32
• I V Y •
Estaba cayendo.
Cayendo entre mundos que se desdoblaban ante mí, muchos de ellos naciendo y otros destruídos o inexplorados.
iba saltando por los delgados puentes que unían a cada uno de estos, pero no podía detenerme porque una fuerza exterior me dirigía a otro lugar.
Porque mi presencia era requerida en alguna parte.
Yo era oscuridad, cenizas, luz y polvo de estrellas. Era compleja e incorpórea, como un alma vagando en el sin fin del universo. Una pesadilla de la cual no podía despertar.
¿Podría ser esta otra pesadilla?
No podía, porque recordaba que estaba en una boda y se casaban mis amigos... a menos que eso también haya sido parte de esta pesadilla.
No estaba segura de absolutamente nada, a excepción de una sóla cosa.
Intenté aferrarme a lo único que si era seguro y que siempre tendría sentido para mí en un intento de mantener mi sanidad: mi identidad.
Ivory para mis padres. Ivy Bren para los brujos. la Reina de Ylia, para el resto de Midg.
Me aferré a cada uno de esos nombres, porque estos representaban mi pasado, mi presente y mi futuro.
El desarrollo de mi historia junto con su propósito se veía resumido en cada uno.
Y aunque siguiera cayendo, aunque no pudiera volver a ningún lugar conocido.
Yo sabía que las estrellas no fallarían en contar mi historia.
• ✧ •
Estaba esperando el golpe que nunca llegó.
Extrañamente, caer se sentía como estar entre los brazos de alguien que me trataba con suma ternura y delicadeza.
Sabía con perfecta certeza que yo era de todo menos frágil, pero no estaba de más sentirme de ese modo de vez en cuando.
Y menos cuando precisamente el brujo que me tenía entre sus brazos, me miraba con esos ojos azules llenos de lágrimas y rebosados con la luz de su felicidad.
Era él quien me atrapó antes de caer, y estaba sujetándome mientras me miraba a los ojos.
Cielos, de todas las veces en las que soñé con Aiden, esta debía de ser la mejor de todas. Porque era él, pero con un aire distinto en su rostro y sus brazos tenían un poco más de músculo. Era como si en el tiempo separados lo hubiera hecho madurar y podía ver mas el hombre que empezaba a salir de este jovencito.
Quise gritarle que me besara antes de que este sueño acabase y entonces tuviera que volver a la realidad.
Pero él entendió exactamente lo que pensé antes de siquiera decirlo, porque me besó justo cuando las palabras se enredaron en mi lengua.
Cuando él me besó, supe que no estaba soñando.
Memorize su aroma, su cálido tacto y el sabor de sus labios, la forma en la que mi corazón reventaba contra el suyo y la textura de su cabello deslizando contra mis dedos.
Este beso, era como escuchar una sinfonía después de tanto tiempo de repetir la misma canción simple que me acompañaba en la soledad.
Era como si nuestras almas estuvieran buscándose la una a la otra por mucho tiempo, para declararse amor puro y mutuo en un lenguaje que las palabras no podían explicar.
Jamás me había sentido tan viva.
Se sentía tan bien, tan necesario y tan mágico.
Podía haberlo besado hasta que mis pulmones se vaciaran de aire, hasta que nuestros labios ardieran y hasta que las caricias se hubieran convertido en cosquillas que me hubieran forzado a reír a carcajadas como una perfecta y feliz idiota enamorada.
Pero un carraspeo de garganta nos interrumpió.
Aiden se puso rígido, y yo miré detrás de él para poner en su lugar personalmente a quien sea que se haya entrometido en nuestro-
Oh, mierda.
—Aiden —lo llamé—. ¿Acaso tú también estás viendo a Izar y Hécate, o solo son cosas mías?
