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• G I N G E R •

La mañana había llegado en Ylia, anunciada por los rayos del sol inmiscuyéndose entre las hojas y ventanas de los alrededores.

Era una obra de arte.

Lastima que una no tiene tiempo para detenerse a observar cosas como esta cuando hay tanto por hacer en el palacio improvisado.

Para poder iniciar mi espectáculo del día como es debido, pedí a Ginger uno de sus vestidos más costosos, uno que aún permanecía en el closet de nuestra habitación en la academia. La prenda cubría mucha piel y era sofocante.

Se trataba de un vestido azul pálido con aplicaciones de destellos plateados, que se esponjaba en mis brazos y caía hasta al suelo.

Las ondas rojizas de mi cabello fueron contenidas en un apretado recogido bajo. Que impedía a cada hebra revelarse y dejaba a la vista mi rostro para todos.

Algo tan simple como un vestido prestado y un peinado inventado, me hacían desconocer la imagen de la chiquilla que me miraba al otro lado del espejo.

Alguien tocó a la puerta.

—Entre —dije.

Por el reflejo del espejo miré al marco de la puerta a mis espaldas, que se habría de forma delicada hasta que se asomó el rostro de Theo. Sus ojos marrones detallando mi apariencia.

—Te ves... —unió las cejas—. distinta.

—Como una mojigata, lo sé —me volví en su dirección para guiñar el ojo—. Esa es la intención.

Su cara se arrugó con una mueca.

—No me refería a eso —se corrigió—. Estás muy linda, sólo que no pareces tú. Supongo que estoy acostumbrado a tus ropas de colores oscuros, los corsés ajustados en la cintura y el cabello suelto.

Tuve que carraspear a la mención de linda para poder responder con propiedad.

—En la reunión de hoy estarán los hombres de la empresa de mi familia. Nuestra reina me pidió que me encargue de convencerles de que tenemos todo bajo control para que ellos patrocinen nuestra causa y no a los antiguos reyes.

Él alzó una ceja.

—¿Y eso tiene que ver con el cambio de apariencia?

Dejé salir una bocanada de aire que no sabía que estaba conteniendo.

Aquí empezaba mi actuación.

—Según los ancianos, las mujeres no tienen otro rol que acompañar a sus parejas, no se me permite opinar de ninguna forma. Como tú y yo aun estamos comprometidos y no casados aun, mi trabajo será lucir como una damita virginal para hacerme respetar en esa mesa.

—No creo que debas cambiar tu forma de vestir para ser respetada, me parece una idea absurda.

Yo rodé los ojos.

—Creeme, no podría estar más de acuerdo contigo pero así son las cosas en Terra. Así que si no tienes nada mejor que hacer sería bueno que me sigas la corriente para que podamos partir juntos al salón donde será oficiada la reunión.

El tornó los ojos.

—A cambio de esto tendrás que dejarme elegir las bebidas que serviremos en la boda —me dedicó una sonrisa falsa.

—¿Planeas emborracharte el día que te cases conmigo? —llevé una mano a mi pecho de forma exagerada y dramática—. ¡Me ofendes!

Él sonrió, mostrándome esos hoyuelos preciosos que perforaban su piel morena.

—Todos hemos idealizado el día de nuestra boda alguna vez en nuestra vida. En mi caso, siempre la imaginé con una buena variedad de vino y ron, invitados bailando descalzos con música animada y sus cabellos pegados al cabello por el sudor. Ya sabes, una de esas noches por las que vale la pena respirar.

Lo miré de la cabeza a los pies.

—Y ahora estás encadenado a este engaño conmigo y de alguna forma, te he arruinado ese sueño —terminé de decir.

Unió los labios en una fina línea.

—Estoy contigo en esto porque lo quiero. Fue mi idea en primer lugar, por lo que no me parece correcto culparte por ello.

Mi respiración falló.

Al igual que cada idea en mi cabeza. Perdí por un segundo la noción de donde estaba parada, como había llegado aquí y que tenía que hacer esta tarde.

Solo era Theo.

Siempre fue él.

—Yo... no planeaba casarme. Nunca estuvo en mis planes.

