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• I V Y •

Este castillo siempre era un caos, pero esta vez se pasaron olímpicamente de la raya.

Mi regreso junto a mis hermanas fue tranquilo, todo salió de acuerdo a lo esperado y no tuvimos complicaciones desde que salimos del campamento de los arcángeles.

Sin embargo, todo cambiaba en el segundo en que posaba mis pies en la isla de la Academia.

Habían mercaderes abarrotados en la entrada de la Academia gritando e intentando llamar mi atención, clamando que estaban necesitados y que sus mercancías se estaban echando a perder. Brujas y otras razas menores que estaban embarazadas pidiendo auxilio, e incluso pude ver algunas gallinas y cabras correteando por las afueras.

Por si fuera poco, atravesar la multitud escandalosa no fue el menor de los inconvenientes, ya que el desorden se extendía incluso dentro de los muros de nuestro palacio improvisado en el recinto de la Academia, donde habían sirvientes corriendo por todas partes con retazos de distintas telas en color blanco, varios arreglos de flores fueron dejados abandonados en una esquina y los camareros lucían apurados tratando de encontrar su camino hasta el salón del té para montar la merienda de la tarde.

Cabe resaltar, que estaban atrasados para la dichosa merienda por varios minutos.

—¿Qué rayos está pasando aquí? —dije estresada.

Los sirvientes que pasaban a mi lado no dijeron nada, porque no querían meter a los causantes de este sin control en un problema. Pero era más que obvio de que lo que pasaba acá tenía demasiado que ver con los brujos que dejé a cargo porque pensé que eran los más sensatos.

O más bien, porque no tuve otra opción.

Le hice una señal a mi hermana Vela, quien asintió entendiendo en un segundo lo que necesitaba hacer.

—¡Atención! —gritó la arcángel de cabello rubio pálido—. La reina tiene algo que decir.

Como es de costumbre, la voz grave de Vela llamó la atención de todos y más de uno casi tropieza en su lugar por la sorpresa.

—Convocaré una reunión justo ahora en la sala de té, informenlo a mi círculo cercano cuanto antes.

• ✧ •

—Llevas aquí siete segundos desde que volviste y ya estás convocando una reunión —apreció Esdras molesto. —Nisiquiera te has bañado.

El brujo castaño estaba en calzoncillos cuando llegó con mala cara. Circe a su lado, lucía fresca y tan bien puesta como siempre. Pero era obvio que su labial acababa de ser retocado y el nudo en su bata de seda parecía haber sido atado en un apuro.

Decidí no decir nada al respecto porque no era asunto mío.

La sala del té era un pequeño cuarto rodeado de ventanales que daban la vista al río y en su centro estaba una mesa redonda y blanca, con sus sillas a juego a los lados. En los tiempos en que la Academia Ylia funcionaba, servía de salón de té reservado para el uso exclusivo de las Wiccanas. Pero ahora lo compartimos entre todos.

—Esdras, ten por seguro que mi higiene personal está en muy buen estado. Gracias por tu preocupación.

A modo de respuesta, el susodicho me fulminó con la mirada.

En la mesa nos acompañaron por igual Ginger y Rosie, la segunda en un estado de embarazo bastante avanzado. También estaban Moll y Theo, quienes sostenían una conversación trivial sobre algo que tenía que ver con una columna del palacio.

Raritos.

Detrás de mí, estaban Vela y Poppy cuidando mi espalda, Kara apostada en la puerta resguardaba que nadie más entrara en el salón.

A simple vista todo estaba bien, pero lo cierto es que quedaban dos sillas por ser ocupadas: la del brujo y la del tritón.

A pesar de que pregunté, nadie tenía idea de dónde podían estar.

—Supongo que podemos iniciar —dije finalmente—. ¿Qué demonios está pasando en este palacio?

—Pues estamos tratando de dirigir toda una nación sin experiencia previa, más brujos se están volviendo nuestros aliados desde que la corona de la familia Arcoelli dejó de otorgar sus ayudas, tenemos declarado a un dios como enemigo principal y, casi lo olvido, estamos planeando una maldita boda en medio de todo eso —sentenció Moll bastante estresado.

—Se te pasó mencionar, que hay grandes posibilidades de que seas padre de gemelos —señaló Rosie.

Alcé las cejas. Vaya, si logré sacar de quicio a Moll que nunca se preocupaba por nada era porque seguro el ambiente estaba demasiado pesado.

—Es decir, ¿Que esa multitud que está afuera son necesitados porque la corona paró de ayudarlos desde que se armó este desastre?

Ellos asintieron.

—Bien. Esdras, por favor ponlo en la agenda de los asuntos financieros y veamos más tarde de cuanto podemos permitirnos gastar para brindar la ayuda.

El castaño de manera diligente tomó la nota.

—Entonces, ¿más brujos se han vuelto nuestros aliados de la noche a la mañana?

—Desde que firmamos el acuerdo con el grupo minero de Terra, han visto la causa con más seriedad —respondió ahora Circe—. El mérito se lo llevan Rosie y Ginger, quienes fueron de ayuda en las negociaciones convenciendo a su padre para que nos apoyara.

Ambas pelirrojas se encogieron de hombros, como restándole importancia a la ayuda que nos habían brindado.

—Agradezco bastante la colaboración de ambas, sin ustedes no estaríamos tan avanzados.

Ellas asintieron, con cierta timidez en su expresión.

—Sigamos con los demás temas, el asunto de la guerra declarada —proseguí la conversación—. Conseguimos aliados con los demás arcángeles. Tenía previsto que ellos llegaran en su primera visita oficial durante los próximos días, pero es más que obvio que ahora tendremos que atrasarlo con tanto revuelo por estos lados.

—Vuelvo a repetirlo, todo es culpa de los preparativos de la boda en medio de estos asuntos más relevantes —se quejó Moll.

Alcé una ceja.

—A ver, siento que Moll está un poco enojado pero tiene algo de razón. Hasta donde tenía entendido la boda era una farsa pero me da la impresión de que esta vez fueron demasiado en serio con el derroche.

—Que sea una farsa no significa que deban tener una ceremonia barata —defendió Rosie a su hermana—. Sólo necesitamos un templo de adoración en el que podamos poner a mil invitados, una fiesta con un banquete y un buen equipo de animación que pueda mantener despierta a la multitud hasta el amanecer del día siguiente. Simple.

Parpadeé varias veces en su dirección perpleja.

¿Acaba de decir que todo eso es simple?

—¿Por qué los brujos deben ser tan excéntricos todos? —carraspeó Kara desde la distancia.

—Rosie, no seas tan exagerada —interrumpió Ginger—. Sólo serán quinientos invitados.

Si no hubiera estado sentada, creo que me hubiese caído hacia atrás.

—A ver, ya está claro de que tienen mi bendición para organizar la boda acá pero por favor les ruego que no incurran en gastos innecesarios. Theo, confío en ti.

El musculoso brujo de cabello oscuro y ojos avellana, me guiñó un ojo.

—Lo que usted ordene, mi reina.

Por el bien de los pocos recursos que manejábamos, esperaba que los administraran con cuidado.

—Bien, es momento de que pasemos a la parte más interesante de esta junta y es que en los próximos días, me reuniré con los elfos y los arcángeles. Planearemos juntos la siguiente parte de nuestro plan.

Todos los presentes, a excepción de mis hermanas, se tensaron en su lugar.

—¿Qué necesitas de nosotros? —preguntó Circe.

Si algo tenía que reconocer de mis amistades, era que siempre estaban a la disposición de ayudar. Me asistieron en todo el proceso de darle forma a estas ideas que tenía en mi cabeza, de poder dirigir este proyecto y hasta me levantaron cuando más lo necesitaba.

Pero lo mejor de todo era que nunca titubearon cuando les propuse desde hace semanas mi objetivo; atacar a la patria celestial.

El golpe tenía que ser demasiado planeado y cuidadoso, sólo la información más importante podía ser compartida con algunos seres específicos. Sería un trabajo arriesgado.

Sin embargo, el objetivo que perseguimos con esto era demasiado importante, nos hacía a todos en esta mesa olvidar el riesgo que representaba porque nada más era más importante.

—Me aseguraré de que nuestros guardias dupliquen sus entrenamientos —dijo Esdras demasiado serio.

Con eso, todos dieron la junta por terminada y se retiraron antes de que dijera algo más. Claro, porque en este palacio yo era la reina y daba las órdenes, pero quien en realidad tenía el derecho de portar esta corona y se había ganado su devoción no estaba entre nosotros.

Pero si todo salía conforme al plan, había un chance de que las cosas cambiaran.

Porque el objetivo de todos, era traer a Aiden de vuelta.


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N.A:

Siempre seré fan de Ginger planificando una boda en medio de una crisis política, y la queso!

(Bueno, en realidad solo somos yo y mi obsesión por los libros en los que pasan demasiadas cosas a la vez XD)

Gracias por leer ♥

—Valky

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