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• L U C A S •

Circe Carruzo estaba usando una peluca blanca e intentaba hacerse pasar por la Reina de las Brujas.

Esta era la escena más surreal y absurda que había visto en toda la semana.

—A juzgar por las expresiones de todos ustedes, supongo que mi aspecto es cuestionable —dijo la bruja rubia.

Asentí, incapaz de mentirle.

—Sólo tenemos que obviar el pequeñísimo detalle de que le llevas una cabeza de estatura, tienes el cuerpo más delgado y ni hablar de que tu tono de piel blanco está a miles de años luz de distancia con su piel morena clara —señaló Aren con ironía—. Pero fuera de eso, eres idéntica.

Yo y la Diosa Demi, quien también decidió en la recámara real, aguantamos la risa por el comentario gracioso.

Circe pasó de nosotros rodando los ojos.

—Mi turno —habló Arlen,

La tía mestiza de Ivy y maestra en la magia demoníaca, hizo uso de su poder con el chasquido de un dedo y entonces algo se acomodó en mi mente.

Con el siguiente abrir y cerrar de ojos, estaba viendo a alguien que se parecía demasiado a Ivy.

Abrí la boca con asombro.

—No es exactamente igual —apreció Aren—. Pero se le asemeja demasiado.

—Es una ilusión, no un milagro —se defendió Arlen.

Mientras más la miraba más mi cabeza daba vueltas y me hacía sentir extraño, como mareado.

—Fascinante —habló Demi, dando vueltas alrededor de Circe—. Creo que esta joven mestiza es una verdadera artista. Sería de gran ayuda tener a alguien con semejantes dotes como miembro de mi corte.

Arlen se petrificó en su lugar.

Que una diosa, fuere la raza que fuere, te proponga servirle era un honor en todo el sentido de la palabra.

Contaban las leyendas que eso suponía una vida inmortal y sin preocupaciones porque tú dios cuidador te brindaría todo cuanto le pidas a cambio de dedicarle sus servicios por toda la eternidad.

Implicaba además, que toda tu descendencia estaría protegida, y que nadie podía hacerte daño a menos que cometieras traición.

Era lo más cercano a un dios que cualquier ser podía permitirse a aspirar.

—Me siento sumamente halagada, mi señora elfa. —Arlen hizo una corta reverencia con su cabeza en signo de cortesía—. Pero mi lealtad permanece al lado de Coryanne.

Tanto Aren, como la Ivy falsa y yo, abrimos los ojos como platos.

¿Acababa de decir eso?

La elfa, quien permaneció imperturbada, tan sólo movió sus puntiagudas orejas hacia atrás.

No tenía idea de qué significaba eso, pero oré a Hécate para que fuera una buena señal.

—Hasta donde tengo entendido, mi gran amiga Coryanne no se encuentra en sus mejores facultades. Por lo que la lealtad que mencionas, en realidad recae sobre una deidad insana sin raciocinio y carente de cualquier ápice de sentido para usar su poder.

Arlen levantó su vista hacia la figura de la diosa. Aunque la mestiza de largo pelo negro y piel de porcelana era alta, no podía compararse con la imponente figura que era Demi: toda una columna de piel morena y unos apretados rizos oscuros y dorados que desembocaban a lo largo de su espalda ancha. Por lo que si la diosa quisiera hacerla trizas con el uso de sus manos, podía conseguirlo sin necesidad de invocar ningún tipo de poder.

No obstante a eso, tuve que darle el mérito a Arlen de que nunca titubeó ni por un segundo en su presencia.

—Coryanne creyó en mí cuando el final de mis días estaba sentenciado por ustedes los dioses. Cuando no tenía escapatoria y tan sólo esperaba por mi condena, ella me extendió una mano y me salvó. Desde entonces la he asistido sin cuestionar en todos sus planes, y jamás me ha fallado ni abusado de mi confianza. Creo que eso me hace deudora por toda la eternidad de retribuir todo lo que ha hecho por mí, por lo que me ha enseñado y lo que soy hoy día —apretó la mandíbula y sin pestañear encaró a la Diosa, una lágrima solitaria recorrió su mejilla—. Y si mi lealtad nos condena a ambas, que así sea.

La diosa sonrió de lado con suficiencia, había escuchado todo lo que necesitaba escuchar.

—Entiendo tus motivos joven artista. Y aunque no comparta tus razones, las respeto.

—Su respeto es un honor suficiente, mi señora élfica.

—Como muestra de mi benevolencia y disculpas a esa condena que mencionas te permitiré visitarme en kisqueya cuando te plazca, sin ataduras ni compromisos. Puede ser que, de vez en cuando, necesites despejar la mente o alguien con quien platicar.

Miré atónito a mi derecha donde se encontraba Aren quien tenía los ojos abiertos cómo platos.

Dioses, a este punto ya Arlen había sido reconocida por dos diosas. ¿Podía ser posible que alguna otra mestiza tuviera tales honores y estuviera viva para contarlo?

Ciertamente, no se me ocurría alguien mejor que ella.

Por lo que entendíamos de la historia de Ivy, ella fue valiente y la salvó en cada ocasión que tuvo la oportunidad. Creo que gran parte del plan de Coryanne y todo lo que pasó hace tantos años en la patria celestial, fue con la ayuda de ella y no nos bastaría la vida para agradecerle como es debido.

—Lamento tener que inmiscuirme en este asunto —interrumpió Circe con cara de Ivy—. Pero me temo que las arcángeles me esperan del otro lado de la puerta para escoltarme a la sala del trono.

Era tan extraño de procesar porque era la voz de Circe pero al mismo tiempo era otra.

Opté por mirar a otro lado, como si eso ayudara en algo a mi ya corrompida salud mental.

—Sería bueno que esperes a todo el mundo sentada, así disimulas la diferencia del tamaño —apreció Aren.

Tras asentir en aprobación al comentario del tritón, la rubia se giró hacia Demi quien ya tenía en manos la corona con la piedra de hécate cuarteada en su centro.

Circe Caruzzo inhaló profundo cuando la diosa élfica posó la corona de la reina en su cabeza, convirtiéndola así en lo más acercado a una reina de las brujas que podía existir en estos momentos de incertidumbre.

• ✧ •

Fueron las reacciones de las arcángeles, lo que me hizo pensar que tal vez esta era una idea terrible.

Pero tragué en seco y encaminé una plegaria a los dioses porque la idea de Arlen funcionara.

—Cielos, luces tan patética como nuestra Vivy —habló Vela con una sonrisa de suficiencia en el camino a la sala.

—¿Eso es un cumplido? —cuestionó Circe.

—Por cosas como esta es que le tengo demasiado respeto a los poderes de los demonios —explicó ahora Kara con cierto grado de desconfianza en su tono. —

¡Podrían secuestrarnos y hacerse pasar por nosotras!

¿Por qué ellas siempre estaban pensando las cosas como si vivieran en una permanente amenaza de emboscada?

Sin encontrar respuesta a esa pregunta, seguimos todos el camino hasta la sala del trono, donde nos encontramos con las gemelas llevando una conversación casual, a su lado estaba Coryanne mirando a la nada como siempre, Theo jugando con el peludo Milo y Moll haciendo un dibujo de Milo en su cuaderno.

Todos los brujos dejaron lo que hacían para mirar perplejos a la nueva reina.

—No puede ser —dijo alguien desde una esquina.

Me fijé en ese espacio de donde provenía la voz en la sala, y encontré a Esdrás Grieff junto a su hermana Esther. El primero estaba gravemente horrorizado.

—Es sólo una ilusión. —Volvió a explicar Arlen con fastidio—. No es cómo que la haya cambiado del todo.

Esdras dejó a su hermana de lado para pararse delante de Circe. Las arcángeles se miraron una a la otra, pero al final se encogieron de hombros, como que poniéndose de acuerdo en que no tenía mucho sentido intentar razonar con el brujo.

—¿Me prometes que sigues siendo tú debajo de esa apariencia de asesina salvaje? —dijo con un hilo de voz innecesario y dramático.

Ante eso, ella levantó una ceja.