En ese preciso instante se me ocurrió fijarme en nuestros alrededores, y reparé en que estábamos en una especie de campo abierto y plano, que el suelo era de roca, a mi alrededor había una estrella trazada con cenizas y el viento era fresco pero seco. Sobre nosotros, la noche más estrellada y preciosa que hubiera visto nos adornaba con sus planetas cercanos y varias lunas.
¿Dónde rayos estaba?
¿Por qué Izar estaba acá y lucía tan enojado como si estuviera a punto de matar a alguien?
¿Quién era el demonio de alas negras que estaba a su lado mirándome curioso y se me hacia extrañamente familiar?
¿Acaso Hécate siempre estuvo montada en ese unicornio arcoíris o acababa de aparecer frente a mi?
Mi cabeza estaba por reventar.
—Aiden, tienes diez segundo para quitar tus sucias manos de mi hija.—ordenó Izar.
Haciendo caso como si fuera una orden demasiado literal, el bueno para nada me soltó y me dejó caer sobre mi trasero.
—Lo siento, pero es la primera vez que dice mi nombre bien en todo el tiempo que tenemos acá y siento que habla en serio —explicó con un susurro mientras se posicionaba a una sana distancia detrás de mí sin quitar sus ojos del dios arcángel.
¿Eso quería decir que ellos ahora eran conocidos?
—Ivory —me llamó Izar—. ¿Desde hace cuánto conoces a esta sabandija?
Rodé los ojos mientras me ponía de pie, ya sabía perfectamente de que se trataba esto.
Me crucé de brazos y lo miré directamente a sus ojos azul verdosos, que eran idénticos a los míos.
—Pues lo conozco lo suficiente como para informarte que, primero, no es una sabandija; segundo, deberías retractarte y tercero, no te metas en mi vida personal ¿acaso necesitas que te recuerde que fue lo que ocurrió la última vez que te involucraste?
Hécate se rio y el demonio a su lado, ahora también montado en un unicornio arcoiris, silbó en aprobación a mi respuesta.
Aiden volvió a susurrarme:
—Cálmate, si lo haces enojar me temo que podría ser peor.
Izar, como siempre, pasó de mí y siguió actuando como si no hubiera escuchado ni una sola palabra que dije.
—¿Eres la madre de Milo? —preguntó aún más serio.
—¿si? —le respondí no muy segura de que rayos tenía que ver mi quimera en esta conversación.
Pero al parecer si importaba, y bastante, porque antes de que pudiera percatarme de lo que ocurría, Izar se abalanzó y noqueó a Aiden.
El brujo no tuvo tiempo ni de suplicar cuando cayó inconsciente con un golpe sordo al suelo.
Yo me apreté el tabique de la nariz con mucha fuerza, para recordarme a mí misma de que soy muy madura y que estrangular a mi propio padre con mis manos desnudas no era la solución a mis problemas.
—Eres un bruto —le recriminó el demonio negando con la cabeza —por eso es que Coryanne no te quiere.
—No metas a tu madre en esto, Icarus —se defendió—. Él se lo buscó por verme la cara de idiota durante todo este tiempo.
—¿Coryanne es también su madre? —me volví incrédula.
La pequeña bruja rubia fue la que me respondió.
—Si, e Izar es su padre así que eso los convierte a ustedes dos en hermanos. ¿No te parece de lo más divertido?
No, de hecho me parecía demasiado extraño pero no podía pensar en eso en ese momento porque Aiden seguía con la cara contra el suelo, retorciéndose un poco de vez en cuando.
Me arrodillé a su lado, ignorando a todos y dedicándome a revisar sus signos vitales.
—Llamaré por ayuda para que mis curadores lo lleven a sus aposentos —habló el susodicho Icarus—. Por cierto, bienvenida al inframundo.
• ✧ •
Luego de trasladar a Aiden a lo que supuestamente eran sus aposentos, el brujo empezó a despertar al cabo de algunos minutos de estar recostado en su pequeña cama.
El lugar era simple, pero hacía su función. Una cama baja y angosta, un escritorio con papeles y apuntes en tinta, una pequeña mesa con algo de agua en un jarrón y una cubeta con algunas piedras en ella.
—¿Enserio eres tú? —fueron las primeras palabras de Aiden al abrir los ojos.
—Si —le sonreí—. Estoy aquí, contigo.
Me metí junto a él en la cama, y nos envolví a ambos bajo la misma manta.
—Te ves preciosa con ese vestido—me abrazó contra su pecho. —Dioses, mi cabeza me duele tanto.
—Icarus dijo que ese podría ser un efecto secundario, pero sus curanderos hicieron un buen trabajo aplicando ungüentos y bajando la inflamación.
Con un quejido, él empezó a tallar la parte de su cráneo que precisamente había recibido el impacto.
—¿Confías en él? —pregunté bajando la voz.
—¿Te refieres a Icarus? Pues sí, es un sujeto muy astuto y dedicado —explicó mientras, con su mano libre, acariciaba la piel de mi hombro con su pulgar—. Ganar su confianza fue todo un reto. Pero luego me di cuenta de que, siempre y cuando no representes una amenaza para sus demonios, es regularmente muy decente.
—¿Él es quien lidera los demonios?
—Si, desde que Coryanne desapareció ha estado a cargo.
Preferí no hablar de Coryanne y su retorno a mi vida, sería una verdad que por ahora me guardaría porque eso significaba tener que contarle las otras cosas que estaban ocurriendo en casa, en el desastre que se había convertido nuestra vida a causa de esta guerra horrenda.
—Oye —llamó mi atención—. No debes sentirte presionada a confiar en él ni a sentirte culpable por no saber de su existencia, ni siquiera el mismísimo Izar lo sabía antes de caer aquí. Él ha estado bien por su lado todos estos años bajo la sombra de Coryanne haciendo sus asuntos. Cuando decidas cómo afrontar esta especie de relación que existe entre ustedes, puedes contar con que yo estaré a tu lado si lo necesitas.
Cerré los ojos y me apreté al agarre de Aiden con más fuerza.
—Odio a Coryanne por siempre tener una sorpresa más, y te odio a ti por siempre saber qué decir.
Él rió por lo bajo.
—Digamos que no eres la única que descubrió un nuevo vínculo familiar aquí en el inframundo.
Alcé una ceja.
—¿A qué te refieres ?
Él arrugó el rostro.
—Hablemos de eso luego —acarició mi mejilla—. Ahora quiero retomar lo que empezamos antes de que mi suegro favorito me vuelva a golpear.
Ahogué una risa.
—¿Estarías dispuesto a ser golpeado de nuevo por mí?
—Por tí sería capaz de caminar descalzo en las rocas ardientes que rodean el trono de Icarus dentro del volcán.
Entre risas, le di un beso corto.
—Encerré a Izar en una jaula —murmuré contra sus labios—. Y me aseguré de cerrar tu puerta con llave cuando se fueron los demonios curanderos.
Él parpadeó varias veces en mi dirección.
—Creo que nunca me cansaré de decirlo, pero me sorprendes, Ivory.
Le saqué la lengua.
—No uses ese nombre, es raro si viene de ti.
Él entre risas, se acercó a mi cuello y empezó a besarme justo debajo de la oreja.
—si me lo permites, puedo hacer que olvides tu nombre —murmuró con la voz ronca.
Creo que dije que sí, pero no estaba muy segura porque para ese punto yo ya era un un ser incapaz de formular una oración.
Me entregué completamente a él, porque lo necesitábamos ambos y ya después habría más tiempo para ponernos al día.
Ni en mis más locos sueños me imaginé que estando en el inframundo sería tan feliz.
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N.A:
Perdón por el maltrato, pero hay que aceptar que Aiden se lo buscó por no ser honesto desde un inicio.
Gracias por leer, feliz semana santa ♥
—Valky
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