28
• I V Y •
Justo cuando estaba de humor, siempre pasaba algo que me hacía enojar y entonces me daban ganas de matar a alguien.
Hoy por ejemplo: quería matar a Aiden.
Estaba enfocada en mis asuntos, estrenando un fresco vestido blanco que me regalaron los elfos, comiendo aguacates con una deliciosa sopa de pollo y fideos cuando Arlen me interrumpió para darme la noticia de que Aiden estaba en una crisis y por algún motivo, yo era la única que podía resolverlo.
Esta era la peor parte de cualquier relación, el convertirte en el apoyo emocional de tu pareja. Siempre lo había visto como una tarea tediosa en la que una no puede involucrarse demasiado en los problemas del otro para que no desarrolle una dependencia, pero sí debía mostrarme interesada lo suficiente para que él sepa que me importa. En fin, un desastre.
—Escúchame bien idiota —empecé diciendo al irrumpir en la habitación—. Sea lo que sea que te esté pasando más te vale que esté justificado porque me acabas de separar de mis aguacates.
Dentro estaba Esdras con expresión preocupada, recogiendo unas hojas medicinales y echándolas en una bolsa. Todo el lugar olía como a las salas de curaciones que frecuentaba Lucas, las notas aromáticas de eucalipto y el alcohol haciéndose muy presentes entre las hierbas. Luego estaba Aiden, mirándome tendido en la cama con la nariz y los ojos tan rojos e hinchados que el azul de su mirada se veía aún más intenso que de costumbre. Sus ojos recorrían el borde del vestido que terminaba en mis piernas, los tirantes que se ajustaban sobre mi pecho ajustado y luego volvieron a mis piernas. Luego de aquella inspección, me percaté de que tal vez el vestido era un poco revelador.
—¿Que sucede aquí?
—Pues estoy recogiendo basura —empezó diciendo Esdras—. Y ahora iré a sacarla.
Antes de siquiera terminar la oración, el castaño tomó todas las ramas y las apretujo contra sí mismo. Salió despedido como si su vida dependiera de ello, dejándome allí sola con Aiden.
—¿Y bien? —Exigí saber.
—¿Por qué nunca me dijiste tu edad? —cuestionó él despacio.
Abrí y cerré la boca varias veces un tanto confundida. Luego caí en cuenta de que al parecer había hablado sobre mi edad con todos menos con él. No es que me apenara, es solo que la conversación nunca se había dado y jamás pensé que sería de gran importancia. Creo que simplemente se escapó de mi cabeza.
Tomé asiento a un lado de él y también me puse sobre un costado en la cama.
—No pensé que fuera tan relevante —le respondí con la misma suavidad.
¿De dónde había salido esa paciencia en mi? no tenía idea.
Si hubiera sido cualquier otro, lo más seguro es que le hubiera dado una cachetada que lo hiciera sangrar para que no me saliera con estas babosadas pero heme aquí, siendo alguien decente y resolviendo la inestabilidad emocional de otros con palabras en lugar de golpes.
Dioses, me desconocía a mí misma.
—Claro que es relevante cuando eres mayor que mi tatara abuelo.
Oh, ese era el asunto.
—Aiden no soy tan mayor, puedes estar tranquilo —expliqué intentando sonar serena—. Es solo que el tiempo pasa diferente aquí en Midg que en El Cielo. Prácticamente tenemos la misma edad.
Él llevó una mano a su pecho y dejó escapar una gran cantidad de aire que no se como pudo contener por tanto tiempo. Luego me rodeó con sus largos brazos para unirme a él en un abrazo.
— ¡Haberlo dicho antes! no sabes lo tormentoso que fue pensar que eras una anciana cuando luces tan bien en este vestido —dijo con el rostro contra mi pecho.
—Y yo lamento no haberme explicado mejor.
No lo admitiría en voz alta, pero estar acurrucada con Aiden puede que sea más agradable que comer aguacates.
Por inercia una de mis manos decidió acariciar su cabello, las puntas de mis dedos perdiéndose entre los rizos negros, a lo cual él respondió con una especie de gruñido placentero.
—¿Hace cuánto no te cortas el cabello? —cuestioné estirando uno de sus rizos.
—Desde que no estamos en el barco supongo.
Él empezaba a verse algo descuidado por el estrés de todos estos días. Sumado a eso, el hecho de que no tenía a ningún sirviente a su lado que se preocupe por su apariencia. No lo culpaba, habían pasado tantas cosas que era imposible siquiera tener tiempo para cuidar de sí mismo o incluso sacar tiempo para mí. Bajo nuestras circunstancias, momentos como este eran demasiado valiosos.
—Siéntate y pásame unas tijera, lo cortaré yo misma —anuncié poniéndome en pie.
Aiden me indicó que buscase en la mesa que estaba junto a su cama. En su interior contenía un mapa enrollado, pergaminos, lápices, la corona de su madre, un libro oscuro que no había visto antes y unas tijeras.
—¿Desde cuando sabes cortar cabello? —preguntó curioso.
Me volví hacía él y me encontré con que estaba sentado en la espera de que empezara el corte.
—Entre los arcángeles es común que nos cortemos el cabello de vez en cuando entre nosotros mismos. Yo por ejemplo, lo hacía con mis hermanas. Así no estorba las alas durante el vuelo.
Partí su cabello por la mitad con un dedo, los rizos caían a los lados como pequeñas olas onix que nacían de su cabeza.
—¿Extrañas volar?
Tomé el mechón delantero y sosteniéndolo entre dos dedos, corté las puntas hasta la altura de su ceja.
—Me trae muchos sentimientos encontrados. Primero era arriesgado hacerlo en Ylia para evitar ser descubierta. Luego cuando volé en el barco para luchar contra los Selkies, me sentí libre. Pero después cuando me drené e intenté llamar a mis alas y nunca vinieron, fue escalofriante. Creo que voy a necesitar mucha fuerza de voluntad para volver a intentarlo.
—Si requieres más sangre para estar en forma, puedes succionar la mía siempre que quieras.
Arrugué mi nariz ante la idea asquerosa de tomar sangre. Él rió por mi gesto.
Seguí seccionando y cortando sus puntas con cuidado, dejándolo largo de arriba y más corto en la parte inferior, tal y como lo tenía cuando lo conocí en la Academia.
Me concentré demasiado en lo que estaba haciendo, así que él aprovechó mi distracción para tomarme por los muslos y cargarme hasta dejarme sentada sobre su regazo, mis rodillas flexionadas a sus costados.
—Qu-que estas-
—Para que no estés parada mucho tiempo y te canses —explicó a milímetros de mi cara. Sus manos me sostenían de la cintura.
Asentí y continué con el corte. O bueno, hice lo que mis manos temblorosas me permitieron.
—Sigue contándome sobre el cielo —ronroneó en mi oído. Sus labios apenas rozaban mi piel al hablar.
Tragué en seco.
Aiden estaba a nada de hacerme enloquecer.
— Pu-pues no hay días grises o azules como aquí, mucho menos existe dia o noche. Siempre es un atardecer despejado, con el sol poniéndose en el pabellón de los ángeles y un poco de oscuridad del pabellón de los demonios.
—Suena interesante —dijo ahora con la nariz contra mi cuello— ¿terminaste el corte?
Pues no, pero estar en esta posición con él no era algo que podía soportar un segundo más así que no tuve más remedio que mentirle:
—Si.
Luego de eso me arrebató las tijeras y las tiró hacia la mesa de donde las había sacado. Apenas llegué a abrir la boca para preguntarle qué le estaba sucediendo hoy cuando sus labios atraparon los míos.
Me besó de una forma tan impregnada de fiereza que me era complicado seguirle el ritmo. Con una de sus manos me sostenía por la parte baja de la espalda y con la otra agarraba mi barbilla. Su lengua se abrió paso hasta la mía casi de inmediato, lo cual me hizo gemir.
Sentí ese beso en casa rincón de mi cuerpo y en cada esquina de mi corazón. Estaba inundando mis sentidos y erizando uno por uno los cabellos en mi nuca. Era como si estuviera nadando entre corrientes abarradoras de placer nunca antes exploradas.
Sus manos no perdían tiempo, eran expertas y sabían trazar los círculos necesarios en mi espalda para provocar que mi entusiasmo solo aumentara a niveles que, hasta ese momento, me eran inconcebibles. El mundo se redujo a un instante líquido y cálido.
Las puntas de sus dedos se deslizaron por mi cuello, reemplazando mi barbilla por uno de mis senos a cual apretó a su antojo, sin aviso alguno. Ahí fue cuando me di cuenta de que no podía más.
Era suficiente.
Con un salto me liberé de su agarre. O más bien, podría decirse que huí de él. Aun con la respiración entrecortada, el vestido descompuesto y mis labios palpitando tanto o más que mi corazón.
Aiden estaba casi en un estado tan malo como el mío, pero lucía confundido y entre sus pantalones... por los jodidos y santos dioses. Había toda una montaña marcándose en sus pantalones.
Sentí sangre subir a mis mejillas, calentando mi cara aún más que otras partes de mi cuerpo que se habían encendido hace unos segundos.
Esto era demasiado incómodo, y dar explicaciones solo lo haría más incómodo.
—¿fuí demasiado rápido? —cuestionó arrepentido— lo siento, es que esta era la primera vez que teníamos privacidad en mucho tiempo y pensé que sería buen momento.
Él siendo tan lindo como siempre solo hacía las cosas más difíciles.
—No, no es tu culpa es solo que yo...
Las palabras murieron en mi lengua.
Aiden alzó una ceja.
—tú —puntualizó para que prosiguiera.
Mordí mi labio inferior con fuerza. Decírselo sería más difícil de lo que pensé.
—Ivy, no puede ser tan malo —dijo parándose de su lugar y dando pasos hacia mí—. Sea lo que sea que te pase, no te forzare a decir ni hacer nada hasta que estés lista.
Cuando llegó a mi lado acarició mi cabeza y plantó un beso en mi frente.
—Gracias —respondí sintiéndome demasiado pequeña. Aún más de lo normal.
—Como sea, no debe de ser la gran cosa —enunció a la vez que se alejaba de mí y volvía tomar asiento en su cama—. Estoy seguro que no vale tal alboroto.
Me crucé de brazos.
—¿Como por qué estás tan seguro de que no es la gran cosa?
Me dedicó una mirada obvia.
—Porque ya estoy acostumbrado a que seas dramática. Si no te conociera bien, hubiera pensado que era tu primera vez por la forma en que te alejaste de mí —dijo divertido.
No correspondí a su tono bromista, en lugar de eso bajé la cabeza y enfoqué la mirada en la punta de mis zapatos.
—Iv —me llamó ahora un poco preocupado— acaso... ¿Eres virgen?
No tuve más remedio que asentir sin mirarlo a los ojos.
Se hizo un silencio frío y grueso.
Tratar este tema, era extraño.Por algún motivo no sentía que fuera la gran cosa pero a la vez lo era todo.
—¿Ahora estás desinteresado de mi? — Pregunté abrazándome a mi misma.
—Claro que no —murmuró con dulzura— la verdad, estoy feliz de que esa fuera la razón. Por un momento pensé que tú también creías en el mito de los quintillizos, ahí si que me hubieras perdido.
Entonces volví a acercarme a él y lo abracé. De forma casi automática, el correspondió enrollando sus brazos por mi espalda.
—No tienes idea de lo mucho que significa esto para mí.
Nuestro abrazo duró unos segundos, fue un bello momento que atesoraré por mucho tiempo. Percibir su corazón latiendo contra el mío, sus brazos que me hacían sentir en casa. Era mucho más íntimo que besarlo sin control. Por ese breve momento fui feliz, pero luego Aiden dañó el ambiente con unas risas.
—Perdón —se disculpó entre carcajadas—. Es solo que no puedo con la ironía de esto.
—¿De que te ríes?
Él me dedicó una sonrisa mostrando todos sus dientes mientras intentaba calmarse.
—Pues tu duraste meses usando la palabra virgen como insulto conmigo. Incluso creo que fue una de las primeras cosas que dijiste cuando te conocí.
Fruncí el ceño.
—Estás siendo un idiota.
Aun entre carcajadas, me tomó por el brazo y me invitó a sentarme sobre sus piernas a lo cual accedí, pero en esta ocasión estaba de lado.
—Esta es la primera vez en que siento que estoy por encima de ti en algo.
Aun seguía medio enojada, así que mantuve mis labios fruncidos.
—Eres un maldito príncipe, claro que me superas en muchas cosas.
Aiden aun con esa ridícula y hermosa sonrisa, apartó un mechón de cabello de mi rostro y lo acomodó detrás de mi oreja.
—¿Me creerías si te digo que ni teniendo a Ylia bajo mi poder me sentiría a tu altura?
Hice un esfuerzo inmenso para ignorar las revoluciones de mi corazón ante esas palabras.
Me dije: hagas lo que hagas Ivy, no seas débil. Fácil ya eres, pero él no tiene por qué enterarse.
—Aún así, acabas de reírte de mi inocencia en mis narices.
Él apartó su cara de la mía para volver a burlarse.
Entonces las ganas de matarlo volvieron a mí.
—Eres una prófuga de los dioses, viviste entre arcángeles violentos, sangre de demonios corre por tus venas, mataste a más seres de los que puedes contar y... aun así conservas algo de inocencia. Creo que eres el único ser en todo el mundo que reúne todas esas cualidades y de algún modo hace sentido.
—Adulador odioso —mascullé.
Me dio un beso en los labios, este fue más corto que un latido. Apenas un toque delicado.
—Sucede que todas estas cosas que forman parte de tu historia, me parecen fascinantes. Supongo que eso me hace tu mayor admirador.
Rodé los ojos.
—Ya que terminé mi trabajo aquí, me largo. Tengo hambre y los aguacates esperan por mi.
—Está bien —repuso liberándome a regañadientes—. Yo tengo que hablar con mis amigos para organizar el planteamiento que haremos a los elfos sabios.
Asentí y permanecí unos segundos allí alisando los pliegues de mi falda. Aun después de haber encontrado este momento de paz para nosotros o bueno, lo que sea que fue eso, me era imposible bajar la guardia. Porque por más bien que se sintiera ser deseada por Aiden y toda esta generosidad de los elfos, aun habían brujos en peligro, bestias sueltas y demonios atrapados contra su voluntad en el inframundo.
Mi cabeza dio vueltas solo de pensarlo.
—Podríamos dormir juntos en la noche —él sugirió en un tono bajo— sin tocarte claro está, solo descansar. Me gusta pasar tiempo contigo y estoy seguro de que Milo estaría de acuerdo con que nos acompañes.
Todo en él se antojaba genuino. Su mirada azul zafiro era sincera y sus palabras cálidas carecían de malas intenciones.
En ese instante sentí que no existían las razas ni mucho menos escalones sociales que nos dividieran, como si nuestras responsabilidades por un segundo se esfumaron y tan solo dejaran atrás a dos jovencitos que intentaban escribir una historia de amor con las cenizas de un mundo roto.
—Me encantaría. —Sonreí.
Se me ocurrió que, tal vez, salvar al mundo no tenía porqué ser un camino solitario.
━━━━━━━━╮• ✧ •╭━━━━━━━━
N. A. Actualización en jueves porque me emocioné escribiendo y terminé el cap demasiado rápido XD
Pregunta importante, ¿hay algo que estaba en Academia de Brujas que acá creen que falte? puede ser más romance, más humor, más misterio o lo que sea. Ustedes digan y yo lo tomaré en cuenta para mejorar la historia.
Gracias por leer <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro