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• C I R C E •

—Exijo saber que está pasando —dije decidida en la habitación de Ivy.

Detrás de mi, me seguían el paso las gemelas. Tan confundidas con el caos que se había armado tras las declaraciones de nuestra amiga mestiza.

La nueva proclamada Reina de las brujas por matrimonio. Heredera de la familia Arcoelli y consorte del príncipe Aiden Immanuel.

Aunque eso era demasiado grandioso y difícil de digerir para todos nosotros, ella por otro lado lucia imperturbable en lo mas minino, ya que estaba en su cama jugando a los naipes con sus tres amigas arcángeles. Demasiada ocupada en el juego como para prestarme atención.

Su vestido espectacular de esta tarde, fue reemplazado por una bata de dormir. Aunque todavía era media mañana, decidí guardarme mis comentarios al respecto. La corona de cristales que momentos atrás decoraba su cabeza blanca, estaba fuera de vista.

Como si ella no acababa de declararse soberana de todas las brujas así por así.

—Lo que está pasando, es que estoy a punto de perder una partida de naipes —respondió la supuesta reina.

Rodé los ojos.

—Ivy, sabes a lo que nos referimos —Rosie suspiró de brazos cruzados.

Tras una pesada bocanada de aire, la susodicha indicó a sus amigas que pondrían pausa al juego hasta más tarde. Así que se puso en pie, se acercó a una botella de ron que había en el suelo junto al pie de la cama y empezó a tomar de la botella.

No había reparado en eso cuando entre aquí.

—¿Que quieren saber? —cuestionó entre sorbos.

—Pues podrías empezar a explicarnos como es que te casas con Aiden en secreto y nos enteramos hoy en la reunión con los sabios —me apresuré por hablar primero.

No era justo para nadie enterarse de ese modo, y mucho menos cuando ahora descubríamos que tenía intensiones de gobernarnos.

Mentiría si no admito que dudé de ella, que llegué a cuestionar todas sus acciones y hasta se me ocurrió que esto fue un plan demasiado calculado, como si desde el primer día de la academia se dispuso a conseguir la corona de Aiden a cualquier costo y ahora estaba dando frutos.

Pero siendo sincera, Ivy lucía como cualquier cosa menos feliz.

—No estoy casada con Aiden ni con nadie —dijo sin más.

¿Qué?

—Pero le dijiste eso a los sabios y masticaste la fruta de la verdad —habló con cuidado Ginger.

Eso fue lo que todos vimos y escuchamos hace tan solo unos minutos en esa sala. No había forma de que-

—Yo nunca dije eso, fue Vela y yo no lo negué —se defendió.

Fruncí el ceño.

—Pero eso fue lo que diste a entender —agregué.

Dio otro largo trago al ron mientras se movía de un lado a otro por la habitación.

Sus amigas aun en su cama con la baraja en la mano la miraban tomar del liquido preocupadas.

—Todo es parte del plan. Di a entender unas cosas, dije otras que eran convenientes y así logré que todos entendieran lo que-

—No puede ser —exhaló Rosie—. Encontraste una forma de engañar a los sabios.

Vaya, la alcohólica de Ivy había puesto su cerebro a trabajar y logró salirse con la suya.

Creo que jamás había escuchado de alguien que con medias verdades, lograse engañar a los sabios. Es mas, creo que nunca nadie logró burlas a los milenarios elfos.

—En realidad, fue idea de Poppy. Así que ella debería llevarse el crédito —añadió con cierta parsimonia.

Lleve mi pulgar a la punta de mi barbilla y empecé a darle vueltas al asunto. Porque la idea no terminaba de cuajar en mi cabeza y algo me decía que debía haber algún plan de parte de Ivy detrás de todo esto. Pero por mas que lo intenté, no se me ocurrió nada.

—¿Que ganarías con ser reina? —le pregunté sin mas—. Digo, nunca te mostraste interesada en el titulo cuando lo mencionamos en aquella reunión con Demi.

En aquella reunión planteamos la posibilidad de que ellos formaran una alianza por el bien de todos, pero tanto Ivy como Aiden dejaron bien en claro que no querían convertirse en eso.

Ahora, todo era diferente.

Ivy se dejó caer en la cama con pereza. Su expresión desganada y lo frágil de sus movimientos me hacian sentir enferma. De verdad quería ayudarla, pero ella no se dejaba y no había nada que pudiera hacer.

Aunque eso quisiera, me era imposible tapar el sol con un dedo.

—Porque no tengo otra opción Circe —me respondió mirando al techo—. Porque la vida es injusta y los amores se esfuman de la nada, dejándote un gran vacío y un reino a punto de colapsar para que lo gobiernes ya que nadie más puede hacerlo.

Aunque nuestras historias no eran las mismas, podría jurar que en ese momento sentí por lo que ella estaba pasando. Era tristeza, soledad, dolor y miedo. Todo muy crudo, demasiado real y asfixiante.

Ella era mi reina, y su corazón estaba roto.

• ✧ •

Las gemelas y yo, hablamos con Ivy todo el día hasta que la noche cayó.

Me dirigí a mis aposentos con la idea en mi cabeza de que había mucho por hacer. Demasiado trabajo para la corte de Ivy y mucho que tener que organizar. Supuse que debía formar parte, ya que al final del día era mi gente que estaba en juego y mi amiga mestiza la que estaría dando la cara por todos.

Cuando entré a mi pieza, lo primero que hice fue encender las velas con un chasquido de mis dedos. La luz suave delineaba la forma de la mesa de noche, la cama, y sobre esta última una figura esbelta de cabello castaño que no me esperaba ver.

Di un respingo por la impresión.

—No sabia que estabas aquí —le dije a Esdras mientras cerraba la puerta a mis espaldas con llave.

—Vine hace poco -respondió sin muchas ganas— ¿Cómo sigue Ivy?

Me tomó un largo suspiro responder eso. Todos por acá estábamos al tanto de que Ivy no se encontraba en su mejor momento, que había estado abusando del alcohol en medidas exageradas y que apenas comía. Mucho menos podía dormir. Fue la que más afectada se veía desde la desaparición de Aiden.

Era una imagen demasiado desalentadora.

—Está haciendo un gran esfuerzo por mostrarse firme —respondí al tiempo que pasaba mi camisa sobre mi cabeza. —Resulta que nos engañó a todos y no está casada, fue un plan bien trazado para poder quitar el poder que tienen los demonios sobre Ylia.

Cuando empecé a retirar mis pantalones por igual, Esdras posó su atención sobre mi cuerpo y cada uno de mis movimientos. Pero lejos del deseo que pudiera provocar, en su lugar había una mirada vacía.

Porque Aiden no estaba, y desde entonces él no había vuelto a ser el mismo.

La partida del príncipe plantó miles de sentimientos en más de uno.

—¿también crees que él está vivo?

Su pregunta me tomó desprevenida. No fue tanto por el hecho de que estaba a medio camino de colocar mi bata de dormir, sino que lo dijo con un tono tan roto e impregnado de nostalgia que me conmovió.

Los tres habíamos compartido tantas risas, secretos y aventuras. Crecimos bajo el mismo techo en el palacio. Peleamos con lodo, nos molestamos entre nosotros y forjamos un sentimiento precioso de confraternidad. También estaba Moll que se involucraba luego de sus clases de arquitectura y más tarde conocieron a Theo.

Pero ahora, un hermano se había perdido.

Me arrodille frente a Esdras en la cama, con mis manos temblorosas toque los lados de su cara y acerque mi rostro para plantar un beso en sus labios. En el fondo deseaba poder recomponerlo, que se me ocurriera algo para traer a Aiden de vuelta. Pero no pude.

Esdras respondió al beso con cariño, tomándose su tiempo y despertando cosquillas en mi espina dorsal. Pero en algún momento empecé a temblar, a llorar desesperada y entonces él rompió el beso para tomarme por las muñecas.

—lo siento mucho yo... -sollocé y negué con la cabeza—. Es mi culpa. No debí dejarlo escapar.

Él acarició mi espalda desnuda, acercándome al calor de su ancho cuerpo y dejando que mi cabeza pudiera descansar en su hombro.

—Nadie quería que esto pasara mi vida, no es tu culpa.

Esto era demasiado injusto.

—Solo nos queda apoyar a Ivy en esto, ¿pero después que?

Los dioses saben que me odie a mi misma por preguntar eso, lo que supuse era lo obvio, lo más lógico. Pero lamentablemente, lo que menos deseaba era escuchar más verdades.

—Pues ayudamos a Ivy a cargar con los trozos de Ylia —susurro contra mi oreja, nunca dejando de acariciar mi espalda—. y luego asistimos a cierta boda a la cual fuimos requeridos como padrinos.

¿De que estaba hablando?

Levante la cara de su hombro para mirarlo a los ojos. Un atisbo de sonrisa empezaba a asomarse en sus labios.

—Mi amor, no sé de qué hablas.

—Son Ginger y Theo. Planean casarse tan pronto lleguemos a Ylia y nos pidieron que seamos los padrinos.

Parpadeé varias veces.

—No tenía idea de que ellos estaban juntos. Aunque me parece un tanto... precipitado casarse a tan corta edad y con todos esos problemas que-

—Están casándose por un negocio, no es nada serio.

Dejé escapar un resoplido.

Y yo que por un segundo pensaba que iban enserio.

—¿Qué pasa? —me pregunto curioso por mi reacción.

—Me parece descorazonador que la gente ya no se case por amor en estos días.

Esdras dejó salir una carcajada gruesa, la primera después de tantos días grises.

Si pudiera, la hubiese encerrado en un frasco para poder escucharla por las noches antes de dormir, y por los días cuando la realidad era demasiado retadora.

—No tenía idea de que fueras una romántica.

Me ruborice con una sonrisa.

Él me apretó más fuerte contra su pecho. Yo cerré los ojos y no hacía falta pedirle que pasara la noche conmigo, porque nuestros latidos y caricias de piel contra piel eran suficientes como para no necesitar nuestros labios.

—Al parecer el amor es lo único que me está manteniendo a flote en esos días —musité antes de sumirme en un sueño profundo, con mi cara reposada en su pecho y mi corazón en sus manos.

━━━━━━━━╮• ✧ •╭━━━━━━━━

N. A. Iba a disculparme por haber tardado en actualizar,  ¿pero saben que? no me disculpo de nada porque este cap era muy doloroso y yo me pongo sentimental demasiado fácil.

Gracias por leer,

Valky <3

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