Capitulo 15
CAPÍTULO 15
A pesar de todo lo complicado que me pasa, debo decir que estas han sido las mejores semanas de mi vida. Les dije a mis papás lo del embarazo, lo cual a pesar de no ser la mejor noticia de sus vidas, al menos ya no lo ven como la peor cosa que nos pudo haber pasado como familia. Caroli casi me ha perdonado, lo cual está bien porque ella no perdona tan rápido y sin vengarse previamente. Para no quedarme atrás con la escuela, debo contarles que al tener mi cabeza más despejada, mis calificaciones parecen mejorar y también en baile, hemos comenzado con los ensayos diarios para el Intercolegial. Pero aún me falta la cereza del pastel: Nico y yo, ya saben... ¡Andamos!
En verdad, él es el novio más extraño que alguien pudo haber pedido en la tierra. ¿Porqué digo extraño?, porque para mí lo es. Nadie me había tratado como él me trata, ni siquiera el noño de Jorgito. Todos los días cuando llego al salón lo encuentro sentado cerca de las escaleras del segundo piso. No me dice nada porque yo así se lo he pedido (Cof, cof, por Becky cof, cof). En cambio, sonríe al verme de lejos y cuando paso a su lado, su mano roza la mía solo un instante, lo cual hace que mi corazón se acelere más rápido que una canción de metal y él entra al salón como si nada hubiese pasado. En clases, a veces lo descubro mirándome y no puedo evitar sentirme como un oso panda en un zoológico, pero aún así es algo lindo. A la hora del almuerzo, nos citamos en la sección de matemáticas de la biblioteca en donde podemos estar juntos, tomándonos de las manos y dándonos uno que otro beso a escondidas de la señora Archundia. Si, justo como en los viejos tiempos, pero ahora es oficial. Solo que de nuevo nadie lo sabe, o bueno, al menos eso creo.
—¿Qué harás hoy después de las clases de baile?—pregunta Nico, alejándose de mi cuando la bibliotecaria se asoma a ver qué hacemos.
Saco un libro de geometría y pretendo estar leyendo.
—Iré al doctor—le digo como si nada, pero luego me golpeo mentalmente cuando Nico pone cara de preocupación.
—¿Estas enferma, Peque?
La verdad es que estoy embarazada, pienso aunque obviamente no le diré nada.
—No, no es esa clase de doctor. De hecho voy al...oftalmólogo, ya sabes, por no usar lentes cada vez estoy más ciega.
—Ah, muy bien, entonces te acompaño...
Mierda.
—¡Noo!, no será necesario, mi mamá y mi hermana me acompañan.
—Me parece bien ir de todos modos, serviría para presentarle mis credenciales a tu mamá, además de que me muero por conocer a tu hermana.
No, no pueden conocerse. Seguro mi mamá lo confundirá con Jonas y armará un drama al respecto (Sin mencionar que claro, Caroli lo castraría quirúrgicamente con lo que tuviera a la mano).
—Mira, la verdad yo preferiría que no...
—Está bien, no iré—él contesta serio.
Parece comprender la indirecta de "Carajo, te he dicho que no te quiero ahí".
—Pero podemos hablar por “Messenger” cuando regrese, o por teléfono si lo prefieres—acaricio su espalda baja, siento como se retuerce por un escalofrío. Lo sé, chatear es patético pero es lo único que podemos hacer por ahora sin levantar sospechas en mi casa, pero en ese momento veo la carita de tristeza sexy que pone Nico. Uy, esa expresión me gusta. —O tal vez podamos, ya sabes...— arqueo una ceja.
Cualquier hombre de la tierra descifraría el tono en mi voz, es casi como el llamado de una hembra en celo. ¡Y cómo no!, si al escucharlo, Nico se pega a mí de forma sumamente indiscreta. Si fuera otro, obviamente me ofendería la forma en que me ha aprisionado contra el estante de libros (De hecho, tengo uno encajado en el trasero pero, ¡qué me importa!).
—Ok, te escucho—me dice acercándome desde la cintura.
Se me olvida qué tengo que decirle o más bien dicho, se me olvida pensar en absoluto. Entonces le digo lo primero que se me viene a la mente:
—Pues sí, no sé si escuchaste que Iker y Andy intentaron hacerlo...por Messenger.
—Con hacerlo, ¿te refieres a chatear?
