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• I V Y •

Fuera de la academia, con la vista puesta en el lago y la compañía de Lauren y Coryanne a mi lado, el sol se empezaba a ocultar a la distancia manchando de sangre su paso, y haciendo de la promesa de la noche una realidad que se consolidaba segundo a segundo.

Mantuve mis ojos puestos en la lejanía, las manos tras mi espalda y la frente en alto, dejando que el suave viento peinase las hebras de mi cabello hacia atrás al tiempo que se agitaban las faldas de mi bata de algodón que usaba como ropa de noche.

Lauren fue la primera en romper el silencio.

—Escuché que nos enviarás al campamento de los arcángeles a ambas —dijo interrumpiendo el crujir de las hojas de los árboles—. Las cosas empezarán a ponerse agrias por acá.

Las cosas eran agrias hace mucho tiempo atrás, pensé. Pero preferí guardarmelo para mis adentros y mantener la solemnidad que me había prometido a mi misma por ese momento.

No pensaría en las barbaridades de los dioses ni mucho menos en sus artimañas, en su avaricia o en la sed de poder inconmensurable.

No.

No hoy.

—Ya tuvimos esta conversación antes, y recuerdo que habías aceptado.

Por el rabillo del ojo percibí como ella asintió.

—No sabía que sería tan pronto.

Respiré hondo, dejando que mis pensamientos intrusivos salieran de mi corazón, que se desataran de mis huesos y dejaran mi alma en paz.

Tragué en seco.

—No tengo miedo a la muerte ni la destrucción, las pérdidas son algo a lo que estoy mentalmente preparada ya que es inevitable. Pero si a ustedes les pasa algo, jamás me lo perdonaría.

Lauren no respondió nada más, y yo lo agradecí en mis adentros. Parecía ser que la mestiza se preocupaba más por observar los comportamientos de la diosa que se encontraba tumbada en la hierba a nuestro lado, durmiendo con la suave brisa acariciando su piel.

Lauren me contó que Coryanne había mejorado un poco en estos últimos días. Y es que luego de bañarla, cambiar sus ropas por prendas más frescas y peinar su largo cabello, la criatura volvía hacerle honor a su título de diosa, al menos físicamente.

Su comportamiento y cada avance era monitoreado y apuntado en un registro que llevaba Lauren muy de cerca, en sus apuntes llevaba datos sobre su alimentación, que se basaba en trozos de carne sangrienta y solo un poco cocida, su estado mental y el avance en sus habilidades comunicativas y motrices.

Estas últimas, eran las que menos mejoría habían presentado desde que apareció de nuevo en mi vida.

—Siempre quise encontrarla, volver a tenerla de cerca y contarle con lujo de detalle todo lo que había ocurrido desde que ella se fué —dijo Lauren al aire—. Pero por otro lado, y con la situación en la que nos encontramos, hubiese preferido que ella estuviera muerta a qué manos equivocadas dieran con ella y la usaran como un arma en contra de todo lo que defendemos.

Me volví en su dirección, relamiendo mis labios resecos.

—¿Crees que soy capaz de usarla en la guerra?

Mi tía respiró hondo.

—Coryanne es... demasiado poderosa. Incluso en el estado en que se encuentra ahora, sólo faltaría buscar un punto débil, algo que la desate como un mecanismo cuando pulsas los botones específicos y entonces... Si alguien lograra hacerlo, creo que marcaría un antes y un después en la guerra.

Asentí mientras dirigía mi atención a la pequeña demonio que aún descansaba a mis pies. Sobre sus hombros había tirado mi propia capa para protegerla del frío, sus mejillas se pintaron de rosa y en medio de sus cejas había una pequeña arruga.

Qué difícil imaginar que este pequeño ser, aparentemente indefenso, se podía convertir en la perdición misma de todo lo que estuviera a su paso si se lo proponía.

Yo misma fui testigo de que si estaba enojada, no había dioses ni poder que te salvaran de su ira.

Una muestra de ello era el ojo que perdió Hypathias.

—Creo que Coryanne ya agotó su cuota de ayuda en esta guerra hace muchísimo tiempo, es justo que ahora pueda descansar por el resto de su eternidad —dije como respuesta.

A pesar de que mi atención seguía puesta en la diosa, podría jurar que percibí un suspiro de alivio de parte de Lauren.

El simple hecho de asumir que me atrevería a Usar a Coryanne de esa manera me hubiera ofendido por parte de cualquier persona, pero considerando todo lo que Lauren había tenido que soportar, estaba claro que no podía confíar plenamente en nadie más que la diosa que se postraba ante nosotras.

Era justo comprender que no podía confiar ni siquiera en mí.

Bien, eso estaba muy bien.

—¿Ya me dirás por qué nos trajiste hasta acá?

A este punto, el sol estaba oculto completamente y la noche se estaba haciendo presente en el ambiente.

Cuando le pedí a Lauren que me acompañase, a contemplar el lago en silencio ella no hizo muchas preguntas, y yo me apoyé en la excusa de que necesitaba aire fresco para eliminar malos pensamientos mientras. La presencia de Coryanne venía incluída porque ella no podía ser alejada de Lauren.

—Recibí esta mañana un paquete de Hypathias —dije sin mirarla a los ojos—. Vino en una caja muy protegida y el mensajero se encargó de indicarme que provenía directamente desde Palacio.

A este punto, aunque traté de disimularlo, el nudo que se hizo en mi garganta me estaba asfixiando.

Pero habían quienes no merecían mis penas desconsoladas en la soledad, y por ellos haría el intento de mantenerme en pié aunque me costara todas mis fuerzas.

—Iv —habló mi tía con apenas un suspiro—. ¿Que había en esa caja?

Entonces no pude más, y mis lágrimas se desbordaron por mis ojos. Tal y como esta mañana cuando quemé esa caja y reduje su contenido a cenizas que había arrojado al lago.

Lo hice de ese modo porque es lo que hacen los brujos con sus fallecidos, y lo que había en esa caja eran precisamente las cabezas del rey Immanuel y la reina Evangelina.

Los padres de Aiden, ese monstruo los envió en una caja.

Aun podía sentir en mis oídos el pitido del grito interno que se había desatado en mí.

Podía sentir el sudor frío que empapó mi frente y el aire escapando de mis pulmones.

Era como si me estuviera ahogando viva gracias a unas manos invisibles que me ahorcaban con demasiada furia.

Pensaba que estaba preparada para sus amenazas, para cada uno de sus juegos pero esto era demasiado como para soportarlo.

Lauren acudió en mi ayuda y me abrazó.

—Los padres de Aiden murieron —expresé entre sollozos—. Ya esto no tiene sentido, sólo lo hizo para destruirme.

Lauren apretó su agarre contra mi torso.

Estaba segura de que esto era una señal, de que lo que fuera que estaba planeando debía de mantenerme a raya y pensarlo mejor.

Hypathias quería que me rindiera, que me tumbara a sus pies ya que aunque fuera difícil llegar a mi, él intentaría lastimarme con objetivos más vulnerables y fáciles de eliminar que me afectarían.

—Adelantemos el golpe —apreté las mandíbulas mientras las lágrimas me nublaban la mirada—. No hay tiempo que perder. Es hora de atacar.

El sol agonizaba en el horizonte, tiñendo el cielo de rojo en su partida.

Mañana, solo la sangre de mis enemigos teñiría la tierra.

—Coryanne bendiga nuestra reina —musitó Lauren contra mi hombro.

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N.A:

Gracias por leer ♥

—Valky

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