No sé por qué dije eso, me arrepentí en el segundo en que mis palabras dejaron mis labios y entonces el silencio abrió su paso en mi dormitorio.

Fui tonta por decir eso, ya que nadie querría escuchar algo así.

Pero por alguna razón seguí hablando.

y él se acercó más a mí.

—Y aunque la idea aun no me parezca particularmente emocionante, pienso que de todas las personas... eres el indicado para esto.

Theo sonrió de lado. Estaba tan cerca de mí que pude captar su perfume amaderado, el brillo de sus botones dorados en su camisa y el comienzo del tatuaje en su espalda.

—¿Te refieres al él indicado para aguantarte o para hacerte gemir?

El comentario me hizo reír. Sin dudas, aliviando la tensión entre nosotros.

—Ambos, de hecho —dije entre risas—. Supongo que dí muchas vueltas, pero solo quería que supieras que no me arrepiento de nada de esto.

Él asintió; aún manteniendo su distancia peligrosamente cerca a mi cuerpo, y su mirada buscando a la mía.

—Tengo que confesar, que yo si me arrepiento de algo —dijo perforándome con los ojos.

Mis mejillas ardían.

—¿De qué? —cuestioné con un respiro.

—De que has pasado tanto tiempo arreglandote, y ahora lo voy a estropear.

Por un momento tuve la impresión de estar de nuevo en el barco. Viendo una gran ola nacer a la distancia, para golpear las rocas a la orilla de la playa y liberar su carga de gotas y espuma por doquier.

Así, exactamente así se sentía besar a Theo Faller.

Cuando él cortó la distancia que nos separaba, cuando mis labios recibieron a los suyos y cuando sus manos me tomaron por las caderas, creo que todo dentro de mí erosionó

Recibí su boca con un gemido, moviendo mi lengua con la experiencia que había robado de mis antiguos amantes.

Sus manos apretaron mi trasero, inmiscuyendo los dedos debajo de mi falda, con toda la intención de acercar mis caderas a su intimidad, y yo saboreé toda la intensidad de este momento.

Fue un beso desenfrenado, impregnado de las ganas que nos teníamos el uno al otro y salpicado por aquel sentimiento que hacía a mi corazón saltar.

Quería todo lo que pudiera robar de él en los pocos minutos que nos quedaran.

—Gi —dijo entre el beso—. Espera.

Aunque intenté una y otra vez negarme a dejarlo escapar, él me tomó por los hombros con cuidado y me mantuvo a una distancia prudente.

Ya estando separados, percibí que mis labios palpitaban. Sin dudas, debían de estar hinchados luego de un beso como ese.

Nuestras respiraciones sin embargo, seguían entre cortadas. Sus ojos, habían oscurecido de una forma bastante notoria.

—¿Hice algo mal? —cuestioné atónita.

—Por supuesto que no —dijo con la respiración forzosa—. Fue justo lo que imaginé que sería besarte... las chispas, la euforia, todo.

Parpadeé un par de veces. Fue como si me hubiese leído la mente.

—¿Entonces?

Se rascó la parte trasera de la cabeza.

—Es que quiero hacer las cosas bien, Gi. Te prometí que te trataría como nunca nadie lo había hecho. No me permitiré hacerte un polvo de adolescente desesperado cuando podría esperar a que la reunión acabe para tomarme mi tiempo y hacer lo que mereces.

Abrí la boca.

No sabía bien qué decir o cómo reaccionar a un acto como ese.

Muchos y muchas habían adorado mi cuerpo, había recibido regalos costosos por ello y promesas falsas por montones.

Podría decirse, que me había vuelto toda una maestra en el tema.

Pero esto.

Se sentía como el sol matutino contra la piel. Como una caricia en la cabeza cuando el cuerpo está en el espacio entre el sueño y la realidad. Cómo encontrar un hogar al cual había pasado mucho tiempo buscando.

Tragué en seco.

Esto era algo muy distinto a todo lo demás.

Esto me estaba asustando.

***

N. A.

Holi. Como saben, esta semana es de vacaciones así que porfi, hagan una cadena de oración para que yo elija escribir mucho en lugar de irme a la playa XD

Nos leemos en la próxima!

xoxo

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