Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16


• A I D E N •

—Hermanito, hermanito. Despierta.

Abrí los ojos ante el zarandeo constante de mi hombro. Me encontré a Hécate de rodillas mirándome a los ojos un tanto preocupada, y a su lado estaba Izar recostado de unos barrotes que estaban a su espalda.

Si, barrotes que se encontraban a todo nuestro alrededor.

Estábamos encerrados en una jaula.

—¿Qué rayos pasó? —cuestioné. Mi voz salió áspera por el desuso y la sed.

Hécate lo notó, así que invocó un vaso de agua y me lo extendió de manera diligente.

La jaula era una esfera de suficiente tamaño como para albergar a los tres, y dejaba un cuerpo de distancia entre cada uno si nos acomodábamos bien, y si Izar mantenía sus alas plegadas.

Estábamos colgados del techo y a un metro por encima del suelo, nos rodeaba una habitación que parecía ser una especie de taller por todas las maquinarias abandonadas que estaban contra las paredes oscuras, unas cuantas bombillas brindaban luz tenue sobre escritorios que tenían apuntes revoloteados y muestras de lo que parecía ser un liquido negro en frascos.

—Fuimos capturados, tú y yo —señaló Izar—. Detenidos y arrastrados hasta esta celda por sospecha de amenaza contra los demonios.

¿Amenaza? ¡Pero si yo estoy perdido! Tan solo quiero volver a mis tierras, con mis amigos, con Ivy y mis padres que me necesitan.

—¿Qué hay de Hécate? —miré a la pequeña diosa— ¿También fuiste capturada?

Lo último que recordaba fue la escena que montó la pequeña rubia, en la cual se desató su verdadero poder y solo veía a los demonios cayendo una y otra vez, uno sobre el otro.

La diosa, a la que yo y miles de brujos nos arrodillamos un millar de veces y dedicamos nuestras oraciones a la luz de las velas místicas, con los ojos cerrados y una mano del pecho.

—Ella se entregó, porque no quería estar lejos de tí.

Fruncí el ceño.

—Pudiste haber corrido, pudiste salvarte y librarte de esta celda, ¿pero te entregaste por mi?

Sus ojos morados se tornaron llorosos.

—¡Te tenían agarrado! —dijo estresada.

No lo dije en voz alta, pero pensé que la pequeña hizo honor a su título y tomó la decisión más irracional de todas al arriesgarse por mí.

No sé qué hice para merecer el cariño de Hécate, supuse que se debía a que yo era el único brujo que se había relacionado con ella en mucho tiempo.

—Ya despertó el brujo —señaló la voz gélida de mis pesadillas —Izar dice que te haces llamar Aida, pero estoy casi seguro de que está equivocado.

Icarus, el jefe demonio.

Entró por una puerta que al cerrarse, se perdía en la oscuridad. Su cabello y alas negras estaban en su lugar, a esta distancia podía notar que su piel pálida se mantenía intacta y hasta sus manos se apreciaban suaves y bien cuidadas.

No tenía ni un sólo callo o cicatriz adornando su cuerpo, ningún recuerdo de peleas o rastro de batalla.

No era para nada lo mismo que Ivy, me dije a mi mismo. Aunque las otras facciones y gestos dijeran lo contrario.

—Mi nombre es Aiden Immanuel Arcoelli, príncipe de Ylia.

El idiota, tan solo sonrió de lado.

—Tus títulos no te sirven de nada aquí.

Esto era un reto, una prueba de mi valía y, si corría con la suerte a mi favor, tal vez la primera de nuestras peleas.

—Sé de lo que soy capaz. No necesito una corona para dejar en claro mi linaje —no corté nuestro contacto visual—. Ni tener a mis enemigos encerrados en jaulas para demostrar un punto.

Sus alas se elevaron ligeramente, como un ave al acecho preparando su ataque.

—Reconozco que hablas mucho ¿Qué habrías hecho tú Arcoelli?

—Me hubiese hecho cargo yo mismo.

Icarus levantó una ceja. Con pasos cortos se acercó despacio a mi hasta que estuvimos cara a cara, los barrotes nos dividían el uno del otro.

—Quieres provocarme a un duelo para que te deje salir y luego escaparte, ¿no es así? —sonrió con suficiencia—. No soy tan idiota.

Estiró una mano y en un movimiento imposiblemente ágil, arrancó una hebra de mi cabello, y se alejó con ella a un escritorio.

—¿Qué acabas de hacer? —demandé saber.

—Tomé una muestra —respondió sin dignarse a verme—. Me preguntaba por qué mis medidores no funcionaban contigo.

Sostuvo la hebra entre dos dedos y la introdujo en uno de los tubos transparentes que estaban esparcidos. Después, enroscó el mismo y lo posicionó en una especie de máquina que se iluminó con luces y un sonido de engranajes en funcionamiento.

—¿De qué estás hablando?

—¿Recuerdas que te dije que sus espías estaban por todas partes? —dijo Izar con cara de eterno aburrimiento—. Pues ellos tienen unos aparatos que miden tu calor corporal y niveles de magia. Lo usan en todos los seres que entran a este mundo para poder llevar un conteo de quienes entran y quiénes se van.

Me maravillaron los equipos que trataba el jefe demonio bajo su poder. Me pregunté si esta clase de equipos habían sido importados desde la patria celestial o si los habían fabricado desde cero con recursos que encontraron en este mundo.

Sea lo que sea, tenía que darle crédito al idiota porque era muy brillante.

—Contigo fue imposible —señaló ahora Icarus—. Mi teoría es, que la niña es tán poderosa que su poder te arropó y ni siquiera fue posible identificarte. Mis medidores casi se estropean al detectar una única y gigante masa de poder morada.

Fruncí el ceño, y dirigí mi atención a Izar.

—Aunque este asunto de los medidores me parece de lo más curioso, ¿acaso escuché mal o dijiste que algunos seres logran irse de este mundo?

Izar abrió la boca para responder, pero su hijo se apresuró.

—Hypathias viene una vez al mes a dejar sus adefesios inservibles y de paso se lleva alguno de mis demonios que deciden traicionarme y le juran lealtad a cambio de irse de aquí —sus palabras eran severas, casi al punto de la molestia—. No por nada llaman a este un mundo basurero.

—No puede ser —dije sin pensar—. Se supone que los demonios están condenados a este mundo, encadenados y que solo tocar otro destino los condenaría.

Como la vez que Ivy invocó a un demonio en Ylia, y este se desintegró al tocar nuestras tierras.

Icarus me vio. De verdad me vio.

—¿No sabes nada?

Negué con la cabeza.

El joven se lo pensó varias veces, pareció dudar de si mismo y por primera vez no lo vi tan seguro de tener el control.

—Usan gemas. Gemas rojas que parecen inyectadas de sangre y las incrustan en sus frentes, eso es lo que necesitan para reclutarlos.

Tragué en seco.

Eso quería decir que... no podía creerlo.

La demonio que atacó a la Academia Ylia este invierno pasado, la misma a la que Ivy mató con sus puños, fue precisamente una de estos demonios con una gema escalofriante en la frente.

Fue condenada al inframundo, y luego dedicó su lealtad a Hypathias para poder escapar. Ella y muchos más fueron capaces de dar lo que sea para huir de este mundo de la oscuridad y rocas.

Sentí náuseas.

—Por los Dioses —exclamé al poner todas las piezas en su lugar.

—A mi no me menciones, yo no tuve nada que ver con eso —respondió Izar a mi exclamación.

—Yo menos, estuve dormida la mayor parte del tiempo —secundó Hécate.

Hice una nota mental de reprimir el uso de interjecciones que tuvieran que ver con las deidades cuando estuviera cerca de ellos. Hacían que todo fuera más rarito.

Icarus intercambió miradas entre los tres, no se veía muy convencido que digamos de lo que sea que veía en cada uno.

—No sé qué están tramando al fingir este desconocimiento exagerado, pero sé que algo tienen que ver.

—Te dije que están perdidos —recalcó Izar.

—¿Y por qué no acudían a la ayuda de Hypathias y sus hombres?

—Se acaban de enterar por ti que el brujito aparece cada cierto tiempo.

—¡Tonterías!—gritó el mestizo con sus alas desplegadas.

Se veía muy molesto, perdió la compostura y su respiración se aceleró.

En sus ojos grises las sombras se veían alteradas, como la marea agitada provocada por las tormentas, se me antojó que la atmósfera se tornó peligrosa.

Pensé que nos castigaría por haberlo molestado, que buscaría una forma de hacernos pasar el resto de nuestros días en sufrimiento, pero él cerró los ojos y con los puños muy apretados respiró profundamente.

Entonces, dio media vuelta y se dispuso a salir por la misma puerta que había entrado.

—No voy a permitir que me engañen.

La salida airada de Icarus trajo una repentina preocupación a mi mente.

¿Cómo es que los brujos pueden entrar y salir a su gusto? ¿Para qué están necesitando reclutar a los demonios? ¿Qué pretendía hacer Hypathias?

Entonces, después de pasar tanto tiempo deambulando en el inframundo se me ocurrió que, por fín teníamos algo que hacer, un propósito que cumplir: darle respuesta a cada una de esas preguntas.

Y luego, buscaría la forma de hacerle llegar el mensaje a Ivy para alertar a todos en casa.

—Cambio de planes —anuncié a mis acompañantes—. Ya no nos enfocaremos en salir de este mundo, ahora el objetivo será salir de esta prisión y buscar algunas respuestas.

━━━━━━━━╮• ✧ •╭━━━━━━━━

NA

Hello, brujas. 

¿Qué tal están? ¿Qué planes tienen para el finde?

Yo feliz porque por fin estoy recuperando el hábito de escribir y pude redactar este capítulo completito en tres días cuando normalmente me tomo cinco 😎

Si se quedaron con ganas de leer un poquito más, en mi perfil tienen el enlace a mi Blog. Subí hace dos o tres semanas una entrada en la que explico las razones detrás de los nombres de cada personaje, y puede que descubran una que otra curiosidad 👀

Gracias por leer ♥

—Valky

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro