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Cuarenta y dos

Can I go where you go?
Can we always be this close, forever and ever?

[...]

You're my, my, my ,my
Lover

Lover - Taylor Swift

Atsumu y Osamu miraban maravillados, como venía siendo, la imagen de ultrasonido de la última ecografía de su madre.

Ambos, estaban sentados a cada lado de la embarazada mujer, mientras en la cocina Hiroki hacia la cena de esa noche.

Los gemelos señalaban lo que ellos creían que podía ser una cabeza, un brazo o una pierna de su hermanito o hermanita. Ami solo podía mirarlos con una sonrisa mientras se acariciaba la redonda barriga bastante grande al estar en su quinto mes.

—¿Que te dijo el doctor?- preguntó Atsumu apartando la mirada del ultrasonido y centrarla en su madre.

—Que todo estaba bien. Que siguiese tomándome los suplementos y las vitaminas que me recetó hace un par de meses.

—También le dijo que debería dejar de trabajar hasta que sea la hora del parto.- habló Hiroki desde la cocina.

—Me parece bien.- concordó Osamu.

—Pues yo estoy en contra.- se quejó la mujer.— ¿Que mejor que el hospital, donde trabajo, por si me pasa algo? Me siento una inútil aquí en casa.

—Son órdenes del doctor, cariño.

—Cuando llegue a casa, puedo dejar que me cuides para que no te sientas inútil.- le dijo Atsumu apoyando su cabeza en el hombro de su madre y abrazándola por encima de la barriga con cuidado.

Ami apoyó de la misma manera su cabeza en la de su hijo ligeramente mejor.

Seguía en contra de quedarse en casa aún sabiendo que su colega decía y hacia lo mejor para ella.

—¿Y si vas a casa del abuelo?- propuso Osamu.— Ahora que Kageyama vive con él, le hará bien tener ayuda. Aunque conociendo al abuelo, puede que te eche de allí diciendo que debes de descansar.

Ami infló sus mejillas muy poco convencida.

Su hijo tenía razón. Si iba a la casa de su suegro, lo más probable es que le echase de allí o la mandase a quedarse sentada en una silla sin que se pudiese mover.

Pero aquello simplemente no le gustaba.

Le habían prohibido trabajar en un lugar donde estaba claro que iba a estar perfectamente atendida si le pasaba algo. Tampoco le hacía gracia quedarse sola en la casa sin hacer nada. Porque hasta le habían prohibido hacer las tareas del hogar.

¿Acaso sus chicos no sabían que el repentino parón en su vida diaria era malo también?

No podía quedarse quieta de la noche a la mañana.

—Estoy embaraza, no inválida.

—Lo sabemos cariño.- le dijo Hiroki besando lo alto de su cabeza. Ella alzó su mano acariciando una de sus mejillas.— Y queremos lo mejor para ti.

—Eres la reina de la casa, mamá.- Atsumu le besó el hombro.

—Déjate mimar por nosotros.- Osamu le besó el otro.

Ami suspiró.

No podía llevarle la contraria a sus tres hombres.

No cuando la tenían entre algodones.

—Vamos a comer. La comida está lista.

Ambos gemelos ayudaron a su madre a levantarse del sillón para ir a la mesa.

Osamu fue quien corrió en hacer la silla hacia afuera para que la mujer se sentara y Atsumu fue quien le sirvió a ella primero la comida en su plato junto a un vaso con agua.

Cuando todos estuvieron sentados, empezaron a comer lo que Hiroki había preparado para el almuerzo.

—Todavía no sabéis el sexo del bebé, ¿no?

—Aún no, ¿por qué?

—Quiero comprarle algo antes de irme a Tokio.- dijo Atsumu.— Es muy probable que no pueda estar cuando mamá esté de parto.

Osamu frunció los labios en una mueca.

Todavía no se hacía a la idea de que su hermano se fuese a ir a la capital a cumplir el sueño que siempre ha tenido.

Se alegraba por él, pero pensó que al menos acabarían la preparatoria juntos. Que se haría su foto de fin de curso con él para recordar su paso por la preparatoria como había tenido en su momento en el kinder, en la primaria y en la secundaria.

