31
• G I N G E R •
Primero me despertó el viento colándose por la ventana en mis aposentos, trayendo consigo la promesa de un invierno imperdonable que estaba por desatarse. Luego, como era común últimamente, estaba una de las sirvientas trayendo el desayuno.
Sin embargo, en esta ocasión los trozos de queso y el té matutino venían acompañados de una noticia; la boda sería hoy mismo, antes del almuerzo.
Porque en la noche se desataría la guerra.
Me mantuve en un estado de consternación demasiado largo, ya que no daba mérito a nada de lo que estaba escuchando ni siquiera a las demás sirvientas que acudieron para ayudarme a bañar y se dispusieron a arreglar mi cabello.
Me sentí abrumada, esto era demasiado.
Por fortuna, sirviendo como una pausa justificada a este sin sentido, apareció Theo Faller por la puerta.
—¿Tienes un segundo? —fue la manera en la que mi prometido me saludó.
Miré de mala gana a las sirvientas y estas entendieron. Muy a regañadientes entendieron que necesitábamos privacidad.
—No puedo creer que Ivy haya tomado una decisión de esa magnitud sin siquiera consultarlo con nosotros —comencé diciendo desde que el brujo y yo nos encontramos solos en la habitación.
Él por su parte, pasó su mirada avellanada por mi cara recién lavada, mi bata de baño sujeta a mi cuerpo y mis rizos despeinados por la almohada.
—algunos motivos tendrá, sólo hay que preguntarle —respondió.
Rodé los ojos.
—Preguntar es lo que ella debió de hacer conmigo —crucé mis brazos sobre mi bata y miré por la ventana—. Aun tengo muchísimos preparativos por realizar, cuentas por hacer, señores qué debo convencer en la empresa y proveedores con los que hablar para que este plan salga bien.
Theo rió por lo bajo.
Yo me volví en su dirección con una ceja en lo alto.
—¿Acaso esto te parece un chiste?
—Es la primera vez que te veo estresada, me parece gracioso.
Incliné la cabeza a un lado y lo miré con los ojos entrecerrados.
—Por un momento lo olvidé, piensas exactamente igual que cada uno de esos comerciantes ancianos con los que tengo que lidiar porque al final del día eres eso mismo: un comerciante más.
La sonrisa de Theo se esfumó tan efímeramente que me pregunté si alguna vez estuvo ahí o la imaginé.
—¿Qué quieres decir con eso?
Ahora la que me tocó reír fue a mí, de manera oscura y sarcástica mientras rompía nuestro contacto visual y pasé de él para para servirme de la botella de Ron que guardaba a un lado de mi cama.
Cuando iba a llevar el contenido a mis labios, él me detuvo en el acto tomándome por la muñeca.
—¿Qué quieres decir, Ginger?
Me zafé de su agarre mirándolo con las cejas fruncidas.
—Me refiero a que, como todo comerciante, harás tu trabajo, recibirás tu paga y luego irás por la siguiente oportunidad atractiva del momento.
Su rostro lucía dolido, como si de alguna manera lo hubiera defraudado.
—Sólo vine a ver como estabas y a ofrecer mi ayuda en lo que necesites antes de la boda. Me decepcionas Ginger, pensaba que eras mejor que eso.
—Bienvenido al club —dije con ambos brazos cruzados—. Defraudar a todos es mi especialidad, tardaste demasiado en darte cuenta.
Theo Faller tenía el derecho de responder con mil y uno insultos denigrantes, de sacarme en cara cada uno de mis errores y recordarme la mierda que yo era.
Así que me mantuve erguida, preparándome para recibir el golpe que él estuviera configurando en su cabeza mientras me miraba descolocado con una ceja en alto.
Me merecía lo peor de él.
Pero para mi sorpresa, tan solo respiró hondo y se marchó.
Cuando el sonido de la puerta cerrando retumbó hasta mis oídos, cerré los ojos con muchísima fuerza.
Vaya, de todas las cosas que pensé que él diría... evitar perder su tiempo conmigo fue lo mejor que se le ocurrió.
Esta vez me pasé en grande.
Me dirigí a la mesa y volví a tomar el vaso, dando un profundo trago que incendió todo el conducto de mi garganta y me hizo estremecer hasta que con un estruendo dejé el vaso en la mesa.
Las doncellas volvieron a entrar, sin mediar ni una sola palabra reanudaron su labor de hacer que yo pareciera menos miserable.
