Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

8

Aiden

En la mañana, lo primero que percibí fueron unas patitas peludas que se apoyaban contra mis párpados cerrados.

Milo, quien había logrado despertarme como todos los días en sus intentos de ocupar toda mi almohada para sí solo. Como si la camita improvisada que le armé con unas gruesas sábanas no fuera suficiente.

Rendido, como todos los días, me senté en la camilla con cuidado de que el chillar de los resortes oxidados no despertara a mi compañero de camarote: Esdras. Este dormía en una camilla continua a la mía, dándome la espalda y sumido en un profundo sueño que yo envidiaba.

No tenía mucho que hacer en estos días, solo me quedaba esperar dos horas más para ir con Arlen a retomar mis apuntes sobre los demonios y así de una vez por todas, tratar de resolver todo este rompecabezas y poder ir a casa por fin.

A las afueras de la habitación se podían escuchar las olas chocar contra la madera de la nave. La luz matutina se colaba por una pequeña ventana junto a mí, iluminando de dorado el escritorio que dividía mi camilla de la de Esdras. Y como una señal de Izar, el dios responsable del sol, la luna y las estrellas; la luz filtrada apuntaba directo a la corona de mi madre, la misma que robamos porque pensamos que era el génesis de nuestros problemas, por contener la dichosa piedra de Hécate en el centro. Pero a pesar de que la pieza lucía particularmente hermosa, lo que me llamó más la atención fue el libro negro que tenía debajo.

Cantos para Coryanne.

El volumen, era un compendio de relatos que giraban entorno a la deidad de la oscuridad, que hablaba sobre los secretos de los demonios y exaltaba a la dama de la noche. Aunque fue un regalo de hace meses por mi cumpleaños, aun no tenía las agallas de leerlo, temía que al hojear esas páginas pudiera darme cuenta de algo que me hiciera asustar aun más.

Pero a este punto, ¿tenía otra opción?

Así que tome el grueso tomo entre mis manos. Me senté en la camilla compartiendo el calor con Milo y me dispuse a leer.

• ✧ •

— Vaya, alguien se despertó bastante temprano hoy. — Dijo Arlen sonriente mientras se acercaba a mí.

Cuando terminé de leer un capítulo que captó de forma especial mi atención, supe que debía hablar con la mestiza cuanto antes. Por lo que no me molesté siquiera en cambiar mis prendas de dormir, y decidí correr hacia la cubierta para esperarla hasta que ella hiciera acto de presencia.

Como todos los días, el pequeño Milo corrió tras ella para saludarla. Se escuchó el ronroneo cuando Arlen con sus finos dedos rascó la parte trasera de su cabeza.

— Coryanne simpatizaba con los mestizos. — Solté de golpe.

Su mano se paralizó, Milo se quejó ante la ausencia de sus caricias.

Arlen dirigió sus grandes ojos hacia mí y noté que se habían ensombrecido. Lucía petrificada, sus labios entreabiertos por la sorpresa.

Esa reacción fue suficiente para darme cuenta de que todo lo que acababa de leer era verdad.

— Tú, ¿cómo? — Cuestionó a tropezones.

— Tengo un libro élfico, no lo había leído hasta hoy.

Ella parpadeó.

Dejó caer su delgado cuerpo en una silla mientras miraba al horizonte. Esto era algo nuevo, jamás la había visto tan ajena a sí misma. Ya me había acostumbrado a su sonrisa maquiavélica, a sus historias de cómo había utilizado sus filosos colmillos para acabar con depredadores salvajes y a la forma sutil en que relamía sus labios al relatar escenas donde la sangre se derramaba de su boca. Esa demonio, que había logrado helarme la sangre y lo disfrutaba, no era ni de cerca esta Arlen indefensa que tenía frente a mis ojos.

Me pregunté si Milo también lo había notado, porque la quimera decidió irse en la dirección opuesta de la cubierta, donde ahora entrenan Ginger e Ivy.

— Hay muchas cosas que no puedo contarte, no todavía. Coryanne fue... — Tomó una pausa tras mencionar el nombre. — Ella tenía planes, nunca decía nada más allá de lo necesario y siempre revelaba las cosas en el momento perfecto. Al principio era difícil entenderlo, pero con el paso del tiempo te das cuenta de que ella siempre tiene la razón y que lo más racional es seguir sus instrucciones al pie de la letra.

