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• I V Y •

El cielo iluminaba en destellos violetas y magentas, cubierto con un velo de las primeras estrellas que fueron lo suficientemente atrevidas para dejarse ver primero, y que titilaban al canto de los grillos que nos rodeaban en aquel campo.

Todo en ese breve instante de mi vida, se antojaba absolutamente perfecto.

Era como si nuestra historia decidiera hacer una pausa del tormentoso dolor, como si mis pesadillas por fin tiraban la toalla y que incluso las preocupaciones del mañana decidieron convertirse en vapor.

—Una vez, leí en un libro la siguiente pregunta: ¿Cuál sería la forma correcta de medir nuestra vida? Tal vez en sueños, en los atardeceres y amaneceres o en latidos de nuestros corazones cuando estamos regocijados de emociones.

Conforme él iba hablando, yo apreciaba sus ojos de un imposible azul que apuntaban a las nubes arremolinadas a la lejanía. Las margaritas que nos servían de lecho, se confundían en su cabello y rozaban sus altas mejillas, tal y como mis propios dedos lo habían hecho en miles de ocasiones anteriores.

—¿Siempre tienes que ser tan intenso e insufrible? —le respondí con una sonrisa en mis labios.

Él rió por lo bajo antes de girarse en mi dirección, acercándome a su cuerpo y susurrando de forma deliciosa contra mi oreja.

—Puedo tratar de ser menos intenso si eso te hace sentir mejor. Sólo tiene que ordenarlo, mi reina.

Él nudo se formó en mi garganta en un segundo. Sin premeditarlo demasiado, me aparté de su agarre.

Aiden frunció el ceño, apenas levantando la cabeza con mirada preocupada y sus ojos perdidos.

Yo no era su reina, ni suya o de nadie.

Tan solo era una farsa, un engaño ante todos porque Aiden...

Él no estaba.

Y por eso tenía que pretender que todo estaba bien, que Ylia estaba fuera de peligro. Por eso tenía que fingir que era fuerte, cuando en realidad no era más que una niña sola buscando los trocitos de su corazón en todas partes pero sin la suerte de encontrar nada más que desconsuelo.

—Esto es un sueño —dije en un suspiro, más para mis adentros que para esas partículas de ilusiones que tenían la cara de mi amado.

Me quemaba verlo.

Como una herida abierta a la cual había recubierto con sal. Como si mis enemigos me tomaran por el cuello y apretaran hasta arrebatarme el aliento.

—La respuesta, es el amor —dije con la atención puesta en mis dedos que jugaban con el borde de mi vestido.

—¿A qué te refieres? —preguntó con las frondosas cejas unidas.

Trague profundo.

—Pudiera decirse que he... respirado por mucho tiempo. En diferentes mundos, con líneas temporales diversas y semejantes a la vez. He sido la heroína en un montón de ocasiones, en otras la villana. Pero lo cierto es que nada de eso contará cuando mi existencia en esta vida no sea más que polvo de estrellas. Ya que al final, mi historia se resumirá en todos aquellos seres a los que amé, a todo lo que sacrifiqué por cada uno de ellos.

Podría haber jurado, que el Aiden de mis sueños dejó escapar una lágrima.

Yo resistí el impulso de secarla con la parte trasera de mi mano. Porque entonces, cuando extendiera mi mano y no sintiera su piel suave y cálida contra mi tacto, no estaba segura de si podría soportarlo.

—La vida se cuenta en todas las veces que has amado, en todas las acciones que cometiste guiado por el amor. -Continué diciendo con voz rota-. Porque si de algo estoy segura, es que mi vida empezó el mismo día en que amé por primera vez.

• ✧ •

Abrí los ojos para encontrarme con el techo de mi nueva alcoba en esta Academia que me estaba sirviendo como palacio. La habitación aún permanecía en la oscuridad tenue, ya que había ordenado que se mantuvieran cerradas hasta nuevo aviso.

Así, era mucho más fácil ignorar mis responsabilidades de cada día y culpar a un malestar que me mantenía atada a mi cama.

Lo primero que sentí, fueron mis ojos empapados.

Claro. Ahora había adquirido la mala costumbre de dormir por horas hasta encontrarme con una pesadilla que me hiciera despertar entre lágrimas.

Por alguna extraña razón, sentía que merecía esto y más.

—¿Tuviste otra pesadilla? —preguntó Lucas a un lado de mi cama.

Me sobresalté.

Poniendome alerta desde mi lugar, saqué la daga que tenía debajo de mi almohada.

Milo, que hasta ahora compartía la cama conmigo, se quejó por el arrebato y para después volver a cerrar los ojos y retorcerse como una bola de pelos sobre mis pies.

—Lucas —suspiré-. ¿Cómo entraste aquí? hay guardias en la puer-

—Me dejaron pasar sin objeciones. Al parecer, entrar en tu alcoba a cualquier hora del día es uno de los beneficios que vienen incluidos con ser mimbro de tu corte.

Eché un gruñido.

Los pocos guardias que nos habían seguido desde el día del atentado del demonio en la ciudad, y al parecer ya habían desafiado mi primera orden: que nadie irrumpiera en mis aposentos mientras dormía.

Que estúpido comienzo del día.

O noche, no tenía la menor idea de la posición del sol en estos momentos.

—¿Ya es hora del desayuno? —mi pregunta vino seguida de un largo bostezo.

—No. Está por empezar el almuerzo.

Dioses, si que me pasé en esta ocasión. Nunca me había saltado comidas.

—Me prepararé en unos momentos y los acompañaré a todos en el comedor, tan solo necesito un poco de tiempo.

Los labios de lucas se hicieron una fina línea.

Aunque no respondió nada a mi deplorable respuesta, se me hizo obvio que tenía más por decir a juzgar por su mirada severa.

