Treinta y cuatro
Dijimos ''Te amo'', pero ni nos conocíamos
Y ese fue el error, el primer amor nunca lo frenas
Y nunca lo olvidas porque te encanta cómo suena
Una noche sin pensar - Sebastián Yatra
—¿Por qué hace tanto calor? No es bueno para la piel.- se quejó Kise mientras se embadurnaba en crema solar de protección cincuenta.
—Será porque estamos en verano, genio.- le respondió Aomine quedando boca abajo ya que tomaba el sol a unos metros del rubio que se resguardaba bajo la sombra de un gran árbol con la que contaba el jardín de Akashi.
Bueno. Todos menos Aomine eran los que se resguardaban en la sombra.
Parecía que el peliazul quería ponerse más moreno de lo que ya estaba. Y eso a Kise no le importaba mucho ya que si su moreno estaba más moreno solo significaba que estaba más bueno.
Era un deleite para la vista en la intimidad ver como todo su cuerpo tomaba otro color mientras que ciertas zonas no lo hacían.
Aún así...
—¿Quieres ponerte al menos protección solar cuando tomas el sol? No quiero que te de cáncer de piel porque no te cuidas.- refunfuñó.— Seguro que si Kagami lo hace, tu también.
—Tetsu y el chihuahua están en el aeropuerto despidiéndose de bakagami al haber retrasado su viaje. Así que no exageres rubia.
—Las probabilidades de tener cáncer de piel han aumentado.- comentó Osamu pasando una página del libro que leía. Aomine se apoyó en sus codos, giró su cabeza y bajó ligeramente sus gafas de sol para ver al chico.— Puede que cuando seas mayor lo padezcas y dejes a Kise-san viudo.
El peliazul puso los ojos en blanco y volvió a acomodarse las gafas y mirar al frente.
—¿Tu hermano es igual de listillo que tu?
Al nombrar al rubio la tensión vibró en el aire.
Todos miraron a la cancha que se veía desde el jardín viendo como Atsumu se había pasado toda la mañana después del desayuno haciendo saques sin tomar siquiera un solo respiro cuando supo que su estadía en aquella casa se iba a alargar ya que los negocios entre su padre y el de Akashi todavía no habían concluido.
Todos sabían -un poco por encima- lo que había pasado el día anterior en el cuarto rojo, pero prefirieron no tocar el tema. Estaba claro que algo había pasado entre Atsumu y Hinata porque ninguno de los dos se hablaba. Y como no darse cuenta si el par parecían un chicle, uno pegado al otro.
Y ahora cada uno se sentaba a comer en esquinas diferentes de la mesa.
Los adultos habían preferido no interferir en el tema. Ni siquiera el propio Akashi se atrevía a preguntar algo.
En el caso de Kita y Osamu, ambos sabían como era el rubio. Tarde o temprano acabaría reventando, y lo único que sabía hacer aquel tonto era desahogarse en el voleibol. Y era mejor dejarlo solo.
De nada les servía meterse cuando probablemente serían sacados a patadas.
Por otro lado, Kageyama y Noya sabían perfectamente lo que había pasado. No querían ponerse en ninguno bando, ni decir quien de los dos era el que tenía razón, pero sinceramente sabían que ambos tenían razón. Y que ambos estaban equivocados.
Pero sabían, al menos Kageyama, que Hinata exigía una disculpa por parte del mayor. Y también sabía que aquella disculpa podría tardar en llegar sabiendo lo orgulloso que era Atsumu.
—Créeme cuando te digo que yo soy el gemelo tranquilo.
—¿Pero que fue lo que pasó allí dentro?- quiso saber Aomine viendo como Atsumu dejaba de hacer servicios para beber un poco de agua.— Fue muy divertido cuando Kise y yo entramos con Testu y bakagami.
—¿En serio? Pues eso es raro viniendo de alguien tan posesivo y celoso como tu.- escupió Hinata abrazando sus piernas.
Aomine soltó una risilla de asombro y se giró a mirar al pequeñajo pelinaranja.
—¿Como alguien tan celoso como tu dejó que alguien más se follase a tu novio?
Kageyama cerró los ojos lentamente y contuvo un suspiro. Acariciar a Yuto parecía lo más entretenido en ese momento.
Estaba seguro que por aquel comentario todos sabrían el motivo del porqué la pareja estaba en horas bajas.
—¿Por eso Shou-chin se peleó con Atsu-chin?
—No es el momento Atsushi.
—¡No lo soporto!- gritó de repente Takao poniéndose de pie.— ¡Esto es culpa mía! ¡Y tuya por acceder!- apuntó a Akashi que elevó una de sus cejas cuestionando las palabras del ojigris.— Iré a hablar con él.
—Será inútil, pero como quieras.- habló Osamu centrado todavía en su libro.
