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Doce

Hinata se encontraba en frente de la puerta de la sala del club. Y estaba nervioso. Demasiado.

Sentía que en cualquier momento las piernas iban a fallarle y caer de rodillas justo en frente y que la puerta le daría en toda la cara con fuerza por estar en medio cuando fuese abierta.

Soltó un suspiro tembloroso y miró la pequeña bolsita entre sus magulladas manitos. Aquel día era uno muy especial, y su corazón enamorado -si, ya lo estaba admitiendo- le dictó que debía de hacer algo. Ese día era San Valentín y el día anterior se había puesto a hacer chocolate como loco enamorado para dárselo a Atsumu. Quizás se lo diese de modo de agradecimiento habiéndolo llevado a lugares como un set de fotografía o por unirse al club; o también de forma amistosa aunque le desagradase la idea.

Ah, y también había hecho algo para Kageyama.

Se decía que no podía darle solamente a Atsumu sin que pareciese sospechoso, por lo que también preparó una bolsita con el chocolate más amargo que hizo: tal como era Kageyama. Al llegar a la escuela y ver al ojiazul, corrió hacia él de forma alegre y le dio la bolsita.

Vio como Kageyama alzaba una ceja, la cual se frunció y tiró la bolsita al suelo al ver sus manos llenas de tiritas y vendajes.

—¡¿Que le pasó a tus manos?!

—Oh, um... Me quemé un poco y tuve algunas cortadas, nada grave.- restó importancia.— Pero más importante...-

—Tus manos están así por... ¿hacer chocolate?- dijo incrédulo.

—Sí, pero...-

—¡¿Acaso eres estúpido?!- le gritó.— ¡Tus manos son importantes para el juego! ¡Y tu las lastimas para hacer esta tontería!

Kageyama se agachó y le tiró la bolsita con los chocolates para luego girarse e irse. Ahí, el frágil corazón de Hinata se rompió en millones de trocitos.

Se había esforzado mucho para hacer aquello, y Kageyama tan solo le había gritado. Apretó la bolsita entre sus manos y la tiró a la basura.

Agradecía que no hubiese nadie en aquel lugar cuando el pelinegro le gritó. Habría sido vergonzoso.

Por eso, estaba asustado de que Atsumu reaccionase de la misma forma.

Soltó aire y asintió. Debía ser valiente.

Agarró el pomo de la puerta y la abrió. Todos los miembros estaban allí haciéndole sentir más ansioso. Y el causante de sus nervios estaba a escasos metros con solo los pantalones de deporte.

La sola imagen le hacia recordar aquella sesión con la arcilla y como después había acabado dándole sexo oral.

Se retiró sus zapatos y camino decidido hacia el mayor. Sentía la mirada de todos encima suyo, sobretodo la de Kageyama.

Se aclaró la garganta y vio como el rubio giraba su cabeza para centrar su mirada avellana en él. Le sonrió amable y eso le hizo poner aún más nervioso.

—Shouyo-kun, hola.

Su nombre saliendo de sus labios era... Uf.

Rebuscó en su bolso la bolsita con el chocolate en forma de corazón y se la tendió al mayor cuando la encontró. Pudo ver como al rubio se le coloreaban las orejas e intentaba controlar el sonrojo de sus mejillas.

—¿E-es para mi?

—Sí.- dijo seguro.— Yo lo hice.

Fue ahí donde Atsumu reparó en las manos dañadas de Hinata.

Le quitó con cuidado la bolsita y sostuvo con delicadeza las manos del menor. Frunció el ceño y las acarició con cuidado.

Volvió a alzar sus orbes avellanas hacia los caramelo del pelinaranja y le sonrió.

—Es un lindo detalle. Pero quiero que entiendas que tus manos son importantes.- la suavidad con la que decía esas palabras, hipnotizaban a Hinata.— No quisiera que esto nos separe.- Hinata parpadeó confuso y sintió sus mejillas arder. Atsumu también se sintió avergonzado y soltó las manos del menor.— ¡Q-quiero decir! Seria terrible no poder jugar juntos. Me gustas... ¡C-como jugador! ¡Y persona!

Hinata sonrió pequeño y le pareció realmente adorable como Atsumu no paraba de hablar y hablar soltando cualquier cosa para arreglar a saber que.