—No, ya sabes...cibersexo.
Esperen, ¿acabo de decir eso? ¿En serio le acabo de proponer a Nico que tengamos cibersexo con tan poco tiempo de noviazgo? En un principio le iba a decir que podíamos hablar por teléfono, pero la idea se salió totalmente de contexto. Él comienza a reírse.
—Si sabía que ellos lo habían pensado, pero no tenía ni idea de que tú...— baja la voz—Quisieras hacer eso.
Se asustó por lo que le dije, seguro piensa que soy una pervertida pero no es así: las fotos de los tipos medio desnudos aparecieron de repente en mi computadora, seguro que eran de Caroli. Yo nada más las abrí pensando que eran fotos inocentes.
—Tienes razón, olvídalo. Lo que pasa es que se me cruzaron los cables y te dije lo que Andy me había contado. Eso es todo—digo nerviosa y sudando la gota gorda.
—Sí, esos dos son muy raros. Sobre todo Iker que siempre quiere vivir demasiado rápido.
—Andy también es así. Supongo que por eso se llevan tan bien.
—Ajá, cada quien tiene a su cada cual, ¿no?—me besa la frente.
Por suerte, la música que indica el fin del receso suena, librándome del momento incómodo que acaba de ocurrir. Me despido de mi novio y de los libros de matemáticas hasta el siguiente día. Yo salgo primero cargando mis libretas y los chicos que conozco me miran admirados. Incluso escucho a alguien decir: "Cecilia es una matada, ¡estudia en el receso!"
Incluso el maestro de Economía me mira orgulloso. ¡Ja!, si supieran que lo único que hago es cimbrar las bases de un noviazgo basado en la mentira de un embarazo de encubierto, no me verían con tal admiración. De repente me doy cuenta que detrás de mi sale Dalila, la más tonta de las Cosas y un pánico se apodera de mi. ¿Nos habrá visto? ¿Le dirá a Becky? Pero Cosa Dos se va a su salón con cara de despistada, así que no creo que ese sea el caso. Además, ella es la última que esperaría ver en la sección de Matemáticas así que no, no creo que arruine el secreto y me voy a mi salón súper tranquila.
Más tarde, en el taller de baile vuelvo a ver a las Cosas. Ellas me observan con burla.
—¿Y éstas qué se traen?— pregunta Andy antes de comenzar la clase.
—Yo que sé, siempre se ríen de todo como si fueran tontas, así que es difícil saberlo ahora.
La maestra Peralta llega al salón acompañada de Rebecca que se ve muy relajada, mucho más de lo que se le ha visto en días. Su ceño ya no se encuentra fruncido y les sonríe a todas las niñas del salón, que apenas si le contestan. Aún están asustadas por la cacería de hace algunos días. Comenzamos a hacer ejercicios de calentamiento, y mientras lo hacemos, los chicos del taller de ajedrez comienzan a llegar para hacer sus torneos ñoños en donde apuestan el almuerzo.
David se acerca para saludarnos junto con Iker que le silba coquetamente a Andy. Detrás de ellos, llega Nico, que pasa sus ojos por el salón disimuladamente y en eso percibo que Becky se tensa, está enfrente de mí. A mí no me importa que ella trate de lucirse en sus movimientos, estirándose más y esas cosas para que Nico voltee a verla. No le pongo atención, me da flojera y risa, sobre todo cuando él la esquiva para verme de lejos y saludarme, aunque luego hace lo mismo con Andy para disimular un poco el asunto.
En ese momento, Becky voltea alarmada a verme. No puede creer que Nico me estaba viendo a mí en lugar de ella, pero me le pierdo de vista de la misma forma que mi novio que regresa con su grupo. Sin más preámbulos, Peralta nos enseña otra de las secuencias de baile de la canción con la que competiremos. Por sugerencia mía, de Andy e incluso de la misma Becky, se decidió que como Lady Gaga es lo de hoy, bailaríamos un mix de su canción Bad Romance.
Después de la intervención de la maestra, hacemos una especie de ensayo con lo nuevo y ya saben, pa de buré para acá y splits por allá es lo único que se ve en aquel salón, aunque una patada en la espinilla me toma desprevenida.
—¡Ups, lo siento!—dice Becky cuando ve que me ha golpeado—. No fue a propósito.
—Ok, pero ten más cuidado — le pido sin romper la formación de baile.
Seguimos con el coro y ella me da un codazo que se convierte en aventón.
—Disculpa, no te vi.
En este punto comienzo a enojarme con la desgraciada, que también me pisa cuando cruzamos caminos.
—Seguro no me viste, ¿verdad?—pregunto enojada, pero ella me ignora.
Ya por último, y para colmarme la paciencia, justo para terminar el último acento que nos enseñó la maestra, Becky se planta enfrente de mí para chocar conmigo y como ella es mucho más alta y densa, yo soy la que caigo al suelo.
—¡¿Qué mierda estás pensando?!—le grito levantándome del suelo—Te la pasaste golpeándome toda la jodida canción Rebecca, ¿hay algo que trates de decirme?
Andy se da cuenta y me toma del brazo para que no haga nada estúpido. Rebecca se queda callada con una sonrisa en la boca, yo estoy que me lleva el diablo y todas observan atentas al pleito.
—Tranquilas señoritas—nos separa la maestra sin darle mucha importancia al asunto. —Repitan la secuencia desde el principio—ordena y todas regresan a lo suyo, incluida Andy.
Yo sigo alterada, pero tampoco voy a hacer un drama en el salón delante de todo el mundo y más cuando sospecho que Rebecca ya se huele lo mío con Nico. Pero c'est la vite, diría el torpe de Iker. Lo hecho está hecho y si Rebecca decide convertirme en su piñata, entonces está bien porque ya me cansé de ocultarme también en la escuela. Así que, que se joda, no le tengo miedo.
Decido calmarme e ir al baño. Un poco de agua en mi rostro puede hacer milagros cuando estoy más tensa que nada. Mientras me enjuago, escucho que alguien cierra la puerta y camina hacia mí, siento que me toma de la cintura. Sé quién es, seguro se quedó con ganas de seguir charlando de cosas pervertidas:
—Nico, lo del cibersexo era broma—suelto cuando me limpio los ojos con mi blusa.
Miro a través del espejo, pero no veo a Nico sino a Rebecca, que me suelta cuando ve que muero de miedo. ¿Recuerdan que acabo de decir que ella no me da miedo? Ok, rebobinen, bórrenlo y pongan lo siguiente: Rebecca Mejía me da más miedo que los mismos zombies o incluso más que los tipos sin gusto por la moda. Sobre todo ahora que me ha encerrado en el baño a propósito justo como a Camila San. Una vez, en una clase de prevención de desastres naturales, nos dijeron que ante una situación de peligro, mantuviéramos la calma y que cubriéramos nuestras partes importantes si veíamos que se acercaba el peligro y como Becky es peligrosa con P mayúscula, sé que lo mejor es ignorarla, ni siquiera debo mirarla a los ojos. Le miro a través del espejo, y trato de ignorar su cara de furia mientras me lavo las manos.
—Entonces Nico y tú están saliendo...—afirma pero yo no le contesto—. No te hagas idiota Cecilia, sabes que te estoy hablando.
—Lo sé, no tienes que gritarme—le enfrento.
Aunque por dentro me estoy muriendo de miedo.
—Contéstame—se planta frente a mí, desafiante.
—¿Qué te contesto? Tú no has preguntado nada.
—En el fondo sabes que sí. No me hagas perder la paciencia.
—Ok, para que no me aterrorices como lo hiciste con las demás chicas, te voy a decir la verdad—suspiro profundo—: Nico y yo no estamos saliendo. En realidad somos novios, que es muy diferente.
Dicho todo, paso a su lado para irme, pero ella me toma del brazo y me azota en contra de la puerta del baño. Yo reacciono con las técnicas de defensa personal que Chris me enseñó hace mucho y la lanzo a ella hacia el lavadero. Becky comienza a reírse en un tono macabro, por un segundo me siento en una película de terror.
—Eres una tramposa Guindi. Te metiste con Nico cuando tú misma ya tenías a alguien más. Detrás de tu cara de mosca muerta eres la más cínica de la escuela—toma un mechón de mi cabello y lo revuelve.
Calma, contrólate aunque haya invadido tu espacio personal, me digo a mi misma.
—No sé de qué me hablas.
—¿Ah no?, ¿qué me dices de Joaquín? Y no me niegues que te revolcabas con él porque Priscila le sacó toda la verdad a Manolo y él nos dijo que ustedes se habían enredado en las vacaciones de Navidad.
Mis ojos se abren de par en par. Me quedo callada porque he sido descubierta por mi peor enemigo, además de que después de todo, las Cosas no eran tan estúpidas como había pensado y Joaquín no era tan discreto como yo hubiera querido. Tampoco debo olvidarme de un pequeño detalle: ¡Maldito Manolo, hijo de su desgraciada madre millonaria! Para terminar de poner tenso y telenovelesco todo el asunto, tratando de destrabar la puerta, escucho la voz desesperada de Nico pidiendo que le abramos:
—Sea lo que sea que estés discutiendo allá adentro Rebecca, debe parar.
—¡Tírate a un pozo, Cortés! Él asunto es con tu nueva novia, no contigo—ella le grita y luego se dirige a mi—Mira, flacucha sin chiste, yo conozco a Nicolás mejor que tú: se va a aburrir de ti una vez que haga contigo lo mismo que hiciste con Joaquín. Lo sé porque así me pasó a mí, solo que ahora me va a dar mucho gusto ver cuando te deseche por otra. Sobre todo ahora, que sabe la clase de persona que eres.
Todo lo que ella me ha dicho me deja en shock, sabe muchas cosas de mí y puede arruinarlo todo. Puede decirle la verdad a Nico que está afuera. Mentalmente le suplico que no diga nada, que Nico no se entere del asunto de Joaquín por su sensual boca. Becky se separa de mí y sale del baño más enojada que yo, que me escurro por la puerta del baño y me pongo a llorar ovillada en el suelo, poniendo mi rostro en mis rodillas.
Ella me tiene en sus manos: si le dice todo lo que sabe a Nicolás, puede significar el final de lo que recién comenzamos. Es decir, en un principio seria mi culpa, pero de todos modos es más fácil odiarla a ella que a mí misma. Estoy frita, no, peor aún: estoy requete muerta. En la puerta, Nico y Rebecca se hacen de palabras. Todo termina con ella mandándolo al diablo.
—Ceci, ¿te hizo algo?—Nico que ha entrado me toma de la barbilla para verme llorar.
Horror, debo de verme espantosa, mocosa, despeinada y sudada. Ahora ya no querrá hablar conmigo de cosas sensuales, claro, si es que quiere seguir hablándome.
—Yo...ella...lo sabe todo. Por favor, no me deseches como me acaba de decir porque yo te quiero. En verdad que si— le digo entre sollozos y balbuceos.
—A ver, a ver, cálmate Peque—me acuna entre su pecho y me pierdo, es el mejor lugar del mundo—. Perdón, yo la cagué. Debí haberte advertido que ella ya sabía de nosotros.
—¿Cómo que ya sabía?—le miro.
—Es que antes del taller me detuvo porque quería hablar conmigo. Quería saber si era verdad lo que sus amigas le habían dicho sobre nosotros, así que le dije que sí, que tú y yo estábamos muy contentos y se puso como loca, ya sabes, dijo cosas despectivas de ti que preferí ignorar porque es obvio que esta despechada.
—¿Qué te dijo?
—No vale la pena repetirlo, son cosas absurdas—él sonríe, pero ve que no me quedo tranquila y continua—. Dijo que andabas con otro tipo y un montón de idioteces más.
No, no, no, por favor Dios, que no esté a punto de decir lo que creo que...
—¿Te acuerdas del chico de cabello largo con quien bailabas en la fiesta?
—¿Ajá?
—Pues Rebecca dijo que él y tú habían tenido algo que ver ese día—suelta una carcajada y yo le acompaño sin muchas ganas—. En verdad que se pasa, ya no sabe qué inventar porque ese tipo y tú, pues nada que ver, ¿verdad?
Mierda, que me parta un rayo ahora. ¿Qué le contesto?
—Para nada, te digo que solo he hablado con él dos veces en mi vida—miento.
Si, por enésima vez en mi relación con Nico. Él respira aliviado y hace que nos levantemos del suelo, limpia con su playera lo que queda de mis lágrimas. Me mira con ojos de borrego, como que el verde le brilla más.
—Oye, por cierto, sobre lo que dijiste hace un momento...yo también te quiero—dice tímido.
No lo merezco, en serio. Nico es tan...y yo soy tan.... Ugh, bueno, me lamentaré después, ahora solo me importa lo que me acaba de decir. Él me quiere, yo obviamente lo quiero a él así que ¡TRÁGATE ESO, REBECCA! Ante la afirmación de sus humildes sentimientos hacia mi persona, simplemente le sonrío y atrapo su boca lo más rápido que puedo. Nico me responde y también él me lanza contra la puerta del baño, pero esta ocasión, no es de amenaza como Becky sino es algo eufórico, apasionante y...no hay más qué decir, esto es amor.
Mi cabeza me dice que algo no anda bien cuando aún besándolo veo que ya estoy sentada en el lavabo con las manos debajo de su playera del uniforme y las manos de Nico yacen en...mi...trasero (Dios, perdóname). Lo maravilloso es que él es quien decide parar todo y decentemente me baja de donde estaba.
—Siempre me pasa lo mismo contigo: me dejo llevar ¿no?—admite en una sonrisa.—Soy un bruto, perdóname— me abraza.
—No, no. Está bien, yo también me declaro culpable. Dice mi mamá que siempre he tenido manos traviesas—le hago cosquillas.
Salimos del baño esperando que nadie haya visto el numerito, si no, nos castigarían por semejante demostración pública de cariño y eso señores, está “estrictamente” prohibido en el reglamento escolar. Antes de que llegar a la vista de todos, Nico me toma de la mano mientras caminamos al salón y me da un beso en la mejilla. Si seguimos sin soltarnos, todos sabrán que lo nuestro es más que oficial.
—Tengo miedo Nico—le digo riéndome como idiota y colgándome de su brazo.
Prefiero eso a llevarlo de la mano y bueno, contrario a lo que hubiéramos pensado, no llamamos la atención para nada. Todos siguieron en su rollo como diciendo: "Ah sí, Cecilia y Nicolás andan de la mano. Es totalmente normal"
—Bueno, entonces nos vemos en la noche y me cuentas cómo te fue con el doctor, ¿vale?—su manos van a mi rostro y acaricia mi mejilla.
Todos presencian el momento en que Nico y yo nos besamos. Ahora si, el hechizo de Becky parece romperse. Es como un ritual territorial, en donde Nico me toma como suya, ante todos los miembros de la comunidad y ellos parecen respetar que ambos somos territorios tomados. Ok, no me hagan tanto caso...he visto mucho Animal Planet.
—Todos nos están viendo, incluso Becky—le digo.
—¡No me importa quién nos vea!—él lanza una carcajada—. El punto es que ahora, somos oficialmente "Nicolia".
—¿"Nicolia"?—le interrumpo—Ehm, había pensado en algo así como "Cecilás" o "Nicilia", tal vez.
Maldita sea, ¿porque nuestros nombres no combinaban genialmente como nuestros corazones?
—Las tres suenan fatales...—hace una mueca rara—Pero de todos modos, no importa cómo nos apoden de ahora en adelante, Ceci. Esto...—aprieta mi mano—Es lo que me interesa: estar contigo.
N/A: Hola mundo! Como estan? Ok, yo muy bien, ya les contaré porqué ahorita. Primero, debo agradecer a todas las chicas nuevas que se unieron a leer y que se convirtieron en mis ventiladores. En serio, fue muy grato saber que quieren que siga publicando más historias aparte de la de Ceci. Como ven, este capitulo estuvo de nervios: Becky se enteró y casi casi arruina todo, lo bueno es que Ceci lo acomodó un poco (Aunque, mintió y eso está mal u.u) Saludos a mis amodoradas: Vivii (Que maneja mi campaña para ser yo quien represente a Cecilia Guindi XD), a Cami, a Sarah, a Luna, a Ani, a Alexia (Que en serio, me conmovieron tus palabras a más no poder, te las agredesco muchisimo *3*), a Marilokis (Lo mismo, nena. Gracias por las cosas preciosas que dijiste de la historia. Mejorate pronto!), a Jessie (Ella se está organizando para ir a asesinar a Joaquin XD), a Cooni, a Yoct y a los nuevos ventiladores. La razón por la que estoy muuuy emocionada, es porque chan chan chaaaan...lean el siguiente capi que postearé ahora mismo...es muy largo y debrayante para una nota de autor.
Las quiero, y por favor...vayan a leer lo que les postearé!
Ale ;)
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