Sabía que la rabieta de su hermano en algún momento terminaría.
Vieron como el pelinegro fue hasta la cancha y como su presencia llamó la atención del rubio que paró el servicio que iba a hacer.
Les vieron hablar y Atsumu era el que más articulaba con su único brazo libre al tener el otro agarrando el balón.
Al final, Takao regresó sin haber conseguido nada.
—Te dije que sería inútil.
—Por favor, cállate.- refunfuñó el menor molesto sentándose al lado de Midorima.— Eres su hermano y no ayudas.
—Comparten neuronas, por eso no lo hacen.
—Shouyo.- llamó la atención Noya.
Sabía que su kohai estaba dolido y molesto con el rubio, pero eso no significaba que lo pagase también con Osamu.
El castaño no tenía la culpa de las acciones y palabras de su hermano.
—Iré yo a hablar con él.
El castaño se puso en pie y lo vieron ir hasta la cancha.
—Y allí va el segundo.- dijo divertido Aomine.
Quería unas jodidas palomitas para disfrutar aún más del espectáculo que sus ojos observaban.
Cuando Noya entró a la cancha, lo hizo salvando aquel servicio enviándolo al lugar del armador.
El primero en hablar fue Atsumu, el cual se notaba que no le hacía gracia que el libero estuviese allí. El castaño parecía responderle con calma hasta que vieron que ambos se empezaban a gritar.
Lo que les hizo ver que aquella conversación no llegaba a buen puerto fue cuando el rubio le lanzó el balón que tenía entre sus manos al castaño quien lo pudo esquivar por poco.
El más bajo acabó saliendo de la cancha echando humo y miró con rabia al pelinaranja.
—Tu novio está insoportable. Tan o más insoportable que tu.
—Ese no es mi problema Noya-san.- apretó más el agarre de sus piernas evitando mirar al mayor.— Él sabe lo que hizo.
—Pero tu no hiciste nada para impedirlo.- fue esta vez Kita quien habló mientras se ponía en pie y se quitaba los restos de hierba de sus pantalones.— La culpa no es solo de Atsumu y lo sabes, Hinata-kun. Pero tampoco está bien como se está comportando.
—No vayas Shin.- le dijo Osamu apartando la mirada del libro que tenía para centrarla en su chico.— Sabes que en esa cabeza dura que tiene no entran las palabras ahora mismo.
—Aún así me va a escuchar.
El peligris los dejó para ir esta vez a hablar con el chico. Aomine, que lo vio pasar por su lado, empezaba a mover sus piernas con emoción por saber que sería lo próximo en venir.
Lo vieron entrar y de como Atsumu al ver de quien era, parecía que la rabia había disminuido ligeramente. El enfado seguía presente por la cara que tenía, pero al estar algo lejos no lo podían decir con exactitud.
El rubio pareció que le gritó algo al mayor, pero este ni se inmuto. Al contrario, aquello solo logró que las palabras que dijese a continuación hiciesen al menor ponerse de rodillas.
—¡Logró que se arrodillase!- gritó lleno de emoción Aomine golpeando con su puño el césped.— ¡Hizo que se arrodillase como Akashi hace con nosotros!
Aquel comentario no le hizo mucha gracia a cierto pelirrojo.
—Kita-san te llama Osamu-san.- dijo Kageyama.
El nombrado suspiró y puso su marcapáginas dentro del libro para no perder por donde iba.
Se puso en pie y caminó demasiado lento para Aomine, hacia la cancha. Aquello se estaba poniendo interesante y que fuese tan lento era casi como una tortura en sí misma.
Vieron a Kita salir de la cancha masajeándose el puente de la nariz mientras negaba con la cabeza. Pero eso a Aomine no le interesaba. Le interesaba lo que estaría por pasar. Puede que no escuchase nada al estar lejos y porque la cancha estaba encerrada.
Sin embargo, el peliazul no pudo evitar jadear al ver como el par de gemelos habían empezado a pelear sin razón casi aparente.
¡Apenas y habían intercambiado palabras y el rubio se había lanzado contra su hermano!
—¡¿Pero que hace ese idiota?!- exclamó Kageyama poniéndose en pie sosteniendo a con cuidado a su cachorro; como la mayoría.
Incluso Hinata. Aunque dijese que no le importaba lo que hacía el rubio, era una gran mentira tan grande como un templo.
—Yo diría que pelear con su hermano.
Todos, giraron al escuchar la nueva voz que habló.
Unos extrañados al no reconocerla y otros sorprendidos porque nunca se imaginaron volver a escucharla.
Al menos no ahí.
—¡¿Oikawa-san?!
—Yahoo Tobio-chan
Oikawa le saludaba con la mano pero sin su característica sonrisa.
Las gafas de sol impedían verle los ojos, pero algo le decía al pelinegro que no se encontraba feliz. Sabía que cuando el castaño estaba así era para tener miedo.
—¿Como has entrado?- preguntó Akashi.
Se suponía que debía de pasar por seguridad, y que debía de ser notificado de si alguien iba a entrar en su propiedad, pero nada de eso había pasado.
—Tienes un mayordomo muy amable.- le dijo.— Pero no vengo por eso.
—¿Entonces que haces aquí?
El castaño se giró a ver a Hinata que enseguida apartó la mirada del mayor aunque no la viese por las gafas.
— Vine porque A-chan me llamó y porque me necesita.- le sonrió.— Quien sabe, quizás piensa darte la patada y quiere intentar algo conmigo.
El pelinaranja apretó los labios al escuchar sus palabras. ¿De verdad iba a terminar con él solo porque no pudo estar en aquella habitación? Vale que le había dicho que necesitaba tiempo para volver a estar con él.
Pero ver que en menos de un día Oikawa se haya aparecido solo lograba que se le hicieron un enorme hueco en el estómago. Y en el corazón.
¿Este era el final de su relación con Atsumu?
—Pero mira que son idiotas estos dos.- murmuró Oikawa para sí mismo viendo como el pelinaranja estaba completamente mortificado por verlo allí.
Puso los ojos en blanco aunque no se viese al llevar sus gafas de sol, y se dio la vuelta caminando hacia la cancha. Al llegar, Atsumu se quedó con el puño en el aire al ver al castaño entrar por las puertas de cristal; completamente confundido de verle allí.
Ayudó a Osamu a ponerse en pie, y con un movimiento de cabeza le dijo que se fuese.
—¡Oh dios mio!- exclamó Aomine llamando la atención de todos, incluyendo a Osamu que iba saliendo.— ¡Le dio un puñetazo!
Vieron a Oikawa agitar la mano ligeramente y como después empezó a sobársela con la otra. Volvió a hacerle un movimiento de cabeza a Osamu para que siguiese caminando y se volvió a centrar en el rubio que tenía delante.
Le agarró las mejillas con una de sus manos y le hablaba bastante cerca. El rubio parecía no querer escuchar las cosas que decía el castaño, pero no le quedaba de otra. Parecía más que resignado.
Aomine bufó, y volvió a acostarse a tomar el sol cuando vio que el par se ponía a hacer servicios juntos.
Aquello ya no era divertido.
—Eso no es justo.- habló Kageyama.— Yo también quiero hacer servicios con Oikawa-san.
—No lo hacen porque quieren. Es su forma de entenderse.- comentó Osamu agarrando de nuevo su libro.
Le dolía el labio inferior y la mejilla izquierda. Era lo único magullado que tenía ya que como en el pasado, su hermano se había contenido a la hora de pegarle y lo que habían hecho había sido rodar en el suelo como si fuesen un par de croquetas.
Si pensaba pegarle, que lo hiciera bien.
Que no lo hiciese por sus manos o porque simplemente era su hermano.
—Eso no es lo único que hacen para entenderse.- dijo con recelo Shouyo.
Osamu suspiró.— Mira Shouyo. Me da igual que el culpable de lo os pasa sea mi hermano, pero no pienso aguantar tus comentarios despectivos hacia él. Porque yo siempre pondré primero a mi hermano ante todos. No eres al único que le han hecho daño.
Dicho eso, el gemelo menor se fue del jardín para ir al interior de la casa siendo seguido de Kita.
El pelinaranja por su parte se mordió el labio inferior y tragó las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos. Miró a los chicos que intercalaban su mirada entre él y el par de la cancha, y acabó por correr hacia el interior de la casa como los que acababan de entrar.
Kageyama suspiró y acabó siguiendo al pelinaranja después de dejar a Yuto con el libero.
Debía de hablar con él a solas.
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Al subir las escaleras, Kageyama buscó por todas las habitaciones en las que se habían quedado ellos.
Fue primero hacia la habitación que compartían Kita y Osamu, donde el pelinaranja se había quedado a dormir la noche anterior, teniendo como resultado que allí no estaba.
La siguiente fue la habitación que compartía con Nishinoya y su pequeño Yuto, teniendo el mismo resultado que antes: allí no estaba.
Por último, fue a la habitación que había estado compartiendo con Atsumu durante esos días -habitación que tuvo que haber comprobado primero-, encontrándolo sentado en la cama dándole la espalda a la puerta. Negó con la cabeza y entró.
Se sentó frente al chico sobre la cama, con las piernas cruzadas como estaba el mayor y le agarró las manos.
Quería ser un apoyo como el contrario lo había sido con él en los momentos en los que sufría por no estar con Noya. Y también porque no quería que acabase huyendo por la charla que debían de tener.
—Hinata... ¿Qué fue lo que pasó allí abajo?
—¿Necesitas que te lo explique?
—Mira, yo... Te apoyo en todo, ¿vale?- se sentó a su lado y le agarró de las manos por si intentaba correr.— Pero lo que no apoyo es como todo el resentimiento que tienes contra Atsumu-san se lo lances a todos.
—¿Y qué pretendes que haga?
—Hinata. Yo estuve allí. Y como te dijo Atsumu-san, él está contigo ahora. No deberías de tomarle importancia a lo que pasó.
El pelinaranja apartó las manos de las del pelinegro y se puso en pie mirándolo.
—Mira... Lo que pasó allí ya no importa. Y si está conmigo, no habría llamado a Oikawa-san. Dime, ¿por qué lo llama? ¿Quiere terminar lo que ayer no pudo?
—Te recuerdo que fuiste tu quien le dijo que necesitaba un tiempo.
—¿Ahora es mi culpa?- se le quebró la voz.— Ha tenido todo el tiempo del mundo para que hablemos, pero prefirió llamar al Gran Rey.- negó con la cabeza mientras se mordía el labio inferior.— Hay momentos en los que siento que soy tan poca cosa para él y que lo mejor sería que estuviese con Oikawa-san. Al menos...- rió con lágrimas entres sus ojos.— Al menos él si sabe que a Tsumu le gusta un látigo y un par de esposas en el sexo.
—Hinata, eso...
—¿Fue buena idea empezar a salir con él después haberlo conocido de un solo mes? ¿Estamos seguros que lo que sentimos es amor y no un encaprichamiento?
El pelinegro retuvo el aire.— Hinata...
El nombrado giró su cabeza al ver como el menor no paraba de mover sus ojos desde él hacia detrás de su espalda.
Y se sintió desfallecer al haber soltado todas esas palabras al ver a Atsumu justo en la puerta derramando lágrimas silenciosas.
—No sabía... que era así como te sentías.- parpadeaba con rapidez.— Si tantas dudas tienes de nuestra relación, es mejor dejarla aquí aunque me duela para que no desconfíes de los sentimientos que ambos sentimos.- negó con la cabeza mientras daba pasos hacia atrás.— Este viaje fue un gran error.
Aquellas fueron las últimas palabras de Atsumu antes de dejar a Hinata y Kageyama de nuevo solos en la habitación.
Atsumu recogía e iba metiendo los balones que había golpeado dentro del carrito para balones con el que contaba la cancha para así volver a donde estaba y empezar a hacer de nuevo otra ronda de saques para intentar despejar la mente.
Sería mucho más sencillo ir al otro lado y empezar a golpear los balones, pero veía eso algo peligroso si cuando llegase a saltar se torciese un pie al tener un balón cerca. Por eso prefería ponerlos dentro del carrito.
Cogió otro balón, se giró, dio cuatro pasos, y se volvió a girar. Se llevó el balón a la frente y suspiró antes de realizar su saque de salto flotante... fallando estrepitosamente.
Uno de cada diez saques habían fallado todo porque no tenía la cabeza centrada en la cancha. Solo podía pensar que demonios era lo que le había pasado a Shouyo para que saliera del cuarto rojo como lo hizo y que dijese lo que dijo.
Toda la excitación que tenía había bajado como si le hubiesen tirado un cubo de agua helada encima. Él se sentía de aquel modo solo porque Shouyo estaba con él. Kageyama y Yuu eran simplemente un extra.
Cuando aquella puerta fue abierta delante de él fue como ver otro mundo. Nunca creyó que alguna vez llegaría a estar en un cuarto rojo. Que llegaría a ver todas esas cosas. Y creyó que vivirlo con el pelinaranja sería una experiencia increíble. Y está seguro que si aquel par no hubiese entrado con ellos, probablemente en este momento no estaría sacando su frustración contra un balón de voley.
¿Por qué le pasaba eso a el? ¿Por qué sentía su corazón inquieto y adolorido?
¿Podría ser porque no le mencionó a Shouyo su extravagante gusto por miedo de lo que pudiese pensar?
Le había asegurado que estaba con él, y que no le importaba nadie más que él. Que lo que hizo con Kageyama y Yuu no debería de importar en la relación que ambos tenían. ¿Puede que para él el haberse quedado encerrado en esa habitación había sido algo normal?
Se acercó hasta la botella de agua para poder refrescarse antes de volverse hacia el carrito y agarrar otro balón.
Esta vez dio seis pasos, se giró listo para su nuevo servicio quedando a la mitad al ver como Takao entraba a la cancha.
—Lo siento.- fue lo primero que dijo el pelinegro nada más entrar.
—¿Por qué?- quiso saber.
—Porque por mi, tu y Shou-chan están peleados.
Atsumu le miró y sostuvo entre su cadera y su brazo el balón.
