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Veintinueve

Verano.

Esa temporada del año en la que puedes disfrutar de refrescantes helados bajo la sombra de un árbol.

En el que da igual si están frente a un ventilador -recibiendo aire caliente por cierto- o tener la suerte de tener aire acondicionado para estar más fresquito.

O quizás comer una rica y jugosa sandía mitigando la sed. O tal vez unos jugos de frutas.

Ir a nada a la playa o la piscina con tus amigos con la idea de ir a divertirte, porque a fin de cuentas, es verano.

Esa temporada del año para disfrutar tu vida.

Pero para Nishinoya, todo eso era una molestia.

Aquel día era el penúltimo que estarían allí en el campamento de entrenamiento en Tokio antes de regresar y tener que volver a competir para ver que equipo iría a las nacionales.

Su semana no había sido mala. Habia enseñado a liberos de primer año de las otras escuelas cuando les habían pedido su ayuda. Incluso los libero que habían de segundo y algún que otro de tercero se unieron a él en la improvisada clase.

Sus derrotas no habían sido tantas como las del año pasado, tal vez por tener a Atsumu y Osamu en el equipo que ardían en busca de la victoria aunque fuese en un juego de practica. Aún así tuvieron que deslizarse por el suelo alrededor de todo el gimnasio cuando el calor estaba insoportable afuera; y correr colina arriba cuando el ambiente estaba fresco.

Hablaba con todos y se divertían.

Su apetito seguía siendo tan grande como siempre, al igual que las burlas de Tsukishima haciendo las comparaciones con su altura.

Su semana no había...

... Sido mala.

¿Para qué se mentía?

Su semana había sido una completa mierda desde el primer día que llegaron.

Directamente no quería ir allí. Pero si no es porque Atsumu le fue a buscar a su casa, probablemente no habría ido. Sentía remordimientos por lo que le había dicho a Kageyama esa vez en su casa, pero también le dolía el corazón al haber escuchado que no lo veía como posible pareja.

Ni siquiera era bien visto por los homosexuales.

Extrañaba ir de regreso juntos a casa después de las clases o de las prácticas. Salir los fin de semana al parque a jugar con Yuto o simplemente quedarse en la casa del menor viendo alguna película o un partido de voleibol, y sobrevivir a la terrible cocina de ambos.

Pero Kageyama lo evitaba. Normal, ¿no?

Después de las cosas que ambos habían hecho, era lógico que se alejase.

Seguramente, el haberse besado y masturbado juntos le habría hecho sentir asco al de ojos zafiros. Seguro que las enormes ojeras que tenia en la cara eran por culpa de no poder dormir pensando en las cosas desagradables que habían hecho juntos.

Pero no sabia si le dolía el que no le hablase durante tres semanas o que le dijese que meterse con heteros no traía nada bueno.

¿Acaso se refería a él?

—Ya ni se lo que soy... Bakayama...- murmuró entrecortado viendo al agua de la piscina de la escuela.

Después de que Kageyama le dijese aquello, volvió a ser el mismo de siempre con él. Bueno, no el mismo.

Los repentinos roces que había entre ambos desaparecieron, y marcó una clara linea entre ambos. La cercanía que tenían ambos ahora era separada por una enorme brecha de al menos un kilómetro de distancia. Ahora era Shouyo, Atsumu y Osamu los que podían disfrutar de la cercanía de Kageyama mientras él era como un espectador de ello a la lejanía.

—¡Oh! ¡Aquí estas!

Giró su cabeza al oír la voz de Tanaka tras él; quien iba acompañado de Tora.

—El descanso se alargará un poco más.- volvió a hablar el rapado.

—Han traído sandías. Vamos a por una.- le dijo el de Nekoma.

—... No quiero comer sandía.

Ambos chicos se miraron, y Tanaka suspiró negando con la cabeza y poniendo sus manos las caderas.

—Hace calor, ¡comamos un poco de sandia! ¡Seguro que te sube el animo!

—Te he dicho que no Ryuu.

—¡No seas así, Nishinoya! ¡Vamos!- insistió Tora.

Los dos chicos levantaron al libero que estaba sentado en el borde de la piscina dispuestos a que les acompañase a comer una rica sandía.

—¡Suéltenme! Les dije que no quiero comer sandía.

Noya forcejeaba del agarre que tenían en sus brazos y pataleaba el aire al ser alzado por los otros dos.

¿Estaría mal que les mordiese la mano? Si lo hacía, no tenían derecho a quejarse.

¡Lo llevaban contra su voluntad!

Paró de moverse al sentir de nuevo el suelo bajo los tenis. Miró al par que lo habían alzado y los fulminó con la mirada.

—No nos mires así.- levantó las manos Tora.

—Te dejamos solo.- le siguió Tanaka.— Te avisaremos cuando retomemos la práctica.

—... Vale.- murmuró enfurruñado.

—Pero antes...

Jadeó al sentir como su cuerpo fue empujado hacia atrás por sus hombre por aquellos dos; y de como todo su cuerpo se estremecía por culpa de la diferencia de temperatura entre el calor de su cuerpo y lo fría del agua.

Sabía nadar pero no podía hacer nada.

Sus pies se sentían pesados por culpa de los tenis y eso solo le hacía entrar en desesperación.

Ya había tragado agua y sus pulmones ardían por falta de aire.

Aquello era lo mismo que le había pasado en Hyogo, pero la diferencia era que Kageyama no estaba allí para salvarlo.

·

·

·

—Toma.

—¿Qué es esto?- alzó una ceja.

—Una bandeja con sandía cortada.

—Eso ya lo sé. Pero, ¿por qué?

El rubio se encogió de hombros y empujó la bandeja en el pecho del pelinegro con una sonrisa 'inocente'.

—Creo que ya es hora de que rompas la ley de hielo que le hiciste a Yuu.

—Yo no he...-

—Lo hiciste.- cortó.

—Pero él me...-

—Ya lo superaste.- volvió a cortar.

Kageyama suspiró y miró a otro lado completamente sonrojado apretando con sus manos la bandeja que tenía entre ellas.

Puede que Nishinoya haya apuñalado su corazón pero... Por un demonio, le seguía queriendo.

Tal vez y se había vuelto masoquista.

¿Como podría olvidarse de esa sonrisa tan bonita que hacía cuando le miraba? ¿Y sus ojos? Eran de un color chocolate único. Hermosos y brillantes. ¿Y podemos hablar de su risa? Su corazón se aceleraba de solo escucharla. Incluso cuando era baja.

Le gustaba todo de Nishinoya.

Y aunque fuese difícil superarlo, aprovecharía lo que le quedaba de año junto al mayor. Le confesaría lo que siente por el en la graduación y así podría pasar página.

—¿Si sabes que hay más peces en el mar, no?- le había dicho Hinata en una de sus prácticas solitarias.

Y claro que lo sabía.

Pero no era tan fácil como parecía.

Él no tiene a un flamante rubio de bote esperándole a la vuelta de la esquina como le paso al pelinaranja.

—Me pareció verlo ir hacia la piscina.- le hizo un movimiento de cabeza hacía fuera del gimnasio.

Apretó los labios y asintió.

Salió casi corriendo del gimnasio que casi ni le da tiempo de cambiarse los zapatos de interior por los de exterior.

Procuraba que los trozos de sandía cortados en perfectos triángulos no se cayesen ante su rápido andar, y procuraba mirar por donde iba al haber tropezado un par de veces.

—¡Woah! ¡Kageyama!- apartó la mirada de la fruta para ver a su senpai correr hacia él.— ¡Huye!

—¿Por qué?

—Nishinoya viene detrás de nosotros. Debe estar furioso.- le dijo el atacante lateral del Nekoma.

—¿Eh?- alzó una ceja y miró por encima de los hombros de los contrarios.— No veo a Noya-san.

El par que corría pararon y se giraron a ver detrás de ellos, comprobando efectivamente que el más bajo no iba gritando buscando venganza por lo que le hicieron.

