
Ocho
Estaba nervioso. Demasiado, cabe destacar.
Hacia dos días que las fotos que habían sido tomadas junto a Oikawa habían visto la luz.
La revista donde se publicarían era una exclusivamente de moda masculina muy importante. Estaría tranquilo si en Miyagi no vendiesen esa revista, pero lo hacia. Rogaba a todos los dioses habidos y por haber que nadie del Karasuno viese esas fotos.
No había nada de que avergonzarse. En ninguna mostraba más piel que la permitida para alguien de diecisiete años. Aunque aquellas en ropa interior de antaño eran otra historia.
Aún así eran Nishinoya y Tanaka los que no dejaban de verle acusatoriamente. Su mente se engañaba diciéndole que esas miradas eran porque se creían que tenia algo romántico con Oikawa en vez de ser por esas fotos.
No dejaban que se concentrase en las prácticas y eso le ponía de los nervios.
Había intentado enseñarle a Yamaguchi hacer los servicios de saque flotante. Indicándole como poner las manos y dedos y cuanta intensidad tenia que ejercer al darle al balón. Pero la intensa mirada del cuatro ojos del equipo le incomodaba. Y mucho.
Más que las miraditas de Tanaka y Nishinoya al otro lado del gimnasio.
Por eso, dejó libre al pecoso que le agradeció su ayuda y se dispuso a practicar sus propios servicios. Tenia que mejorar si quería que Karasuno fuese a las nacionales y así poder jugar contra su hermano.
Pero los intensos gritos -de los cuales no estaba acostumbrado- de Kageyama hacia el pobre Hinata le desconcertaban. ¿Enserio este par tenían algo romántico? Parecían simples amigos que se gritan para ver quien tiene la razón.
—¡Hinata boke! ¿Cuando aprenderás a recibir bien? Hasta Tsukishima lo haría mejor.
—Que cruel eres, Kageyama.- hizo un puchero con los labios.
—¡Pues aprende a recibir!- se cruzó de brazos.— Hasta que no aprendas no te pasaré ningún balón.
Atsumu pudo escucha perfectamente el jadeo proveniente de Hinata.
Aquella amenaza había sido algo exagerada, pero lo entendía. Si alguien no podía golpear una de sus colocaciones no debería de servir para jugar voleibol.
Dejando sus servicios de lado, se acercó hasta el pelinaranja con decisión y le tocó el hombro. El menor se giró y le miró con una cara tan triste que le llegó hasta su corazón.
Sentía las ganas de abrazarlo con fuerzas y no dejarle ir mientras le susurraba que todo estaría bien.
Sacudió su cabeza y le sonrió.
—No necesitas a Tobio-kun. Yo puedo colocar para ti.
Los ojos de Hinata parecían volver a brillar, y eso solo hizo que el rubio sonriera un poco más.
—¡¿Lo dices enserio Miya-san?!
—Claro.
El menor le abrazó con fuerza y él le dio palmaditas en su cabeza.
—Pero Tobio-kun tiene razón. Tienes que mejorar tus recepciones.
—Hago mi mayor esfuerzo.- murmuró.
—Déjame enseñarte.
Dejó el balón en el suelo y se posicionó detrás de Hinata. Se inclinó hasta que su pecho tocó la espalda del contrario y su boca quedase justo a la altura de su oreja.
Deslizó sus manos por ambos brazos y los colocó de manera que pudiera recibir a la perfección. Con una de sus piernas, separó las contrarias y las hizo doblarse ligeramente. Su aliento chocaba directamente con la oreja del menor y con su dedo índice tocaba ciertas partes del brazo.
Hinata por su parte sentía su oreja totalmente caliente al igual que su cara que juraría que estaba completamente roja. Sentía a la perfección el calor que provenía del cuerpo del mayor y su pobre corazón no estaba preparado para una cercanía como esta.
Todos en el gimnasio les miraban y era Kageyama el que fulminaba con su mirada al rubio.
—Eso es cruel, A-chan. ¿Me estás cambiando por Chibi-chan?
Atsumu alzó su mirada hacia la puerta del gimnasio al igual que todos.
Sonrió de lado al ver a Oikawa mirándole divertido mientras entraba sin los zapatos y se acercaba a él.
—¿Qué haces aquí?
El rubio se separó del pelinaranja y se acercó hacia el castaño.
Oikawa le abrazó por el cuello y unió sus labios a los del rubio. El contrario llevó sus manos a las caderas del castaño y lo acercó más a él mientras introducía su lengua en la boca contraria.
Hinata se sonrojó aún más si eso era posible y apartó la mirada. Él hacia lo mismo con Kageyama, ¿por qué se ponía tímido viendo ese beso entre el Gran Rey y Atsumu?
Al separarse, el rubio le sonrió de lado.
—No me has respondido.
El castaño abrió la boca para justificarse pero los gritos de Nishinoya y Tanaka se lo impidieron.
—¡Eso no se hace hermano!- decía Tanaka.— Nos has mentido.
—¡Dijiste que no teníais nada!- acusó Nishinoya con su dedo al rubio.— ¡Pero os estabais besando!
Oikawa y Atsumu se miraron y rieron por las ocurrencias de ambos.
—No tenemos nada.- dijeron al unisono.
—¡No te besas con alguien por nada!- seguía diciendo Tanaka.
El rubio suspiró y negó con la cabeza.
Se acercó hacia Hinata que seguía a unos pasos lejos de él y agarró su cabeza anaranjada y le atrajo hacia él.
Capturó los labios del menor bajo la atenta mirada de todos.
Había introducido su lengua en la cavidad contraria, recorriendo cada rincón de ella. Acariciaba la pequeña lengua del pelinaranja y sentía como sus manos arrugaban su camisa.
Al separarse, se relamió los labios y miró al dúo de segundo cruzándose de brazos.
—¿Qué? ¿Ahora tengo algo con Shouyo-kun?
—Que atrevido A-chan.- dijo Oikawa colgándose de su brazo.
—Lo único que tenemos es sexo casual, nada más.
—Y del bueno.- apuntó Oikawa.— Sabe que lugar tocar y...-
Atsumu cubrió la boca del castaño con su mano sintiendo su cara enrojecer por la vergüenza.
¿Es que acaso no podía callarse esos detalles?
Vale, sí. Él no tenia vergüenza alguna, pero al menos se guardaba la intimidad... pues eso, en la intimidad. No le iba diciendo a cada quien lo que hacia o dejaba de hacer.
Bueno, su hermano era la excepción.
Ambos confesaron cuando habían dejado de ser vírgenes. Casualmente fue cuando tenían quince años. Él lo había hecho con Suna en el almacén del gimnasio, y después de eso tuvo diferentes parejas casuales pero ninguna seria con la que sentase la cabeza. Quizás pareciera un don juan, pero cuando el amor tocase a su puerta, lo agarraría con fuerza y no lo dejaría escapar.
Osamu lo había hecho con Kita cuando tuvo la casa para él solo. Le había cocinado -una comida deliciosa, por cierto- y luego había pasado a la acción de una manera romántica. Y así ha sido durante dos años y puede que si seguía así, sus padres tendrían que olvidarse de tener nietos de sangre.
A él personalmente le gustaba Kita como su lindo cuñado.
Y él... Era abiertamente bisexual. Había estado tanto con hombres y mujeres realmente atractivas, pero él se decantaba más por quedarse el resto de su vida con un hombre.
Pero no cualquier hombre, claro está.
Tenía que ser alguien bajito, y que fuese achuchable. Que cupiese perfectamente en sus brazos para envolverlos con ellos en un cálido abrazo. Con el que se pueda reír de millones de cosas y sobre todo de sus chistes malos. Que entendiese su amor por el voleibol. Que le gustase ver partidos del deporte que amaba, pero que también le gustasen las películas ñoñas que le hacían llorar como una magdalena. Que aceptase su gusto por la literatura y aunque no lo quiera admitir, también sus gustos por el manga y el anime. Que si se lo pedía, le diese el tinte en el pelo que empezaba a crecer.
Pero sobre todo, que tuviese una sonrisa la cual iluminase hasta sus días más oscuros...
Sin embargo, todavía no había encontrado a aquella persona.
—¿A qué viniste, Tooru-kun?
—Te he estado llamando.
Atsumu alzó una ceja.— No se si te has dado cuenta pero tengo práctica.
El castaño bufó.
—Te necesitan... Bueno, nos necesitan. Hay trabajo de última hora.
—No me han avisado de esto.
—¿Qué parte de "trabajo de última hora" no has entendido?
—Yo... Esto... Ugh...- se giró a Ennoshita e hizo movimientos raros con sus brazos.— Tengo que...-
—Sí, vete.- le cortó mientras se sobaba el puente de la nariz.— Vete antes de que te saque yo mismo de aquí.- el rubio apretó los labios.— No vuelvas a montar una escena como esta o estarás vetado del gimnasio hasta el nuevo curso.
Atsumu se tensó y asintió con rapidez. Puede que un par de días, quizás algunas semanas sin ir al gimnasio lo podría tolerar. ¿Pero hasta abril? Imposible.
Al menos no ahora que había vuelto a retomar su entusiasmo de jugar tras ver a su hermano.
Se giró y agarró del brazo a Oikawa arrastrándolo por él.
—No debiste besarme.- le susurró.
—¿Por qué? Fue divertido ver sus caras.- rió el castaño.— Además no me apartaste.
Atsumu negó y desapareció de la vista del resto de los miembros del Karasuno.
Desapareció sin darse cuenta que había dejado a un Hinata todavía con la cara en llamas y sin saber que hacer.
Hinata tocaba sus labios con la yema de sus dedos de forma delicada.
Tenia un hormigueo en ellos desde que Atsumu le había besado, y aún puede sentir como la lengua del mayor rozaba con la suya y como recorría todo el interior de su boca.
Se dio la vuelta quedando de lado en su cama y se encogió en su lugar.
Quería pasar su lengua por sus labios intentando que con eso pudiese volver a saborear a Atsumu en ellos. Pero se negaba a hacerlo. Pensaba que si hacia lo que quería, el agradable hormigueo que tenia en sus labios desaparecería y no quería que eso pasase.
Sin embargo, no sabia que le pasaba.
Se sentía nervioso y tímido después de aquel beso. Algo que no le había pasado con Kageyama. Se suponía que no debería de pasarle algo así. El pelinegro era su novio y era quien debía de hacerle sentir aquellas mariposas en su estomago.
El menor no le había hablado después de lo que pasó en el gimnasio. Él tampoco hizo el amago de acercarse, estaba todavía embobado por el beso de Atsumu.
Bueno, aún lo seguía y se regañaba por ello.
Cogió su teléfono y lo desbloqueó. Abrió aquella aplicación de mensajería y fue directamente al contacto de Atsumu que había añadido cuando Nishinoya lo añadió al grupo del equipo, y pulsó su foto.
Puede que no estuviese solo, pero sus ojos solo parecían mirar al rubio. Puede que su hermano fuese una copia de él, pero en realidad eran como el agua y el aceite.
Atsumu tenia una resplandeciente sonrisa tirando de sus labios dejándole ver sus blancos dientes. Se podía apreciar la corbata de su viejo uniforme en Osamu, y supuso que el rubio también la tendría puesta. Sus ojos avellana eran tan expresivos y brillantes que se quedaba embobado mirándolos. Tenían un no se qué que no sabía descifrar. Eran totalmente diferente a los de Kageyama, tan claros y azules como un cielo despejado en verano.
En cambio, sus ojos avellana eran le tranquilizaban y le transmitían calidez.
Salió de la fotografía y abrió el chat del rubio. Veía la pantalla completamente vacía y sin ningún mensaje en ella. No había sentido la necesidad de escribirle al rubio y tampoco sabia que podría decirle. No quería hablarle del voleibol, eso ya lo hacia con Kageyama. El indicador de la barra de escribir parpadeaba burlándose de él por no saber que poder ponerle al rubio sin quedar completamente expuesto y avergonzado por ello.
Sentía la necesidad de verse alguien súper genial ante el rubio. Porque Atsumu lo era.
Fue a la pantalla de inicio saliendo de la aplicación y abrió su galería. Buscó la carpeta de screenshots y vio la última captura de pantalla que había hecho. Era una imagen de una revista de ropa masculina donde en su portada posaba el rubio con un paraguas pero sin mirar a la cámara.
Se sorprendió cuando vio aquella imagen el día anterior y fue por eso que hizo aquello. Estaba aburrido y había abierto Instagram para ver que encontraba de bueno. Él nunca le daba a aquellas palabritas que estaban en la sección de búsqueda. No veía nada relevante a eso, pero se dijo '¿y por qué no?' acabando como resultado encontrando aquella portada de revista que había compartido la agencia de publicidad que la lleva, etiquetando de paso al rubio.
Y obviamente no va a admitir que se puso a stalkear al mayor.
Pff...
Bueno, quizás un poco.
Ademas, creía que seguirlo sería demasiado vergonzoso.
Negó con su cabeza y salió de allí. Dejó su teléfono con la pantalla mirando el colchón y se tapó los ojos con uno de sus brazos.
—Miya-san es alguien atractivo...
Aquellas palabras se las dijo a la nada hasta que segundos más tarde reaccionó.
Se sentó de golpe y se agarró ambas mejillas con sus manos.
¿Pero en qué pensaba? El tenia novio. Uno demasiado celoso que si se enteraba de lo que había dicho le estrujaría la cabeza hasta hacerla añicos. Y él amaba a su cabeza.
Pero el tener novio no te hace ciego, ¿no?
Admirar el atractivo de otras personas no significa serle infiel a tu pareja, ¿a que no? Solo... Es un mero comentario de nada.
Miró de reojo su teléfono y casi se muerde su labio inferior ante la duda. Soltó aire de forma temblorosa y cogió el aparato volviendo a entrar al contacto del rubio dispuesto a hablarle.
Pero... ¿que le diría?
Oh, mierda. Su estomago empezaba a doler por los nervios.
Escribió un rápido 'hola' y arrojó su teléfono a un lado como si quemase. Se abrazó las rodillas y esperó por una respuesta que no tardó en ser contestada.
Chilló ante el sonido y miró con miedo el aparato. Por dios... Parecía una adolescente a la espera de que su crush le respondiese.
Bueno, era un adolescente.
Pero Atsumu no era su crush.
Pff... Tonterías.
Su cara estalló en llamas y tiró su teléfono en su cama para empezar a girar en ella mientras se tapaba la cara.
No quería que le hubiese recordado lo del beso. No quería confesar que le había gustado porque eso seria faltar a su amor por Kageyama.
Se recompuso y volvió su vista a la conversación viendo que el rubio le había mandado un par de mensajes más.
Ahora, si que se mordió el labio inferior. Puede que su mente le haya hecho creer que aún podía sentir el sabor de los labios del rubio en los suyos propios.
En realidad... Si que tenia una segunda intención tras esa conversación en la que pretendía ser alguien genial ante los ojos de Atsumu.
Espera, ¿no lo están?
Aquello lo dejó más confundido que del beso que le dio. Volvió a mirar a su teléfono viendo como el rubio le seguía mandando mensajes.
Su cara se sonrojó -otra vez- al ver aquello último.
Se mordió el labio, y soltó la bomba que habia tenido rindando su mwnte dwsde que escuchó lo que twnia el rubio con el Gran Rey.
Un chico de chaqueta y pantalones grises, camisa blanca de botones y corbata negra mal anudada tenía ambas manos en su cadera mirando a la escuela. Las chicas de alrededor lo miraban sonrojadas y susurraban al verle.
Él las ignoraba y en cambio sonreía. Sabía a donde tenía que ir y estaba seguro que no podría decirle que no.
Nadie le decía que no.
—Sea como sea, dirás que sí, Miya Atsumu.
Sin duda, este capitulo me ha dado demasiados problemas.
No por el tema de la escritura, porque fue saliendo de a poco y pudimos ver la perspectiva de Hinata ya que durante todo este tiempo ha sido desde la de Atsumu.
Yo escribo desde el teléfono y corrijo desde el ordenador; pero cada vez que intentaba poner las imágenes en el teléfono, Wattpad me troleaba y las que ya tenia puestas me las eliminaba. Si no aparecen haganmelo saber.
Ayer podría haber actualizado pero con esto del troleo de Wattpad no pude.
Aun después de todo esto, espero que les haya gustado.
Nos leemos pronto.
~Zeni13~
Pd: aparece alguien nuevo y no es del universo de haikyuu. Digo yo que "puede" que sepan quien es.
Pd2: la imagen de multimedia es la foto de la portada donde sale Atsumu.
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