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• I V Y •

Quien nace destinada a grandeza, no tiene miedo de enfrentarse a la muerte y los destinos más crueles que esta puede conllevar. La adrenalina, es como una melodía que cosquillea mi piel y me hace sentir más viva que nunca.

Este es mi propósito, este es mi momento, no hay tiempo para morir.

Lo siguiente que debía hacer para que este suplicio terminase, era conseguir que mis amigos brujos llegaran todos con vida al portal de los elfos antes de que el tiempo se acabara. De lo contrario, tendría que esperar doce horas más por la salida del sol en Midg, pero no era una idea muy razonable porque no estaba segura de poder soportar una persecución por doce horas mas.

Aunque logramos burlar los guardias del pabellón de las brujas, aún teníamos que enfrentarnos a los que merodeaban el mercado sumados a los brujos vendedores que no estaban de acuerdo con que un grupo de jovencitos corriera por sus tiendas sin control causando un revuelo.

La sensación de esquivar, atravesar y saltar por las tiendas del mercado de las brujas era como realizar un baile complicado, donde cada paso contaba y un error podría salirme muy caro. Me lance por lo aires para evitar tropezar una carreta repleta de frutas, solo me dio tiempo de tomar una jugosa manzana y darle un par de mordidas.

—¡¿En serio vas a comer en este momento?! —me regaño Circe corriendo como si su vida dependiera de ello.

Bueno, en realidad nuestras vidas dependían de ello.

—¿Tienes una mejor idea? —contraataque con la boca llena.

—No lo sé —respondió exasperada—. Tú eres la experta en salir con el pellejo ileso en situaciones como esta.

No estaba muy segura de si debía sentirme halagada o preocuparme por una afirmación como esa. 

Creo que luego de esta, era justo que empezara a tomar desiciones mas sensatas sobre el rumbo de mi vida porque ir de aquí para allá ganando enemigos en el camino resultaba un tanto agotador.

—Muy bien déjame pensar.

Lo más sensato era separarnos para perder a los guardias, pero mis amigos no conocían el lugar tanto como yo, así que existía la posibilidad de que se perdieran. Por ejemplo, podían tomar una ruta alterna y terminar en el territorio de Namphys por error, así que era una mala idea.

—Oigan —hablo Moll— ¿Ustedes también ven tres ángeles volando en nuestra dirección o solo soy yo?

¿Como?

Levante la cara hacia las nubes, y deje de respirar, deje de escuchar el mundo. Cualquier cosa que pasaba a mi lado, no la senti. Creo que llegue a gritar o tal vez gemí, pero mi voz me traicionó y en su lugar emitió un sonido tembloroso y entrecortado.

No podía creerlo, no podía verlas sin que mi visión se nublara por las lágrimas y no podía seguir corriendo porque mis piernas ansiaban que las dejara caer de rodillas contra el suelo.

Sus figuras no eran más que tres manchones a la distancia, solo podía distinguir sus alas moviéndose en una sincronía perfecta, pero de lo único que estaba segura era que ni con una eternidad podría olvidarme nunca de esas alas que conocía tanto como las mías. La de alas como la plata era Poppy, la de color más cremoso era Vela y en el medio con sus alas claras salpicadas de plumas cobrizas estaba Kara.

—¿Quiénes son? —cuestionó Ginger mirando hacia el cielo.

—Son mis hermanas —dije sin poder creerlo—. Son ellas, y están vivas.

• ✧ •

—¡Saca tus alas! —gritó Vela una vez que alcanzó suficiente cercanía con nosotros.

Era el grito de una guerrera, una melodía que mis oídos anhelaron tantas veces volver a escuchar.

—Pero mis amigos —dude—. No puedo irme sin ellos.

Entonces Kara hizo una señal con la mano que entendí al segundo. Significaba: tomen los objetivos, ahora. Una orden que di en miles de ocasiones en el pasado, y ellas lo aplicaban ahora para ayudarme.

La primera en descender fue Poppy, que hizo una picada hermosa, formando un perfecto arco en su descenso para tomar a Ginger por los aires y llevarla al cielo, lejos de peligro y en dirección al portal de los elfos. Luego fue Vela, que haciendo uso de sus envidiables músculos fue capaz de soportar el peso de Esdras y Theo combinados, la siguiente fue Kara con Moll y creo que ahí empecé a llorar de felicidad por segunda vez en el día.

Llamé a mis alas y sin pensarlo demasiado, tome a Circe conmigo. Despegué al cielo con un salto y percibiendo los gritos de júbilo de mis amigos reventando por mis oídos, combinadas con las maldiciones que lanzaron los guardias brujos desde la tierra. 

Lo hicimos, salimos vivos e ilesos de esto.

—¿Cómo me encontraron? —les grite contra el viento.

—Crucemos el portal de Demi primero, y luego te explicamos —fue la respuesta de Kara.

Cielos, sí que extrañe su actitud autoritaria de mierda.