—Podrías revisar debajo de mis faldas más tarde y averiguarlo tú mismo.

Esther carraspeó.

—Me van a disculpar —la bruja castaña habló—. Pero creo que si van a seguir con este plan y quieren que funcione hasta que la antigua reina reaparezca, deberían de limitar esta clase de intercambios y ser más discretos. Es demasiado obvio que son pareja.

Creo que la hermana de Esdras tenía toda la razón. Que nuestra Ivy falsa estuviera mirando de esa forma en la que lo hacía justo ahora al mejor amigo de Aiden, no daba precisamente una buena impresión que digamos.

—Tengo una idea —dijo Esdras.

En el fondo de la sala, se escuchaba como Moll, Theo y hasta Circe coreaban al unísono un «ay no».

—¿Qué se te ocurrió? —preguntó Demi con genuina curiosidad.

—Arlen puede hacerme pasar por Aiden —dijo mientras sonreía con suficiencia, como si fuera la mejor idea del mundo.

—Si tu objetivo es meterle la lengua en la garganta a Circe en el trono mientras los súbditos están presentes y salirte con la tuya, pues tu plan es perfecto —escupió Ginger.

—Lo dice la que planeó una boda en medio de una guerra —se defendió el castaño. —Tal vez mi plan no nos consiga mucho, pero tener al rey Aiden Immanuel Arcoelli cerca de su pareja puede dar un buen mensaje. Incluso podríamos atraer a aquellos que no estaban del todo convencidos en nuestra causa mientras ganamos tiempo para el retorno de la verdadera Ivy.

Si es que alguna vez volvía, pensé.

—El muchacho tiene un punto —Demi le dió la razón.

Arlen estaba analizando algunas cosas en su cabeza.

—Creo que me drenaría si el efecto de la ilusión dura más de unas tres horas y tendría que estar todo el tiempo cerca de ambos para que funcione, pero si lo que quieren es hacer un espectáculo de un corto tiempo, podemos intentarlo.

—Es importante que consideremos las consecuencias que podría significar esto después —interrumpió Circe—. ¿Cómo vamos a manejar el hecho de que Aiden estuvo ausente y ahora aparece de la nada?

—Yo podría esparcir un rumor con mis tripulantes en el mercado —se ofreció Aren—. Sólo tendría que inventar una historia épica en la que Aiden se embarcó en un viaje hasta un continente inexplorado en búsqueda de un antídoto para los brujos aprisionados en sus mentes y que no había regresado hasta ahora cuando más lo necesitan en la guerra que está a punto de estallar.

Parpadeé en su dirección.

—Tú imaginación es una cosa asombrosa —me sinceré.

Él me sonrió de lado y me guiñó el ojo. Me ruboricé por y me le quedé sonriendo al piso como un perfecto idiota.

—Que tiernos son todos —apreció la diosa élfica mirándonos. — Son muy unidos y tienen una afinidad increíble para hacer que sus maniobras tomen forma.

—Son tan unidos que están todos emparejados entre ellos mismos —musitó Arlen— pero eso no es asunto mío.

—¿Ellos también hacen orgías?

—No han llegado a ese punto todavía —explicó la mestiza divertida—. Me temo que sólo es cuestión de tiempo para que empiecen a hacerlo.

—Oigan seguimos aquí, y las estamos escuchando —gritó Rosie con el entrecejo fruncido.

No pude evitar unirme a las risas que provocaron la diosa y la mestiza, porque a pesar de sonar absurdo, tenía razón.

Este grupo poco inusual de brujos que fueron encontrando compañía y apoyo el uno en el otro y a su vez involucraron a un par de mestizas, y un tritón y unas arcángeles y una quimera y hasta una diosa de los elfos. Podía decirse que éramos todos ahora una familia.

Y que, como toda familia, teníamos diferencias y momentos de incertidumbre, pero estaba seguro de que juntos íbamos a conseguir un buen final para cada una de nuestras historias.

Aunque eso nos condenara a todos.

━━━━━━━━╮• ✧ •╭━━━━━━━━

N.A:

Gracias por leer ♥

—Valky

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