Capítulo 10
CAPÍTULO 10
Después de la escuela, hemos ido a la casa de Andy a comer y a pedirle permiso a su mamá para ir a la fiesta. Cuando le da la bendición a la enana, emprendemos el viaje a mi casa. Por cierto, cabe mencionar que dejé empeñada mi alma a cambio de llevar a Andy de regreso a las diez de la noche. Es un fastidio, lo sé, pero solamente así mi amiga puede salir a algún lado.
Llegamos a mi casa súper apuradas. Se supone que la fiesta comenzaba a las seis y nosotras aún estamos tratando de descubrir qué ropa nos llevaremos. Como yo no tengo ganas ni siquiera de arreglarme, me enfundo apenas en unos jeans y una blusa cualquiera (De hecho se la pedí "prestada" a Caroli), acompañados de mis tenis Converse que combinan con todo, incluso con el vestido de graduación que planeo llevarme cuando salga de la Prepa, si es que salgo. Todo muy a la Bella Swan. Andy es otro rollo, por eso me pide prestada una blusa negra que la hace ver más grande porque en realidad, yo soy más grande de talla, un poquitín más alta. No le importa y me obliga a que le alacíe el cabello.
—¿Planeas contarle todo a Joaquín en la fiesta? — pregunta y luego suelta un ouch porque la he jalado.
—No lo sé, habrá que tantear el terreno. Ya sabes, si dice que no puede vivir sin mí y que soy la cátsup de su papa, entonces le digo lo del feto con bombo y platillo.
—¿Y si no?
—Pues no y ya. Puedo alegar demencia y decir que el bebé es obra del Espíritu Santo o simplemente no decirle nada— bromeo.
En eso, mi mamá nos grita que David ha llegado por nosotras. Su hermano mayor le prestó el auto un rato, así que por esta noche, tenemos cómo ir y regresar de la fiesta sanas y salvas. Lo que también significa que tendré mi alma de regreso a más tardar a las once de la noche.
Llegamos a la famosa casa de Darío minutos después, ya que no está muy lejos de donde David y yo vivimos. Hay demasiada gente tanto adentro como afuera de la casa, lo cual empeora mi migraña perpetua. Mientras caminamos para la sala, veo muchas caras conocidas de mi periodo rebelde en el cual salía con Joaquín. De eso hace dos meses. En una esquina, preparando las bebidas me encuentro con Manolo, un amiguísimo de Joaquín que esta con Cosa Uno, es decir, con Priscila una amiga de Becky. Una historia corta: de hecho, Priscila y yo éramos súper amigas en la secundaría, pero cuando bajo de peso y comenzó a arreglarse más, se sintió más guapa que todo el mundo. Por supuesto, me mandó a un tubo al entrar a la Prepa, y nuestra amistad se volvió más hostil que un talibán.
—Hola Ceci, ¡tanto tiempo sin verte!— me dice Manolo abrazándome y dándome un beso en la mejilla—. ¿Qué te ofrezco de tomar? Quizás un vodka con arándano como te gusta, ¿verdad?—comienza a prepararlo en un vaso.
La Cosa Uno parece ofenderse, pero yo no tengo la culpa de que su "free" sea tan amable conmigo.
—No, no, muchas gracias Manolín. Hoy no tomo porque estoy en un tratamiento de vitaminas y eso, con el vodka puede que haga que se me crucen los cables. Mejor te acepto un refresco.
En ese momento, Priscila me extiende una lata de refresco completamente enojada; supongo que cree que le robo tiempo con el alcahuete de Manolo.
—Miau—suelto, con una sonrisa—Eso significa en tu idioma: gracias, Pris. Eres tan amable como recuerdo— le digo sarcástica.
Me despido de ellos, no sin antes preguntarles por Joaquín.
—Anda por aquí en algún lado, llegó conmigo— dice Manolo, con una sonrisa en los labios.
