Siete
Atsumu caminaba después de la práctica junto a Nishinoya y Tanaka. Los tres reían de estupideces pero sus ojos se desviaban a cada tanto hacia Hinata que hablaba con una gran sonrisa junto a Kageyama.
Durante las practicas durante toda esa semana, ambos se habían acoplado mejor que cuando jugaba con su hermano. Y siempre se compenetraba de maravilla con Osamu.
También toda esa semana ha tenido que soportar que sus raíces empezasen a crecer y se viese un manchurrón castaño entre tanto rubio. Era como un pequeño nido de pájaros en crecimiento. También tuvo que soportar las burlas de Tsukishima diciendo que parecía un pudin.
Maldito gigante burlándose de su senpai.
—¿Qué dices Atsumu?
—Perdón, ¿qué?
El rubio parpadeó y miró hacia Nishinoya.
El menor negó y le sonrió de lado.
—Que si nos acompañas a Ryu y a mi al karaoke mañana.
—¿Pero no fueron el otro día?- preguntó confundido.
—Te necesitábamos para que se desmadrase.- le dijo Tanaka pasando su brazo por sus hombros.
—Eh... No puedo. Lo siento.
Tanaka y Nishinoya pararon de caminar y miraron ceñudo a Atsumu.
—No puedes negarte. Ya lo hiciste una vez.- le dijo el libero.
—Hermano, ¿hay algo más importante que tus amigos?
El rubio se pasó la mano por el cuello y sonrió apenado. Se volvía a negar a ir junto al dúo de problemáticos de segundo a algún lado, pero esta vez tenia una buena excusa, no como la vez anterior.
—Tengo trabajo.
El atacante lateral y el libero le miraron sorprendidos y luego empezaron a hacer ruidos extraños avergonzando al rubio.
—Hombre, llevas dos semanas aquí y ya tienes trabajo.- le palmeó la espalda Nishinoya.
—Haber empezado por ahí.- secundó el rapado.— ¿Y donde es? ¿Un conbini? ¿Un restaurante? ¿Un lugar ilegal pero exótico?- movió sus cejas de arriba a abajo.
Atsumu bufó y se quitó los brazos de encima.
Se giró a verles y les regaló una sonrisa.
—No os lo puedo decir. Todavía no.
—Jumm... Tiene la pinta de ser ilegal, Noya-san.
—No lo se Ryu... Parece falso.
Libero y atacante lateral murmuraban entre ellos mientras miraban al rubio con los ojos entre cerrados.
Este en cambio rodó los ojos. Podía escucharlos perfectamente especulando del trabajo supuestamente ilegal y exótico en el que estaba metido. Pero no les podía decir nada hasta estar seguro que puede abrir la boca ante esto.
—Yo... Mañana te mando un mensaje, ¿vale?- le dijo a Yuu.
Nishinoya suspiró.— Está bien...
Atsumu sonrió y volvieron a retomar su camino.
Hinata y Kageyama ya no encontraban a la vista y eso extrañamente le inquietó al rubio. Probablemente se habrían escondido para hacer de las suyas como en la azotea de la escuela.
Había dejado de subir a aquel lugar al pasar ahora más tiempo con Nishinoya y Tanaka durante los almuerzos, pero sabía lo que sus kohais hacían a escondidas.
Tampoco les había contado lo que sabia. ¿Que tal si abría la boca y la cagaba? Quería que su tercer y ultimo año de preparatoria fuera tranquilo y sin problemas. Y no quería tampoco que sus kohais se pusiesen tensos cuando ellos mismo estuviesen en tercero.
Se despidió del par y marchó hacia su casa.
Se colocó sus auriculares en ambos oídos y conectó el cable al teléfono. Reprodujo una canción al azar y caminó con tranquilidad.
Ya se había acostumbrado a aquel lugar de manera lenta, y ya no se desvelaba tanto por no poder dormir. Su casa seguía siendo enorme aunque fuese para dos. Hablaba con Samu todos los días desde que le vino a visitar y tenia pequeñas conversaciones con Kita cuando no estudiaba. Suna siempre le estaba mandando mierdas de vídeos y mensajes por lo que lo ignoraba y silenciaba.
Su otra gran amistad que había echo, fue Oikawa.
¿Quien diría que un poco de maquillaje mal aplicado les uniría?
El castaño era otra persona con la que hablaba todos los días y con la que se había confesado con cada uno de los problemas que le había atormentado desde que llegó a Miyagi.
Sus largas conversaciones o videollamadas daban para mucho, y el mayor se portaba comprensivo con él. También se divertía con las tonterías que decía el castaño o como se metía con Kageyama por cosas insignificantes.
Llegó a su casa, y paró de caminar al ver un paquete de tamaño medio en la entrada.
Frunció el ceño extrañado y lo cogió entre sus manos.
Abrió la puerta y se quitó los zapatos. Volvió a mirar el paquete por todos lados y jadeó al ver su procedencia.