Entonces en ese preciso momento, con manos desconocidas ocupándose de mi cabello, maquillaje y mi vestido, con una boda esperándome, en un castillo lejos de mi hogar, fue que me di cuenta de que estaba metida en un lío muy grande, que de ahora en adelante estaría yo sóla porque hasta Rosie parecía haber encontrado un rumbo por sí misma.
Cavé mi propia tumba y no había vuelta atrás.
• ✧ •
Luego de un par de intensas horas de maquillaje, la montura de un corsé demasiado ajustado y obscenas cantidades de ron ingeridas me puse mi vestido blanco bajo la desaprobatoria mirada de mi muy embarazada hermana gemela.
—Vas a llegar rodando de camino al altar si sigues así.
Rosie estaba sentada en la pequeña sala que se ubicaba a un lado de la entrada del templo de la academia, el cual, a estos fines se convertiría en el lugar de la celebración de la boda.
Tanto a mi hermana como a mí nos habían recogido el pelo en un moño bajo, adornado con ramas de lavanda y romero que se creía tenían habilidades de alejar las malas energías.
Mi vestido era de satin blanco, con unos pliegues gruesos y marcados en las mangas y una cola larga que iniciaba en la cinta de gemas iridiscentes que decoraban mi cintura. La tela había sido rociada con esencias y sal gorda, que mantenía los malos deseos y la envidia a raya, para que pudiera disfrutar el gran día.
—Si crees que voy a poder hacer esto sobria te equivocas —la miré acusadora.
Ella rodó los ojos y se acomodó en su lugar.
No sé si se debía al maquillaje sutil, al vestido esmeralda que complementaba a la perfección su piel de porcelana y resaltaba las pecas que salpican sus hombros, o el brillo mismo del embarazo... pero jamás había visto a mi hermana tan hermosa como en ese momento.
—Estoy empezando a cuestionarme si el haber elegido que fueras tú quien me acompañara de camino al altar fue una buena idea o no —señalé con los brazos cruzados—. Te ves deslumbrante.
Ella se sonrojó.
—Gracias —sonrió sin mostrar los dientes—. Cuando la ceremonia termine y tengamos que encender nuestras velas con los buenos deseos para ustedes, me aseguraré de pedir porque Demi los bendiga con la fertilidad al igual que a nosotros.
Le saqué el dedo de en medio por su chistecito.
Como todo lo que tenía que ver con los brujos, las ceremonias de bodas involucran una cantidad absurda de velas y micro rituales.
Primero, se encendían velas blancas una hora antes del evento, para pedir por el clima. Junto a esas velas, se dejaba un pequeño plato con parte de la comida que se consumiría en la celebración para que los Dioses pudieran degustar primero.
Luego de la ceremonia, los invitados podían dirigir sus oraciones a los dioses para pedir lo que desearan a los recién casados; la vela verde era de la Diosa Demi y servía para la bendición de una gran familia, morada de los brujos para la que la magia siempre estuviera viva en el matrimonio, azul de Namphis para que a pesar de las turbulencias siempre encontrasen el rumbo a casa y la dorada de Izar para que los días juntos siempre fueran bendecidos con un cielo azul, nunca gris. Extrañamente, aun se permitía encender la vela negra de Coryanne y esta supuestamente mantenía a las pesadillas y terrores a raya, pero era la menos utilizada de todas.
En mi opinión, no eran más que un montón de tradiciones que se habían mantenido vivos generación tras generación por medio de la tradición, pero su significado se había perdido a lo largo del tiempo.
—¿Cómo crees que funcione lo de hacer oraciones si tienes a la diosa a tu lado? —cuestioné con una ceja en alto—. ¿Acaso le llega el mensaje a los oídos o es una conexión mental?
La pregunta vino a mi mente ya que a mi reducida boda asistirán dos de las diosas, específicamente Demi y por un corto momento de la ceremonia Coryanne.
—Podríamos preguntarle a Demi directamente —respondió con cara de asco—. Sea como sea debe ser horrible para ella. ¿Te imaginas tener que escuchar todos los días oraciones de personas que están en pleno acto de cochinadas pidiendo que los bendiga para poder procear? Se me erizaron los pelos del brazo solo de imaginarlo.
Si, eso de orar durante las relaciones justo antes de terminar era otra tradición de los brujos que no podían concebir... pero ya era otro asunto que no tenía que ver precisamente con bodas.
Estuve a punto de debatir cuando con tres toquecitos en la puerta de la sala, fue la señal de que era momento de salir.