Si, seguramente Joaquín había distribuido con sus amigos la noticia de lo que pasó entre nosotros, pero nadie iba a decir nada al respecto, al menos no fuera del círculo. Todos ellos eran una especie de chicos doble cara, ya que hacían de las suyas por debajo del agua. No podían dejar a un lado el hecho de ser hijos de familias respetables, así que no les convenía que se dijera que eran promiscuos o incluso drogadictos. Hasta la fecha, no sabía a ciencia exacta si Joaquín lo era también. En ese momento reacciono ante mis pensamientos, ¿y si el feto, próximo a ser bebé, sale adicto a alguna sustancia? ¡¿Y si resulta ser un bebé del crack?! Me altero un rato aunque después me calmó, no creo que Joaquín sea lo que estoy pensando. Será coqueto y guapo, pero estoy casi segura que no es adicto al crack. Vaya, ni siquiera sé qué es el crack.
Después del encuentro con Manolo, voy de nuevo cerca del patio en donde David y Andy se han hecho de un lugar. Prueban una combinación de agua de piña con alcohol barato que estoy segura los fumigará como cucarachas después de dos vasos pequeños y por supuesto, me tocará pedir a mí los taxis y limpiarles el vómito antes de llegar a sus casas.
Al grupo se han unido los igualmente desadaptados de Jorgito y Camila San, otra compañera de la clase que es súper rara. Es de esas niñas que cada cinco minutos cambian de afición. Ahora mismo anda vestida como las niñas japonesas que acompañan a Gwen Stephanie, pero hace un mes traía la onda reguetonera a todo lo que daba. Así que ahora, probablemente si parpadeaba, seguramente la vería vestida como los rockeros de The Cure. Me uno a todos ellos, obviamente, con mi ruda y legal lata de refresco. Nos sentamos en el suelo formando un círculo a platicar sobre la escuela y demás, aunque conforme avanza la conversación, Jorgito me aparta a un lado.
—Te ves muy linda hoy—me dice sobre el vidrio de sus lentes—. ¿Esa ropa es nueva?
¡Dios, perdóname!, pero es que Jorgito es muy raro. No puedo evitar sentir escalofríos cuando me dice algún cumplido.
—Ah, esto. Bueno, los pantalones los saqué de la ropa sucia y la blusa es de mi hermana— le contesto moviendo la cabeza al compás de la música.
Trato de distraer la conversación, pero él sigue insistiendo en hablarme solo a mí:
—Me da mucho gusto que hayamos salido el día de hoy— continúa—. Hace mucho tiempo que he estado esperando este momento.
Jorge se acerca más a mi costado. En estos momentos es cuando quiero que el torpe de Nico o la Cruz Roja vengan y me salven pero no, estoy sola ante las garras noñas de Jorgito.
—Bueno, técnicamente no es una salida entre tú y yo porque verás, yo vine con mis amigos Andy y David, así que...
Jorge pone una cara de decepción, así que me arrepiento un poco de haberlo hecho sentir mal. Hay mejores formas de darle a entender que no quiero nada con él, lo sé, pero a veces él es muy terco al respecto. Decido enmendar mi error mandándolo por otro refresco, lo cual le causa satisfacción. Lo puedo ver en su rostro. Aprovecho que Jorge no está para ir al baño y buscar de paso a Joaquín.
La fila del tocador de la entrada es enorme, creo que si las cosas no avanzan el bebé nacerá en la taza del inodoro. De repente, me doy cuenta que detrás de mí, esperando también, se encuentran Rebecca y Cosa Dos, conocida también como Dalila. Ambas me lanzan una sonrisa cuando me ven. Se me hace muy extraño, pero aún así se las devuelvo. Probablemente, la Becky me ha perdonado la insurrección del otro día.
—¿Lista para las audiciones de mañana?— pregunta ella con voz normal, tratando de hacerme conversación. Supongo que el jadeo sensual lo ocupaba únicamente con Nicolás.
—Ah sí, claro. Estoy más que lista— miento.
Hasta ese momento recuerdo las jodidas audiciones. Estos días había estado tan deprimida y embarazada como para recordarlas. No había preparado absolutamente nada, de seguro me darán una patada fuera del grupo y ellas tendrán razón: solo las mejores estarán en el concurso. Tener a Becky detrás de mí me saca ronchas, así me quedo inmóvil unos segundos. Tal vez si no me muevo, me ignore y se vaya sin hacer del baño. Ojalá, porque su perfume me está provocando nauseas. La gente en la fila comienza a gritar que es mi turno para el baño. Entro rápido al tocador que está todo inundado y el bote de basura se desborda de papel higiénico, así que hago pis evitando que mi piel toque la porcelana de la tasa. No quiero contraer una enfermedad además del embarazo.
Al salir de baño, Rebecca me desea suerte para las audiciones.
—La necesitarás— finaliza tajantemente antes de cerrar la puerta.
Perra, le digo en mi mente con todo el odio de mi corazón.
Regreso a donde están mis amigos para ahogar mis penas en refresco de manzana, porque si, Nicolás está con una caníbal del baile. Tanto Andy como David se dan cuenta de mi bajón emocional.
—Estas así porque no ha llegado Joaquín ¿verdad?— dice Andy en mi oído derecho.
—¿Es porque Nico está en la fiesta con "Lola"?— pregunta David en el izquierdo.
A los dos le digo que no, y saben que les miento, así que no dicen nada. Simplemente se unen a mi silencio, los tres sentados en el piso como los perdedores que somos. Estoy a punto de sugerirles que nos vayamos cuando se escucha una canción conocida para los tres. Los pulsos electrónicos de la melodía, hacen que nos miremos un instante.
—Amigos, tenemos que bailar— dice Andy con cara de que una bomba va a explotar si no lo hacemos.
Se levanta y nos jala con todas sus fuerzas, aunque no hace falta, esa canción nos encanta demasiado. Es una de las favoritas de nuestra manada por lo que nos hacemos un espacio para tratar de bailarla, o mejor dicho, para saltar toda la canción cantándola como tontos. Es uno de esos momentos insignificantes al primer instante, pero cuando comienzas a ver todo en cámara lenta y a mirar a tus amigos con ojos acuosos, es cuando te das cuenta que de insignificante no tiene nada. Tengo que decirles que los quiero mucho, e internamente me siento culpable por ocultarles cosas a los dos siendo ellos mis mejores amigos en la tierra.
—¿Les he dicho hoy que los quiero, chicos?
—Nunca nos has dicho que nos quieres—grita David para que pueda escucharlo por encima de la música ruidosa.
—Claro que si.
—No, él tiene razón: nunca lo has hecho—Andy se le une en su reclamo.
—Bueno, ya. El punto es que lo hago ahora, ¿no?
Nos abrazamos formando un círculo, el cual he llamado Círculo de Amor…aunque no sé porqué exactamente.
Al término de la canción, seguimos en la pista moviendo el trasero y riendo con una estupidez sublime. Berreando el mamase, mamasa, mamacosa de la canción de Rihanna, me distraigo cuando veo que Nico llega al lado de Rebecca al otro lado de la fiesta. No me importa, estoy disfrutando con mis amigos, así que mis problemas con Nicolás pueden esperar. Él se ve muy guapo, y hasta un poco sugerente. Puedo oler su perfume hasta donde estoy. Me quedo un rato oliéndolo, hasta que soy interrumpida por una mano indiscreta en mi cintura.
—Hola Ceci—es Joaquín, que me embarra su cuerpo sutilmente.
Debí haberlo sabido. David y Andy sienten la necesidad de dejarme sola con Joaquín en la improvisada pista de baile de la sala.
—Pensé que no ibas a venir, que ya no querías verme— dice saludándome de beso, que más que en la mejilla, fue en la comisura de los labios.
En parte era cierto, no quiero verlo después de la última noche que pasé con él, pero catastróficamente, vamos a tener un bebé. Bueno, más bien, yo voy a tener a su bebé mientras probablemente él espere afuera del hospital si es que me apoya en esto.
—He estado muy ocupada con la escuela. Ya no tengo tiempo de salir como antes.
—Ya veo, así que por eso ya no tienes tiempo para mi, ¿no?— me reclama de manera tristona, sus ojos verdes crecen a modo de hacerme sentir lástima.
Joaquín me ofrece whisky que llevaba para la ocasión, pero yo se lo rechazo tajantemente. Estoy tan nerviosa en esos momentos que no sé si decirle de una buena vez todo o esperar a que estemos solos. Aunque estar solos significaría otra cosa para él.
Quiero comenzar a ser sincera, por lo que debo decírselo esa misma noche. Debo confesar que también lo hago por despecho ya que Nico está bailando con Becky ciertas canciones que no debería. Me siento mal al verlos, tanto que desearía con todas mi fuerzas ser Becky por una canción y estar entre los brazos de Nico otra vez. Que me abrace y me diga que soy su cielo.
—¿Cecilia?— Joaquín me saca de la nube de mi tormento—. Dijiste que querías hablar conmigo.
—Sí, es cierto—apenas le pongo atención a Joaquín cuando Becky se voltea y su trasero golpea el “ya saben qué” de Nico—.Sí, tengo que contarte algo, se trata de...no importa. Vamos a bailar.
Oh, y si que lo vamos a hacer. Si “Nicol-ass” baila de forma sensual con su novia, ¿por qué yo no he de bailar así con Joaquín, por cierto, futuro padre de mi hijo? Entonces aflojo mi cadera, pego el cuerpo a un encantado Joaquín y comienzo a bailar, ante la mirada de Nico.
—Vaya, parece que me has extrañado tanto como yo a ti—dice él cuando paso mis manos alrededor de su cuello.
Mientras bailo con Joaquín, vuelvo a recordar porqué me gusta: su cabello claro, sus labios exageradamente rosas y sus pequeños ojos me llaman nuevamente. Estoy tentada a besarlo, pero la mirada punzante de Nicolás sobre mí, lanza un infalible truco mental que me impide hacerlo. Quizás él sea una golfa, pero yo no.
Me aburro después de algunas canciones y doy por terminado mi espectáculo de baile pre-audiciones.
—Ahora sí, tenemos que hablar— le digo cansada, y sudorosa.
—Lo sé, pero ven conmigo. Iremos a un lugar más privado—me toma de la mano y me lleva disparado a la planta de arriba.
Convenientemente, entramos a lo que parece ser el cuarto de una niña, ya que hay muñecas por todos lados. Eso ya es demasiado privado para mi gusto, sobre todo cuando le pone seguro a la puerta y se acerca para besarme. Bueno, más bien, intenta hacerlo, pero yo me resisto después de que sus labios tocan los míos. Debo admitir que Joaquín me atrae demasiado, hormonalmente hablando, pero ahora sé que eso no es suficiente. Al menos no para darle un beso y mucho menos para tener algo que ver con él nuevamente.
—Espera Joaquín, yo me refiero a hablar como en los viejos tiempos. Ya sabes…hablando con palabras— le digo haciéndolo a un lado, sentándome en la cama.
Joaquín rueda los ojos fastidiado y se sienta a mi lado bufando. Yo no tengo la culpa que él le dé doble sentido a todo lo que dice.
—Ok, pero oficialmente te digo que eres una aguafiestas—me dice—. ¿De qué quieres hablar?—y se acuesta en la cama, tiene unas sabanas preciosas de Rosita Fresita.
Paso saliva, es el momento de la verdad verdadera.
—Joaquín Cabrera. Ya sabes que tú y yo hicimos cosas hace más de un mes. ¿Lo recuerdas?— le di una introducción al asunto, como le hacían mis maestros en la escuela en la resolución de problemas.
Hasta ahora, todo va muy bien.
—Por supuesto que lo recuerdo. De hecho nunca lo voy a olvidar, después de todo fui tu primera vez—se levanta de la cama.
Se acerca a mí y comienza a darme besos en la línea de la mandíbula, dándome escalofríos. Estoy sucumbiendo a la sensación de su aliento tibio en mi oído, pero aún así no quiero besarlo. Por primera vez en mi vida no voy a traicionar lo que siento.
—Me da gusto que tengas eso en mente, pero verás, ahora las cosas se van a poner serias...— digo conteniendo la respiración.
Joaquín para de besarme y me mira con miedo.
—¡Ah!, ya sé de qué se trata todo esto.
—¿Ya sabes?—le pregunto exaltada.
¿Cómo carajos se enteró? ¿Vio tiradas en la basura las 80,000 pruebas de embarazo que me hice?
—Sí, esto es típico en niñas como tú. Siempre me pasa lo mismo, suelo tener ese impacto en las mujeres—se ríe, yo no entiendo nada—. Mira Ceci, siento que hayas malinterpretado lo de la otra noche, pero creí que ya sabías que eso que hicimos fue únicamente por diversión—me explica lento, como si fuera yo estúpida.
Ya entiendo lo que trata de decirme y por eso, siento que la sangre se me sube la cabeza y que ésta, me va a explotar.
—¿Por diversión? Dime por favor, ¿quién rayos se divirtió?, porque déjame decirte que yo no lo hice—le dije riendo también.
—Eso no importa, el punto es que quiero que sepas que esto no va a terminar en que tú y yo seamos novios—sus ojos, piscinas de moco verde, tratan de convencerme de sus palabras—Sabes que ahora mismo no busco compromisos. Básicamente no eres tú, soy yo.
Típica frase de un hombre cobarde.
—¿Y quién dijo que yo quiero ser tu novia?—le doy un golpe en el hombro.
—Acabas de decirme que las cosas se van a poner más serias.
—Se van a poner más serias porque... — me quedo callada. ¿En realidad quiero que el feto crezca sabiendo que Joaquín es su padre? Si, es guapo e incluso tiene dinero, pero eso no evita que sea un patán de primera. Así que no, Joaquín no tendrá absolutamente nada que ver con el bebé aunque éste tenga el mismo rostro que su padre cuando nazca—. Olvídalo, tienes razón, yo tampoco quiero nada serio.
Si, al menos no con él. Derrotada, camino hacia la puerta para quitarle el seguro y regresar a la fiesta, pero...
—Aunque, eso no evita que podamos divertirnos una vez más— insinúa Joaquín en mi oído, tomándome por la cintura y frotando su “ya saben qué” detrás de mí. ¡Asco!—Ya hemos aclarado que ninguno de los dos quiere algo serio, así que, ¿porqué no recordar viejos tiempos?
Una descarga de rabia combinada con adrenalina recorre mi cuerpo, haciendo que me volteé y le aplique un golpe de Jujitsu (¿O era karate?) que mi hermano me enseñó. Era el famoso "Rompebolas", inventado por los monjes shaolines de las series japonesas de televisión. Luego de que mi puño se cierne en sus partes, Joaquín cae al suelo de dolor con las manos en su entrepierna; creo incluso que está llorando. No puedo evitar reírme un poco.
—Lo siento Joaquín, justo en este segundo no quiero tener nada serio. Ya sabes: no eres tú, ni soy yo, fue simplemente mi puño—me pongo de cuclillas, quiero decirle una última cosa—Además, no te creas tan irresistible: tienes un pene diminuto—le susurro antes de irme y patearlo un poco.
Entonces, salgo de la habitación como una de esas diosas griegas, hermosa y orgullosa. Bajo las escaleras en donde, efectivamente, Andy y David están hasta el tuétano de borrachos. ¿En serio estuve tanto tiempo con Joaquín?
Todos los invitados de la fiesta, incluyendo mis amigos, están jugando a la botella o algo así y no quieren irse cuando se los pido. En cambio, me piden que juegue yo también. David gira la botella por mi cuando me reúso a jugar.
—¡Por Dios! ¿En qué año estamos, 1997? Este juego ya pasó de moda—refuto, la botella gira y gira—. Yo prefiero no jugar, porque…
Entonces la botella se detiene, su linda boquilla permanece apuntando al menos indicado de la fiesta. No es Jorge, ni mucho menos Joaquín porque a él lo he dejado con las bolas destrozadas. Es Nicolás y todo el mundo, menos Rebecca, grita emocionado, exigiendo que nos besemos.
—No voy a besarlo. Su novia está aquí—rio nerviosamente. Observando los furiosos ojos de Becky.
—¡Qué importa! Ella ya besó a alguien más—me dice Andy y luego susurra: —Te lo dije, es una golfa.
Mi corazón comienza a latir más fuerte cuando mi besador se acerca a dónde estoy.
—Es solo un juego, Cecilia—dice Nico, con una sonrisa burlona—.Y las reglas dicen que tienes que besarme.
¡Maldita sea! Me siento impotente, ante la mirada de todos los que esperan que embarre mis labios con los de Nico. No puedo ubicar bien mis demás sentimientos, pero claramente sé que me siento humillada. La nariz me pica, tengo muchísimas ganas de llorar. Me trago el nudo en la garganta, e inesperadamente, tomo a Nicolás del rostro y acerco mi boca hacía la suya. Él cierra los ojos y de igual forma se acerca a mí, pero yo no tengo la intensión de besarlo. Solamente quiero que me escuche más claro:
—No me importan las reglas, yo no soy un jodido juego—digo en su boca, y luego me voy, ante los abucheos de todos los participantes que retoman el juego.
Andy y David, están tan alcolizados que ni siquiera se dan cuenta de lo que realmente pasó. Les obligo a ir a pie camino a casa, ya que David no está en condiciones de manejar. Cuando apenas llevamos recorrida una cuadra, un auto nos hace sonar el claxon.
—Suban, yo los llevo a casa—es Nico, en el auto de su mamá.
De nuevo. ¡Maldita sea! Para colmo, decidieron salirse de la fiesta a la misma hora que nosotros. Becky va en el asiento de copiloto, y por su cara de constipación estomacal, presiento que no está muy contenta de llevarnos.
—No será necesario. Nosot...— soy interrumpida.
—¡Siiiiii!—grita Andy eufórica—.¡Nico para reina gay!, ¡Nico para reina gay!—David se le une en su celebración estúpida.
Con estos amigos, no necesito más enemigos.
—Suban. Aceptaré mi título luego—dice Nicolás sonriendo.
Subimos, y Rebecca nos hace cara de asco. Es más yo, tengo asco. Aún no me recupero del estúpido no beso con Nicolás. Pinta para ser un largo viaje a casa, pero olvido todo cuando por el retrovisor, Nico me observa y me dibuja un lo siento mucho con sus labios.
Eso basta para encandilarme otra vez con él, sin importarme mucho su perfecta novia sentada a su lado.
N/A: Wiiii, holaaaaa! n.n Bueno, como prometí, aquí esta el capítulo 10. Vale, quizas no era así como la gran venganza, pero ya luego veremos que en verdad Nico resintió ver a Ceci con Joaquín (Se llama karma, maldito!) Debo confesar que este capítulo es el que tiene más de mi que ningún otro, por lo cual me gusta mucho y a la vez me pone nerviosa que lo lean. En fin, espero que se hayan divertido al leerlo, sobre todo ahora que conocieron al papá del bebé (No es un idiota?) Muchas gracias a mi infaltable y querida Camii, a Laurita, a Monica (No me saqué la canción de Beyoncé todo el día de ayer XD), a Cooni, a mi preciosa Vivii, también incondicional XD En serio, gracias por leer y nos vemos el próximo capítulo, que pinta muuy bien!
Ale ;)
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