Corrió escaleras arriba y se encerró en su habitación. Cogió las tijeras que tenia en su escritorio y rasgó con ellas la cinta que lo envolvía. Abrió el paquete y sus ojos brillaron nada más verlo.
Un montón de cajas de tinte. Por fin diría adiós a su nido de pájaros.
Agarró con rapidez su teléfono y le mandó un mensaje a Oikawa siendo respondido de inmediato.
Salió de la conversación y bloqueó su teléfono. Se retiró cada una de sus ropas del entrenamiento y se puso sus viejos pantalones de deporte del Inarizaki. Bajó a la planta baja y encendió la calefacción para toda la casa.
Volvió a subir a su habitación y empezó a ordenar el desastre que había dejado en ella.
Cogió la ropa sucia del entrenamiento y junto al paquete con los tintes, lo llevó al baño. Allí metió la ropa en el cesto de la ropa sucia y empezó a acomodar las cajas de tinte que le habían llegado en sus cajones del mueble del baño.
Después del partido de practica del sábado anterior, se encerró en su casa y cogió su ordenador portátil para meterse en la pagina web de la tienda donde compraba cualquier producto de belleza en Hyogo. Encargó al menos diez cajas de tinte y dos botes grandes de agua oxigenada para hacer la mezcla. Una pequeña brocha y un bol de plástico para mezclarlo todo.
Cuando lo dejó todo perfectamente colocado, el timbre de su casa resonó por toda ella y bajó con tranquilidad las escaleras. Abrió la puerta sintiendo una fría brisa chocar contra su desnudo pecho y vio a Oikawa con ropa casual y un bolso colgando de su hombro.
—Eso fue rápido.- le sonrió Atsumu.
—Vale la pena.- se encogió de hombros.— ¿Puedo pasar?
El rubio se hizo a un lado y dejó pasar al castaño. Le prestó unas pantuflas calentitas y lo guió hasta su habitación.
Oikawa al entrar miró la habitación. No estaba decorada con fotos ni nada por el estilo, pero lo que más llamó su atención fue la enorme estantería al lado de su escritorio llena de libros.
Dejó su bolso en el suelo y se acercó para verlos más de cerca.
—¿Los has leído todos?
—No... El voleibol me quita tiempo.
—No me habías dicho que te gustaba leer.- sacó un libro y lo giró entre sus manos.— Sobre todo literatura.
—¿Que te puedo decir? Leer es mi tercera pasión. Obviamente el voley es la primera.
Oikawa dejó el libro en su lugar y alzó una ceja.— ¿Y la segunda?
Atsumu sonrió de lado.— El sexo.
El castaño le sonrió de la misma manera y rió.
—¿Entonces qué? ¿Lo hacemos?- preguntó Oikawa.
El rubio asintió y le hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiese.
Salieron de su habitación y caminaron un par de pasos hasta el baño. Allí sacó una caja de tinte y junto al resto de cosas que necesitaba.
Con ellas en mano, se giró y se las tendió a Oikawa.
—Estoy es tus manos, Tooru-kun.
Con cara seria, el mayor asintió.
Preparó suficiente mezcla y con cuidado empezó a aplicar el producto en las hebras castañas. Cuando acabó lavó lo que utilizó y ambos empezaron a hablar hasta que pasase el tiempo.
Reían de estupideces y comentaban sus logros en el voleibol. Oikawa expresaba su frustración por no poder ganarle al maldito de Ushijima y Atsumu se reía de ello.
Después de treinta minutos, el rubio se puso de pie listo para retirarse el tinte y lucir genial como siempre.
—Voy a quitarme esto- se señaló su cabeza.— Espérame en la habitación.
—¿Qué pasa? ¿Tienes vergüenza de estar desnudo frente a un desconocido?- provocó Oikawa con una sonrisa torcida.
Atsumu le sonrió de la misma manera. Se dio la vuelta y se retiró los pantalones y ropa interior dejándolos en el suelo y se metió dentro de la ducha cerrando la puerta de cristal tras de él.
Oikawa se mordió el labio inferior y negó con la cabeza mientras una sonrisa tiraba de la comisura de sus labios y se apoyaba en la puerta cerrada.
—Yo tengo de todo, menos vergüenza.- habló el rubio restregando su cabello.
—Ya lo veo.
El sonido del agua cayendo hacían eco en el baño. El vapor del agua caliente empezaba a empañar el espejo y empezaba a ser algo sofocante.
—¿Enserio no soy tu tipo?
Atsumu rió entre dientes y le miró de reojo.
—No estás mal.- confesó.— Pero solo para pasar el rato.- cerró la llave y se quedó mirando al castaño aún desde dentro.— Como pareja, prefiero otra persona.
—Y si te digo que quiero tener sexo contigo, ¿lo harías?
El rubio salió de la ducha y se enrolló una toalla alrededor de su cintura mientras con otra se secaba el pelo.
—¿Eres así de fácil?
—¿Lo eres tu?- contradijo el castaño.