Respiré hondo y Rosie se paró, no sin antes extenderme el ramo de flores que habíamos dejado en la mesa de centro.
—¿Cómo me veo? —pregunté.
—Como una zorra que está a punto de casarse por conveniencia con un señor brujo asquerosamente millonario —dijo seria, con su característico sentido del humor tan agrio.
Ella me extendió su brazo y yo lo tomé para poder dirigirnos agarradas al templo.
Al atravesar la puerta, quedamos directamente en un pasillo entre las filas de asientos, donde todos los presentes estaban de pie y tenían su atención puesta mí.
Hubiera sido espléndido hacer esto con una orquesta, pero era imposible encontrar músicos sin previo aviso. Así que Esdras hacía lo que podía desde un piano que lograron ubicar en el fondo del lugar, tocando una melodía bastante tierna.
Entre los invitados estaban todos mis amigos, las dos diosas junto a Lauren, las arcángeles flanqueaban las entradas y, en la primera fila limpiando sus lágrimas de felicidad, mi padre.
Traté de enfocarme en otra cosa para que su expresion no me afectara, como por ejemplo las flores que decoraban el templo, los vitrales, o el apuesto traje negro que decoraba el cuerpo de Theo Faller.
No, Theo estaba demasiado enojado conmigo y con razón. No podía verlo a los ojos, en lugar de ello me enfoqué en Ivy que estaba a su lado, impasible esperándome para oficiar nuestra boda.
Esto era lo que quería, me recordé. No había otra opción.
¿o si?
Me aferré con más fuerza al brazo de mi hermana durante lo que parecia ser la caminata mas larga de mi vida, tratando de mantenerme atenta a detalles mas banales que no queria dejar de pasar por desapercibidos como por ejemplo el olor de las flores que decoraban los bancos, la calida sensacion de las velas esparcidas por el templo, la luz del sol entrando por los vitrales de colores o el circulo iluminandose a los pies de Ivy.
Un momento.
¿Acabo de ver un circulo?
Alrededor de nuestra reina se trazó un círculo blanco y brillante en el suelo de mármol, en su centro se formó la figura de una estrella junto a pequeñas marcas de un lenguaje que no comprendía.
Detuve mi paso.
Ni ella ni nadie más se percató de lo que ocurría ya que tenían su atención puesta en mí.
Ivy alzó una ceja en mi dirección.
—Abajo —dije en un tono que sonó como una súplica.
Escuché que alguien más ahogó un grito, cuando Ivy miró a sus pies.
A este punto, el brillo se había convertido en una especie de fuego blanco que ardía hasta sus faldas.
—¡Salta! —ordenó Circe desesperada—. Te estás quemando.
Por el rabillo del ojo percibí como la figura de las tres arcángeles, tan rápidas como la luz, reaccionaron y se dirigieron a su dirección.
¡No puedo creerlo!—vociferó Arlen —¡la están invocando!
Pero ni los gritos, ni sus hermanas o cualquier intento por su parte para salir de ahí funcionó.
¿Qué rayos ocurrían aquí?
¿Acaso nuestros enemigos estaban invocando a Ivy?
Kara fue la que primero llegó, apartando a Theo a un lado, pero se estrelló contra una pared invisible que no la dejaba tocarla.
Vela fue la siguiente, utilizando sus grandes brazos para ejercer fuerza bruta contra lo que sea que la rodeaba, pero fue inutil. Tan inservible como el intento de Poppy de usar su espada contra la dicha barrera.
Si no fuera porque mi hermana estaba temblorosa apretando nuestro agarre, nada de esto me hubiera parecido real.
No podía dar mérito a nada de lo que ocurría ante mis ojos.
Cuando las llamas se alzaron hasta sus caderas, Ivy se arrodilló y empezó a respirar con dificultad con una mano contra el pecho.
Algo muy malo ocurría y no podíamos hacer nada al respecto.
Entonces, cuando las llamas la taparon completamente, se elevaron cenizas blancas que me dieron un muy mal presentimiento.
Silencio.
Eventualmente, mientras más cenizas se elevaban y parecían esfumarse en el aire, el fuego fue extinguiéndose para revelar que no había nada ni nadie en su interior.
Juraría que percibí a la mismísima Coryanne ahogando un jadeo de asombro.
Ivy había desaparecido en manos de las cenizas misteriosas.
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N.A:
Gracias por leer, brujitas mías♥
—Valky
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