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• I V Y •

—Ivy, ¿ya nos dirás por qué estamos todas reunidas aquí? —rogó por saber Circe.

Revelar mi secreto ante los elfos despertó mucho interés sobre mi persona, por lo que esos seres encantadores ahora se disponían a atender todos mis caprichos; verificaban de manera constante que no me faltara nada y me era casi imposible hacer cualquier cosa dentro del palacio sin ser vigilada. Incluso en algunas ocasiones, algunos elfos me detenían en medio de los pasillos para preguntarme si había algo que necesitaba.

Nunca me acostumbraría a nada de eso.

Aprovechando esa pizca de influencia, me encargué de convocar a las gemelas, Circe y hasta a Lauren conmigo en una sala que albergaba una mesa muy grande y varias sillas a su alrededor. Los sirvientes personales de Demi prepararon la mesa con postres diminutos, un pastel de varias capas y té de manzanilla humeante. Una espléndida merienda digna de una reina.

Era consciente de que incluso la hospitalidad era una jugada por parte de la diosa elfa, una manipulación en la cual no tenía intenciones de caer.

—Las he reunido aquí porque es momento de que hablemos sobre nuestros avances. Hasta ahora sabemos que tenemos a demonios y bestias desperdigados por todo Midg.

Rosie, quien hasta ahora jugaba con Milo en una esquina, frunció el ceño.

—¿No es eso lo que hacen Moll y los otros durante sus reuniones?

—Si, pero me niego a dejar que ese grupo de idiotas sigan tomando decisiones por nosotras —me apresuré a responder—. La última que tuvieron resultó en una acusación contra Coryanne sin fundamento alguno y hasta terminaron en medio de una orgía por no saber leer. De ahora en adelante nosotras haremos las reuniones.

Todas estaban un tanto confundidas. Hasta Lauren que siempre se mantenía imparcial, me miraba un tanto preocupada.

—Sé que esto no es algo a lo cual están acostumbradas pero hagamos un intento, ¿Que más hemos descubierto hasta ahora?

Nadie habló.

Choqué mis dientes entre sí. Esto iba a ser mucho más difícil de lo que pensaba, pero me negaría a aceptar que me había equivocado con esto ya que Aiden se encargaría de burlarse de mí en mi cara por no dejarlo participar.

Esta misma mañana, luego de una sesión de besos tras la declaración de Aiden, tuve que hacer acopio de todo mi autocontrol para alejarme de él y dejarle saber que había tomado la decisión de que ya él no estaba a cargo de las reuniones. Al principio se mostró ansioso por discutir al respecto, por tal razón tuve que prometerle que iba a hornear galletas en la noche si me dejaba hacer esto.

Muy orgullosamente puedo decir, que las galletas lo convencieron.

Ginger levantó una mano para responder, yo le cedí la palabra.

—Creo que no hemos descubierto nada nuevo porque lo único que hemos hecho hasta ahora es coger entre nosotros.

Abrí la boca sorprendida por la naturalidad con la que decía una cosa así. Circe empezó a asentir pensativa, como dándole la razón. Rosie por otro lado, tan sólo ahogó una risita ante el comentario de su hermana.

—No puedes... tan sólo decir eso sin más. Debes respetar a Lauren.

Ginger arqueó una ceja cobriza.

—¿Y eso por qué?

Mascullé para mis adentros que esta reunión no tenía pies ni cabeza.

—Es una sacerdotisa entre los demonios. Se supone que le debemos respeto al igual que las Wiccianas.

La pelirroja miró a Lauren, sorpresa brillaba en esos ojos grises. Con un tono muy serio le dijo:

—Siento incomodarte. Si necesitas alguien con quien desestresarte, la elfa que me cambia las sábanas hace un buen trabajo y es discreta.

Golpeé mi frente con la palma de mi mano.

Ginger era un caso perdido.

—Gracias por la propuesta, pero me temo que no la aceptaré ya que no la necesito —respondió mi tía manteniendo la compostura—. Aunque sea difícil de aceptarlo, ella tiene razón. Lo único que han hecho es fornicar entre ustedes hasta ahora.

Sin más remedio que cruzar mis piernas sobre la mesa, empecé a darle vueltas al asunto. Rosie estaba con Moll, Circe con Esdras, Ginger con... bueno con quien sea que ella estuviera y sobre Lauren no me detuve a lanzar conclusiones porque era un límite que no quería cruzar.

Oh santos y despiadados dioses en los cielos. ¡Milo y yo éramos los únicos vírgenes en este viaje!

Mi vida sexual podía ser comparada con la de una quimera. No sabía cómo sentirme al respecto.

Entonces, como si lo hubiera invocado con mis pensamientos, Aiden asomó la cabeza por la puerta de la entrada.

—¿Interrumpo algo? —dijo con una sonrisa, repasando a todas las presentes con la mirada, y por último a mí.

Maldije para mis adentros al sentir como el calor subía a mis mejillas.

—No estás invitado aquí, sólo hembras —dije entre dientes.

Él se hizo el ofendido.

—Sólo vine por un trozo de pastel, relájate.

Entrecerré los ojos.

—Ambos sabemos que sólo quieres meter tu nariz en mis asuntos. Lárgate.

El muy idiota sabía que me estaba incomodando y lo disfrutaba.

Hizo caso omiso a mis palabras y tuvo la audacia de reclamar el asiento vacío al frente de mi en la mesa, empezó a servirse pastel y té. Todo eso lo hacía guiñándome un ojo.

—Pueden seguir en lo que estaban, sólo hagan como que no estoy aquí.

