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Capítulo 17

CAPÍTULO 17
(Este no es un songfic, pero les recomiendo ampliamente escuchar la canción del video que puse: Baby, Im yours de los Arctic Monkeys) 

 Estar tirada en la cama con tu novio, después de haber comido una tonelada de pizza, no es precisamente la idea que tenía de una cita perfecta. Al menos no hasta ahora, que los dedos fríos de los pies de Nico acarician los míos. El aire fresco de primavera entra por su ventana, haciendo que la cortina vaya de un lado a otro, haciendo apenas ruido. Ambos estamos en silencio, escuchando la música al azar de una estación de radio.

—Tienes los pies helados—digo, recostada en enfrente de Nico.

Él envuelve nuestros pies en las cobijas de su cama y luego, acomoda las almohadas. No sé si lo que estoy a punto de decir es lo más romántico de todo el mundo, pero hasta el olor de sus babas viejas en la almohada es celestial. Nico me acomoda entre sus brazos y besa mi frente, si seguimos así me quedaré dormida en el mejor lugar del mundo. No puedo ser más feliz.

Sus padres están en una especie de retiro matrimonial o lo que sea que nos haya permitido estar solos esta tarde. ¿Para qué lo pregunto? No me importa. Después de la escuela, hemos venido a su casa y no hemos hecho otra cosa más que comer, hablar y ahora, escuchar música tirados en la cama. Lo sé, es un gran avance estar en el cuarto donde comenzó todo manteniendo la ropa puesta, ¿no?

Para mí, estar así con él es perfecto. Me hace olvidar un poco el embarazo, ya que cada día me siento más cansada y mis achaques empeoran: náuseas, vómitos y calambres me atacan sin sentido. Claro, mi madre y Caroli dicen que es normal en una mujer embarazada, que simplemente soy una quejumbrosa de primera. Bla, bla, bla. El punto es que nadie me entiende. Estoy hecha pomada y no es como si lo pudiera gritarlo a los cuatro vientos. De hecho, cuento los días que tengo para decirle a Nico del bebé, y si mis clases de matemáticas no me dejan mentir, hoy es el día límite que tengo para confesarle la verdad. ¿Les digo algo? Me muero por hacerlo. Estoy cansada de ocultarme siempre, de ponerme ropas grandes para disimular la barriga casi invisible  y de inventar escusas tontas para mis vómitos repentinos.

Y hablando de ellos:

—Dios, no sabia que la pizza hawaiiana te caía tan mal, Ceci—Nico espera afuera de su baño mientras yo devuelvo hasta la cena de ayer.

—Olvidé decirte que…—ahí va una horcada—Soy alérgica a la piña—otra más.  

Termino después de unos minutos, odiándome por arruinar el momento totalmente sereno y romántico que vivía. Antes de salir, lavo mis dientes con el práctico, pero estorboso kit anti vómitosque Andy me había armado. Tiene de todo, incluyendo cepillo portátil, pasta dental, enjuague y algunas mentitas. Salgo cansada y muy apenada por el horrendo espectáculo que debió ser escucharme vomitar por minutos, pero  a Nico pareciera no importarle:

—Uy, amo esta canción—sus ojos se abren al escuchar una de sus canciones favoritas y sube el volumen de la radio para ponerse a cantar—“Driving in your car, I never, never want to go home…”

Su voz no es tan dulce como la de Morrisey, pero es muy divertido escucharlo cantar y sobre todo, verlo bailar. Nunca lo había hecho frente a mí. Extiende una mano, me pide que le acompañe a divagar. Con esfuerzos me levanto de la cama porque mi cadera me está matando, pero no quiero perderme este momento.

—Esa canción es más trágica que el mismísimo Shakespeare:— confieso en su oído— ¿“Morir a tu lado es una celestial manera de morir”?

—Así es esto del amor: uno podría hacer cualquier cosa con tal de estar al lado de quién amas, incluso morir, como dice la canción.

—¿Ah sí?—arqueo una ceja y le miro— ¿Cualquier cosa?—recuesto mi cabeza en su hombro mientras seguimos bailando o algo así. En realidad solo nos movemos de un lado a otro—Vaya Romeo, no sabía que eso pensabas.

—Por ti haría lo que fuera—levanta mi rostro y toma mi mentón, más decidido que Edward Cullen.