—Perfectamente puede ser tu culpa Kazunari-kun.- dijo.— Si me hubieses dicho lo que había tras esa puerta en vez de haberte hecho el interesante, quizás Shouyo no me habría pedido un tiempo separados.
—Por eso yo... Lo siento.
—Perdón que vaya a sonar como un imbécil, pero tus disculpas no me sirven.- empezaba a enfadarse.— Shouyo no me habla y todo porque Tobio-kun y Yuu entraron con nosotros e hicimos cualquier cosa. No me basta decirle que lo amo con locura si por su cabeza va a seguir pasando lo que ocurrió en esa maldita habitación.
—Tsumu-chan yo...
—Kazunari-kun. Vete de aquí antes de que tu cara sea la diana de mis saques.
Y dicho eso el pelinegro salió casi corriendo de la cancha.
¿Que el pelinegro había dicho que fue su culpa que Shouyo y él estén distanciados? Pues no quería darle la razón, pero sí, había sido culpa de Takao que ellos estuviesen así.
Por su cabeza no dejaba de rondarle que si le hubiese dicho de antemano que tras esa puerta se encontraba el paraíso del sexo, probablemente habría hablado con Akashi en privado para ver si podía usar la habitación solamente con Shouyo. Pero no. Todos tuvieron que estar allí para el terrible desenlace que se produjo.
Al menos estaba seguro de que si al pelinaranja no le gustaba nada de aquello estando los dos solos, podían tener sexo como lo habían estado teniendo.
Pero habían entrado con dos "parásitos" que lo que hicieron fue, quizás, arruinar su relación.
Sabía que la culpa no era solo de ellos sino suya también pero... Antes de estar con su pequeño había tenido diferentes parejas, pero siempre siendo fiel hasta que eran ellas las que terminaban con él porque decían que nunca se entregaba por completo en la relación. Ahora que estaba con Hinata, que sabía que lo estaba dando todo con él y que era fiel porque sería incapaz de engañarlo con alguien más, ocurre algo como esto.
Shouyo es su rayo de sol, y que pensara que lo que ambos vivieron no había sido especial no hacía más que hacerle doler el corazón.
Gruñó intentando apartar el dolor que nacía en su pecho, y se dispuso a hacer otro saque.
Elevó el balón y le dio con todas sus fuerzas apuntando justo a la esquina de la cancha. Pero su perfecto saque fue salvado por cierto libero que entró como un torbellino gritando.
—¡Rolling Thunder!
Atsumu chasqueó la lengua al ver que aquello había sido un buen pase del libero hacia el armador.
Pero no estaba de humor para alabar las técnicas de juego de su amigo.
—¿Ahora eres tú el que viene? Mejor ahórrate las palabras y vete.
—¿Por qué no has hablado con Shouyo?- preguntó tranquilo.
—Te recuerdo que él me dijo que necesitaba tiempo. Y se lo estoy dando.
—Oye, Atsumu... Intenta olvidar lo que pasó allí dentro y ve con Shouyo. El no está bien.
—Yuu.- respondió enfadado.— Yo mismo le dije que lo que pasara dentro no importaría pero no me escuchó. Y yo quisiera olvidarlo, ¡pero me pidió tiempo!
—¡Por eso te digo que vayas con él y habléis las cosas!
—¡Maldición cállate! ¡Esto también es tu culpa!- le gritó lanzándole un balón que apenas el castaño tuvo tiempo de esquivar.— ¡Si no hubieses entrado, Shouyo estaría a mi lado!
—¡No me culpes de tu momento de calentura! ¡Te recuerdo que fuiste tú quien fue el primero en entrar!- le gritó de vuelta.— ¡Asume tus actos!
—¡Pues asume los tuyos también y no me digas que hable con él cuando todo estaría perfecto si tú y Tobio-kun no hubiesen entrando!
El libero gruñó en frustración y salió de la cancha peor de lo que había entrado. Pero el rubio no estaba mejor.
Primero Takao y luego Yuu. Uno disculpándose y otro diciéndole que fuese y hablase con el responsable de su mal genio de ese día. A ambos los había tratado a las patadas, pero tenía un humor de perros sabiendo que su relación con Shouyo estaba tan frágil como nunca llegó a pensar.
Amaba tanto a su pequeño rayo de sol que nunca pensó que algo los fuese a distanciar. Sabía que si llegaba a ocurrir algo en el futuro, ambos lo podrían solucionar hablando juntos. Pero estaba equivocado.
Shouyo no le hablaba, ni le miraba siquiera. Y cada segundo que pasaba más se iba arrepintiendo el haber entrado a esa maldita habitación. Había sucumbido a su curiosidad y al deseo, y eso podría ser el causante de que perdiese lo que más quería.
—Atsumu.
El nombrado miró como Kita entraba en la cancha, y le fue inevitable rodar los ojos al ver a su antiguo capitán entrar a la cancha.
No estaba para más charlas.
—Kita-san. Vete de aquí. No estoy de humor para lidiar contigo.- escupió cada una de sus palabras.
—Atsumu, ten cuidado como me hablas.
El rubio apretó los labios y se puso enseguida de rodillas con sus puños encima de ellas y mirando hacia el suelo de parqué al escuchar el tono del mayor.
Cuando los pies del mayor entró en su campo de visión se encogió un poco en su lugar.
—Desde que te conozco... Me he dado cuenta que te gusta echarle la culpa a los demás cuando sabes que el principal responsable eres tú.
—Yo no...-
—No he dicho que puedas hablar.- interrumpió. Suspiró y le hizo señas a Osamu para que viniese e hiciese entrar en razón a su tonto hermano.— Asume que lo que te pasa con Shouyo-kun no es culpa del resto sino tuya. Es tu novio, ¿no? Habla con él.
Vio como el peligris salía de allí para ver cómo su hermano entraba en su lugar.
Aquello no podía ponerse peor.
¿Que hacía allí?
No quería escucharle. Seguramente se burlaría de él o algo por estilo y eso solo haría que todo ese mal humor que había estado acumulando, explotase con su hermano. Y él era muy hábil para hacerle explotar.
—Me encanta ver cómo Shinsuke te puede hacer ponerte de rodillas con unas palabras.
¿Ven? A eso se refería.
—¿Y bien? ¿Mi chico te hizo abrir los ojos?
No supo que se le cruzó por la cabeza, pero acabó lanzándose contra su hermano. Primero, ambos rodaron por el suelo jalándose mutuamente el pelo. Luego fue el castaño que no se dejó de su hermano mayor e invirtieron lugares en para empezar a golpear su cara sabiendo que lo odiaba. Después de que empezase a ser golpeado, el rubio se dijo que no iba a perder esa pelea. No como el año anterior donde se contuvo para evitar herir de más a su hermano; por lo que empezó a morderle la mano como si fuese un perro.
Por último, ambos empezaron a gritarse mutuamente.
—¡Pedazo de basura! ¡No me restriegues tu relación con Kita-san!
—¡Que Shouyo-kun te haya dejado de hablar porque se enteró de tus gustos para el sexo no es mi culpa!
—¡No me dejó de hablar por eso!
—¡Está claro que es por eso! ¡¿Por qué no le dices tus verdaderos gustos en vez de lamerte las heridas cuando se dan cuenta de la verdad?!
Frunció el ceño y elevó su puño listo para estrellarlo contra una de las mejillas de su hermano.
Decían que las verdades duelen, pues aquella verdad había dolido más que todos los golpes que le había dado su hermano juntos. Quizás tuviese razón y puede que fuese porque le aterraba que Shouyo le mirase diferente al decirle la clase de gustos que tenía. Podía sonar descabellado que el pelinaranja le juzgase ya que había dejado a la vista su gran colección de libros y mangas de diferentes géneros, pero que a alguien le gustase leer no era lo mismo a que alguien tuviese gustos extravagantes a la hora de tener sexo.
Era este último gusto el que temía que hiciera a Shouyo alejarse de él. Y parecía que ese miedo se había cumplido y que podría haber evitado si se lo hubiese contado de antemano.
Apretó su puño dispuesto, ahora sí, a llevarlo a una de las mejillas de su hermano, pero paró antes de que pudiese hacer algo.
—Baja esa mano, A-chan.
Su sorpresa no se dejó esperar al ver a Oikawa allí.
Entraba a la cancha acomodándose el pelo y colocaba sus gafas de sol en el pequeño bolsillo izquierdo con el que contaba su camisa.
Frunció el ceño en confusión y dejó ir a su hermano cuando Oikawa le hizo un movimiento de cabeza para que se fuera después de ayudarlo a ponerse en pie. Él en su lugar, se quedó mirando al mayor desde el suelo.
—¿Que haces aquí, Tooru?
El castaño se acercó hasta él y abrió los ojos sorprendido al sentir como le daba un puñetazo directamente en la mejilla.
Parpadeó intentando comprender lo que acababa de pasar, y se llevó la mano hacia la zona golpeada y centró su mirada en Oikawa que agitaba su mano y se la sobaba para que no le doliese; escuchando como se quejaba. No pudo volver a reaccionar cuando el mayor se acercó a él y con su mano le agarró las mejillas haciendo que sus labios se fruncieran.
—Ishida Atsumu. Me llamaste llorando porque me dijiste que tú relación con Chibi-chan estaba en peligro al descubrir tu gusto culposo. Y cuando llego, ¿qué es lo que me encuentro? Tu, dándote de golpes con tu hermano.
—T-tooru...
—No me he recorrido el Pacífico para ver cómo te matas a golpes.- le soltó y fue a por una pelota.— Ponte en pie y hablemos.- le lanzó la pelota que había cogido para él coger otra y prepararse para hacer un saque.
El rubio sin decir palabra se fue hasta el lugar donde había estado realizando sus saques y contuvo un grito al ver como un balón le rozó la cabeza.
Giró con rapidez para ver como Oikawa le miraba de forma seria y esperaba en posición, para recibir el saque que debía de hacer.
—La primera vez que tuvimos sexo, me lo confesaste.- soltó Oikawa en el momento justo que realizaba su saque logrando que fallase.— ¿Por qué no se lo dijiste? ¿Acaso no confías en él?
—No lo entenderías.
Oikawa chasqueó la lengua.— ¿Qué es lo que debería de entender, Atsumu?- preguntó mientras él hacía un saque perfecto el cual el rubio no pudo parar.— Porque, sinceramente, yo estoy de parte de Chibi-chan.
—¿Para eso viniste de Argentina? ¿Para ponerle más sal a la herida?
—Vine desde Argentina para hacerte entender que si yo fuera Chibi-chan, a mi no me gustaría ver como a mi novio se lo tira otro tipo. O como él se folla a otro.- suspiró frustrado negando con la cabeza.—A-chan, a Chibi-chan no le disgusta el haber entrado en aquella habitación. Lo que no le gusta es como dejaste que Tobio-chan te lo hiciera o que tu se lo hicieras a él, mientras te miraba impotente.
—Los dos... Shouyo y yo estuvimos de acuerdo.- bajó la mirada.
—¡Eso da igual!- le gritó.— Da igual las veces que le digas que le eres fiel o lo mucho que lo amas. Nada de eso importa.
El rubio apretó los labios al sentir como no dejaban de temblar.
Se agachó y se agarró la cabeza. Se sentía tan miserable.
Pudo sentir como la mano del mayor se ponía encima de su hombro, y al alzar su llorosa mirada pudo ver como Oikawa le observaba con una pequeña y tranquila sonrisa.
—¿Qué debo hacer Tooru?
—Ve, y habla con Chibi-chan.- le guiñó un ojo mientras le asentía.— Ve y dile todo lo que sientes. ¿No me habías dicho que no iba a haber secretos entre ustedes?- preguntó.— Pues ve. Y se sincero con tus sentimientos.
—¿Y qué pasa si Shouyo no me quiere hablar? ¿O si me rechaza?
Oikawa quiso reír ante lo mortificado que estaba el rubio. Estaba igual que el pelinaranja nada más verlo allí.
Eran tal para cual.
—Si eso pasa, debes ser paciente y espera por él.- sonrió más amplio.— Le vi entrar a la casa. Tobio-kun iba detrás de él.
Asintiendo, Atsumu se puso en pie con rapidez y empezó a correr hacia el jardín. Sin embargo, justo en la puerta paró y se volteó a mirar al castaño.
—Te lo dije una vez pero... Sigo creyendo que tienes más futuro como psicólogo que como jugador.
—¡Fuera A-chan!- le dijo divertido señalando la salida.
El menor rió y salió corriendo hacia el interior de la mansión ignorando los gritos de Aomine.
Empezó a subir los escalones de dos en dos, y miró todas las puertas abiertas del segundo piso con la respiración agitada. Intentó normalizarla mientras iba caminando y escuchando atentamente a ver si escuchaba al par de menores.
Cuando pudo escuchar sus voces, pensó en entrar de golpe para aclarar todo con su pequeño rayo de sol. Pero al escuchar sus palabras le hizo frenar en seco.
—Ha tenido todo el tiempo del mundo para que hablemos, pero prefirió llamar al Gran Rey. Hay momentos en los que siento que soy tan poca cosa para él y que lo mejor sería que estuviese con Oikawa-san. Al menos... Al menos él si sabe que a Tsumu le gusta un látigo y un par de esposas en el sexo.
La boca la sentía seca al escuchar como su pequeño le expresaba sus miedos a Kageyama.
Nunca creyó que llegaría a sentirse así. Siempre era alguien alegre, y se notaba cuando quería que su atención fuese dirigida al pelinaranja. Pero escuchar el dolor en su tono de voz, solo le hacía pensar que en realidad no le había prestado la atención que el menor se merecía.
Sacudió su cabeza y se dijo que debía de entrar.
Debía de hacerle ver que él era su persona especial.
Que él es su primer amor.
Pero como nunca creyó que el chico tenía esos sentimientos, tampoco creyó que sus palabras fuesen un puñal directo a su corazón.
—¿Fue buena idea empezar a salir con él después haberlo conocido de un solo mes? ¿Estamos seguros que lo que sentimos es amor y no un encaprichamiento?
— Hinata...
Vio el momento cuando el menor se giraba a verle y su cara se iba transformado.
Sus ojos empezaban a nublarse y el aire parecía que empezaba a fallarle.
—No sabía... que era así como te sentías.- empezó a parpadear con rapidez. No quería que viese como se derrumbaba delante de él. Demonios... Cuando había decidido dar el paso y hablar con él, pasaba esto.— Si tantas dudas tienes de nuestra relación, es mejor dejarla aquí aunque me duela para que no desconfíes de los sentimientos que ambos sentimos.- negó con la cabeza mientras daba pasos hacia atrás.— Este viaje fue un gran error.
Se dio la vuelta y volvió a correr por el pasillo hacia las escaleras.
Las bajo con velocidad tropezando un par de veces y corrió hacia el estudio donde sabía que su padre y el de Akashi mantenían sus reuniones.
Abrió la puerta sin llamar viendo que aquello había enfadado al dueño del lugar, mientras que su padre se giraba extrañado ante su repentina interrupción y que al verle se pusiera en pie preocupado al verle llorar como si fuese un niño pequeño.
—Atsumu, ¿qué pasa?
Separó sus labios dispuesto a hablar, pero de ellos solo pudo salir un sollozo quebrado.
Se llevó una mano a la boca para acallar sus vergonzosos llantos, pero era inútil.
—Hijo, me estás preocupando. ¿Qué ocurre?
—Pa... Papá...- sollozó.— Q-quiero irme a casa.
Kageyama y Nishinoya caminaban por las calles de Sendai rumbo hacia la casa del segundo, con sus meñiques entrelazados.
El cielo empezaba a teñirse de naranja logrando que fuese un momento bastante romántico al estar solos.
Pero ese bonito paisaje dejaba de serlo al verse nublado ante los recientes acontecimientos.
Todos fueron reunidos en el salón para hacerles saber que regresarían de nuevo a Miyagi como había estado previsto, excepto Hiroki que se quedaría allí por un par de días más.
Kageyama supo que aquello era debido a que Atsumu había escuchado la conversación que tuvo con Hinata, y quiso que su amigo fuese detrás del mayor, pero el muy estúpido se quedó de pie mortificándose. Y cuando vio al rubio con los ojos rojos y siendo resguardado por Osamu, supo que las cosas estaban más complicadas de lo que parecía.
El padre de Akashi les asignó un chófer para que los llevase hasta el aeropuerto en donde cogieron el avión privado de la familia Akashi para que los llevase hasta Miyagi. Por otro lado, Oikawa también fue con ellos pero cogiendo un avión hasta Argentina el cual fue pagado por Masaomi.
Al llegar a su destino, nadie dijo nada y mejor fue así. Pidieron que los dejasen en la zona comercial, y ellos dos junto a Hinata bajaron allí viendo como Ami conducía alejándose.
—Yo me voy por aquí.- fue lo que había dicho Hinata desviándose por completo de su camino a casa, y ambos prefirieron no decir nada.
En su lugar, empezaron a caminar hacia la casa del mayor en silencio y con sus meñiques unidos.
—Fue un viaje de locos.- dijo Noya al llegar a su casa.
—Estoy de acuerdo... Pero fue un buen viaje porque estuve contigo.
El castaño sonrió con sus labios apretados y se acercó al pelinegro para ponerse en puntillas y darle un largo beso en los labios.
Kageyama jadeó y miró a todos lados al separarse.
—¿Que haces?- preguntó alterado.— Alguien podría vernos.
—No hay nadie cerca. Tranquilo.
El ojiazul le entrecerró los ojos y acabó sucumbiendo a la mirada chocolate. Se inclinó al frente y empezó a darle un sinfín de besos al más bajo.
Al cabo de una buena sesión de besos ambos se despidieron con un último beso, y Kageyama no se fue de allí hasta que vio que el libero no entraba dentro de su casa.
Sonrió de lado y empezó a caminar hacia su solitaria casa donde estaría tranquilo junto a Yuto.
—Disculpa.
El chico se giró al escuchar una voz y frunció el ceño al ver a otro chico caminar dubitativo hacia él.
—Eres Kageyama Tobio, ¿cierto?
Dos veces en un mes.
Un récord con las actualizaciones desde que me centré con 'Siempre fuiste tu'.
¿Como están?
Podría haber actualizado antes pero este capitulo lo he sentido muy raro cada que escribía. Me estoy arrepintiendo seriamente al haber escrito el capitulo anterior.
También pueden ser las prisas, porque desde hace unos cuantos capítulos atrás tenía en mente lo que pasaría en los capítulos que están por venir y quería escribirlos cuantos antes.
Pero en esos capítulos el AtsuHina no estaba peleado.
En fin.
Espero que les haya gustado el capítulo.
Nos leemos pronto.
~Zeni13~
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