—Si cayó, ¿verdad?- dijo Tanaka.

—Claro, ambos vimos como se caía.- siguió Tora.

—... ¿Caer a donde?, exactamente.- inquirió Kageyama.

—Lo empujamos a la piscina como una broma.

—¿Tal vez no le importó que le tiraran?- se encogió de hombros Tora.

El pelinegro asintió a sus palabras.

Luego, lentamente empezó a procesar las palabras que había escuchado.

A su mente llegó aquel momento en Hyogo donde lo tiró a la piscina en plena noche y no fue capaz de subir a la superficie solo porque se había sorprendido y asustado por haber hecho aquello.

Soltó la bandeja dejándola caer al suelo y empezó a correr hacia la piscina escuchando a sus espaldas los gritos de Tanaka y Tora llamando su nombre y pidiendo explicaciones.

Si en Hyogo se había puesto así por tan solo jalar de su mano, no quería imaginarse de lo podría haber pasado al haber sido empujado de tal forma.

—¡Noya-san!- gritó desgarrándose la garganta al llegar a la piscina y encontrando que no había nadie allí.

Se acercó con prisa hasta el borde viendo como el mayor estaba al fondo de la piscina sin moverse.

—Mierda...

Se quitó la camisa junto a los tenis mandándolos a volar a cualquier lado; y saltó sin pensárselo dos veces al agua.

Su visión era borrosa por culpa del agua y los ojos le escocían por el cloro, pero veía claramente la figura de Nishinoya a medida que se acercaba.

Lo agarró con fuerza con su brazo izquierdo al llegar al fondo, y con sus pies se impulsó contra el suelo hacia la superficie. Con su brazo libre intentaba elevarse, pero con un solo brazo era complicado.

Cogió aire cuando pudo sacar la cabeza fuera del agua, y nadó hasta la orilla de la piscina. Personas ya se habían acercado hasta allí seguramente atraídas por el alboroto que habían formado, y los profesores se veían preocupados.

Takeda y Ukai fueron los que le ayudaron a sacar al libero del agua mientras que él salio por su cuenta.

Se apartó el pelo de la cara y miró hacia el castaño que estaba tendido boca arriba en el suelo. Se apresuró a estar junto al otro apartando de forma brusca a Takeda que empezaba a desesperarse.

Inclinó la cabeza del chico hacia atrás y abrió su boca. Le tapó la nariz con su pulgar e índice y la boca con la suya propia compartiendo su aire. Después de darle dos bocanadas de aire, entrelazó su mano derecha por encima de la izquierda y empezó a dar compresiones en su pecho hasta que fuesen diez.

Hizo el mismo proceso tres veces llegando a entrar en desesperación al ver que no reaccionaba.

"Vamos, Yuu... Reacciona"

Volvió a taparle la nariz en el momento justo que el otro empezó a toser y dejando salir el agua que había tragado.

El castaño cuando expulsó por completo el agua en su cuerpo, empezó a coger pequeñas bocanadas de aire y a mirar a su alrededor. Caras de preocupación y de alivio estaban reflejadas en todos; y de culpa en las de Tanaka y Tora.

Al girar a su derecha, Kageyama le miraba con alivio. Y si no fuera porque le veía completamente mojado, creería que lo que corrían por sus mejillas eran lágrimas en vez de gotas de agua.

—¿Como te encuentras, Nishinoya-kun?- preguntó Takeda algo más calmado.

—Creo... Que bien.

—Será mejor que descanses por hoy.- le dijo Ukai.— ¿Puedes acompañarlo Kageyama?

El pelinegro asintió.

Se puso en pie y se acercó hasta el más bajo. Extendió su mano para ayudarlo a que pudiese ponerse en pie, y pudo sentir el frío de su piel cuando tocó la suya.

Tensó el brazo para que se pusiera en pie, pero parecía que las piernas del otro no reaccionaban.

Se mordió el interior de la mejilla y se agachó un poco para poder tener entre sus brazos al libero. Su castaña cabeza se apoyó en su hombro y tenía sus brazos cruzados sobre su pecho quizás para recuperar el calor que había perdido.