—¿Algo que quieras agregar? —Alcé una ceja.

Dejó salir una bocanada de aire.

—Esto que diré me hará parecer una terrible persona, estoy seguro de eso. Pero no creo que mantener a nuestra reina encerrada, de un gran mensaje a los cientos de brujos que están confundidos allí debajo. Iv, te amo, pero creo que debemos actuar.

Me mordí el labio.

—Lo siento yo... trataré de hacer las cosas mejor. -Busqué en mi mente por una excusa que nos convenciera a ambos—. Empezando desde hoy. Arrójame lo primero que tenga en mi lista de pendientes.

—Peticiones ciudadanas —respondió al instante.

Cuando dije arrójame, no me esperaba que Lucas de verdad tuviera memorizada mi lista de pendientes. Más bien, se me ocurrió que podía ser una excusa lo suficientemente buena como para deshacerme de él.

Pensé que él tendría que ir a una oficina o algo por el estilo, para poder investigar mi rutina del día.

Me sentí estafada.

—¿Estás seguro? creo que deberías investigar mejor-

—Ivy, los brujos tienen meses sin ser escuchados por los reyes desde que los demonios están bajo su control. Esta es nuestra oportunidad de hacer las cosas bien, de poder tener a las masas a nuestro favor.

Odiaba admitirlo, pero el idiota tenía un punto.

Me despedí de Lucas al tiempo en que convoqué a una de mis doncellas, (es decir, Circe. Porque no es como que tuviera a alguien más en toda mi disposición que sabía sobre la etiqueta de la etiqueta de los brujos).

Mi amiga se preocupó por tener mi cabello arreglado, por desempolvar uno de sus vestidos que casi no usaba y ajustarlo a mi figura, por lustrar un par de zapatillas plateadas y así hacer de esta farsa un hermoso aparataje.

Cuando decidió que mi imagen en el espejo era digna, colocó la corona de gemas en mi cabeza, y tiempo después me condujo a la entrada de la academia.

A nuestras espaldas, siguiendonos el rastro muy de cerca se encontraban mis hermanas: Kara, Vela y Poppy. Quienes habían hecho la promesa de acompañarme y aun la continuaron cumpliendo.

Mi pequeña procesión a través de las paredes de palacio/academia no tardó más de unos cuantos minutos, pero aun así mis amigos y los pocos súbditos que se habían hecho presentes, colaboraron de forma en que el acto se mostrase sublime aunque fuera una acción bastante simple.

—Pueblo de Ylia -dije una vez puse mi bello trasero en el trono que alguien había improvisado para mi enfrente—. Aquí está su reina para escucharlos. Pidan y todo cuanto sus corazones humildes deseen, les será dado.

• ✧ •

—Me niego a soportar un segundo más a esa gentuza! —Estallé en la intimidad de mi habitación una vez la ceremonia de las peticiones había terminado.

De compañía, tenía a Circe y Vela. La bruja retocando mi maquillaje, y la arcángel parada a un lado de mi vanidad escuchando mi desahogo.

—Sólo fue un brujo malhumorado que no tiene buenos modales, es todo —musitó mi hermana.

—¿Acaso no estuviste allí? Me llamó chiquilla malhumorada y malcriada, despues me gritó zorra con alas de pollo roba coronas y luego de todo eso exigió una reducción de impuestos para su gremio de agricultores ¿Sabes que le diré de respuesta? que se puede ir a la mierda. Listo.

—No puedes decirle eso —me respondió Circe.

—-¿Estás de su lado? —me volví para verla a la cara—. Vete a la mierda tú también!

Ella suspiró.

—Ivy, la brujita tiene razón —apreció Vela—. Viene una guerra y tal vez deberías considerar tener a los agricultores de nuestro lado cuando tengamos que alimentar a un ejercito.

Y yo que pensé que al ser una reina todo el mundo estaría de mi lado, pero al parecer eso no funcionaba.

Lo pensé por unos segundos, hasta que se me ocurrió algo.

—No sé nada sobre impuestos así que no daré ningún permiso hasta consultarlo con el padre de Esdras, después de todo es el guardian del tesoro real. Lo que si puedo prometer como alternativa, es que los elfos los ayuden con su magia en sus cultivos. De ese modo tendrán más producción en menos tiempo y creo que nos puede beneficiar a todos.

Vela me miró con una cara extraña.

—No sé como llegaste a eso, pero es una idea razonable. Vaya, si que eres buena en esto. Perdón por subestimarte.

Me encogí de hombros.

—No es la gran cosa. Sólo pensé en lo que habría hecho Aiden en mi lugar.

Odiaba mencionarlo.

Ya que el sonido de su nombre cuando salía de mis labios o los de sus amigos, se convertía en un silencio espeso.

La espina constante en mi corazón se clavó un poco más.

—¿Hablarás de nuevo con el representante de los agricultores? —cuestionó Circe, cambiando de tema con gran habilidad.

—Le escribiré una carta —dije pensativa—. La firmaré y luego la escupiré. Cuando la desdoble y se encuentre con la carta empapada por mi saliva, será épico.

Vela tornó los ojos.

—Ahí está, la Ivy de siempre —dijo mi hermana.

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Nota de Autora:

Gracias por leer, y votar y comentar y ser los mejores lectores que alguien pudiera desear.

En estos días, donde el tiempo no me alcanza para casi nada, siento que perdí un poco la inspiración y las motivaciones para escribir. No me malinterpreten, amo con locura esta serie y me niego a dejar Ylia inconclusa.

Siento que este capítulo es una representación perfecta de como me siento: en un lugar un poco oscuro (creativamente hablando) pero con ganas de salir de allí y volver a ser la de antes de a poco.

Gracias de nuevo por ser increíbles,

-Valky

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