Ahí, con el caos, mis recuerdos y mi viejo hogar a mis espaldas, entendí que jamás pertenecí a ese sitio. Porque estaba a punto de atravesar un portal a otro mundo y sentía como que volvía a casa, ya que cualquier lugar donde estuvieran los seres que más amaba, era mi verdadero hogar.

• ✧ •

Atravesé el otro lado del portal, y he de decir que no caí sobre mi trasero en esta ocasión. 

Muy orgullosamente puedo admitir que fue buena idea venir con Circe bajo mi agarre porque la bruja amortiguó mi caída.

—Si no es mucha molestia, ¿te importaría quitar tu trasero de mi espalda? —se quejó la rubia con la cara contra el suelo.

Le extendi una mano a Circe para ayudarla a levantar. Al parecer, fuimos las primeras en cruzar y tan solo nos esperaba Rosie de este lado.

La pelirroja estaba bostezando,  como si recién despertara de una siesta y aun sus ojos lucían un tanto cansados. Llevaba sus rebeldes rizos recogidos en una trenza que luchaba por contenerlos alrededor de cu cabeza, pero que al parecer perdió la batalla contra algunos mechones que encontraron su forma de salir en frente y ahora posaban contra su frente pálida. Su vestido era corto, pero de falda amplia. Parecía una princesa cuyas tierras eran de un clima arido y necesitaba ropajes frescos. 

—Todos los elfos vendrán en un momento, estaban cansados de esperar a que volvieran pero ya fueron informados de que están aquí —nos dijo entre bostezos a modo de bienvenida—. Demi me dijo que el tiempo y espacio funcionaba diferente para ustedes allá arriba pero nunca imaginé que fuera tanta la diferencia.

—¿Cómo? —cuestionó Circe—. ¿Acaso no duramos doce horas?

—En el cielo sí, pero aquí en Midg pasaron doce días.

Estuve tentada a preguntarle a Rosie si esos doce días ella siquiera pudo descansar lo suficiente, a mí me parecía que no había podido pegar un ojo en todo ese tiempo.

Entrando al salón, justo en ese momento me sorprendieron Lucas y Aren. Ambos sorprendidos de encontrarnos de pie junto a Rosie. 

Lucas sonrió maravillado y yo no pude detenerme cuando mis pies por cuenta propia corrieron hacia él para fundirnos en un abrazo muy necesario.

—Estuve muy preocupado por ti, Iv —dijo sin soltar nuestro abrazo—. Aunque claro, tus hermanas te extrañaron mucho más y gracias a ellas llegamos a tiempo.

Me aparté de él para examinar su rostro, para comprobar que lo que acababan de escuchar mis oídos eran ciertos.

—¿Ustedes se conocen? ¿cómo es posible?

—Pues digamos que tuvimos un encuentro un poco inusual y nos pidieron que las guiáramos a ti —dijo Aren con la mirada sobre Lucas y una traviesa sonrisa colándose en sus labios.

Parecía ser un chiste interno, por la forma en la que Lucas rodó los ojos ante sus palabras. Me pregunté, qué tanto había pasado entre estos dos en el tiempo que estuvimos separados. Aun me costaba imaginarme a un brujo en un barco de tritones, pero a juzgar por su piel más bronceada, su pecho que se sentía mas firme y el brillo de sus ojos, parecía ser que lo llevaba bien.

Después de eso, ellas empezaron a salir por el portal al igual que mis demás amigos. Todos cayendo en lugares distintos de la sala y todos a salvo. La última en salir fue mi tía Lauren.

Así que me aparte de Lucas para hacer algo que tenía años esperando. Volver a tocar a mis hermanas y decirles cuánto lo sentía, cuán importante eran para mí. 

Cruce la sala en dirección a ellas con pasos cortos, las palmas de mis manos empezaron a sudar de forma increíble por la expectativa. Ellas voltearon hacia mí, al percatarse de lo que pretendía y susurraron algo entre sí. Yo me sentí eufórica.

Pero después Vela corrió hacia mí, me pateó el estómago y me lanzó lejos contra el suelo. Sentí el peso ligero de Poppy contra mi cabeza cuando posó su bota contra mi cráneo.

Alguien jadeo sorprendida en la sala.

Kara se arrodilló frente a mis ojos, para que prestara atención a todo lo que tenía por decir.

—Eso fue por mentirnos —sonrió con malicia.

Eche tanto de menos a estas tres cositas violentas y rencorosas.

—Oigan —dije en voz alta, para que los brujos me escucharan—. Se que esto se ve mal, pero juro por los Dioses que estamos jugando.

—¿Cómo que jugando? —preguntó Esdras con sus espadas afuera—. Casi te matan de un golpe.

—Enserio crees que podrían acabar conmigo de solo una patada? me ofendes Esdras.

Aprovechando el momento, gire y tome a Poppy por el tobillo. La arroje hacia donde estaba Kara. Tal y como los viejos tiempos.

—Estas fuera de forma, pero aun mantienes el toque —observó Vela de brazos cruzados —. Tu cabello es demasiado largo, creo que debería acostumbrarme ahora.