Oikawa se apartó de la puerta y dejó que Atsumu saliese llevando sus pantalones en mano. Entraron de nuevo a la habitación y le vio rebuscar en uno de los cajones del armario en busca de su ropa interior.
—¿Y sexo de consolación?
El rubio se giró con una ceja alzada.— ¿Qué?
El castaño miró al piso y se apoyó en la puerta que había cerrado. Se abrazó a sí mismo y se encogió de hombros.
—Cuando... Me gradúe, pienso ir a Argentina. A jugar voley.- Atsumu lo miraba en silencio mientras se ponía la ropa interior.— Iwa-chan rompió conmigo al saberlo. Dice que no quiere una relación a distancia.
—¿Y por eso quieres acostarte conmigo?
Se encogió de hombros.— Para olvidar el dolor.
El rubio suspiró y dejó ambas toallas encima de su escritorio y se acercó hacia el castaño. Le rodeó los hombros y apoyó la barbilla en la cabeza del mayor con algo de incomodidad por ser ligeramente más alto por un centímetro.
El castaño apoyó su mejilla en el hombro contrario y se mordió el labio inferior mientras rodeaba la espalda desnuda del menor con sus brazos. Se negaba llorar. Tres años de relación, y Hajime rompía con él porque pensaba irse a Argentina.
—Puedo dejarte dormir a mi lado. Pero nada más. No me voy a acostar contigo.
Oikawa rió y asintió.— Puedes abrazarme mientras dormimos.
—Claro.
—Y ten por seguro, que nuestra relación será también una de follamigos.
El rubio rió y negó con la cabeza mientas le abrazaba con fuerza.
Atsumu suspiró cansado y bloqueó su teléfono.
¿Debería dejarlo apagado el resto del día? ¿Quizás todo el fin de semana? Puede que de momento las aguas estuviesen tranquilas, pero aquel par le volvería a atacar con preguntas que no tenia porqué responder. Pero sabía muy bien, que si no les decía nada ahora, cuando fuesen a la escuela las preguntas serian peor e imposibles de evadir.
¿Es que acaso lo estaban espiando?
Nunca se imaginó que los de Karasuno fuesen así de insistentes. De solo pensar que tenia que estudiar su ultimo año allí también...
Temía por su salud mental.
—¿Ocurre algo?- quiso saber Oikawa entrando por la puerta detrás de él.
—Yuu y Ryu nos han visto entrar al edificio. Creen que tenemos algo.
—¿Y eso tiene algo de malo?- le sonrió coqueto el castaño sentándose encima de sus piernas y rodeando su cuello.
—Solo somos amigos. No hay segundas intenciones.- le devolvió otra sonrisa coqueta igual que la del mayor.
Oikawa bufó mientras se bajaba de sus piernas.— Aguafiestas.- le apuntó con su dedo y entrecerró los ojos.— Pero no me iré de Japón hasta haber cumplido mi cometido de ser follamigos.
Atsumu rió y se empezó a retirar el maquillaje que tenia en la cara.
Le habían llamado para que hiciera una sesión de fotos hacia un par de días, y su sorpresa fue cuando le dijeron que otro modelo estaría en aquella sesión; y que dicho modelo fuese su nuevo castaño amigo. Es por eso que el mayor se había quedado a dormir con él el día anterior.
Como le prometió, le abrazó durante toda la noche sin segundas intenciones y a la mañana al despertar, su madre les había preparado un rico desayuno al ser uno de sus raros días libres.
—No quiero que nuestra amistad se estropee por tener sexo.
—Un polvo no estropeará nuestra relación. Nos unirá más, literalmente.
—Pues buena suerte intentándolo. Tienes menos de dos meses antes de irte.
Oikawa le dio un golpe en el brazo.
—Me voy por una buena razón.
—Lo se.- le dijo con una sonrisa.—Yo haría lo mismo.
—Eres el único que me entiende A-chan.- se recostó en su silla y suspiró pesado.— Iwa-chan cree que es muy precipitado. Pero es mi sueño, ¿sabes?
—No, no lo sé.- ironizó.— No me lo has dicho un millón de veces durante las últimas catorce horas.
Oikawa le volvió a golpear con más fuerza y rió por ello.
—Te prometo que te llamaré todos los días.- le dijo el castaño.
—Aun no te has ido.- empujó leve el rubio.— Disfruta mientras tanto este momento.
—Lo haré.- le respondió con una sonrisa.
Atsumu se volvió a mirar al espejo y sonrió.
Estaba de acuerdo con Oikawa, un polvo no destruirá su relación.
Nuestra diva favorita quiere liarse con la nueva diva de Miyagi. Fue algo que surgió mientras escribía pero que no sé como seguirá.
Si quieren que de verdad este par sean follamigos, déjenmelo saber. O si quieren que sean como las mejores amigas hermanas de diferente madre.
Espero que les haya gustado.
Nos seguimos leyendo en la AtsuHina Week.
~Zeni13~
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