Sus palabras reflejan sentimientos más intensos de los que yo me imaginaba. Nunca le había dicho que le amaba, o al menos no con la densidad que mis sentimientos me dictaban y tampoco él había sido claro en cuanto a su amor hacía mí. Estaba dicho que nos queríamos, que nos gustábamos y que por supuesto, nos deseábamos, pero no era algo que hubiéramos externado ampliamente. Tal vez por miedo, o quizás porque lo único que me importa es estar a su lado, pero a pesar de que lo siento más fuerte que nada, jamás le he dicho a Nico que lo amo con todo mis dos seres.

Entonces, una cuestión particular ronda mi cabeza: si yo amo a Nico, y ambos haríamos lo que fuera por estar juntos, ¿no era este el momento adecuado para decirle la verdad? ¡Bingo! No podía haber amor sin confianza, así que este era el momento ideal para hablar con él. Hubiera comenzado de inmediato, pero él dice algo que no me esperaba. Mucho menos después de haber vomitado en su baño y de verme desastrosa en mi uniforme de la escuela:

—Haría lo que fuera porque… te amo, Ceci.

¿Es en serio?

Me quedo sin aliento, creo que hasta con la boca abierta. Tengo miedo de contestarle de inmediato, y mucho más de cambiar de tema. Esto es algo delicado, debo ser cuidadosa con mis palabras… ¿a quién engañó? ¡No sé cómo decirle que le amo también!

—Yo…yo.

Las palabras me faltan, y entonces decido que lo mejor es demostrarle cómo me siento: tomó su boca y él me responde de la misma manera. Hace mi cabello a un lado, y comienza a darme pequeños besos en todo el rostro. Hago que nos sentemos en el filo de la cama, tomo su rostro como si fuera un panquecito y le beso despacio. Un beso a la vez, sin apresurarnos tanto como otras ocasiones. Con reservas, Nico me acaricia con delicadeza, haciéndome cosquillas. Es todo muy lento y lindo, justo como me hubiera gustado que fuera mi primera vez. Sé que nunca había pensado en el sexo de una forma romántica, pero no podía evitarlo al estar con Nicolás. Con él, el amor y el sexo pueden estar en la misma ecuación. Él besa mi rostro despacito, como si yo fuera de algodón de azúcar y me fuera a derretir con el toque de su lengua.

Sus manos llegan con cautela a mí recién abultado vientre y a diferencia del día en que le di un manotazo, esto se siente tan bien. Es como si el bebé que espero, fuera de su carne y hueso. Como si fuera eso lo correcto. Sé que él intuye que algo me pasa, porque me mira con ojos de cachorro y me siento tan culpable. Entonces lo abrazo, me siento más segura. Tanto como para que cumpla mi promesa de los seis días.

—Nico, hay algo que no te he dicho.

Comienzo a sudar, tengo que hallar las palabras para decírselo sin que suene a que yo soy una perra que se lo ha ocultado todo.

—Tú no me amas— afirma.

—No, no, no es eso. Perdón por no decirlo justo después de ti, pero tenía miedo de arruinar el momento como seguramente voy a hacerlo ahora—le doy un pequeño beso—Lo que quiero decirte es algo un poco más serio, que tiene que ver con mi pasado.

—Pues habla, me estás asustando.

Y como un patrón patético de mi relación con Nico, algo llega a arruinar el momento importante como siempre. Mi móvil suena en ese instante, y para el colmo, suena con el horrendo grito de Tarzan. Quiero morirme, no sin antes, matar a Chris por haberlo cambiado.

—¿Si?—se escucha la voz de un hombre, uno conocido.

—Niña, son las seis de la tarde—dice mi papá, muy rígido. Seguro mi mamá está detrás de él presionándolo—Tienes quince minutos para estar en la casa o te quedas sin salir una semana.

—¿Una semana? Pero papá, estoy con Andy y…

—Acabamos de verla haciendo el super con su mamá, esa mentira no cuenta esta vez. Así que, te quedan trece y medio. ¡Apresúrate!

Y cuelga.

Grito fuerte y luego de morder mi teléfono, lo lanzo a la cama en un ataque de histeria. No me puedo dar el lujo de no salir mañana, sobre todo que dado el ridículo tiempo que me dio mi papá, apenas puedo llegar a casa y lo de Nico tendrá que esperar otro día. 

