sobre el techo de uno de los edificios.

Me miraban con seriedad, mientras yo no sabía cómo sentirme. Solo sentía una llama de furia surgir dentro de mi.

—¡Esto no es por ustedes, es por sus seres queridos que aún están o que ya no están aquí, es para que ellos tengan un futuro estable o para que al menos su perdida no quede inpugne!—

Pude ver cómo la llama en los ojos de varios era encendida.

—¡Mañana vamos a luchar contra esos hijos de puta y les haremos sentir toda nuestra sed de venganza, les haremos pagar por todas esas familias que destrozaron!—

Levanté mi brazo con el puño cerrado con fuerza.

Vi como todos hacían lo mismo y gritaban, la moral parecía haber subido con aquellas palabras.

Pero a pesar de toda la pasión que demostré en mi discurso, en el fondo me sentía muy mal por motivarlos a ir hacia la muerte segura.

Mire hacia el comandante que seguía igual de serio, solo dió un asentimiento y bajamos de la tarima.

Di una última mirada a mis amigos, sentía como si esto hubiera sido una despedida.

Cuando bajé, varios de mis nuevos compañeros pusieron sus manos en mi hombro.

—Bien hecho—

Fue lo que me dijo la persona cercana al comandante, Erwin Smith.

Un hombre alto, rubio y de ojos azules, con una mirada impasible.

Yo solo asentí.

Los soldados sabían la verdad de todo, tal vez por eso mostraban tanta comprensión hacia mi.

El resto del día nos ocupamos de los preparativos, como las provisiones, las cuchillas, reservas de gas y los caballos.

Pero a la hora de descansar, esa noche no pude dormir ni un poco.

El remordimiento me carcomía por dentro.

La Operación de Reconquista estaba por comenzar.

...

Lamento tardar tanto, pero es la misma razón de siempre, la universidad.

Además de que me había quedado un poco seco en cuanto a las ideas, pues estoy editando los Capítulos de "Mi Vida Shinobi", aunque me tardo mucho y desconcentro porque cambie la historia 'un poquito'.

Pero bueno, esas son cosas que se verán más adelante.

Espero que les haya gustado este capítulo, no olviden votar y comentar.

Nos vemos hasta la próxima.

Bye bye ^^

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