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Treinta y seis

Atsumu dio un bote del susto y miró por la ventana que daba hacia el jardín viendo como la torrencial lluvia que había empezado hace quince minutos no parecía parar.

Más si acababa de caer un rayo seguido de un muy molesto trueno.

—Uwah... ¿Se supone que las lluvias de finales de verano deben de ser así?

—Podrías aclarar todas tus dudas si estudias para ser el nuevo hombre del tiempo de la tele. Pero no te veo muy inteligente para eso.

El rubio le entrecerró los ojos a su hermano que no hacía más que cambiar de canal al haber gobernado él el mando de la televisión.

Bufó molesto y se acurrucó mejor en su esquina del sofá esperando a ver que era lo que su hermano dejaba en la tele.

No le apetecía subir a su habitación a leer y era algo que le encantaba, pero no tenía los ánimos para eso. Además de que su habitación había dejado de ser solo suya e intuía que sería así hasta que se graduara y se fuese a Tokio para entrar en un buen equipo de voleibol que obviamente vería las grandes habilidades que poseía.

También había invitado a Shouyo -ya que habían arreglado las cosas entre ellos- a que fuese a su casa y pasara el rato con él teniendo en cuenta que era fin de semana y no había entrenamiento, pero al ver que se había puesto a llover tan de repente, prefirió enviarle un mensaje donde le decía que era mejor que no fuese ese día.

Podría ser peligroso el bajar aquella gran colina con la bicicleta.

Nunca se sabe, y por culpa del suelo mojado, las ruedas o los frenos podrían fallar y podría llegar a caerse. Y aparte de que se preocupa de su mandarina, no podía permitir que se fracturase algo que le costase semanas o meses de recuperación antes de ponerse a punto para las eliminatorias que los llevarían a las nacionales.

—Chicos, ¿alguno podría abrir la puerta? No puedo quitarle el ojo a la comida.- dijo Hiroki en el momento que el timbre sonó.

Atsumu miró a su hermano de reojo para ver si sería él quien se levantase a abrir la puerta como había dicho su padre, pero estábamos hablando de Samu.

Él no se iba a levantar a abrir la puerta. Estaba claro que la televisión era más importante que la puerta.

Rodó los ojos y fue él quien se levantó para ver que loco se le había ocurrido salir a la calle con semejante clima e iba hasta su casa llamando a su puerta. Esperaba que no fuesen esas personas que van por las casas intentando venderte algo o de las que fuesen por ahí predicando su creencia en Dios.

Porque sinceramente, no sabría como negarse a alguna de esas personas.

Aquello era un momento demasiado incómodo.

—¿Yuu?- preguntó sorprendido al verle tras abrir la puerta.— ¿Qué haces aquí? Demonios entra.- le agarró del brazo sin siquiera obtener respuesta y le arrastró hacia el interior de su casa.— Estás empapado. ¿Cuanto hace que estás ahí? ¿Acaso no estabas con Tobio-kun?

Al escuchar aquel nombre, el labio inferior del castaño empezó a temblar sin control, sus piernas no pudieron soportar más su peso cayendo al suelo de rodillas y de sus ojos empezaron a brotar nuevamente lágrimas que en algún momento del camino habían dejado de caer.

Empezó a llorar con gran dolor llegando a preocupar a Atsumu, y que de repente apareciera Osamu y Hiroki al escucharle.

Le dolía. Dolía mucho.

Kageyama se había encargado de romperle el corazón como nunca creyó que se lo llegarían a romper.

Cuando se fue de su casa, en lo único que pensaba era que quería resguardarse en su casa, bajo sus sábanas y quedarse allí por el resto de su vida, pero cuando se dio cuenta, sus piernas inconscientemente le habían llevado hasta la casa de Atsumu.

La lluvia le había cogido desprevenido por el camino, pero eso le había servido para que sus lágrimas desaparecieran tanto de sus ojos como de su cara, y que sus oídos se sumergiesen simplemente en el sonido del agua impactando contra el suelo.

Pero ahí estaba de nuevo.

Llorando por escuchar el nombre de la persona que por desgracia seguía amando.

Llorando por un chico, algo que nunca llegó a imaginarse, después de pasar varias noches pensando si aquello era correcto o si había algo malo en él.

Lloraba simplemente intentando que el dolor que parecía no hacer más que aumentar, se fuese.

—Y-yuu, me estás preocupando.- le dijo Atsumu arrodillado a su lado agarrando con cuidado sus brazos intentado que se enderezase y le pudiese ver la cara.— ¿Qué ocurre Yuu?

El libero se agarró de la camisa del mayor como si este fuera su chaleco salvavidas en medio de un naufragio en el mar y se permitió llorar con más fuerza.

El rubio no pudo más que abrazarle de forma protectora y mirar a su hermano y padre con una cara completamente preocupada por el extraño comportamiento del castaño.

—¿Qué dijiste?- preguntó el rubio al no entender lo que murmuró el contrario.

—Kageyama y yo rompimos.- le murmuró un poco más alto. Alzó la mirada aún borrosa producto de las lágrimas y le sonrió con dolor.— Él me utilizó.

·

·

·

Cuando Hinata llegó esa mañana a la escuela tenía los ánimos por las nubes.

Siempre se sentía feliz, sobretodo cuando eran días de prácticas, pero ese día se sentía incluso más feliz y eso era porque después de dos días podría volver a ver a Atsumu.

El día que llovió no pudo ir a verlo por 'las cuatro gotas' que cayeron, y porque su rubio se lo había ordenado. Por lo que tuvo que acatar lo que le dijo. Por eso quiso ir al día siguiente que ya ni siquiera estaba lloviendo siquiera, pero tampoco pudo.

Eh.. Shouyo... No creo que sea bueno que nos veamos hoy.- le dijo cuando le llamó.— Las cosas por aquí no están muy bien.

Él le dijo que podría ir igualmente y ayudarle con lo que estuviese pasando en su casa pero igualmente fue rechazado agradeciendo su preocupación.

Al estar algo deprimido por no ver al mayor, se dijo que practicar un poco no estaría mal, pero hacerlo solo no era agradable en algunas ocasiones. Por lo que se dijo que practicar con Kageyama ese día sería una gran idea. 

Esperaba encontrarlo solo y no con Noya, pero si el mayor estaba pensaba invitarlo igualmente aunque eso implicase ser la tercera rueda entre la pareja.

No estoy de humor para practicar y más si es contigo.- fue la respuesta que le dio Kageyama al llamarle.

Había sido rechazado dos veces en ese día, pero a diferencia de la primera llamada, algo dentro suyo le dijo que su mejor amigo se encontraba raro y no solo porque había rechazado el ir a practicar con él.

Aquel tono de voz a parte de ser tan brusco como siempre, se sentía diferente.

Le recordaba como en aquel momento cuando Noya le dijo que nunca estaría de esa forma con él. Pero eso era una tontería pensarlo en esos momentos.

El par estaba junto y asquerosamente felices como lo estaba él con su rubio.

Así que lo dejó pasar restándole importancia, pensando que lo que había escuchado habían sido simplemente imaginaciones suyas.

Por eso, ese día iba con los ánimos renovados. Tenían práctica, vería a Atsumu y podría preguntarle a Kageyama si Yuto le había pasado la rabia para ser tan cruel con él el día anterior. Aunque sabía que el cachorrito estaba vacunado.

Saludó a un par de compañeros en la entrada cuando se estaba poniendo sus zapatos de interior y subió las escaleras con energía. Al llegar a su piso, la sonrisa que tenía no hizo más que aumentar al distinguir la silueta de su chico justo delante de la puerta de su clase, y no flaqueó ni un solo instante al ver como mas de un ojo femenino se paraba a verle.

Pero en el momento que estuvo más cerca del mayor, la gran sonrisa que tenía fue desapareciendo al ver la cara seria que tenía. ¿Había hecho algo mal? ¿Iba a romper de nuevo con él?  ¿Era por eso que no lo quería ver el día anterior?

—H-hola Tsumu... ¿Q-que haces aquí?

—Hola Shouyo.- le respondió. Por su tono, supo que intentaba no sonar tan duro con él, algo que ligeramente le aliviaba.— Estoy esperando a Tobio-kun.

—¿A Kageyama? ¿Ha pasado algo?- preguntó confundido.

—No estoy seguro... Por eso quiero hablar con él.

El pelinaranja solo pudo asentir y casi salir corriendo hasta su mesa viendo la seriedad que tenía el rubio.

No le gustaba verlo así. Su expresión seria y tono frío solo le hacía pensar que en realidad las cosas no andaban bien y que el extraño sentimiento que sintió al hablar con Kageyama el día anterior no debió de haberlo ignorado.

—Hola, Tobio-kun.

Al escuchar de nuevo al rubio hablar, giró su cabeza viendo en la puerta de su clase a los dos armadores del equipo siendo vistos no solo por él, sino por más alumnos curiosos.

—Atsumu-san... ¿Necesita algo?

—Dependiendo de lo que me respondas.

—... No le sigo.- frunció el ceño.

—¿Se puede saber que pasó el sábado?

—Oh, eso.

—Sí, eso.

¿Eso? ¿Que era eso?

Hinata no sabía lo que era eso, y quería saberlo.

Y estaba seguro que todos los que pretendían no escuchar, también querían saberlo.

—No sé que quiere que le explique. Estoy seguro que ya lo sabe, o sino no estaríamos hablando de esto.

—¿Me estás diciendo que todo lo que dijiste en Hyogo fueron palabras lanzadas al aire y sin valor?

—Creo que lo que dije el otro día tuvo que ser bastante claro para los dos.

Atsumu negó con la cabeza mientras lo miraba con puro asombro.

—Espero que no te pese en la consciencia que estuviste a punto de mandar a alguien al hospital.

—¿P-por qué dice eso?

—¿Sabes? Fue hasta mi casa.- asintió mirándole con los ojos bien abierto y los labios apretados.— Fue a mi casa y estuvo más de diez minutos bajo la lluvia de ese día. Por tu culpa, ayer estuvo tan enfermo que ni se pudo levantar de la cama.

—Senpai~ ¿No está siendo un poco duro con Kageyama-kun?

Atsumu vio como un chico le pasó un brazo por encima de los hombros del pelinegro de derecha a izquierda, mientras que por la izquierda se le acercaba otro y también se le quedaba mirando.

En ese momento, pudo notar como el cuerpo de Kageyama apenas se tensó y su cabeza bajó ligeramente.

También pudo notar, que aquellos no eran los mismos chicos con los que el pelinegro había estado pasando a veces sus ratos libres desde que el curso había empezado.

—¿No debería de ir a su clase, senpai? Estoy seguro que debe de estudiar para ir a la universidad.

Atsumu le miró como si nada y luego le sonrió.

—Yo no voy a ir a la universidad. Y aún así, estoy seguro que mis notas son mu~cho mejores que las tuyas. Por que, ya sabes,- se encogió de hombros.— Soy el mejor alumno de la escuela.

Un par de risas se dejaron escuchar no solo en el pasillo sino también dentro de la clase del pelinaranja.

—Y, mi querido kohai.- le puso una mano en el hombro apretándolo, y sonrió más.— ¿Ves esta cara?- se señaló a sí mismo.— Recuérdala bien, porque cuando todavía sigas viviendo con tus padres, yo seré uno de los representantes del equipo nacional de voleibol.

Le palmeó el hombro un par de veces antes de girarse y esta vez irse a su clase.

Pero antes de irse muy lejos, se giró y volvió a llamar al pelinegro.

Kageyama. No le vuelvas a hablar, ¿me oíste? Porque si yo no te he matado todavía, es porque mi hermano está esperando a que le des más motivos de los que ya tiene para partirte la cara aún sabiendo las consecuencias que eso conlleva.

El pelinegro vio como el rubio se iba por el pasillo del curso de segundo y giraba hacía la derecha para empezar a subir hacia el piso de los de tercero.

El chico que le tenía el brazo por encima de los hombros, le apretó un poco más contra sí y el intentó mantenerse como siempre.

—¿Qué hiciste Kageyama-kun?- le preguntó en un murmullo.

—Nada.

—Tu querido senpai no habría venido aquí por nada. Tampoco amenaza por nada.- le siguió diciendo en el mismo tono.— ¿Que más nos ocultas, Kageyama-kun?

—No es nada, en serio.

—Mmm... aunque te crea, alguien debe de pagar por la humillación que acabo de pasar.

—Pero...- intentó decir.

Nos vemos en el receso.

Kageyama podía escuchar desde el interior del baño como Yuto rasgaba con sus pequeñas uñas la madera de la puerta, y de como no paraba de gimotear.

Llamándole.

Y él solo podía abrazar aún más fuerte sus piernas y esconder su cabeza entre sus rodillas intentando ignorar que por lo menos su pequeño cachorro se preocupaba por lo que le estaba pasando.

Se miró el brazo en el que semanas atrás había tenido un enorme rasguño y se mordió el labio con fuerza al recordar que aquello no se lo había hecho su mascota. Claro que no. Yuto era el perro más tranquilo que había conocido y era incapaz de hacerle daño. Ni siquiera cuando jugaban, el perro nunca era brusco.

Había tenido que mentirle al amor de su vida que Yuto le había arañado con sus uñas en vez de decirle que él había ido a coger una de las cuchillas que usaba su padre para afeitarse; para infringirse él mismo aquella herida.

Ver la expresión, primero de dolor y luego de alivio, de Yuu no había hecho más que apretar su corazón. No quería ser la razón por la que su amado libero sufriese, pero irónicamente en esos momentos lo estaba siendo. Solo para que no le pasase nada.

Soltó por un momento el agarre que tenía y se echó hacia atrás escuchando el sonido del agua ante el movimiento y se miró el nuevo patrón de golpes que pintaban su abdomen. Sus piernas también estaban algo golpeadas al igual que sus brazos, pero sus manos eran las únicas que estaban limpias de cualquier golpe al hacerlas puños y esconderlas bajo sus axilas.

Suspiró entrecortado y dirigió la mirada hacia donde estaba el grifo de la bañera.

Ahí abajo, apoyada en la base de la bañera, se encontraba la cuchilla que solamente había usado una sola vez.

Él era tan débil mental y físicamente siempre y cuando no hablásemos de voley; que solamente había podido cortarse el brazo aquella vez. Cuando sintió que no podía mantener todo en pie y solo quería olvidar por un momento lo que le estaba pasando.

Alargó su brazo de forma temblorosa y agarró la cuchilla y la miró largos segundos entre sus dedos. Estiró una de sus piernas y acarició la piel que daba por encima de la rodilla mientras asentía, diciéndose que aquel sería el lugar donde haría su segundo corte.

Empezaba hacer frío por lo que no se vería si salían a correr y llevaba pantalones largos. Las rodilleras también cubrirían cualquier corte que tuviese por lo que tampoco habría ningún problema con que fuese aquel lugar donde se infringiese dolor.

—L-lo siento, Yuto.- le susurró a su cachorro que seguía arañando su puerta del baño.

Se llevó su mano libre a sus labios para acallar los sollozos que empezaban a salir de su boca, no por el dolor de la cuchilla cortando su piel, sino porque se sentía una persona despreciable, patética, asquerosa, sucia...

Un solo corte no le iba a hacer olvidar las terribles cosas que había hecho, por lo que insistió cortando su piel más de una vez.

Yuu había roto con él, y se lo tenía merecido. Las crueles palabras que le tuvo que decir todavía le ardían en la garganta, pero se seguía diciendo que lo que hizo estuvo bien. Si el libero estaba lejos de él, estaría a salvo.

No pasaría por el dolor que él estaba pasando.

Quería que la brillante sonrisa que siempre tenía en sus labios nunca desapareciese, pero inevitablemente había sido responsable de que se hubiese quebrado. Diciéndole palabras duras y siendo tan rastrero como para llegar hasta acostarse con una chica.

De solo recordarlo le daban ganas de volver a vomitar.

Una de las cosas por las que se sentía sucio era precisamente por eso. Porque había llegado a estar con una chica cuando él claramente no sentía nada por ellas. Las había rechazado innumerables veces cuando había empezado su segundo año, pero ahora debía de aparentar que estaba con una solo porque no quería que la persona a la que amaba le fuesen a hacer daño.

Aunque fuese débil, sería capaz de soportar todos los golpes, las malas palabras, e incluso autoinfligirse daños por el bienestar de Yuu.

Incluso podría llegar a desaparecer como le había dicho el libero si con eso dejaba que sufriese por su culpa.

—Te extraño, Yuu.

Ja ja... Yo aquí escribiendo cosas super depres pero...

Sí. Kageyama se comporta como lo hace porque le hacen bullying.

Personalmente, no sé como debe de sentirse una persona que está siendo acosada y tampoco puedo decir que lo entiendo porque eso nunca sería verdad.

Esa persona puede que esté sufriendo demasiado como para decirlo. Incluso puede estar sonriendo y tu pienses que está bien. Pero creo, que todos sabemos que una sonrisa puede esconder mucho dolor.

Si alguna persona que lee esto se siente identificad@, solo puedo decirte que aunque no esté a tu lado para intentar darte apoyo o lo que sea, estoy a este lado de la pantalla para cualquier cosa. Aunque no soy la mejor persona para aconsejar.

También, si por desgracia, alguna persona que lee esto es un bullyie o que puede que le haya resultado gracioso lo que leyó, déjame decirte que simplemente eres una basura humana la que en verdad no debería ni de existir. Puede que tengas tus problemas, pero no te da el derecho de ir jodiendole la vida a otros.

¿Qué esto me puede crear odio? Quizás. Pero soy de esas personas que no soporta como algunas personas se aprovechan de otras, y que si volviese a ser una cría de quince estaría en problemas si llego a ver alguna persona acosando a otra.

En fin, espero que les haya gustado el capitulo.

Nos leemos pronto.

~Zeni13~

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