Pensó que cuando se separaron, no tendría dicha foto.

Pero al volver a estar juntos, en la misma escuela, quizás no tendría que renunciar a ello cuando se graduasen en marzo.

—Quizás no te lo pierdas... El parto, digo.- comentó Ami mientras seguía comiendo.— Es muy probable que se adelante.

—Aunque lo haga, sería para enero cuando viniese mi hermano o hermana. Tsumu ya se habría ido.

—Eso sería si fuese un embarazo normal.- miró a su hijo.— Aunque fue hace mucho, ya he dado a luz a dos niños guapetones.- le sonrió a ambos.— Además, siempre que son gemelos, los partos suelen adelantarse. Ustedes lo hicisteis.

En ese momento, Hiroki empezó a toser al haberse atragantado con el agua que estaba tomando en ese instante, que incluso le llegó a salir por la nariz.

En su caso, Atsumu se daba golpes en el pecho con su puño intentando no morir. Se estaba atragantando con la comida que pensaba tragar en el momento que su madre dijo aquello.

Osamu sin pensarlo dos veces, se levantó para ayudar a su hermano con unos fuertes golpes en la espalda, logrando que expulsara el trozo de carne que se le había atascado en mitad de la garganta.

Ami les miraba con una ceja alzada.

¿Por qué se ponían así?

—¿Qué dijiste?- preguntó Osamu a su madre mientras sobaba la espalda de su hermano.

—¿Son dos?- dijo esta vez el rubio con un hilo de voz.

—Eso no puede ser.- Hiroki negó con la cabeza.— El doctor no dijo nada cuando vio el ultrasonido.

—¿Y tu te crees que el tamaño de esta barriga es normal cuando estoy en la semana 20?

—Pero es que no tiene sentido.- seguía diciendo Hiroki, agarrando las manos de la mujer.— El doctor no vio nada.

—Cuando son dos, hay casos en los que un bebé tapa al otro. Es normal cielo.

El castaño apoyó la frente en la cabeza de la mujer y negó.

Había, digamos, procesado de una manera muy feliz el que sería nuevamente padre, pero de cero. Pero de un solo bebé, no de dos.

Las cosas cambiaban.

El ajetreo sería mayor y si estaba seguro que no sabría como reaccionar ante un solo bebé, estaría totalmente perdido al saber que son dos los que estaban en camino.

—¿Tienes tendencia a crear gemelos?- le sonrió divertido y resignado Hiroki.

—Que yo sepa, los hijos son cosa de dos.-carraspeó Atsumu algo mejor ante una temprana muerte por un trozo de carne.—¿Sabes que son los espermatozoides los que en verdad tienen que esforzarse para fecundar el óvulo? Por lo que tu, papá, también eres responsable de que mamá sea una linda pelotita al haber conseguido que dos de tus millones de muchachos hayan conseguido llegar a la meta.

Ami no sabía si sentirse ofendida o alegre al haberse llamada linda pelotita por su hijo mientras que Hiroki le miraba comer como si lo que acababa de decir fuese de lo más normal.

¿Acaso era un tema que se debía de hablar en la mesa? ¿ Y mientras cenaban?

Por supuesto que no.

Tampoco quería saber sobre la teoría de como una mujer queda embarazada, y lo que menos quería era que hablara sobre la práctica, porque ahí sí que se sentiría muy avergonzado.

Estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no sonrojarse.

—Gracias por la clase biología.- dijo Osamu, con la nariz arrugada.— Pero no quiero pensar en como mis padres ''crearon'' a mis hermanos.

El rubio bufó.— No es diferente a lo que haces con Kita-san.

—Pero es diferente. Que tu madre esté embarazada, significa que tus padres tienen sexo. Y es inevitable pensar en ello. Y es horrible.

—Al menos no nos escuchas.- habló esta vez Hiroki entrando al tema de sus hijos.

—¿Lo habéis hecho con nosotros aquí?- Atsumu fue quien preguntó sorprendido mirando a su padre.

—Yo respeto si hay gente en esta casa, no como otros.- acusó el de ojos verdes al rubio.

Osamu jadeó.— ¿Te lo has montado con Shouyo-kun cuando hay más gente en casa?

—¿Sabes la tortura que fue no poder ver a Shouyo-kun a los ojos?- se lamentaba Hiroki.

Tenía en alta estima al pelinaranja, y saber lo que hace con su hijo le hizo morir de vergüenza.

Tardó casi una semana en poder tratarlo y mirarlo como si nada hubiera pasado.

—Oh.- Atsumu golpeó su puño en su palma al recordar.— Por eso estabas incómodo. Nos escuchaste en el baño.

—¿Te habría gustado escucharnos a tu madre y a mi haciendo lo mismo?

Ambos hermanos arrugaron la nariz claramente disgustados ante tal propuesta. No querían pensar en ello.

Aunque por parte de Atsumu era un poco hipócrita el tomar esa actitud cuando él había sido tan desvergonzado de hacerlo con Shouyo en la casa. Pero en su defensa, él estaba completamente seguro que cuando decidieron tener su momento en el baño, no había nadie en la casa.

Y si su padre había anunciado su llegada, estaba claro que no lo iba a escuchar.

Ami, por su parte, seguía comiendo tranquila su comida dejando a aquel trío con su conversación.

Solo esperaba que sus pequeños (aún no confirmados por un doctor) no fuesen como sus tres hombres y hablasen de relaciones sexuales en medio de una cena.

Noya observaba sentado en un banco de un parque, como Kageyama le lanzaba una pequeña pelota a Yuto y el mismo salía corriendo a por ella. Tenía una sonrisa tirando de sus labios que en alguna que otra ocasión se mordía el labio inferior al ver al menor.

Estaban esperando a Hinata y Atsumu para pasar la tarde juntos, pero ya se estaban tardando más de lo normal.

No le importaba, en realidad. Porque así podía estar más tiempo a solas con el pelinegro. Desde que se había ido a vivir con el abuelo de los menores, su tiempo juntos y solos era reducido. Era bien recibido en la casa del anciano carpintero, pero estar solo con Kageyama.

Tenía, sentía, la gran necesidad de comerle la boca a besos a su chico, y porqué no decirlo también, quería que Kageyama se lo comiese.

Nunca pensó en tal posibilidad, pero tenías muchas ganas de tener sexo sin control.

Que el de ojos azules hiciera un desastre con él y que sonriera ante cualquier movimiento sintiendo dolor porque sabía que había tenido el mejor momento con su novio.

Pero como había dicho, todo eso había casi desaparecido desde que Kageyama vivía con Takeshi.

Se tenía que conformar con pequeños besos y algún que otro toqueteo en la intimidad de la habitación del menor en completo silencio. Con sus gemidos siendo acallados por la boca contraria.

¿Que estaba desesperado por intimar más? Pues sí.

Pero no estaba tan desesperado como Atsumu y Shouyo al hacerlo en un callejón.

Se sobresaltó, aunque se dejó llevar, al ser besado.

Sonrió en medio del beso y abrió los ojos cuando el menor se separó.

—Eres muy confiado Noya-san. Te dejas besar por cualquiera.

—Solo tu eres el dueño de mis labios, Tobio.

El pelinegro se sonrojó al escuchar su nombre salir de los labios del mayor, que sonreía orgulloso al ver su reacción.

—¿Tienes noticias sobre Atsumu-san y Hinata?

—No.- rodó los ojos y se cruzó de brazos. Kageyama se sentó a su lado y agarró a Yuto para dejarlo sobre sus piernas.— Pero no me extrañaría que estuviesen en cualquier esquina cogiendo y por eso llegan tarde. Estoy seguro que si Hinata fuera una chica ya estaría embarazada... Malditos conejos.- murmuró entre dientes.

Kageyama rió y apoyó su cabeza encima de la del menor. Deslizó su mano hasta encontrar la de Noya, y entrelazó sus dedos.

—¿Estás molesto porque llegan tarde o estás molesto porque no hemos tenido tiempo tu y yo juntos?

El castaño bufó y se puso a jugar con los dedos que sostenían su izquierda.

—Los dos tenemos tiempo.- admitió.— Pero no como me gustaría. Agradezco el como te cuida Takeshi-san, pero quiero estar contigo. Lo echo de menos. Aunque no sea de forma íntima, quiero estar a solas contigo abrazados viendo una película o haciendo la terrible cena que hacíamos antes.

Kageyama escuchó como la voz de su chico sonaba triste al nombrar cada cosa que quería hacer con él.

El como estar aunque sea sentados en el sofá viendo una película, le parecía el mejor plan del mundo.

Cerró por un momento los ojos y se imaginó todos esos escenarios y más junto al castaño. Despertar con el abrazados por la mañana antes de ir a hacer el desayuno para ambos o incluso ser él el que lo preparase.

Quizás también darle un beso de despedida y otro de llegada cuando regresara de los entrenamientos.

O tal vez pasar las tardes de invierno acurrucados bajos una manta sin hacer nada en particular más que sentirse feliz de tener al otro a su lado; o comerse un helado bajo la sombra del árbol que había en el jardín trasero de su casa en los días de verano.

Abrió los ojos con una sonrisa de lado, al saber que todo lo que había imaginado habían sido escenarios de ellos dos como jóvenes adultos, no como un par de adolescentes. Le quería, le quería mucho y quería que su relación siguiese incluso después de la graduación de ambos.

Y fue ahí que se dio cuenta, que no sabía cuales eran los planes de Noya una vez graduado.

¿Aplicaría a alguna universidad? ¿O iría a trabajar en su lugar?

¿Quizás querría seguir en el voleibol como él?

—Yuu...

—¿Hm?- dijo sin hablar para que supiera que le había escuchado.

—¿Que piensas hacer después de graduarte?

—Estudiar no es para mi, por lo que intentar aplicar para una universidad no entra en mis planes o una educación superior.

—¿Entonces piensas trabajar cuando te gradúes?

El castaño se separó del menor y le miró con una sonrisa tímida pero con un gran brillo en sus ojos chocolate que hicieron arquear una ceja al pelinegro.

—Quiero hacer un libro sobre viajes.- le confesó en un susurro lleno de emoción.

—¿Qué?- preguntó sin entender.

—Cuando me gradúe, quiero viajar a diferentes partes del mundo y escribir sobre los diferente lugares de cada uno.- empezó a decir.— Imagínate viajar a la India pero no explorar su capital, sino algún pueblo de la periferia o incluso más allá. Quiero que más personas piensen en esos pequeños lugares que nunca visitarían pero que son igual de hermosos.

Kageyama le sonrió, con sinceridad, aunque por dentro moría lentamente.

El pequeño teatro que se había construido en apenas unos segundos con el mayor parecía escaparse tan rápido como la arena entre los dedos.

Puede que si pudiese tener ese futuro con Noya, pero el tiempo que podrían compartir juntos sería relativamente corto si el castaño se la pasaba de forma constante viajando fuera del país.

Le acarició la mejilla con cariño y mantuvo su sonrisa.

A pesar de todo, apoyaba a Noya.

—¿Y tu? ¿Que harás cuando te gradúes?- preguntó divertido.— Espera, no me digas. Ya lo sé.- sonrió mostrando sus dientes.— Aplicarás a un buen equipo de voleibol, pero estoy seguro que eso no será el caso, y barajaras a que equipo unirte después de que te lleguen diferentes ofertas de buenos equipos.

—En realidad...- tragó saliva. Sostuvo las manos contrarias con las propias y las acarició intentando desvanecer los nervios que se lo comían vivo.— Después de graduarme, quiero vivir contigo. Los tres.

A Noya se le cortó la respiración ante repentina declaración y sus mejillas estallaron en rojo.

Eso nunca se lo vio venir.

·

·

·

—¿Te encuentras bien?- preguntó Atsumu mientras bajaba las escaleras en dirección a la sala del club.

—¿Por qué?- devolvió la pregunta Noya.

—Llevas todo el día con la cabeza en otro lado.- apuntó.— ¿Es porque Shouyo y yo no fuimos el sábado al parque?- volvió a preguntar.— Ya te dije que lo sentía y que prefería pasar más tiempo con él antes de que me vaya.

Fue ahí cuando las pocas neuronas de Nishinoya hicieron sinapsis, y recordaron las palabras de Kageyama, logrando que se sonrojara de sobremanera.

Se llevó ambas manos a sus mejillas, se mordió el labio inferior y sonrió sin pensarlo. Su corazón latía con mucha fuerza dentro de su pecho, y sentía que el rubio podía escuchar lo rápido que iba.

¿Estaba mal decir que estaba como en una nube?

—Yuu.- el rubio chasqueó sus dedos frente al más bajo.— Te vas a la luna. ¿Que pasa?

—Kageyama... Él...

De solo pensarlo su sonrojo no hacía más que aumentar.

—¿Que hizo para tenerte así?

—Dijo que quiere vivir juntos después de que nos graduemos.

Atsumu tropezó con el pequeño escalón que los llevaba fuera de la escuela, y se giró a ver a su amigo con los ojos bien abiertos.

—¿Qué?- fue lo único que pudo articular.

—Aún no le he dicho nada, pero la idea sola, me emociona.

—¿Y?¿Que piensas hacer?

—No lo sé.- dijo con nerviosismo.— Cambia muchas cosas de lo que tenía pensado y quiero pensarlo a fondo pero...

—¿Pero?- quiso saber algo desesperado al ver que pasaban los segundos y no terminaba la frase.

—¿Qué hago Atsumu? ¿Es muy loco decirle que sí?- se mordisqueaba el labio.— Nunca pensé en ello pero... Lo amo. Y no dejo de pensar en diferentes escenarios donde paso mis días con él. Da igual donde, pero con él.

El rubio negó con su cabeza con una sonrisa en sus labios y abrazó por el hombro al más bajo.

Le alegraba ver como meses atrás vivía en agonía por no saber que era lo que sentía por Kageyama, y ahora le decía abiertamente que lo amaba.

Nishinoya había cambiado y eso le hacía feliz.

Llegaron hasta la puerta del club y Atsumu agarró el pomo de la puerta dispuesto a abrirla hasta que escuchó la voz de Kageyama y paró cualquier movimiento dispuesto a escuchar lo que tenía por decir.

Miró a Noya con una sonrisa pícara y este simplemente se sonrojó hasta las orejas.

¿Qué piensas?- había preguntado Kageyama.

Que fuiste muy impulsivo.- fue Shouyo quien le respondió para sorpresa - o no- de los mayores.

¿Tu crees?- se escuchaba inseguro.— Cuando escuché a Noya-san tan feliz sobre sus planes cuando se graduara, no me pude contener. Quiero estar con él, Hinata.

Atsumu zarandeó al castaño que tenía sus manos en sus mejillas sonrojadas, y con una sonrisa enorme plasmada en su cara.

Podríais haber hablado de esto cuando los dos ya os hayáis graduados, o cuando te hayas unido a algún equipo de voleibol.- volvió a hablar el pelinaranja.— Algo podría cambiar.

Aquello hizo borrar la sonrisa de Atsumu y fruncir el ceño ante las palabras de su chico.

Miró a su amigo que parecía que su sonrojo se había calmado un poco y que también fruncía lentamente su ceño.

Nada va a cambiar.- aseguró Kageyama, y vio por el rabillo del ojo como Noya asentía con la cabeza.— ¿Acaso piensas que porque Atsumu-san se vaya a Tokio, vuestra relación va a cambiar?

... No es eso.- lo escucharon suspirar.

¿Entonces que es?- volvió a cuestionar, y a los segundos lo escucharon jadear.— ¿No se lo has dicho todavía?

¿Decirle? ¿Decirle el qué?

¿Shouyo tenía algo que contarle y todavía no lo había hecho?

Vio como Nishinoya iba a abrir la puerta, por lo que con rapidez lo detuvo y negó con la cabeza.

Estaba mal escuchar de esa forma a su novio, pero la ansiedad que empezaba a crecer dentro de su pecho era mayor y necesitaba saber que era eso que Shouyo o se negaba o no se atrevía a decirle.

No lo entenderías.- murmuró.

¿Qué debo entender Hinata?- reprochó el pelinegro.— Atsumu-san se irá a Tokio en dos meses, ¿cuando piensas decirle?

Ya basta, Kageyama.- dijo.— No quiero hablar del tema.

Hinata.- llamó bastante serio. Más de lo usual.— Tienes que decirle a Atsumu-san que cuando te gradúes te irás dos años a Brasil.

Aquello fue como un si le echaran un cubo de agua fría encima a Atsumu.

No se lo pensó dos veces cuando abrió la puerta de golpe y ambos menores se giraron para mirarlo.

Kageyama le miró con sorpresa para luego mirar a Shouyo que le miraba con el miedo brillando en sus ojos.

—¿Piensas irte a Brasil y no pensabas decírmelo?- le dijo con dolor.

—No, yo...

—No me mientas, Shouyo.- pasó saliva. Sentía un nudo en la garganta que en cualquier momento se rompería y le haría llorar.— Los escuché.

El pelinaranja bajó la cabeza sintiéndose culpable, y eso alteró más al rubio.

—Shouyo...- dijo apenas en un hilo de voz.

—No sabía cuando decírtelo.

—¿Y cuando lo ibas a hacer?- reprochó. Ya no iba a retener las lágrimas de sus ojos.— ¿Cuando me fuese a Tokio y apenas pudiésemos vernos o cuando estuvieses a punto de irte?

—¡No! Eso no es así, solo... Era difícil.

—¿Y tu crees que decirte que me iba a Tokio no era difícil? Pero te lo dije, porque prometimos no tener secretos entre nosotros.

—Y te lo iba decir, lo juro... Pero no encontraba el momento adecuado.

—Shouyo, ¡por dios! Hemos pasado mucho tiempo juntos, en algún momento podrías habérmelo dicho, ¿que tanto te costaba?- se pasaba las manos por sus ojos quitando las lágrimas que nublaban su vista.— ¿Crees que me habría enfadado al saber que te ibas? Si te vas es por algo. ¿Acaso no confías en mi?

Las lágrimas del rubio pararon de repente, y parpadeó incrédulo al ver el pequeño desvío que tuvo los ojos del más bajo.

Aquello había sido otra dura bofetada que no creyó fuese posible.

Dio un paso hacia atrás y pasó saliva.

—No confías en mi.

Era una afirmación, no una pregunta.

—No confías en mi.- repitió.— Entonces, ¿por qué estás conmigo?

—Porque te quiero. -se apresuró a decir.

—Si me quisieras, confiarías aunque fuera un poco en mi, Shouyo.- en cualquier momento estaba seguro que su voz no aguantaría y se quebraría.— Lo siento, yo... No puedo.

Se giró y salió en dirección a las escaleras.

Necesitaba salir de allí.

Ignoró como Shouyo le llamó como lo hizo su hermano cuando lo vio corriendo a su lado.

Le dolía el pecho y quería llorar como un niño.

¿Acaso las palabras que dijo Shouyo cuando fueron a Kioto eran verdad? Pensó que cuando se reconciliaron, todo había quedado atrás, pero parecía que volvían para recordarle que Shouyo tenía dudas sobre la relación que tenían aunque no lo hiciese notar.

¿El que se fuese a Tokio era un motivo de inseguridad en su relación?

Ya no sabía ni que pensar, pero tampoco quería precipitarse y decir algo como que quisiera romper con el pelinaranja o algo parecido.

Solo...

Necesitaba tiempo.

Hola gentecita bella, ¿como están?

Llevaba mucho tiempo queriendo escribir esta última parte, que aunque siento que fue demasiado forzada, tenía que escribir cuanto antes.

La verdad es que al ser la recta final, me cuesta el tener que escribir algo sin que sea como 'precipitado' o algo por el estilo. Y justo esta última parte, hacia demasiado que quería escribir porque es lo que marca el futuro final de la historia.

En borradores tengo para escribir cuatro o cinco capítulos más contando con el epílogo, aunque no estoy segura si llegue a haber alguno más. Pero antes de que acabe el año, me gustaría actualizar una vez más si no se me lía, o incluso intentar terminarla.

Que si me lo propongo, podría hacer como cuando inicié la historia, y actualice una vez cada semana o así.

Pero para no aburrirlos más, espero que les haya gustado el capitulo. Y me disculpo si hay fallos.

Nos leemos pronto.

~Zeni13~

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