Yo aun estaba estupefacto. Según había leído, los mestizos trataron de rebelarse contra los dioses y las demás razas hace muchísimo tiempo, pero por motivos que no me quedaron muy claros, parecía ser que alguien descubrió sus planes y castigaron a la mente maestra que estaba detrás de todo: Coryanne.

La idea de que una diosa haya ocultado, ayudado e incluso organizado una rebelión contra sus semejantes. Era algo difícil de digerir.

Pero al escuchar a Arlen y reparar en la forma en la que hablaba sobre el tema, la familiaridad con la que entonaba el nombre de la diosa. Eso llamó mi atención.

— Fuiste cercana a ella. — Dije sin pensar. — La conociste, a Coryanne.

Arlen aún miraba al horizonte, perdida en esa línea que separaba al cielo del agua.

— Fui su mano derecha. — Reveló serena.

No se como hice en ese momento para no caer por el asombro.

Arlen sabía más de lo que aparentaba, podía ser la pieza necesaria para solucionar todo este desastre. Y pensar que estuvo guardando todo esto hasta ahora.

— ¿Por qué los mestizos son tan mal vistos? — Inquirí.

Ella por fin volteó en mi dirección. Pero me percaté de esos ojos oscuros inyectados de odio, y fue lo justo que necesité para hacerme desear que su atención volviera al horizonte lejano.

— Todos los otros dioses. — Respondió con asco. — Porque somos creaciones impredecibles. Nuestra mera existencia traería como resultado magia cuyos límites son desconocidos. Los dioses aborrecen lo desconocido.

— No entiendo qué consecuencia negativa supondría eso. — Dije frunciendo el ceño.

Una esquina de su boca se arqueó con una media sonrisa perversa.

— Supongo que sus inmortales egos no tolerarán la idea de que alguno de nosotros los supere en poder.

Eso me conmocionó aún más.

Imaginar algo más poderoso que un dios era inconcebible.

En mis pensamientos volví a repasar lo que leí en el libro. Era tan solo un capítulo que relataba la relación de la dama de la noche con los mestizos. Aún seguía sin creerme del todo lo que significaba.

Coryanne tenía a todos los demonios bajo su mando.

También comandó a hijos de demonios y ángeles.

Por igual, hijos de tritones y elfos.

De demonios y brujas.

Y así una larga lista de combinaciones de razas.

No me había cruzado por la cabeza la idea que Arlen acababa de plantear. Que en alguno de esos cruces, pudiera surgir un ser capaz de superar en poder a un Dios. Solo imaginarlo era una blasfemia.

— Los dioses son seres muy rencorosos Aiden. — Dijo con una voz que se me antojó apacible, incluso relajante en otro contexto. — Son capaces de alejar a una de ellos solo porque sus acciones no van acorde a sus intereses. Son capaces de reescribir la historia y hacerte creer que su versión retorcida es la real. Son capaces de sacar una ficha del juego solo porque no les convenía.

Puse atención a cada palabra que ella decía. Aplicando eso a la realidad y tratando de entender cómo respondía todo esto a las miles de preguntas que tenía.

— ¿Los demonios sabían sobre la rebelión?

Ella dejó salir un suspiro muy pesado.

— Nadie lo sabía, tan sólo los mestizos que formaban parte del movimiento. —

La brisa salada ululaba entre nosotros, despejando cada hebra de cabello de su pálida cara. — Al final se enteraron, igual que todos cuando acusaron a Coryanne.

— ¿Quién la delató?

Sus labios se tensaron, como si de forma abrupta alguien le hubiera ordenado guardar silencio. Segundos después, la mestiza negó con la cabeza, su larga melena danzando con el movimiento.

— Como te dije, no puedo decirlo todo. Además, hay varias cosas que no me corresponden a mi decir.

Alcé una ceja.

— Eso suena un poco dramático. — Señalé.

— Las medias verdades fueron lo que hicieron posible que se organizara todo un movimiento liderado por mestizos, en el corazón de una ciudad de demonios capaces de leer mentes. — Esbozó con una sonrisa. — Lo demás no te preocupes, estoy segura de que tú mismo lo averiguarás cuando sea el momento.

Organizar una rebelión en una ciudad de demonios que leen los pensamientos se me hacía un plan complejo, arriesgado e indiscutiblemente suicida. Me atrevería a arrodillarme ante quien fuera el responsable de trazar semejante hazaña.

Por más que me costara admitirlo, no me creía capaz de tolerar más por hoy. Aunque, quería asegurarme de una última cosa.

— ¿Ivy fue parte de la rebelión?

Esta vez no hubo más señales bruscas de su parte, nada más que una delicada sonrisa perezosa.

De pronto empecé a ver a Arlen con otros ojos. La veía más joven, ingenua y llena de esperanza. Nada parecido al ser letal que le gustaba sacar a luz para intimidarme.

— Ella no sabía nada. Era tan solo una bebe cuando todo inició.

Yo asentí.

Por un lado, una parte de mí se sentía aliviada de que ella no formó parte de ese movimiento fallido.

Pero era un sentimiento agridulce. Pensar en todo el peso que significaba ser una mestiza, cargar con el desprecio de esos dioses que mencionaba Arlen. Era algo nefasto. Como si ellas tuvieran la culpa de nacer en primer lugar.

— Gracias por todo. — Le externé. — Prometo guardar tus secretos.

Ella se elevó de la silla. La brisa hizo que su larga cortina de cabello marrón se moviera a un lado, izándose cual bandera contra el viento.

— Luego de que vives tanto tiempo y ves tantas cosas, te da igual guardar secretos. — Una lágrima plateada amenazaba con correr por su mejilla. — Puedes llamarme Lauren. Es mi verdadero nombre.

• ✧ •

Por obvias razones, nuestro usual encuentro matutino terminó antes de lo normal. Arlen, o mejor dicho Lauren, se excusó y dijo que tenía que pasar algún tiempo a solas. No la presioné al respecto, ya que ella había sido demasiado abierta conmigo hoy.

Tratando de aclarar mis ideas de todo lo que acababa de revelar, se me ocurrió que sería buena idea buscar a Milo. Y en el camino traté de convencerme de que por supuesto estaba buscando a la quimera y no era una excusa estúpida para ver a Ivy.

Claro, yo estaba preocupado por mi hijo Milo y nada más.

Fue cuestión de segundos para visualizar a las dos hembras en la proa. Me llamó la atención la forma en la que movían unas dagas afiladas, sus movimientos elegantes, rápidos y precisos. Parecía de algún modo una danza peligrosa.

Ya estábamos lejos de Ylia, y eso se notaba en el clima que se sentía cada vez más cálido conforme nos acercamos al sur de Midg. Por eso Ivy traía una camiseta sin tirantes de algodón, que se pegaba a su cuerpo y le permitía hacer con facilidad los movimientos que le indicaba a Ginger.

El sol elevado sobre nosotros, se reflejaba en su cuello expuesto, el sudor corriendo como una lámina sugerente y brillante por su piel, había empapado el comienzo de unos pechos que se agitaban bajo la tela mojada con cada salto y estocada que ella efectuaba.

¿Alguna vez la había visto a Ivy así? Sin duda la respuesta era que no.

Jamás olvidaría una escena así.

— Den. — Theo me llamó a modo de saludo.

Me volví exasperado por dos razones; primero, no había reparado en la presencia de mi amigo sentado en el suelo contra la sombra de una pared. Segundo, sentía como que alguien me había atrapado haciendo algo indebido.

— ¿Estás bien? — Frunció el entrecejo.

A su lado, se asomaba la cabecita de Milo, que hasta ahora no lo había visto por estar oculto tras el cuerpo de Theo. Sumado a eso, sentí el peso de las miradas de Ginger e Ivy tras mi espalda. Claro, todos ellos pensaban que me pasaba algo por reaccionar de ese modo.

— Yo... demonios... rebelión... — Intenté explicar. — Ay, ¿sabes qué? vine por Milo es todo.

Las chicas decidieron que era mejor seguir en lo que estaban en lugar de perder el tiempo prestando atención.

Gracias a los dioses.

— Claro. — Me respondió Theo entre risas.

Mi amigo se percató de que nadie estaba escuchándonos antes de susurrar:

— Debes ser más discreto con lo que miras Den. 

━━━━━━━━╮• ✧ •╭━━━━━━━━

N. A. Estoy feliz porque Academia de Brujas llegó a 500 votos! Por eso subiré un capitulo extra por allá, gracias a la increíble idea que se le ocurrió a Circe__lpz_And. 

Mientras tanto, aquí les dejo a Ivy!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro