Capítulo 23
CAPÍTULO 23
Tal vez en este punto del partido, muchos de ustedes pensarán que lo que tengo en las manos es la carta de amor más romántica alguna vez escrita en la historia del hombre pensante, con frases de infarto y un poema de varias estrofas en donde Nicolás Cortés me declara—de nuevo—su incondicional e irrevocable amor. Una carta en donde afirma de una buena vez que no puede vivir sin mí, al igual que yo sin él y que efectivamente, como lo supe desde un principio, estamos hechos el uno para el otro. Pero no. Si, no y punto. O al menos no creo que me diga todo eso en las tres jodidas líneas que veo en aquel papel.
—Hola Peque—dos puntos—. Espero que algún día me perdones por todo lo que te hice pasar—punto y seguido, pero de rayones negros de pluma—. En serio, siento que esto haya terminado de la manera en que lo hizo. Con cariño...Nico.
¡¿Qué?! ¿Ese era todo el amor que yo merecía en una carta? ¿Rayones que querían decir algo y que se arrepintieron? Bueno, no podía esperar mucho de un ex novio peleonero ni de su recado escondido al lado de mis calzones. Hice una rabieta en mi cama ante la mirada de Caroli, que no sabía qué rayos me pasaba. Seguro pensaba que la carta aliviaría mis penas.
Para no preocuparla de más, me encerré en el baño más de media hora frente al espejo, notando que ciertamente era la perdedora más perdedora de todos los tiempos. Justo antes de leer la carta, me había visto de nuevo con una vida normal, con Nico a mi lado sonriendo, tratando de reparar los daños mutuos de nuestras acciones adolescentes y bla, bla, bla. Lo único que obtuve fue un tremendo dolor de cabeza y un regaño por parte de mi papá por acaparar el baño familiar más de lo que él hubiera querido. Después de un rato, me siento a ver tele al lado de Chris, que cambia constantemente de canal para hacerme enojar y al menos tener un atisbo de vida en mí.
Ha sido un día muy pesado, larguísimo, así que mi esperanza es quedarme dormida hasta ver de nuevo mi triste amanecer. Vaya, eso fue totalmente emo.
—Luces como una zanahoria—dice mi hermano antes de escuchar que el timbre de la casa suena—. Abre, y si son testigos de Jehová, diles que somos mormones.
En este punto, ni siquiera sé de qué religión soy, pero no importa. Debo deshacerme de quién sea que toque la puerta porque la maratón de películas de mafiosos está a punto de comenzar. Ver cómo le disparan a alguien con menos suerte que yo, probablemente ayude a sentirme mejor. Mi hermano me levanta lanzándome hacía la puerta porque es obvio que yo seré quien niegue la entrada de Dios a mi casa. Típico: soy yo quien siempre termina debiéndole algo al Señor. Gracias al cielo, y para mi salvación espiritual, no son ni los testigos ni mucho menos los mormones. Es algo peor...
—¡Hola Pequeño Rayo de Sol!—dicen Andy e Iker al unísono.
Me les quedo viendo con cara de asco.
—Andrea, te quiero, pero juro que es la última vez que digo las palabras hola, pequeño, rayo y de sol en una misma frase—Iker le reclama a su menudita novia.
Ambos entran sin mi permiso y me sientan en uno de los desniveles de mi patio. Esto me huele a una nueva intervención de su parte. Si más no recuerdo, esta sería la segunda de la semana.
—¿Qué hacen? ¿No tienen que ir a algún lado a besuquearse o algo?—pregunto con una sonrisa burlona.
—No, el día de hoy no—contesta Iker.
—Hemos venido para ver si tú eres la que terminarás por reaccionar—Andy me toma por los hombros y me sacude.
—No entiendo nada de nada.
—¿Leíste el recado de amor de Nicolás?
¡Ah claro! Seguro se refieren a ese burdo papel mal doblado.
—Esa carta, de amor tiene lo que yo de virgen—les digo.
—Uy, ¿tan mal estuvo?—Iker se sienta a mi lado—. Es que, mi amigo nunca ha sido bueno expresando sus sentimientos en papel, pero te aseguramos que quería decirte muchas cosas—mira a Andy con cierta complicidad.
Si bueno, probablemente él tenga razón. A veces uno escribe una cosa y termina diciendo otra, o dice una cosa y escribe otra. Sé de lo que hablan, me pasa siempre en los exámenes.
—¿Y ustedes cómo saben eso?—pregunto.
—Fácil. Venimos de hablar con él y está muy mal, Ceci—mi amiga habla apesadumbrada.
No creo que más mal que yo, eso puedo asegurarles.
—Tan mal, tan deprimido, que ahora mismo ve la maratón de películas de mafiosos cutres solo para sentirse mejor consigo mismo—Iker suspira—¿No es súper patético?
¿También él?
—Ehm si, algo, pero... ¿qué se supone qué debo hacer para solucionar este problema? ¿Le digo que lo siento y que en verdad quiero estar con él pase lo que pase?—Ninguno de los dos me contesta, solo me miran expectativos—. Además, ¿por qué debo dar yo el primer paso?
—Creo que es por el hecho de que fue tu culpa que hayan terminado en primer lugar. Ya sabes: las mentiras, omisiones, embarazos, etcétera...
Había olvidado esos pequeños detalles. Lo siento, es mi error.
—Ya, ya. Tranquilos que entendí bien el punto.
No tengo respuestas ni nada qué decir por un momento. ¡Dios, Jebús, Hashem o Michael Jackson, ilumínenme! Necesito una respuesta para esta encrucijada de la vida, para esta ola de intensos sentimientos, para este remolino de confusión que...esperen, una luz aparece en mi pequeño cerebro. Entro en una etapa de reflexión, seguro que eso es lo que ellos esperan de mi parte.
—Sé que ustedes están aquí para darme una especie de empujón celestial hacía Nico, ¿cierto?
—Por Dios que si—Andy exagera, pero yo continuo.
—Ya que el amor aún existe entre nosotros pero...
—¿Pero?—Iker
—Es obvio que debo ser yo la que dé el primer paso porque...
—Porque...—Andy.
—¡Fui yo quien la cagó en primer lugar y debo enmendar mi error con Nico!
¡Din, din, din! ¡Premio mayor, premio mayor! Andy e Iker asienten al mismo tiempo con un "aja" en la boca.
—¡Es un milagro!— Iker grita.
Los tres nos abrazamos contentos, comenzamos a saltar y a cantar el "Aleluya" haciendo que mi papá nos calle desde adentro de la casa. Somos unos completos tontos por hacer cosas así. Algún día recordaremos estas cosas estúpidas, y nos dará muchísima vergüenza. Luego de la escena, había solo una cosa que preguntar:
—¿Creen que...— hago una pausa porque me apena preguntarlo—Nico sienta lo mismo que yo?
—No deberías ni preguntarlo, niña. Es más que obvio que él se muere por ti desde que te conoció—contesta Iker.
—¿En serio?
—Bueno, casi desde que te conoció, pero tú me entiendes.
Andy me violenta dándome un golpe en la nuca, y aún con el dolor y todo, mi corazón comienza a latir eufórico al escuchar las palabras de Iker. Mi estómago se siente como un elevador de arriba para abajo porque hay esperanza al fin y al cabo, y ya saben lo que dicen de la esperanza: quien ríe al último, ríe mejor...Ok, no es eso lo que dicen, pero seguro entienden.
No hago otra cosa más que sonreír, bueno, también estoy sudando un poco. El par de novios "de la epifanía" —porque gracias a sus palabras y sus golpes tuve una—, se van de mi casa dejándome muy contenta y si, también con mucho qué pensar y hacer. Las señales están ahí afuera, es más, ahora que el asunto suena mucho más optimista— me pongo a analizar la carta paso por paso.
“Peque” es el apodo de cariño para mí, lo cual significa que probablemente si me llama así es porque aún siente simpatía por mí, ¿no? Es decir, yo no le digo apodos de cariño a nadie si no siento de hecho, cariño por la persona. “Espero que algún día me perdones” Si quiere mi perdón es para dos cosas: uno, quitarse la culpa y olvidarse de mí; o dos, porque en verdad le importo y le importa lo que piense de él. No puedo descifrar mucho lo que dice debajo de los rayones, pero seguro decía algo comprometedor que no quiso escribir “en voz alta”. Pudo ser cualquier cosa, desde un te quiero hasta una grave falta de ortografía. Nico no es perfecto, lo parece pero no lo es ni cerca. “Siento que esto haya terminado de la manera en que lo hizo” Es más que obvio lo que significa: ¡No quería terminar conmigo! —creo...—. “Con cariño” Además de la despedida, quiere decir que me re-ama también, como yo lo re-amo a él.
No hay más, debo decirle todo a Nico en cuanto pueda, así que tomo una hoja rosada de mi libreta favorita y comienzo a escribir yo también. Escribo la primera cosa que se me viene a la mente, palabras del alma. Mis manos sudan mientras paso pluma para el papel. Wow, soy realmente buena escribiendo.
Termino la carta, completamente satisfecha por lo que escribí. Soy una genio, seguro Nico lo sabrá también y en menos de lo que canta un hablador...esperen, ¿era un hablador o un gallo? ¡Qué importa! La carta está hecha, lo que significa que para la tarde de mañana, seré totalmente feliz...de nuevo.
Continuará...
En la siguiente página... ;)
Miro mi reloj, casi son la tres de la tarde. Hago un chequeo a mí lista de pasos hacía la felicidad: brillo en los labios, listo. Falda nueva dos centímetros más arriba de lo normal—para parecer más sexy—, lista. Aliento fresco, listo. Discurso sincero y romántico salido de una película, listo. Reservación para el café donde cité a Nico en la carta, lista.
Justo acabo de llegar al lugar en donde al fin se aclarará todo entre Nico y yo: el café en donde nos hicimos novios. Mientras lo espero, me gustaría contarles cómo pasó todo: hoy en la escuela, le entregué a Nico una respuesta a su recado de no-amor. La verdad, mi genialozidad solo pudo escribir las mismas líneas que él, citándolo en este lugar—no soy tan brillante escribiendo después de todo— y esperando que algo bueno se me ocurra para decirle frente a frente. Por supuesto, antes de darle el recado, confieso que tropecé frente a él por los nervios y le dije "Rico" en lugar de Nico. Nada grave, después de todo nadie se fija en esos pequeños detalles, ¿verdad?
En fin, el caso es que ahora estoy aquí, vestida con mis mejores ropas y lanzándole mi mejor sonrisa a cualquiera que pasa junto a mí. En un principio me parece todo muy normal, pero luego, después un rato sentada completamente sola, creo que la gente comienza a preguntarse qué rayos hago en aquel lugar.
Miro mi reloj de nuevo, tres y veinte. ¿En serio tardé tanto contándoles mi historia? Mierda, si que soy lenta, pero no por eso pesimista. Seguro que hay mucho tráfico, es por eso que Nico está un poquitín atrasado. O tal vez no sabe qué ponerse para esta ocasión especial, justo como que yo, que terminé por ponerme la blusa fucsia más llamativa de mi closet. Así que, bajo el pretexto de la moda, ¿qué son veinte minutos de retraso hoy en día?
Eso pienso cada que pasa un minuto más, hasta que los veinte se convierten en, ¡cuarenta minutos! ¿Qué diablos puede retrasarlo tanto? Mantengo la calma, seguro que ayuda a apagar un incendio que se encontró en el camino o tal vez, puede que este comprando flores. Sí, yo creo que son las flores.
Cincuenta minutos después:
—No creo que tarde cincuenta jodidos minutos en comprar unas jodidas flores, ¿o sí?—pregunto histérica hacía la nada.
—Nop, a lo mucho te tardas quince—me contesta el mesero—. ¿Vas a ordenar algo? Necesito la mesa y en verdad, no creo que tu cita venga. Es obvio que te dejaron plantada.
¿Plantada? Uy, eso suena decepcionantemente mal. El mesero guapo tiene razón, en esta ciudad nunca hay un incendio y estoy segura que las florerías son más eficientes de lo que estoy pensando. Nico me dejó plantada, no hay otra explicación más coherente.
Salgo del restaurant sumamente triste y derrotada. Mi frente me pesa, como si tuviera una P de perdedora escrita en ella. Casi puedo ver la cara de lástima de David, Iker y Andy cuando les cuente mi fallida hazaña. Ni quiero imaginarme las carcajadas de burla que Nico lanzará la próxima vez que me vea, o quizás no porque he decidido que ya no iré a la escuela. Falta una semana para graduarnos así que no creo que nadie pregunte por mí. Siento que mientras camino por la calle, todos me observan. Me miran con sus ojos inquisidores porque seguro saben que Nico no quiere saber nada de mí. Entonces corro, —Ja, ja, como si eso fuera a aliviar mis penas— lo más rápido que mi corta falda me permita para no enseñar más de lo debido.