—No interrumpes nada —admitió Lauren—. No llegamos a ninguna conclusión importante así que Ivy estaba a punto de entrar en crisis y dar la reunión por terminada.

Me volví indignada.

—¡Oye! —le grité ofendida—. Se supone que estás de mi lado.

—¿Cómo sabes que estaba apunto de entrar en crisis? —cuestionó Aiden divertido.

Genial, ahora yo era el chiste.

—Siempre arruga la nariz antes de explotar.

Rodé los ojos.

—Suficiente —alcé la voz por encima de ellos dos. —Aiden, ya puedes irte.

Él llevó la mano hacia su pecho de una forma exagerada.

—¿Así es cómo tratas a tu novio?

Circe reaccionó ante esas palabras. Con los ojos muy abiertos y una cara de loca que me asustó.

La rapidez con la que lo hizo, provocó que Aiden diera un salto en su lugar.

—¿Acaso acabo de escuchar que lo de ustedes es oficial? —cuestionó la rubia muy seria.

—Emm pues sí —respondí— ¿Por?

Ella intercaló su mirada en mi, luego en él. Varias veces repitió la acción.

—Esto cambia las cosas. Todo lo que hemos tramado ha sido con el objetivo de descubrir quiénes están detrás de los demonios y las bestias, hemos actuado con lo que tenemos bajo las sombras con temor de ser atrapados en el acto. Pero si ustedes están juntos, creo que eso enviaría un mensaje muy fuerte que atraería personas a nuestra causa y podríamos atacar.

Se me erizaron los pelos del brazo.

—¿A qué clase de mensaje te refieres?

Me sorprendió la agilidad con la que trabajaba la mente de Circe. Ella era brillante y las ideas le venían sin detenerse. Era un mecanismo tras otro, hacía que las cosas encajaran y lograba explicarlas con naturalidad.

—Aiden es prácticamente un rey porque sus padres han sido tomados bajo el control de los demonios. Tú eres una diosa de la cual no sabíamos hasta ahora. Juntos pueden convencer al mundo de que las cosas están mal y que necesitamos atacar a los demonios antes de que sea demasiado tarde.

Se me hizo un nudo en la garganta.

Una diosa, una diosa, una diosa.

No podía ser cierto. El hecho de que mis padres lo fueran, no me hacía una.

¿O si?

—Nosotros no estamos unidos con esos fines —Aiden habló por los dos, no había ni un ápice de emoción en su voz—. De todas formas, mis padres siguen bajo el control de Ylia. Yo no tengo a nadie para gobernar.

—Den... —musitó Rosie desde su esquina con una expresión preocupada—. Tus padres llevan meses bajo el control mental de los demonios. No sabemos si están vivos, si están rotos. Creo que hablo por todos aquí cuando digo que tendrás que tomar el control en cualquier momento.

La quijada de Aiden se tensó, mis pulmones dejaron de funcionar y estaba pensando un millar de cosas incoherentes.

Muy en el fondo sabía que tenían razón, sabía que había estado alejando esta idea por mucho tiempo pero la realidad me estaba golpeando en la cara. Habría que pelear, y esta vez sería una guerra muy fea.

—Aunque consigamos prepararnos para pelear —habló Ginger—. ¿Contra quién y con qué fines lo haremos?

Con la incertidumbre inundando los rincones de mi cabeza, el miedo helando mi sangre, resolví en decir:

—Pensé que lograríamos descubrir algo sobre eso en esta reunión pero me temo que no pudimos. —Tomé un largo suspiro y acaricié mi cien—. Demi tiene una idea sobre quién puede estar detrás de todo esto y piensa compartirla con nosotras si aceptamos su propuesta.

Todas ellas lucían contrariadas.

—¿Desde hace cuánto sabes eso? —ladró Circe molesta—. ¿Por qué lo compartes ahora?

Tuve que morder mi labio inferior para no desencadenar la ola de emociones que estaba acumulandose en mi garganta.

—Porque a su modo, sería muy peligroso para ustedes y no quiero arriesgarme a perderlos.

Circe suavizó su expresión solo un poco, aun así el cólera era visible en esos ojos verde pino.

—Esta es una lucha de todos. Nuestros reyes y continente están en juego. No sólo tú eres la afectada.

Aiden esbozó un largo suspiro.

—No hay necesidad de que hagas las cosas más difíciles de digerir Carruzo —le recriminó sin levantar demasiado la voz.

Ella se cruzó de brazos.

—Algunos no quieren escuchar la verdad por miedo a que sus ilusiones sean destrozadas.

Tras eso, se hizo un silencio en la sala que duró toda una vida.

Lo demás no había que decirlo. Estaba ahí entre nosotras nuestro siguiente movimiento: aceptar la ayuda de Demi porque no había de otra.

Sentía culpa. Porque nos había guiado a todos por caminos incorrectos y ahora estábamos entre las garras de algo más fuerte de lo que nuestra percepción podría algún día concebir. Una pesadilla hecha realidad. Una guerra que podíamos perder.

También una nueva preocupación para mantenerme despierta toda la noche:

¿Quiero ser diosa?

¿Quiero ser reina de las brujas?

Yo sólo quería ser libre y feliz, estar con Aiden un poco más de tiempo y no tener más preocupaciones. Dejar de huir y tal vez encontrar una casa en medio de Caelum para compartir con Milo y Lauren una vez que esto acabara.

Quería una vida, solo eso.

Levanté la vista al príncipe que estaba sentado frente a mí. Por la forma en la que sus ojos azules se veían idos y los músculos de su cuerpo caídos, supe que él se estaba cuestionando lo mismo que yo.


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