Puede que fuese verano, pero eso no quitaba que al haber caído al agua la temperatura de tu cuerpo haya cambiado sintiendo frío.

El claro chapoteo de sus calcetines contra el suelo al estar mojados se escuchaba en cada uno de sus pasos. Al llegar a la entrada de la escuela, decidió dejar en el suelo al mayor y quitarle allí los zapatos llenos de agua junto a sus calcetines. Él mismo también se quitó sus mojados calcetines antes de volver a cargar al otro.

Lo sujetó bien y empezó a subir las escaleras.

—Gracias... y lo siento.- murmuró bajito Noya, pero audible para el menor.

—¿Por qué?

—Gracias por salvarme otra vez... Y lo siento por tener que llevarme así.

—... No es nada.

Caminó por el pasillo donde estaba la clase en la que se estaban quedando.

Abrió la puerta con el pie y cerrándola de la misma manera. Dejó a Nishinoya apoyado en una pared y rebuscó con prisa en el bolso del mayor ropa seca para ponerse. También buscó una toalla para poder secarlo.

Le tendió las prendas y se giró para que pudiese vestirse.

Ya podría haberlo visto -no como lo deseaba- pero era mejo no crear otro momento incómodo. Tendió el futón del chico en el suelo y buscó su propio bolso cuando lo dejó bien preparado.

Se cambió dándole la espalda al otro y se secó el pelo lo mejor que pudo.

Miró hacia atrás notando al castaño con la cara enterrada en sus rodillas, las cuales abrazaba con sus brazos; ya perfectamente cambiado y el pelo ligeramente húmedo.

Abrió un par ventanas y tendió en los rieles de estas sus mojadas prendas.

Se giró de nuevo y caminó hasta el castaño. Lo alzó otra vez, y esta vez lo dejó recostado en el futón. Le pasó la sábana por encima y se puso de pie dispuesto a irse.

—¿Puedes acostarte conmigo?- murmuró tembloroso Noya, agarrándole del tobillo.

En vez de contestarle, pasó por encima del otro y se metió con él en el futón. En ese instante, el mayor se giró y escondió la cara en su pecho.

Pasó un brazo por encima de su cintura atrayéndolo más hacia él cuando lo sintió temblar un poco.

—Pensé que te... Pensé que no reaccionarias.- susurró Kageyama.

Aunque en realidad quería decirle 'Pensé que te perdería'.

—Fue aterrador.- le respondió de la misma manera el más bajo.

—Pero estás bien.- le apretó más.— Estás aquí.

—Estoy bien...- repitió.—Estoy contigo.

—Sí... Conmigo.

¿Alguien se había muerto por haberse derretido por culpa del sol? O del calor.

Llevaban una hora esperando a que Kise llegase pero parecían siglos al estar pasando ese horrible calor. Aunque estaban bajo la sombra de un árbol y sentados en un banco,.

Al ser el último día que estarían en Tokio, y como había acordado con Takeda y Ukai, ese día se quedaría de ver con Kise -y por lo visto con más personas- llevándose consigo a Shouyo, su hermano, Kageyama y Yuu.

Pero sería mejor si no estuvieran rodeados de calor.

Como odiaba el verano.

—Te dije que debíamos de haber traído el balón de voley...- habló Kageyama con la cabeza echada hacia atrás.

—Eso habría provocado que sudásemos más que ahora.- le respondió Hinata.— Lo sabes. Recuerda como nos fue el año pasado.

—El año pasado estabais peleados.- les recordó Noya echándose aire con una mano.

—Pero no parábamos de entrenar.- dijeron el par de segundo a la vez.

Atsumu siguió mirando su teléfono como si no le importase aquello.

Pero lo hacía.

Ardía de celos por dentro. Y no era bueno tener celos cuando había confianza por ambas partes.

Pero era inevitable el no tenerlos. Él no había estado el año pasado con ellos. Hasta hace seis meses que vivía de forma tranquila en Hyogo, con un hombre que decía ser su padre y soltero.

Miró de reojo a Nishinoya que estaba pegado a Kageyama.

Él, no se había enterado de lo que había pasado en la piscina hasta que salió del gimnasio en el momento que su castaño amigo era llevado en los brazos de Kageyama. Tanaka fue quien les contó lo sucedido, tal vez por remordimiento.

Ninguno de los dos bajó a la hora de cenar, y prefirieron dejarlos solos. Cuando fue la hora para dormir, a lo largo de la noche Nishinoya se despertó varias veces gritando entre jadeos y con lágrimas corriendo por sus mejillas.

Y había sido el pelinegro quien lo consoló en todas las veces que aquello sucedió. Ambos abrazados en el futón en el que todos los habían encontrado.

¿Puede que el que Yuu se hubiese ahogado hizo que aquel par se juntase de nuevo? ¿Incluso más de lo estaban antes?

—¿Y se puede saber que hago yo aquí?- bufó Osamu.

—No puedo dejarte solo. Eres mi pequeño hermano.- le palmeó la cabeza cual perrito.

—El no verte la cara por un par de horas habría sido mejor.

El rubio entrecerró los ojos y sonrió apartando la mirada a otro lado.

—¿A mi tampoco quieres verme?

Aquella voz...

Osamu se giró casi desencajándose el cuello por girar de esa manera, y sus ojos brillaron al ver a Kita tras ellos.

Tras él.

Con su pelo ligeramente más corto y la piel algo bronceada al estar bajo el sol en los campos de arroz. Llevaba una camisa holgada y simple. Unos pantalones negros hasta las rodillas y unas sandalias que separaba su dedo gordo del resto.

Se puso en pie de un salto y corrió los pocos pasos que le separaban del mayor para abrazarlo con fuerza y girar en el sitio escuchando las risas del otro.

Cuando lo puso de nuevo en el suelo, le agarró de las mejillas y plantó infinidad de besos en sus labios sin importarle que alguien pudiese verle con asco o desagrado.

—Shin...- repasaba cada una de sus facciones para asegurarse que era él.— ¿Qué haces aquí?

—Yo le dije que viniese.- comentó Atsumu mirando de nuevo su teléfono donde Kise le decía ya llegaba.— Por cierto, llegas un poco tarde, Kita-san.

—Lo siento. Me costó encontrar el camino.

—Lo que sea... Ya puedes llevártelo.

—¿Llevarme a donde?- preguntó confuso el gemelo menor.

—Al cine, de tiendas, a un hotel...- enumeró el rubio con sus dedos.— Tienes el permiso de los profesores para no volver hoy. El de nuestros padres también.

Osamu se giró dándole la espalda y entrelazando su mano con la de Kita comenzando a caminar fuera de aquel parque.

No iba a admitir que le gustó lo que su bobo hermano había hecho por él.

—¿Ahora eres cupido?- se burló Noya.

Atsumu se giró a verle con una ceja alzada y le lanzó una mirada de ''este 'cupido' ha hecho cosas por ti''.

Abrió su boca dispuesto a a decirle un par de cosas a su amigo -omitiendo un par- pero un un grito con su nombre en él se lo impidió.

—¡Atsumucchi!

Kise corría con su mano alzada y con una gran sonrisa en su cara. Tenía el pelo ligeramente más corto e incluso parecía algo más alto.

Saltó para apretarlo en un caluroso abrazo, más fue jalado hacia atrás por el cuello de su camisa.

—¿A donde crees que vas rubia? No puedes abrazar a otros que no sean yo.

—Aominecchi...- hizo un puchero, pero se repuso enseguida.— ¡Me alegro de verte Hinatacchi!

El nombrado alzó su mano escondiéndose un poco detrás de Kageyama.

La personalidad de quise era demasiado chillona para su gusto. Incluso prefería la del Gran Rey.

—¿Estos son tus amigos?- se inclinó hacia el par con interés.

—El que tiene la cara larga es Tobio-kun. El otro es Yuu.

—Kageyama Tobio, un placer.- se presentó el pelinegro con una inclinación de cabeza.

—Nishinoya... Yuu.- murmuró el castaño resguardándose en el otro costado del pelinegro.

Kise se aclaró la garganta y se apartó a un lado.

—Ellos son mis amigos.

·

·

·

—¿Hace cuanto sales con Miya-chan?

Hinata dio un bote del susto al escuchar que le hablaban.

Apartó la mirada de la cancha de baloncesto donde Atsumu junto a Kageyama, el morenazo de Aomine y los otros amigos de Kise jugaban.

No le sorprendió cuando se decidió que jugarían baloncesto teniendo en cuenta que eran cuatro personas pidiendo jugar voleibol -sin pelota, recordemos- contra diez personas que pedían jugar baloncesto.

Lo que le sorprendió es que Kageyama aceptase jugar baloncesto. ¿El Rey de la cancha jugando baloncesto? Ni en sus sueños más locos.

De Atsumu se esperaba cualquier cosa, pero sin duda, su novio y su mejor amigo eran mejores como jugadores de voley que de baloncesto.

Además que jugaban con bestias, no personas.

La mayoría media más del metro ochenta, a excepción de cuatro personas que llegaban hasta el metro setenta y cinco. ¡Pero eso no quitaba que eran enormes!

... Y luego estaba él. Midiendo su buen metro sesenta y cuatro junto a Noya que se quedaba a casi del metro setenta por un centímetro.

Y encima todos tenían la misma edad que él a excepción de uno de ellos. ¿Por qué la vida era injusto y lo creó con esa altura?

El pelinaranja miró al chico que le había hablado y se veía muy interesado en su respuesta.

Takao Kazunari. Un chico pelinegro de bonitos ojos grises. Alguien divertido que le encanta gastar bromas. Sobretodo a su novio. No le constó decirle a un par de extraños como ellos que le gustaban los chicos.

Miró de nueva cuenta a la cancha, viendo el ridículo tiro de tres de aquel gigante peliverde desde el otro lado de la cancha.

Midorima Shintaro. Alto como un árbol, y con el pelo verde como las ojas de estos al igual que sus ojos. Tan ciego como Tsukishima ya que también llevaba gafas pero de metal y rectangulares. Con los dedos vendados y con un extraño objeto que dejó bajo la custodia de Takao.

—No hace mucho...- le dijo volviendo a mirar al de ojos grises.

—¿No llevas con él cinco meses?- mencionó Yuu.

—¿Por qué llevas la cuenta de mi relación con Atsumu?

El castaño que se encontraba abrazando sus piernas encima del banco, giró su mirada hacia Hinata y se encogió de hombros mirando de nueva cuenta a la cancha.

Más exactamente a Kageyama.

—No tengo nada mejor que hacer.

—¿Y cuanto llevas tu con Kageyama-san?

Nishinoya miró a la izquierda sonrojado y alterado.

La sonrisa tranquila del otro solo le hacía sentir nervioso.

Furihata Kouki. Castaño. Ojos chocolate. Aparentemente una persona normal y corriente, pero que fue capaz de llamar la atención de Akashi Seijuro. Heredero de una de las empresas más importantes no solo del país, sino del mundo.

Pelirrojo de ojos fresa. Voz calma, pero que ni te gustaría escuchar cuando se enfada. ¿Como ese pequeño chico podía estar con alguien tan importante?

¿Acaso no valoraba su vida?

—Y-y-y-y-y-yo no...

—Él es libre como una paloma.- aseguró Hinata. Metiendo el dedo el la yaga.

—¿En serio? Pero si se nota que os gustáis. Esas miradas eran las mismas que yo tenía con Atsushi ante de salir con él.

Yuu pasó saliva y bajó la cabeza al escuchar las palabras de Himuro.

Eso era fácil de decir para él. Era alto, guapo, de pelo negro y ojos grises, dejando su ojo derecho al descubierto junto a coqueto lunar bajo su ojo. Hasta su nombre era bonito. Le quedaba. Himuro Tatsuya.

Él era como la otra cara de la moneda.

—No creí que Murasakibara pudiese mirarte lindo.- se mofó Takao.

—No es solo un gigante que come dulces. También tiene su lado tierno.

Hinata alzó una ceja y miró a la cancha.

Murasakibara Atsushi, una persona igual de alta -puede que más- que Hyakuzawa; de pelo color lila al igual que sus ojos. Había llegado con una bolsa llena de dulces los cuales no compartía con nadie si no era su adorado Muro-chin

Y no hablemos de que se comportaba como un niño de cinco años. ¡Y el del lunar lo trataba como tal!

—Pero si vamos a hablar de miradas tiernas y lindas, Kagami-chan y Tet-chan ganarían.- aseguró Takao.

—Son los que más tiempo llevan saliendo.- siguió Furihata.

—Nunca pensé ver a Taiga enamorado como lo está de Kuroko.- rió Himuro.— ¿Tu también estas...?

El pelinegro paró de hablar y miró preocupado al chico, a lo que todos le imitaron.

Su cabeza estaba gacha evitando la mirada de todos y mordía su labio con fuerza.

Puede que Hinata y Nishinoya no conociesen a ninguno de aquellos chicos sino fuera porque Kise los trajo consigo, pero eso no quitó que se preocupasen por el pequeño peliceleste.

Kuroko Testuya, tan blanco como la nieve. Sus ojos azul celeste como su pelo. Inexpresivo la mayor parte del tiempo, y del que debes tener un ojos sobre él -literalmente- si no quieres llevarte un susto.

—¿Ocurre algo?- se atrevió a decir Nishinoya.

—¿Os habéis peleado?- preguntó cauteloso Himuro.

Primero el peliceleste negó. Luego asintió para después volver a negar.

Todos se miraron entre ellos preocupados. Sobretodo aquellos que conocían al chico y sabían que no se comportaba de aquella manera.

Llamaron a Kagami quien al escuchar su nombre fue corriendo hacia ellos, con el resto detrás de él.

Kagami Taiga era alto. Con pelo en dos colores: rojo y negro. Con sus cejas chistosamente partidas en las esquinas y con ojos tan rojos como los rubíes. Cualquiera podría pensar que está enfadado con el mundo al tener el ceño ligeramente fruncido, pero quien pudiese ver la cara de preocupación que estaba haciendo en ese momento, le hará saber que no es así.

—¿Qué pasa?- todos hicieron gestos con su cabezas hacia el peliceleste. El chico se aguantó un suspiró y se agachó agarrando con fuerza las manos contrarias.— ¿Estás bien?

La cabeza del más bajo se levantó y fulminó con sus ojos llorosos al pelirrojo.

—¿Crees que estoy bien? Bakagami.

—Hey... Ya hablamos de esto.- soltó una de sus manos para retirar las traviesas lágrimas que corrían por sus mejillas.

—No lo hicimos. Solo tu hablaste.- acusó.— Hiciste tus planes sin saber como me siento.

Ahora, sí suspiró.

—¿Y como te sientes?

Un sollozo quebró su voz.— Mal... Te vas en dos días y no volveré a verte.- sorbió sus mocos.— No quiero que te vayas. No creo poder aguantar tanto tiempo sin ti. Por favor...

Kagami se aguantó su propio llanto y abrazó con fuerza al más bajo escondiendo su cara en su cuello.

Hinata, Nishinoya, Atsumu y Kageyama no sabían lo que en realidad pasaba como el resto, pero pudieron entender que aquella pareja, uno completamente enamorado del otros, estaban a punto de separarse por a saber cuanto tiempo.

Y extrañamente, Nishinoya se vio reflejado en el lloroso peliceleste.

Las noches de verano no suelen ser calurosas, pero tampoco son frescas.

Son agradables... Algunas veces.

El cielo estaba lleno de estrellas y era sin duda hermoso. Podría hasta ser un momento perfecto para acostarte en la hierba y poder ver el cielo estrellado junto a tu persona especial.

Lástima que la persona especial que él quería no lo veía como... eso. Alguien especial.

Kageyama iba un par de pasos por delante de él con Yuto entre sus manos y tanto animal como humano se veían felices de volver a verse.

... Si tan solo esa sonrisa fuese dirigida a él también.

Después de estar en aquel parque rodeado de chicos que no temían admitir lo que sentían por otro chico, regresaron a la escuela en donde se quedaban para poder recoger sus cosas e irse. 

Aún podía escuchar el bajo llanto de Kuroko si cerraba los ojos. Podía ver como Kagami se mantenía fuerte por los dos, sobretodo del peliceleste. Y podía ver como todos preferían mirar a otro lado sabiendo que lo que les pasaba no tenía solución.

Sonrió torcido pareciendo más a una mueca al ver que Yuto le miraba con la lengua por fuera sobre el hombro de Kageyama. Cuando llegaron al Karasuno, él se ofreció a acompañar al pelinegro a buscar al cachorro que nada más ver a su dueño no paraba de ladrar de alegría al igual que mover su colita.

También se ofreció a acompañar al menor hasta su casa con la excusa de que era peligroso para él estar tan tarde por las calles y solo. Pero era más peligroso para él.

Kageyama era alto y fuerte, sabría defenderse. Mientras que él era como una pobre ramita que si la doblabas se partiría.

—Hemos llegado a casa Yuto.- dijo el pelinegro a cu canino amigo.

El perrito como si entendiera, ladró con sus orejas en punta.

Introdujo la llave en la cerradura y quitó los seguros abriendo la puerta. Dejó en el suelo a Yuto quien corrió hacia el interior de la casa y él se retiró los zapatos dejándolos a un lado.

Se giró a ver a Nishinoya que jugaba con sus manos y miraba a todas partes menos a él.

—Creo... Creo que debería irme.

—¿No prefieres quedarte?

El libero negó.— Yo... Adiós.

No pudo ni responderle de la misma manera al ver como el contrario salía corriendo como si quisiera huir de su casa... O de su lado.

Suspiró con una punzada atacando su corazón y cerró la puerta.

Dejó el bolso en el suelo y fue hasta la cocina dispuesto a llenarle el comedero y el bebedero a Yuto. ¿Debería de prepararse algo para comer también?

El abuelo de Atsumu le dijo que el cachorro ya había comido, pero precisamente como era un cachorro necesitaba alimentarlo bien para creciera sano, ¿no?

Rió para sí. Parecía como si fuese un padre cuidando a su pequeño.

Frunció el ceño al escuchar el timbre de su casa sonar y caminó de regreso a la entrada. ¿Sería Nishinoya? ¿Se le habría olvidado algo? ¿O se habría retractado en lo de no quedarse a dormir?

Abrió la puerta y todo su cuerpo se fue hacia atrás siendo recibido por el suelo, con peso añadido encima suyo.

—Ouch...

Abrió los ojos que había cerrado producto del impacto y se sorprendió al ver a Nishinoya llorando encima suya.

—¿Qué...?

—¡Me gustas, Kageyama!

Creo... Que fue hace una semana que actualice... ¡Pero no podía resistirme!

Empecé a escribir un capitulo de otra historia, pero mi mente solo podía pensar en este capitulo, así que dejé el otro y me centré en este.

La verdad que tenía muchas ganas de escribirlo. Tenía en mente esto desde hace unos cuantos capítulos, al igual de lo que sucederá en el siguiente capitulo. Capitulo que pueeede que tarde. Puede. Ya sabemos que conmigo no hay nada seguro.

Puede que ese momento de KnB estuviese de más en una historia de Haikyuu... Pero era necesario para lo tengo en mente para el siguiente capitulo.

Y aquí les dejo unas imágenes para que visualicen a los chicos de KnB por si no lo han visto.

Kuroko es el de la izquierda y Kagami el de la derecha. El perrito es Nigou.

Midorima es el de la izquierda y Takao el de la derecha


Murasakibara es el de la izquierda y Himuro el de la derecha.



El de la izquierda es Furihata y el de la derecha es Akashi.


Espero que les haya gustado el capitulo.

Nos leemos pronto.

~Zeni13~

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