—¿Qué tal si dejamos los golpes de lado y empezamos a hablar como seres normales? —se quejó Poppy mientras ayudaba a Kara a ponerse de pie—. Los brujos pensaran que somos unas salvajes.

—Por mi no te preocupes cariño —hablo Aren—. A mí sí que me consta que las cuatro son igual de civilizadas que un perro con rabia. 

En efecto, mis amigos brujos estaban un poco estáticos por la improvisada pelea. No los culpo yo estaría igual. 

Ademas de Aren y Lucas, la única que no se veía sorprendida por nuestro comportamiento era Lauren, quien solo dejo escapar unas sonrisas hacia nosotras.

—¿Cómo es que están vivas? —Fui la primera en preguntar. Yendo al grano.

—Porque no estuvimos peleando en la guerra con los demás arcángeles —dijo Kara limpiándose el polvo de la ropa—. En lugar de pelear como los demás fuimos por ti porque bueno, nunca volviste.

Mi corazón se estremeció.

Desafiar la autoridad por mí era... wow. Creo que la prueba más grande de su lealtad. Pensé en el discurso que me había dado vela la ultima vez, sobre estar juntas toda la eternidad hasta convertirnos en polvo de estrellas o algo así, pero no pensé mucho en ello porque lo menos que quería era ponerme aun mas sentimental en un momento como ese.

—Nos desterraron del cielo por eso —continuó Poppy—. Los querubines nos marcaron, así que somos ángeles caídos que tenemos prohibido volver a ser arcángeles. Pero cómo quedamos pocos de ellos no tiene tanto sentido la verdad.

Se encogió de hombros al final, quitándole importancia a una acusación tan grave. 

La marca era una vergüenza, un tatuaje de alas negras que indicaba deshonra entre nosotros los hijos del cielo pero... para ellas no parecía ser la gran cosa.

—Yo los obligue a que me pusieran la marca en el trasero —dijo Vela orgullosa—. Debiste ver la cara que pusieron.

Abrí muy grande la boca por la sorpresa. 

Sabia que ellas no eran normales, pero sinceramente las desconocía.

—Así que los querubines, desterraron a las tres únicas arcángeles sobrevivientes —dije procesando la información—. Qué idiotez.

Vela frunció los labios y miro arriba. Era una acción poco usual en ella porque Vela siempre tenia algo por decir, así que era obvio que algo estaba tratando de tragarse pero la carcomía por dentro.

Aun faltaba más por contar.

—¿Qué pasa? —cuestione ahora demasiado confundida.

Kara dio un largo suspiro.

—Digamos que Uriel nos siguió cuando se percató de que nos alejamos de la guerra. Así que él y su cuadrilla están con vida también —dijo dándole enrollando un mechón de su cabello en una mano.

Vaya, eso no me afectó en lo absoluto.

—Descuiden, ya lo superé. No es para tanto.

Ellas relajaron los hombros.

—Que bueno saber eso porque no teníamos idea de cómo reaccionarías al enterarte que el y Kara tuvieron una hija —soltó Vela de golpe.

¿Una que?

Mire a Kara con los ojos muy abiertos. Busque en su estómago señal de embarazo pero estaba tan plano como siempre, luego me percate de que eso era demasiado estupido de mi parte porque si ya había tenido la bebe era obvio que no había rastros de embarazo.

—En mi defensa, teníamos tres años buscándote. algo debíamos hacer en todo ese tiempo —se defendió Kara.

No se que se supone que debe hacer alguien estas situaciones. Felicitarla supongo. Pero hasta eso se sentía demasiado extraño.

—¿Y dónde está la niña? —fue la única pregunta coherente que se me ocurrió.

Todas ellas sonrieron. Lo que significaba que ahora si me darían noticias más emocionantes.

—Como sabes, perdimos a todos los que conocíamos —empezó diciendo Poppy—. Pero quedaron vivos aquellos que no estuvieron en la guerra: los estudiantes del campamento. Todos ellos están bien, siguen seguros en el campamento y Uriel junto con su cuadrilla cuidan de ellos y también los pocos instructores que quedaron. Nuestra sobrina está allí también, pateando traseros y siendo feliz con los demás pequeñines.

Eso significaba que... no todo estaba perdido.

Con los demás arcángeles de nuestro lado podría ser que existía la posibilidad de ganar esto, solo necesitaba mover las piezas correctas para que Ylia estuviera a salvo, los demonios malvados serian acabados y los buenos liberados del inframundo. 

Eso era esperanza, esto era un futuro mejor que estaba frente a nuestros ojos, una nueva oportunidad para hacer las cosas bien esta vez.

Pero me faltaba algo muy importante para ello, la pieza más importante de todas. La otra mitad de mi corazón.

Me gire hacia los brujos, busqué entre ellos y no di con él. 

Empecé a respirar con dificultad, sentí el corazón rebotando en mi pecho a mil por hora y un nudo asfixiándome en la garganta. Así que sin mirar a nadie en particular, pregunte:

—¿Dónde está Aiden?

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