—Es tu papá, ¿no?

—El mismo—acarició su cabello—Debo irme o si no me castiga. Últimamente ha estado muy estricto conmigo.

—Podemos arreglar eso hoy mismo, más rápido de lo que dices Schaundenfreude.

—¿Schaunde…qué?

—Nada, nada. Me refiero a que yo podría hablar con tus papás. Ya sabes, para tomar confianza y conocernos. Nada formal si no quieres; quizás algo casual tipo: ¡Hey, soy Nico, el novio!

Mis papás no están preparados ni para lo casual y mucho menos lo formal. Mejor se me ocurre pasar eso a otra semana, otro mes tal vez. Con la excusa de que debo irme, salimos corriendo de la casa, pero antes de arrancar, recuerdo mi celular abandonado en la cama. Regreso por él, subiendo rapidísimo y bajando a la misma velocidad mortal. Tan mortal que doy mal un paso y caigo de nalgas uno o dos escalones abajo.

Así como caigo, me levanto con un fuerte dolor en el trasero. Mi padre me las va a pagar junto con Chris. Seguro que un moretón iba salirme en una pompa. De hecho, la izquierda me duele horrores pero no se lo digo a Nico, quien me lleva a mi casa, bueno, a la esquina de mi casa para que nadie pueda vernos.

Me despido de él, agradeciéndole la tarde que pasamos, todo claro, antes de que llegara mi estúpido timbre a interrumpirnos mientras trataba de decirle algo importante que quizás no pueda esperar más:

—¡Hey, Nico!

Él me mira a través de la ventana del auto con una sonrisa preciosa, una que no le conocía. Nico espera a que yo diga algo, pero no sé si puedo confesarle en ese preciso momento que estoy embarazada de Joaquín. Estos han sido los mejores días de mi vida, y estoy consciente de que ese pequeño detalle puede arruinarlo todo.

—¿Qué pasa?

No le contesto, así que él se baja del auto y regresa conmigo, me mira angustiado. Este es el momento decisivo de la verdad verdadera.

—¿Te acuerdas que tenía que decirte algo hace rato?

—¡Ah, sí! Antes de Tarzan, pero, ¿qué era? Dímelo.

Pongo cara seria, y tomo aire como si fuera mi última bocanada en la vida. Esto es como quitarse un curita: entre más rápido, mejor. Menos sangre, menos dolor. Solo dos palabras:

—Estoy embarazada—suelto rápido, como cuando se lo dije a mis papás.

Nico me mira serio, y busca un atisbo de vida en mis ojos. Su cara de confusión me está matando, ¿por qué no dice nada? ¿Acaso ha muerto por dentro al igual que yo? De pronto, algo sorprendente pasa: él comienza a carcajearse de lo lindo, tanto que incluso se cae al suelo ante mi mirada atónita. Esta no era la reacción que esperaba, así que no puedo evitar reírme también.

—¿Qué clase de broma es esa?—el aire apenas le alcanza—. Es lo más inverosímil del mundo.

Ay Dios, desearía que fuera una broma, porque así las náuseas no me torturarían cada mañana, y mis pantalones no quedarían tan ajustados a mi cuerpo.

—¡Pff, por supuesto que es una broma!—sonrío inocente, pero tengo un nudo en la garganta—Me has atrapado.

—Eres la peor bromista de la historia, mujer—me da un beso una vez que ha recuperado la respiración. —Por eso te adoro: siempre encuentras la manera de hacerme reír—me abraza, y hasta se limpia las lágrimas que se le han escapado de la risa.

Se despide nuevamente de mí y sube a su auto aún con una enorme sonrisa. Antes de entrar a la casa veo que dobla la esquina, le digo adiós a lo lejos.

¡¿Qué demonios voy a hacer ahora si cree que todo es una broma?!

Al llegar, es obvio que mi mamá pregunta por qué tengo cara de asco y estoy toda  arrugada. Voy directo a explicarle, pero olvidan preguntar en dónde estaba o con quién. Tal vez lo sospechan, así que sin decir nada, voy a mi cuarto. Me preocupo un poco porque mi trasero me duele cuando camino pero no me siento diferente fuera de eso, así que me recuesto sin problemas y me pongo a llorar sin razón alguna. Soy una sensible sin remedio y me odio.

No tardo en quedarme dormida, y en toda la noche no puedo evitar soñar con Becky. ¿El sueño? El mismo que me ataca desde siempre: Nico botándome para irse con ella. Todo claro en una especie de escena de Glee. Lo curioso esta vez, es que todo termina conmigo cayendo una y otra vez por las escaleras (De hecho en el sueño siento que todo el cuerpo me duele). Entonces, siento a media noche que Caroli me zarandea para que me despierte.

—¡Deja de gemir!—me dice, irónicamente, gritando.—Llevas toda la noche retorciéndote en la cama. ¿No me digas que viste de nuevo aquella película de terror con David?

—Pues no, pero si tengo pesadillas—le digo preocupada y adolorida.

Además, me doy cuenta en ese momento de que he hecho algo que no hacía desde los once años. Siento mis cobijas mojadas. ¡Me he orinado! Veo que en la obscuridad, Caroli retuerce una mueca de asco cuando escucha lo de mi pequeño accidente.

—¡No puedo creerlo, eres un cerdo Cecilia!— se levanta para prender la luz.

Al abrir mis cobijas para salir a cambiarme de pijamas, lanzo un grito horrorizada.

—Caro, esto no es normal ¿verdad?—le digo mostrándole mi mano, que tiene un poco de rojo.

De inmediato ella ve que efectivamente estoy sangrando y alcanzo a escuchar que llama a mis papás mientras me dice que no me mueva. Yo como siempre que estoy en una situación de emergencia, me bloqueo. Incluso cuando veo qué es lo que potencialmente está pasando, mi vientre comienza a dolerme aún más, como si fuera sugestión o algo así. En cámara lenta veo que mi mamá llega completamente angustiada y mi papá, tan sereno como ya es costumbre en él, me carga en brazos. Chris ya está montado en la camioneta cuando todos salen en pijamas para llevarme al hospital.

Sé que hemos llegado porque escucho por todos lados "Dra. Guindi esto…", "Dra. Guindi ¿es su hermana?", "Dra. Guindi, ¿hace cuánto que está sangrando?" Cuando escucho eso, salgo de mi silencio y comienzo a llorar histérica, pero mi mamá trata de tranquilizarme. Por suerte, Rob, mi gineco-obstetra personal, está de guardia y llega rápido a revisarme.

No quiero que le pase nada al bebé, en realidad, —saltando lo desastroso que ha sido el embarazo en mi vida — creo que él y yo nos hemos divertido bastante.

—Tranquila, el bebé está bien—dice Rob y mi mundo se vuelve a levantar. —Por lo que se puede ver en el ultrasonido, hay un poco de desprendimiento de la placenta, eso explica el sangrado ¿Hiciste algún esfuerzo?

Pues no tanto, lo único que hice fue vaguear con Nico y lavar mi uniforme después, pero entonces, comienzo a relacionar todo, todo: los achaques, la caida y el duro esfuerzo de lavar mi ropa.

—Me caí—confieso.

—¡Porqué no dijiste nada!—mi mamá me grita delante de todos.

—No sé, no fue tan grave. Solo un moretón en la pompa y ya.

Rob me regaña: que debo tener más cuidado, que ahora soy más vulnerable y bla bla bla. Eso ya lo sé, soy floja pero no idiota. Aunque si, en un principio no le di importancia a esa pequeña caída porque en el mundo hay mujeres a las que les pasan más cosas y no parecen sangrar en pleno embarazo por eso.

—Tendrás que guardar reposo—Rob advierte. —Si acaso podrás levantarte al baño hasta que nos aseguremos que todo está bien.

Es terrible pero tiene razón. No podré ir a la escuela aunque eso no es lo malo, lo que me preocupa además del bebé es que no podré hablar con Nico y romperé mi promesa de los seis días.

—Desde que llegó al salón, se la ha pasado fastidiándome y preguntando en dónde estás— me dice Andy por teléfono al día siguiente.

Sigo en el hospital y no puedo moverme ni para acomodarme en la cama.

—Dile que me operaron de apendicitis y que como estoy internada, nadie puede pasar a verme excepto mis familiares directos—le pido, inventándole cualquier excusa estúpida. —O mejor aún, dile que tengo un virus “come carne” o algo así y que si se acerca, se le caerá la cara. No sé, invéntate algo.

—¿Que no le había dicho ya lo del bebé?—pregunta al fondo David, quien por cierto, no me habla directamente porque le oculté lo del embarazo.

Se le pasará, lo sé.

—Dile al entrometido ese que no me creyó del todo. Además aún me queda un día.

Consuelo de tontos. Es como si milagrosamente quisiera prolongar ese único día que me queda y extenderlo hasta el infinito como en maldito Buzz Lightyear, pero no puedo. Nico me ha llamado mil veces pero no he contestado, no quiero enfrentar la realidad. La cama del hospital parece más segura, sobre todo porque ni mamá ni Caroli se han despegado de mí todo el día. Además, todos son muy amables conmigo solo por ser hermana de la Nazi: las enfermeras me sonríen, los practicantes guapos me guiñan un ojo cada que pasan a revisarme, en fin. Soy la linda niña embarazada.

Ya casi para caer la noche, aún no tengo noticias de cuándo me darán de alta, lo que significa que tendré que echarme a reposar mientras veo lo mala que es la televisión abierta, haciendo el zapping cada cinco minutos. Si, justamente como estoy ahora.

—Deberías arreglarte un poco—me dice una enfermera amiga de Caroli, mientras me revisa el suero.

—¿Porqué?, ¿vienen los internos otra vez?—levanto una ceja intrigada, algo cero sexy y me suelto el cabello.

—No, para nada—suelta una sonrisa picara.—Tu novio llegó a visitarte.

—¿Cuál novio?, yo no tengo novio. Bueno—susurro en su oído—, si tengo, pero él no sabe que estoy aquí.

—Yo creo que sí lo sabe. Allá afuera charlando con tu mamá está un chico alto y muy guapo.

¿Será en verdad él? Lanzo un grito al pensar en la respuesta. Si Nico está cerca de mi mamá puede llegar a ser peligroso.

—Tengo que salir—bajo un pie de la cama pero Perla, la enfermera, me detiene.

—No debes moverte.

—Rob dijo que podía ir al baño, así que si voy a donde está él, equivale más o menos a esa distancia.

Y así sin más me bajo de la cama, cubriéndome la abertura del trasero de la bata con una mano y con la otra jalando la base de la bolsa del suero. Camino despacito pero no menos rápido, justo para llegar a la escena que más me temía. ¿Porqué rayos nadie nunca escucha a Andy? o mínimo, ¡¿porqué ya nadie le tienen miedo a las bacterias come-caras?! ¿Qué no saben que el Holocausto Zombie se puede propagar por situaciones así?

Al llegar al pasillo, presenció la escena que más me temía. Siento horrible cuando veo cómo mi mamá manotea enfrente de Nico, le está gritando demasiado fuerte por lo que todo el mundo está atento al escándalo. Él la observa con miedo y confusión extraña. Una chispa se enciende en sus ojos cuando ve que llego con esfuerzos a dónde discuten.

—¿Ceci? —me llama él con cara de angustia.

Me doy una idea de lo que está pasando.

—¿Qué pasó?—pregunto tranquila.

—Pasa, Cecilia, que este desgraciado se ha atrevido a venir hasta aquí y le estoy diciendo lo que pienso—dice con su voz diabólica.

—Por su culpa, estás como estás. ¿Te parece poco?—nos grita a ambos.

Mi mamá de verdad impone, tiene cara de la Virgen María pero debajo, es la reencarnación del mal. Por lo tanto pasan unos segundos para que Nico o yo le contestemos algo. Es como estar en un concurso de la televisión: el tic, tac del reloj se vuelve a imponer en mi cabeza, comienzo a sudar como un cerdo. Mi mamá, Nico y todos los chismosos esperan una respuesta, y yo lo único que tengo para ellos es nada más y nada menos que nada. Adrenalina pura.

—Señora, con todo respeto, no he podido ni siquiera entender todo lo que me ha dicho...

—Si mamá, ¿qué onda?—le hablo como si nada pasara, si le demuestro miedo me va peor. —Mira, mejor cálmate y ve al cuarto mientras yo hablo con...—detiene mi mano, que ya la llevaba a un lado.

Mentalmente rezo para que ella se quede callada. Que se enoje tanto y no pueda siquiera hablar para terminar de cagarla pero...

—No hace falta que me digas quién es este. Seguro que es el incauto que te embarazó.

Aún así la caga.

—¡¿Qué?! ¡¿Estás embarazada?! Pero, si tú y yo no...ya sabes— suelta Nicolás alarmado haciendo que su gruesa voz se haga chillona.

Me mira de inmediato el estómago, y luego pasa sus manos a la cabeza. Sus ojos se hacen vidrio, parece que quiere llorar tanto como yo. Si lo sé, lo físico entre de él y yo jamás llegó a concretarse en su cuarto. Me siento tan mal en ese momento: comienzo a sentir que el aire me falta, además de una necesidad tremenda de gritar que todo el mundo se calle, pero no puedo ni siquiera hablar para defenderme. De nuevo estoy bloqueada, aunque eso no le importa a mi mamá que comienza a manotear de nuevo enfrente del ahora, pálido Nico. Quiero decirle la verdad a mi madre, pero mi cabeza comienza a emitir un pitido molesto que me nubla los oídos y hasta la visión.

—Por favor muchacho, no me vayas a salir con que tú no tienes nada que ver en el asunto, o que no sabías que si tienes relaciones con alguien, cosas como estas pueden pasar. De una buena vez te lo digo Joaquín, no te vas a librar de esta

M-E-Q-U-I-E-R-O-V-O-L-V-E-R-C-H-A-N-G-O.

—¿Joaquín?—escucho que Nico lo pregunta, y sus ojos, llenos de furia, se dirigen hacia los míos buscando explicación alguna.—Yo me llamo Nicolás, señora—contesta él a duras penas.

Mi mamá dibuja una gran “O” con su boca y apenada, baja la mirada al piso. Antes de siquiera tratar de explicar algo, siento que todo se pone negro y que un gran agujero se abre en el piso.

—Nico, yo...—alcanzo a decir antes de que mi cuerpo choque con el mugroso suelo del hospital, comprobando que ahí no había un jodido agujero.

Simplemente me he desmayado.

 N/A: Hola a todos! (Y digo a todos porque se nos unió un chico *---*) Antes que nada, una disculpa por no desearles felices fiestas navideñas, pero dejenme decirles que estan en mis oraciones y que les deseo que este 2012 sea lo más máximo para ustedes (Cutre time!) En fin, honestamente, estoy feliz! Los capítulos anteriores tuve más comentarios que nunca jamás, y pasamos de poquitos ventiladores a muchos muchos, y sobre todo, pues me ha dicho muchisimas cosas bonitas sobre la historia, tanto en comentarios, en mensajes privados y en el Facebook (Oficial de Yo, Cecilia. http://es-es.facebook.com/pages/Yo-Cecilia/117869954981457) Denle like y recibirán un premio!). En serio, gracias por apreciar mi trabajo. Eso es algo que me llena y me hace querer escribir más y más. Muchísimos saludos a: Eliiz, a Marvivi, a Jess, a Joyce, a Claudita, a Ani, a Alliz, a Yoct, a Kaani, JMJessie, a mi Vivii, a Micheelle, a Ilovereed, a Marisa,  a July (Amé tu sueñooo!!) A Love Twilight, a NicoCb, a Francesca, Stephanie, RossyPaola, a Almacellas, a StopThisSong (Puedes sugerir a algun Nico), a Palmerita, a Mia, a Xaviune, a Elias, a  a Alexia (Ahahah, amé tu rima. Quiero más!!), a Ingrid, a Irene, a Carolina, a Haroly, a Yanaras, a Carliitah, a Pofy, a Nancy, a Menxucita, a Came, a Carolina...pff! Ven que son muchisimos?! Lo adoro! Estoy a punto de perder la cabeza y latiguear a todo el mundo, nah, mentira. Estoy armando la página, bueno, en realidad ya la tengo hecha desde hace meses, pero me gustaria nutrirla con sus comentarios y alguna que otra fotillo que me han mandado algunas lectoras, así que ya saben, si pueden pasen a la página: www.yocecilia.tk y dejen sus comentarios o el link de sus ventiladores arts y los publico; publicaré por ejemplo la rima de Alexia, o el sueño de July así que si quieren formar parte de ese rinconsito, no duden en decirmelo y las incluyo con algo, vale? Okay, les quiero...comenten! FELIZ AÑO!!

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