Sin embargo, si corazón corrió como loco al escuchar salir de sus labios aquel "me gustas". ¿Acaso lo que sentían era reciproco?

Si fuese así, seria sumamente feliz. Pero no podía olvidarse que tenia un asunto sin resolver con Kageyama.

—¿Entonces te gustó el regalo?

Atsumu paró de hablar y miró la carita de ángel de Shouyo. Le sonrió de lado y asintió.

—Me encantó. Gracias.

El pelinaranja le sonrió más grande mostrando esta vez sus dientes haciendo latir con más fuerza el corazón del rubio.

El par parecía envuelto en su propia burbuja sin percatarse que los demás miembros no apartaban sus miradas de ellos dos. Noya intercalaba su mirada de Kageyama a Shouyo y luego a Atsumu, y volvía a Kageyama otra vez. Podía parecer tonto, pero no lo era. Sabia lo que había entre Kageyama y Shouyo, pero no estaba seguro si había algo solido detrás de eso. Y con la llegada de Atsumu al Karasuno le hacia afianzar su idea que lo que había entre sus kohais eran meras ilusiones de ellos.

Por su parte, Kageyama les fruncía el ceño al par. Le enfurecía ver que Hinata le sonreía con dulzura a Atsumu y este le devolvía la sonrisa. Y podía notar como los ojos del mayor brillaban al mirar a Hinata. Estaba seguro que el rubio sentía algo por el pelinaranja y este quizás tuviese sentimientos encontrados porque...

A él le había regalado chocolate, y eso significaba algo ¿no?

—¿Puedo probarlo?- preguntó el rubio al menor.

—Claro.

—Pero no comas mucho.- se escuchó la voz de Ennoshita.— Si vomitas, tu serás quien limpie tu propio vomito.

Atsumu puso una cara de asco ante la terrible imagen mental.

Los de segundo se fueron exceptuando a Atsumu quien se quedó junto con los de primero. Yamaguchi miraba nervioso la situación mientras que Tsukishima esperaba el momento idóneo para hacer uno de sus típicos comentarios. Y sabia, que ese momento estaba cerca.

Con cuidado, Atsumu quitó el nudo de la bolsita y sacó uno de los chocolates. Lo miró con cuidado y antes de morderlo miró a Shouyo quien intentaba disimular su nerviosismo. Mordió el chocolate y saboreó el sabor amargo de este con otra cosa más.

Sus cejas se fruncieron y se metió a la boca lo que quedaba del chocolate que había mordido. Se relamió con cuidado los dedos y luego los labios y siguió pensando en el contraste de sabores.

—¿T-te gustó?

—H-había algo... Que no supe descifrar.

—Oh... Bueno... ¿Te gustan... Las mandarinas?

—¿Por qué?

Hinata le miró por debajo del flequillo.— Tiene jugo y trocitos de mandarina.

—Oh...- Atsumu y Hinata se quedaron mirando por segundos que parecieron horas y se sonreían.— Sí... Me gustan las mandarinas.

—Genial.- respondió Hinata en un suspiro.

El rubio volvió a tomar otro chocolate de la bolsa y le dio un mordisco saboreando el amargor del chocolate y lo dulce de las mandarinas.

Dos cosas completamente opuestas pero que combinaban perfectamente.

—Oh...- llamó la atención Hinata.— Tienes un poco de...- hizo un movimiento con sus manos alrededor de la boca. Al rubio se le había manchado de chocolate la comisura de los labios. Y sin pensarlo dos veces, Hinata se acercó y poniéndose en puntitas, alargó su mano retirando el chocolate del lugar para luego retirarlo de sus dedos con su lengua.— Ya está...

—Gracias...

Atsumu sentía aquel lugar donde los dedos de Shouyo le había rozado, cálido. ¿Acaso seria muy obvio si se volvía a manchar para poder sentir aquel toque de nuevo?

—Vaya, vaya, vaya. Parece que la futura reina quiere ser princesa.- dijo burlón Tsukishima.— Ten cuidado rey, tu consorte se escapa como la arena entre los dedos.

—Tsukki...- intentaba parar Yamaguchi.

Kageyama le frunció el ceño al de gafas y apretó puños y dientes.

El pecoso sacó a a la fuerza a Tsukishima de la sala del club mientras Kageyama intentaba calmarse y no ir detrás del rubio y borrarle esa estúpida sonrisa burlona de la cara a golpes.

Por su parte Atsumu seguía comiendo gustoso mientras Hinata lo observaba en silencio.

—Al menos podrías compartir.

Atsumu alzó una ceja en dirección de Kageyama.

—¿Por qué debería de hacer eso contigo?- cuestionó.— Estos chocolates me los han dado a mi.

—Seguro tienes de sobra. No te hará daño compartir.

El pelinegro hizo el amago de meter su mano dentro de la bolsita, pero esta fue golpeada por la de Atsumu.

El rubio volvió a cerrar la bolsita con el pequeño cordón que tenia y lo guardó dentro de su bolso. Rebuscó también su camisa y se la puso antes de girarse y hablar con Kageyama.

—Yo no voy por ahí quitándote tus cosas. No hagas tu lo mismo con las mías. Y si tengo o no chocolates de sobra, no es de tu incumbencia.

—¿Que crees que dirá Oikawa-san al mirar todos esos chocolates?- acusó el ojiazul haciendo sentir mal de paso a Hinata.— Deberías de ser más considerado con tu pareja Miya-san.

Atsumu suspiró y negó con la cabeza.

—Tooru-kun y yo no somos nada. Solo somos amigos.

—No te creo.- le dijo Kageyama.

—No lo hagas si no quieres, pero es la verdad.

Se dio la vuelta para salir de allí e ir al entrenamiento.

Sentía que los chocolates que se había comidos, se empezaban a revolver en su estomago. Y la verdad, no quería limpiar su vomito. Era asqueroso.

Sin embargo, sintió un cálido agarre alrededor de su muñeca y por delicadeza y comprensión, se giró para ver a Shouyo.

—¿P-por qué ya no estas con el Gran Rey?

Atsumu sabía que no debía darle explicaciones a nadie. A fin de cuentas era su vida, pero sentía que era necesario que Shouyo supiese la verdad.

Aunque eso implicase que Kageyama también lo supiese.

—No se me paró.

—¿Qué?- dijeron al unisono ambos menores.

—Fui a... Acostarme con Tooru-kun y no se me paró.

—¿Por qué?- insistió Hinata.

—Por que él no es la persona de quien estoy enamorado.

Esta vez, al darse la vuelta salió de la sala del club dejando a ambos menores dentro y pensando si había hecho bien en decir aquello ultimo.

No quería haber sonado demasiado obvio el que su corazón solo latía por Shouyo y que su cuerpo reaccionaba a él. Pero le era imposible resistirse cuando aquel par de gemas caramelo te miraban con insistencia con el fin de que le contase hasta su secreto mejor guardado.

—No está bien hacer esto. No es ético.

—¿Qué sabrás tu de ética?

—Pues más que tu.- replicó.— Él ya nos dijo todo lo que queríamos saber. ¿Por qué ir a averiguar?

—Porque sabemos que necesitamos ver que eso sea verdad. Es por eso que nos colaremos en el Aoba.

Hinata suspiró.

Había descubierto que desde que se quedó en casa de Atsumu, aquel ángel y demonio parecían haber venido para quedarse.

Quería creer que era su mente desesperada la causante de ello ya que era el único en verlos. No siempre se le aparecían, pero era en los momentos como estos, en los que dudaba en que hacer que aparecían. Ya se había acostumbrado a ello, pero eso no lo hacia menos escalofriante.

Habían veces en las que incluso hablaba con ellos y eso le perturbaba mas. Por eso había decidido ignorarlos y que entre ellos dos se matasen verbalmente, aunque fuese el ángel el que saliese perdiendo.

—Mírame cuando te hablo.

Hinata sintió como su cabeza era estrujada con fuerza y al girarse pudo ver la mirada enfurecida de Kageyama. Por encima de su hombro, mucho más atrás, pudo ver a Atsumu hablando con una sonrisa junto a Noya quien caminaba de espaldas.

—¿Que pasa? Eso dolió.- se quejó el pelinaranja sobándose la cabeza con un lindo puchero colgando de sus labios.

—Te estaba llamando.

—Pues no te escuché.

—Claro que no lo hiciste si nos prestabas atención.

Hinata se tensó al escuchar la vocecilla en su hombro izquierdo.

—¿Por qué le diste chocolate a Miya-san?

—No tengo porque darte explicaciones.- le respondió intentando demostrar seguridad.

—Claro que debes. Es malo mentir.

—No le está mintiendo. Además si no le quiere decir, pues no le dice.

—Si es solo eso, me voy. Tengo cosas que hacer.

Hinata se giró para irse a hacer su misión 'Infiltración en el Aoba'. Nadie le impediría buscar al Gran Rey y preguntarle si era verdad que entre Atsumu y él ya no había nada.

Pero el fuerte -y doloroso- agarre de Kageyama alrededor de su muñeca le impidió avanzar. Se zafó del agarre con fuerza y le miró con enfado.

—¿Que quieres?

—¿Por qué le diste chocolates a Miya-san?- repitió.

—Ya te dije que no te incumbe.

—Claro que lo hace.

—No, no lo hace. Tu y yo no somos nada.- reprochó.— Te he estado esperando a que digas algo, pero aparte del voleibol, piensas con lo que te cuelga entre las piernas y ya estoy cansado.- se volvió a girar para irse pero la mano envolviendo de nuevo su muñeca le hizo parar y girarse con un suspiro hastiado.— ¿Ahora que?

—Lo siento yo... ¿Podría recibir esos chocolates?

Hinata rió irónico y se volvió a soltar del pelinegro.—¿Lo mismos chocolates que tu me lanzaste?- le vio asentir.— Claro, da la vuelta y búscalos en la basura.

—¿Que...?

—Yo... Pasé toda la noche haciendo los chocolates y tu... Lo único que hiciste fue gritarme y rechazar mi trabajo.

—Pero tu manos...-

—¡Me dan igual mis manos!- estalló.—Hice algo que salió de mi corazón, ¡Y tu lo destrozas en segundos!

—¿También hiciste de corazón los chocolates de Miya-san!

—¡Que eso no te incumbe!

Hinata miraba enfadado al pelinegro sin percatarse que de sus ojos salían lagrimas, ya fuesen de rabia o de dolor.

Solo sabia que no quería seguir escuchando al chico frente suyo.

—Shouyo-kun, ¿estás bien?

Al mirar detrás de Kageyama, vio a Atsumu junto a Noya mirándolos preocupados.

—¿Por qué lloras?- preguntó el rubio acercándose.— ¿Acaso son tus manos? ¿Te duelen?

Agarró ambas manos con cuidado y las inspeccionó con detenimiento.

—No pasa nada Miya-san.- habló Kageyama.

—¿Me está diciendo que ignore a una persona que está llorando?- cuestionó el rubio.— ¿Eres así de insensible?

Kageyama apretó los dientes y apartó la mirada.

—Tranquilo Miya-san. Estoy bien.- aseguró Hinata.

—¿Seguro?- preguntó Atsumu limpiando los restos de lagrimas de las mejillas del menor.

—Sí, tranquilo.

—Vale, pero... Déjame al menos acompañarte a casa. Quisiera asegurarme.

—O-oh. No hace falta. Es lejos.

—Insisto.

En ese momento ambos empezaron una inocente pelea de propuestas para acompañar al pelinaranja a su casa hartando a Noya y a Kageyama. Uno por la molesta presencia del rubio y el otro por lo obvio que era toda esa situación, y lo peor era que los involucrados ni se enteraban.

—¿Y si vamos a tu casa?- Atsumu y Hinata se giraron a ver al castaño.— Después de todo tu y yo ya habíamos quedado en que me ayudarías a estudiar para los finales.

—P-pero...-

—Tranquilo, puedo dormir en el sofá.— les guiñó un ojo a ambos haciéndoles sonrojar.

—Me gusta este chico.

—Por mi señor... Esto va a acabar en tragedia.

—¿Se puede saber que estas haciendo Noya-san?- le susurro Hinata al castaño cuando ambos se sentaron en el sofá de la casa de Atsumu.

—¿Por qué crees que hago algo?- sonrió.

Hinata giró su cabeza hacia atrás mirando como Atsumu junto a Kageyama preparaban cosas para comer en platos; que habían comprado cuando venia hacia la casa del mayor de todos.

Por la propuesta del libero, no les quedó de otra que traer de paso a Kageyama. Y juraba que había escuchado al castaño chasquear la lengua al saber de esto.

Decir que el ambiente no estaba tenso era una vil mentira. Estaba seguro que hasta la lengua viperina de Tsukishima podría cortar la tensión que los rodeaba.

—No nos invitaste porque sí, ¿verdad?

Noya sonrió de forma lobuna y se acercó más al pelinaranja para que solo él pudiese escucharle.

—Sé tu secreto.

Hinata frunció el ceño extrañado.— ¿Qué secreto?

La sonrisa de Noya se ensanchó.— Que estás enamorado de Atsumu.- la carita de Hinata estalló en tonos de rojo y miró asustado hacia atrás.— Y tienes mi apoyo.- levantó ambos pulgares

—¿Qué...?

—Te ayudaré a estar con el chico que te gusta.

Eso le dio mala espina a Hinata.

Noya era alguien como él: demasiado hiperactivo y que no pensaba antes de actuar. Por eso que le dijese tales palabras pues le asustaba.

Había visto los innumerables rechazos que Shimizu les hacia a él y a Tanaka. Quería creer que estaba tonto de amor y por eso hacia eso. Y puede que lo estuviese, pero de la persona equivocada. Él podría ser tonto, uno muy grande, pero se fijaba en las cosas. Y podía darse cuenta de las miradas ausentes y desconsoladas que veía en Asahi a lo lejos viendo como el libero se iba tras unas largas piernas envueltas en medias negras.

Y no sabia que podría pasar en la inminente graduación de los chicos de tercero a apenas poco más de un mes para que se celebrase.

—No digas tonterías Noya-san, eso...-

El sonido de la puerta de la estancia abriéndose le hizo callar.

Pudo ver como una mujer de cabellos castaños y ojos avellana aparecía por la puerta. La reconoció enseguida al haberla visto la ultimas vez: la madre de Atsumu.

—No me dijiste que tendríamos visitas.

—Mamá... Hola.- el rubio se acercó a saludar a su madre con un cálido abrazo.— Ya conoces a Shouyo-kun.- señaló al pelinaranja.

Este hizo una pequeña reverencia desde su posición.

—Me alegra verte de nuevo.

—Él es Yuu.- señaló al libero.— Pensaba ayudarlo para los finales. Y él es Tobio-kun. Te hablé de él en la concentración de invierno.

—Un placer conocerlos chicos.- se giró a ver a su hijo.— ¿Podemos hablar un momento?

Vieron como madre e hijo salían del lugar dejándolos solos.

Hinata semita la penetrante mirada azulina de Kageyama encima suyo y el quería fusionarse con el sofá para evitar así su mirada acusadora.

—¿Como conoces a la madre de Atsumu?- cuestionó Noya.

—O-oh bueno... Pasé... Una noche aquí.

—Misma noche donde te excitaste por un sueño. Tranquilo, es algo normal.

Nishinoya sonrió ante su respuesta con una mirada cómplice y Kageyama frunció el ceño al ser ajeno de tal invitación.

Los presentes giraron su cabeza hacia la puerta al escucharla abrirse de nuevo viendo como el rubio entraba por esta.

—Mamá no tiene problema en que os quedéis. Ella se irá a la casa de una amiga y vendrá por la mañana para hacernos el desayuno.

—Procura no tener deseos sexuales por nuestro rubio bombón. Pero no me importaría.

—No le hagas caso. Los pensamientos impuros son pecados.

Hinata se contuvo de rodar los ojos. Estaba cansado de escuchar a ese par discutir. No veía la hora en que desapareciesen de una vez. Y no sabia cuando eso pasaría.

¿Tal vez cuando estuviese mentalmente estable?

—Pero no tengo futones en casa. ¿Alguno puede ir a comprarlos?

Nishinoya giró su cabeza hacia el pelinaranja y disimuladamente le decía que fuese junto al rubio. Este en cambio se negaba y miraba de reojo tanto a Atsumu como a Kageyama.

Bufando, el libero se levantó y le sonrió amigable al rubio.

—Claro, voy yo.

—Gracias, Yuu.

—No hay problema. ¡Kageyama me acompañará!

El nombrado abrió los ojos con sorpresa y le frunció el ceño.

—Yo no he dicho que quiera ir.

—Eso me da igual. ¡Venga vamos!

Sin dejar que replicase algo, el castaño había agarrado con fuerza del brazo al de ojos azules y lo arrastró fuera del lugar dejando a Hinata y Atsumu solos.

Bueno, no tan solos. Los "demonios personales" de Hinata les hacían compañía. Y no ayudaban para nada.

Con movimientos torpes, Atsumu se sentó en el sofá y Hinata le siguió de la misma forma. El ambiente era tenso e incomodo y ninguno sabia que decir. Ambos estaban sumamente nerviosos.

En ese momento, Hinata sintió su teléfono vibrar y lo sacó para ver que era un mensaje de Noya. Nada más leerlo su cara estalló en carmín.

¡Sáltale encima sin miedo! ¡Te compraré tiempo! ¡Suerte!

¿Como iba a saltarle encima? Si con solo pensar en lo que podría pasar le avergonzaba. Miró de reojo al rubio que tenia las orejas rojas como un par de tomates maduros y jugaba con sus dedos.

"¡Sáltale encima sin miedo!"... como si fuese tan fácil.

¿Que le haría? ¿Un kabedon pero en el sofá? Quizás subirse a sus piernas seria lo mejor. ¿Y si se excitaba que haría? No, no... ¿Y si no lo hacia? Él mismo le dijo que no se había excitado al estar con el Gran Rey, ¿que le haría pensar que si se excitaría con él?

Su cuerpo era chiquito y sin músculos, totalmente diferente al de el Gran Rey: alto y musculoso por cada porción de piel. Incluso podría jurar que su piel brillaba bajo el sol. Y él... Era como una planta marchita.

—¡Lánzate a por él! ¡¿A que demonios estas esperando?!

—No le incites a tales actos impuros. No estamos preparados para el rechazo.

—El que no arriesga no gana. Si no nos lo comemos nunca sabremos si nos quitará a patadas.

—Quizás nos siga la corriente porque le damos pena.

—Por mi amo Lucifer...- se masajeó las cienes.— Lan.za.te. Ambos sabemos que quieres comerte su boca a besos y que él haga lo mismo contigo.

—No es verdad.

—Por dios, callaos.

—¿Dijiste algo?

Hinata jadeó y tensó todo su cuerpo. Giró su cabeza hacia donde estaba el rubio que le miraba de forma interrogativa.

Negó con la cabeza de forma rápida y sintió sus mejillas enrojecer.

Se miró las manos y luego cerró los ojos con fuerza. No iba a hacerlo... No. No podía.

Por eso no entendía porque se ponía en pie y sentía la mirada de Atsumu encima suyo. Se giró a verle y caminó despacio los pocos centímetros que los separaba. Avellana y caramelo se encontraron. Las mejillas de los dos brillaban en color rojo y sus respiraciones eran mas lentas al tenerlas casi retenidas en sus pulmones.

Con nervios emanando por cada poro de su cuerpo, se puso encima de las piernas del rubio. Sus pequeñas manos se posicionaron en sus hombros sintiendo su cuerpo tenso y dejó que su trasero quedase en las piernas del chico.

—¿Q-qué haces Shouyo-kun?- preguntó en un hilo de voz.

Hinata abrió la boca y se acercó un poco, apenas y se movió. Miró los labios de Atsumu, perfectos para ser besados y mordisqueados como pensó en su sueño aquella vez.

Movió sus manos de forma lenta hasta el pecho del rubio sintiendo en sus palmas en rápido latir de su corazón. Mismo latir que tenia su propio corazón. ¿De nervios? ¿De ansias?

Volvió a inclinarse hacia el frente y retuvo un suspiro que quiso salir de sus labios entreabiertos.

—Quiero besarte.- susurró.— ¿Puedo?

Atsumu miró primero sus ojos caramelo y luego a sus labios para volver a dejarlos en sus ojos. Tragó saliva y asintió.

—Sí... Puedes hacerlo.- susurró de la misma manera.— Puedes besarme.

¿Se creían que les iba a describir el beso? Naaaaah 

Esta idea de San Valentín llevaba en mi cabeza hacia al menos tres capítulos atrás y ansiaba con por fin escribirla. Pero como pasa conmigo, el escrito va evolucionando como los Pokemon, pero estoy satisfecha. U.U

Habría actualizado mucho antes, pero estaba pasando una ola de calor que ni ganas me daban de escribir por completo el capitulo. ¡Pero por fin está haciendo fresquito! :"))

Espero que les haya gustado el capitulo. Quizás... en el próximo haya zalzeo... quizás.

Nos leemos pronto.

~Zeni13~

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