Maldita falda, maldita blusa. Maldito David, aunque en realidad, él no tenía nada que ver con todo esto. Malditos Iker y Andy que me hicieron creer que todo iba a salir bien. No, olvídenlo, no puedo maldecir a nadie. La verdad es que no creo que me hayan llenado de ilusiones a lo tonto. Ellos sinceramente creían que lo mío con Nico tenía esperanza. Mis ojos comienzan a llorar haciendo que la gente me mire aún más porque ahora si soy la loca de fucsia, llorando porque su no-amado la dejó plantada.
¡Ay de mí! Me quiero morir, pienso en un instante y al siguiente, un auto a media calle parece escuchar mi petición. ¿Por qué mejor no quise volverme millonaria?, me pregunto cuando el auto está a pocos centímetros de mí. Cierro los ojos esperando el impacto. Las llantas sueltan tremendo chirrido al frenarse para evitar mi contacto, pero estoy casi segura que es demasiado tarde.
—¡Mevoyamorir, mevoyamorir!—son mis últimas palabras, pero de pronto, no pasa nada y solo hay un silencio que se ve interrumpido por una sola voz.
—¡¿Cecilia?!— abro los ojos poco a poco y me altero al ver de quién se trata.
En serio que si no morí atropellada, lo haré de un coraje.
—¡Nicolás!—le grito molesta—¡¿Qué haces tratando de matarme?!
Él no llegó a la cita, pero sí estuvo listo y a tiempo para tratar de convertirme en plastilina humana. Siento mis piernas hacerse hilos, mientras que rompo en un llanto nervioso y mis entrañas se preparan para devolver mi almuerzo. Uno no tiene un encuentro con la muerte todos los días. Nicolás estaciona el auto mientras evito vomitar hasta mi corazón. Luego, llega para hacerme a un lado de la calle. Los brazos de mi atropellador me envuelven en los suyos de inmediato—esperen, ¿él puede hacer eso?— haciendo que todo malestar se apague lentamente. Mi cabeza queda a la altura de su pecho y puedo escuchar que su corazón está igual de nervioso que el mío. No tanto por el encuentro romaticoide, sino más bien porque él estuvo a punto de matar a alguien y yo estuve a punto de morir.
—¡Te cruzaste en pleno verde!— me aprieta fuerte, siento que sus manos transpiran al momento en que me toma por la cintura.
La furia dentro de mí se desata sin control y me suelto de su toque.
—Todo esto es tu culpa— le doy un puñetazo en el hombro—. Si no me hubieras dejado plantada, no hubiera corrido como idiota y no hubiera estado a punto de morir — le propino otro puñetazo.
Nico dibuja un gran signo de interrogación en su rostro ante mi actitud "violenta".
—¿Plantada...?— mira su reloj—,¿pues qué hora es?
—Faltan cinco minutos para las cuatro muchacho, ahora ¡estaciona bien tu maldito auto!— le grita un señor sumamente enojado ya que el auto aún bloquea el tráfico.
A Nico le vale un cacahuate.
—¿Ves? Cincuenta y cinco minutos de retraso ya es un plantón de proporciones épicas, Nicolás—me da vergüenza decir eso delante de los mirones, pero la verborrea comienza sin freno alguno—. Venía aquí con el único propósito de aclarar las cosas, pedirte una disculpa sincera y decirte que te quiero y adoro a pesar de que se note todo lo contrario dado el mal rato que te hice pasar hace semanas. Aunque, ahora veo que mi intento fue totalmente inútil y te irás lejos sin haber arreglado todo esto— recupero el aire—. Así que no importa, mueve tu auto, yo me largo de aquí —doy media vuelta.
Limpio mis lágrimas y fluidos nasales porque debo de verme asquerosa, pero Nico me detiene.
—Espera—levanta una ceja—, tú me citaste a las cuatro—sí, claro, las cuatro. Esa es la mentira más mentirosa del mund...—. Mira…
Nico esboza una sonrisa. Saca de su pantalón el papel que le di, y se acerca para que lea que escrito con mi letra, un número se dibuja con la hora de la cita: cuatro de la tarde. ¡Ups! Ok, me equivoqué. Todo el drama innecesario y barato fue auspiciado por mí. Nada de fuerzas supremas ni querubines vengativos esta vez.
—Entonces, vamos punto por punto—da un paso hacía mi—. Me decías que...venias a pedir una disculpa.
Maldito sea, recordó lo de las disculpas. No importa, aquí voy. Primero lo ensayo en mi cabeza: “Lo he admitido ante ti varias veces, pero creo que nunca te he dado una disculpa sincera...” Me atrevo a tomar su mano porque dice David que tocando a la gente uno tiene mayor impacto y éxito. Cosas de "futuros" abogados.
—Lamento no haberte dicho que estaba embarazada— paso saliva con un nudo en la garganta—. Quisiera volver atrás para ser sincera contigo y darte la oportunidad para que tú mismo eligieras no estar conmigo, pero no puedo. Juro que no era mi intensión que tú fueras el papá de ese bebé. De hecho, no me creo capaz de arruinar tu vida de esa manera.
Una leve punzada recorre mi espina al pensar en Homero, pero curiosamente esta se detiene en cuanto Nico responde poniendo su mano encima de la mía.
—¿Arruinado?— pregunta él con una sonrisa—. Nah, al contrario, llegué a la conclusión de que tarde o temprano te iba a rogar para ser parte de tu vida y de la de ese bebé. Cuando se me pasó el coraje, lo primero que hice fue pensar en ustedes dos, y en cómo sería la vida si hubieras tenido a ese bebé.
—¿Y cómo crees que hubiera sido?
—¡Genial! Hubiera sido lo máximo—admite emocionado, con los ojos vidriosos—Este mundo sería el doble de lindo si hubiera otra persona igual a ti.
Vale, me ganó con el ¡Genial! Comienzan a rodar lágrimas de emoción por parte de ambos. Incluso, una señora cursi que ve la escena comienza a llorar junto con nosotros y hasta un tipo saca su celular para grabar la escena poco común que Nico y yo protagonizamos.
—Ceci, yo en realidad, siempre te he...
Un chofer de autobús interrumpe a Nico con muchas groserías y amenazas de muerte.
—¡Déjelo terminar!— le grito al tipo, muy fuerte para que me escuche y deje de interrumpir—Perdón, ¿me decías?
—No creo que sea buena idea que le grites a ese tipo, parece tener antecedentes penales y...
—¿Vas a decirlo o no?— pregunto, con voz endemoniada.
Seré peor que el camionero "grandote" si no me contesta pronto y termina con mi angustia.
—Ok, ok. Te decía que yo...— pausa dramática, la última de la historia—también te amo, y mucho, muchísimo. Te quiero como eres, te quiero casi desde que te conozco— ¡Iker tenía razón!—Te quiero mucho, más de lo que...—ahora lo interrumpo yo, abrazándolo fuertemente por la cintura y acariciándole la espalda como si no hubiera un mañana.
No sé cómo explicar lo que siento, pero lo intentaré: ¿han sentido alguna vez ese frenesí extraño?, ¿esa sensación de querer fundirse en un abrazo con ese alguien a quien tanto quieres? Yo lo siento estallar en mi pecho, como miles de millones de fuegos artificiales. Nico me abraza también, haciendo que mis huesos suenen por la efusividad de aquel gesto del cual no me cansaré nunca.
Ahora estoy con él, después de tantas cosas extrañas que han pasado en nuestras vidas últimamente. Lo diré sin miedo a equivocarme: el amor que siento por él es más grande que nada que haya sentido.
Juro que si me mamá supiera las cosas tan profundas que estoy pensando, me daría una bofetada para traerme a la tierra porque, según ella, la regla dicta que nadie, absolutamente nadie encuentra al amor de su vida a los diecisiete años, pero ¿saben qué...?, creo que yo soy la excepción a esa regla. Declaro ante ustedes, honorable amigos, que Nico es el pan de mi hot dog, la pelusa de mi suéter, la cátsup de mi papa...el amor de mi vida. Suena cursi, pero es lo que es.
—Te repetiría que también te amo, pero creo que mi cara de que estoy a punto de morir de amor por ti ya lo dice todo, ¿no?— digo con los ojos acuosos—. Ahora, dime una cosa: ¿es cierto que te irás a estudiar lejos?
Nicolás pone los ojos en blanco.
—Te lo dijo Andy, ¿no es cierto?— se sonríe—. Debemos enseñarle a esa niña a que no diga mentiras, o al menos que aprenda a decirlas. A mí me dijo que te ibas de misionera al Congo así que, ¡imagínate!
—¿Dónde queda el Congo?—pregunto.
—¡A quién le importa si tú te quedas aquí!—Nico estalla en una carcajada de alivio.
Es oficial: ¡SOY CONDENADAMENTE FELIZ! Nicolás me toma del rostro y junta mi nariz con la suya mientras me cuelgo de su cuello. Todo sería más romántico si la gente no nos estuviera viendo —o grabando para el caso del tipo freak—, pero en verdad que no me importa. No puedo pensar racionalmente y decirle que vayamos a otro lado a confesarnos nuestro amor porque estúpidamente me perdí en la familiaridad de sus ojos pequeñitos, y en la sensación de mariposas en mi estómago.
—Entonces, ¿nos besamos ahora o estaciono bien el auto?—pregunta suave haciendo que yo suelte una risita por lo bajo.
Mis pulmones parecen inflarse con helio y antes de despegar los pies de la tierra...
—"Cállate y bésame"—le digo, imitando un falso acento varonil.
¡Siempre quise decir eso! Entonces, después de varias semanas sin hacerlo, ¡BAM!, me besa. Olvido hasta mi nombre, el idioma que hablo y el planeta que habito. Todo a mí alrededor da vueltas de repente, la música comienza a sonar y el desfile multicolor se forma en plena calle. Bueno, bueno, quizás solo último no pasó, pero este momento ameritaba alguna parafernalia del estilo. Olvido mis tonterías al besarlo nuevamente, lo olvido todo, incluso el dolor que alguna vez sentí. Nico une sus labios con los míos, primero de manera tierna, y luego, todo se convierte en un remolino de emociones, hormonas y desesperación adolescente. Es comprensible, pensé que jamás volvería a estar con él de ninguna manera posible.
¿Podrá esto funcionar?, me pregunto cuando Nico se detiene y me toma de la mano para abrirme la puerta de su auto. Seguro emprenderemos el camino a la felicidad, o simplemente iremos a la cita que nos quedó pendiente. Quién sabe. No tengo la respuesta a eso, ni a nada en este momento porque simplemente, a pesar de mis cambios, sigo siendo la niña boba de un principio: innecesariamente soñadora, pesimamente realista.
Eso sí, estoy segura de que esta vez, la vida me ha dado una nueva oportunidad para hacer bien las cosas. Nada de madurar antes de tiempo, o apresurar las cosas de forma estúpida. Esta vez, haré todo lo que esté a mi alcance y hasta lo imposible para merecer a Nicolás Cortes.
Pase lo que pase…
¿Fin?
N/A: Hola a todos! Snif...aquí termina esta historia cutrosa, llena de romance, clichés pero sobre todo empapada al 100% de mi esencia. Muchísimas gracias a todos y cada uno de los que leyeron a lo largo de este tiempo que publiqué aquí en Wattpad. Gracias a las que comenzaron desde los primeros capítulos y siguieron hasta el día de hoy. Igualmente, gracias a las que se lo leyeron en un día y ahora estan aquí. Gracias por sus comentarios, que siempre me levantaron el ánimo cuando otros me hacian dudar de mi capacidad de transmitir algo a través de mis escritos, al menos sé que les hice sentir algo y eso es lo único que importa...sé que llegaron a querer a estos personajes tanto como yo. Agradezco muchisimo su apoyo en Facebook, con sus likes, comentarios y hermosos fanarts que enviaron (pronto haré la carpeta con sus regalos *----*) En serio, sé que no es el mejor final del mundo, pero me emociona haberlo escrito...es el final que siempre quise para esos dos; es el final que toda la gente enamorada encontramos algún día. Si no les gustó, disculpenme en serio u.u Quizás luego haga un final alterno o algo XD OJO: la próxima semana editaré la versión ebook en PDF, por si alguien esta interesada en tenerla, me avisa por aqui o por Facebook y vemos cómo puedo pasarselas, vale? La última edición que publiqué era linda, pero el contenido cambió demasiado. Pueden verla ustedes mismas en la página de bubok, buscando Yo, Cecilia. Bueno, me voy porque estoy en el trabajo y mi jefe me esta observando ¬.¬...les quiero mucho, muchísimo!!
Muchas gracias por hacer mi sueño realidad *---*
Ale ;)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro