27
• G I N G E R •
La fiesta de los elfos dentro del gran árbol duró toda la noche y toda la mañana del día siguiente.
Teníamos prohibido bailar ya que según Aiden, la totalidad del lugar estaba encantado. De modo que si intentasemos hacer el más mínimo movimiento en la pista de baile, estaríamos condenados a bailar hasta morir. Esto se debía a que a pesar de ser muy amables, los elfos tenían un humor un tanto ácido y este tipo de cosas era lo único que animaba sus almas inmortales.
Así que sin ninguna otra opción, disfrutamos del vino, la miel, los quesos y las frutas que había en uno de los miles balcones que había en los alrededores. la mayoría de ellos abiertos al público y suspendidos en las paredes del árbol. Ivy descubrió una especie de fruta de color verdoso llamada aguacate y se había vuelto adicta. La comía troceada o machacada, con pan tostado o galletas saladas, acompañada de especias o simplemente nada. Creí que estaba exagerando así que dejé engullir sus aguacates en paz y me acerqué más a Rosie que descansaba echada en una hamaca.
—La comida estuvo deliciosa —dijo mi hermana toqueteando su estómago— creo que será mejor que vaya a descansar en mi habitación.
—Puedes adelantarte, yo iré más tarde —le informé.
De pronto su sonrisa desapareció y me miró con ojos muy abiertos.
—No-no voy a compartir mi habitación contigo.
Eso era extraño.
Rosie temía a la soledad, por lo que siempre habíamos dormido juntas.
A menos que... oh no.
—¿Vas a dormir con Moll?
Ella tragó en seco. Sus ojos apuntaban al suelo en un intento de esquivar mi mirada.
—Vaya que eres muy buena en esto de ser una bruja mentirosa Rosie —negué decepcionada—. Te desconozco.
Ella tornó sus ojos grises hacia mí. Ni una pizca de arrepentimiento en su mirada, tan solo lucía apenada de que me enteré de este modo.
—No me molesté en decírtelo porque sabía que reaccionarías así —admitió seria.
Bufé.
—Pues acabas de mentirle a la única persona en el mundo que sabe lo retorcida que eres y aun así intentó protegerte, ayudarte y-
—Jamás te pedí ayuda —soltó exhausta.
Las palabras fueron agudas y desgarradas, un grito de auxilio que llamó la atención de los elfos de la pista.
Ivy entendió que no debía estar presenciando esto, así que recogió sus aguacates y se fue a otro lado.
Ver a mi hermana usar ese tono me hizo permanecer callada en mi lugar y observar cómo el cólera dejaba rastros en esa tierna imagen de damisela de rizos llameantes.
Cerró sus ojos con fuerza y talló sus párpados con avidez cuando se percató de que estaba montando toda una escena.
—Solo... quiero ser feliz a mi modo. —Su tono fue más calmado en esta ocasión.
Mis labios estaban entreabiertos.
No supe qué responder, no cuando sus intenciones eran claras y parecía que no me necesitaba más.
Yo no hacía falta.
Entonces me di vuelta, y la dejé allí.
• ✧ •
Por simple inercia, mis pies se dirigieron a las habitaciones de los invitados. No estaba muy segura de cómo llegaría hasta él, ni sabía que me motivaba a hacerlo.
La primera puerta que abrí, reveló dos brujos en el interior de una habitación en una escena sin lugar a dudas singular: El príncipe Aiden, acostado en una cama con los ojos idos apuntando al techo, demasiado preocupado y un tanto pálido como para importarle mi presencia. Junto a él, Esdras agitando unas amplias hojas de palmas para refrescarle. Todo el lugar estaba impregnado a un aroma de eucalipto.
—¿Interrumpo algo?
—Aiden se desmayó dos veces, pero ya está bien. Tengo la situación bajo control —dijo Esdras intentando sonar casual—. O eso creo.
Intercambié la mirada entre el príncipe que sin lugar a dudas no lucía en sus cinco sentidos y su compañero que trataba de resolver la situación abanicando con unas hojas.
¿Por qué todos tenían que ser tan raros?
—No tengo mucho tiempo para esto —hablé con desespero—. ¿Saben dónde está Theo?
—¡SON DOS MIL! —rompió en llanto Aiden de la nada.
Su arrebato de emociones me tomó desprevenida, por lo que eché un paso hacia atrás. No sabía a qué se refería pero sea lo que sea, no quería tenerlo cerca.
—En la habitación de la derecha —respondió Esdras a la vez que agitaba con más ímpetu la hoja de palma, como si eso fuera hacer alguna diferencia en el estado de Aiden.
Con esa pieza de información me apresure a salir de allí. Hice una nota mental de no volver a irrumpir donde estuviesen Esdras y Aiden sin previo aviso.
Siguiendo las únicas indicaciones que tenía, entré por la puerta de la derecha después de tocar y haber comprobado que el cerrojo no estaba puesto.
Una vez dentro, noté que esta tenía las luces más atenuadas y Theo estaba sentado en el suelo jugando con el pequeño Milo. Aprecié como le indicaba a la quimera que se acostara y cuando el pequeñín obedecía, le dejaba comer de las galletas que tenía en su mano a modo de recompensa. Repitió la acción un par de veces antes de girar hacia mí.
—¿A qué se debe la grata visita? —cuestionó con una sonrisa estúpida.
Ante eso me crucé de brazos y recosté mi cuerpo en el marco de la puerta.
—Pues venía a coger, pero veo que estás ocupado.
Él abrió los ojos bastante. De forma exagerada y dramática tapó las orejas de Milo con su mano libre.
—Entiendo que seas directa pero deberías cuidar tu lenguaje frente a Milo, es un tanto inapropiado.
Rodé los ojos.
Esto no tenía sentido, fue un error recurrir hasta él en busca de un escape de este desorden. Lo único que me quedaba era alejarme con la frente en alto como siempre lo hacía, porque huir era lo mejor que se me daba.
—No sé qué fue lo que pasó, pero luces como alguien que necesita desahogarse sin que la juzguen —dijo Theo con mirada afligida—. A menos que vayas a decir malas palabras delante del pequeñito, en ese caso estás sola.
¿Necesitaba ser escuchada?
Tal vez sí, pero no sabía por dónde comenzar, ya que mis problemas eran una bola en mi cabeza que solo se hacía más y más grande con el paso del tiempo.
Ocupaban mis pensamientos y no podía alejarme de ellos.
Pero darle un intento a ser escuchada no parecía una mala idea después de todo ¿Qué daño podría hacer?
—Mi hermana no debería tener novio.
Él no pareció sorprenderse. Más bien parecía como si estuviera esperando esa afirmación de mi parte.
—Y estás en tu derecho de sentirte así —recalcó con ojos brillantes—. Pero es importante que sepas que Moll es buen sujeto y aprecia demasiado a tu hermana.
Ahogué una risa.
—No puedo creer en esas palabras cuando vienen de uno de sus mejores amigos, no estás siendo imparcial.
Él mordió su labio inferior mientras consideraba que responder. Luego de unos segundos se puso de pie cargando a Milo contra su pecho y dejando de lado el puñado de galletas, comenzó a acariciarle la cabeza mientras me hablaba.
—Ya debes haber notado que Moll es un artista, de esos que ven al mundo de una forma tan bella que nosotros no podremos entender. Él de manera particular, siempre se sintió atraído por las flores y por eso son las protagonistas de la mayoría de sus mejores trabajos.
—¿Y eso que tiene que ver con mi hermana?
—Tu hermana se ha convertido en una rosa que no puede dejar de admirar. Su trabajo más complicado hasta la fecha y por el cual ha dejado de fumar en exceso. Tal vez nunca lo hayas notado pero si te fijas en la forma en que sus ojos se iluminan cuando ve una flor hermosa o cuando ve a tu hermana, notarás que es igual.
Sentí un nudo en la garganta.
Pero podría ser que descubrir esto, me hiciera sentir peor.
—Rosie está comprometida —admití con voz quebrada.
—¿Que? ¿Cómo es que? —empezó Theo a mis espaldas, contradiciendose a sí mismo—. ¿Moll lo sabe?
No aguanté estar de pie un segundo más, así que me dejé caer en su cama sin pedir permiso y oculté mi cara contra mis manos.
—Él no sabe nada. Ella no tiene agallas para decírselo porque teme perderlo. Creeme que odio que ella se lo esté ocultando, justo ahora acabamos de discutir por esa misma razón.
Sentí como el colchón se hundía, así que me imaginé que él se había sentado a mi lado.
—Trato de entender este desastre pero no puedo —admitió con cuidado.
Tomé una larga bocanada de aire, y empecé explicando:
—Mi padre es la cabeza del negocio familiar de minería, pero eso no significa que puede tomar todas las decisiones que quiere. Para eso hay un consejo que está conformado por ciertas personas que poseen pequeñas partes de la empresa a las cuales debe convencer para algunas decisiones importantes.
Hasta este momento él no había dicho nada más, tan sólo el sonido de los ronroneos de Milo me acompañaban.
»Ahora que entramos en la mayoría de edad, se supone que debemos involucrarnos en los negocios antes de que mi padre se retire para que la parte de nuestra familia se mantenga en nuestro poder pero los demás socios... no creen que las hembras entiendan algo de negocios.
—Son unos idiotas —murmuró.
—La única condición con la cual llegaron a ponerse de acuerdo fue que alguna de nosotras se casara con un comerciante experimentado que sepa de esas cosas. Pero como mi reputación allá en Terra no es muy favorable, la única que es material de esposa es Rosie.
Eso último se sentía como veneno en mi boca.
Si en ningún momento me sentí avergonzada de tomar mi vida sexual en mis manos, no entendía cuál era la razón por la cual el resto del mundo tenía que importarle tanto.
También me hacía enojar la forma en la que los socios describen a Rosie, como si no fuera más que una niña linda cuyo único propósito en la vida era casarse con alguien rico y traer muchas crías al mundo.
—Entonces los socios de tu padre decidieron que Rosie se casaría con un comerciante.
—Así es, escogieron la vieja y confiable estrategia del matrimonio forzado —le respondí aburrida —. Hasta escogieron al candidato sin pedir la opinión de Rosie en ningún momento.
Después de esta conversación, me sentí tentada a darle un largo trago a la primera botella de ron que encuentre.
—¿Cuándo será la boda?
Esta era la parte de la historia en la que yo me entrometía.
—Les rogué al consejo hasta convencerlos de que esperasen a que Rosie se graduara de la Academia, pero cuando las cosas salieron de control y ustedes nos invitaron a esta aventura, lo vi como una oportunidad de huir de nuestros problemas y así ganar más tiempo. Técnicamente la arrastré conmigo porque... no soportaría verla sufrir más de lo que ya lo ha hecho.
Theo parpadeó perplejo. Yo misma lo hubiese hecho en su posición.
—Entonces ustedes están con nosotros porque huyen de una boda forzada.... Impresionante.
Si, las cosas eran impresionantes pero demasiado jodidas. Algún día volveríamos a Terra, Rosie se casaría con alguien que ni conoce y sería infeliz el resto de sus días. Era eso o quedarnos en la calle.
Como si sintiera compasión de mi, Milo camino por el colchón hasta que se posicionó a mi lado y me lamió la mejilla. Me entraron ganas de llorar.
—Creo que puedo solucionar tus problemas —dijo Theo de la nada.
Me giré hacia donde él estaba para enfrentar lo que sea que estaba por decir.
Aunque no había venido aquí con la intención de buscar una ayuda a este desastre, cualquier sugerencia será bien recibida.
—¿A qué te refieres?
—Pues resulta que soy un comerciante en Caelum, tal vez no sepa mucho de la industria minera pero supongo que los socios de tu padre no deberían saberlo.
Llevé un pulgar a mi mejilla cuando comprendí lo que trataba de decir.
—Sugieres casarte con mi hermana.
Él me dedicó una sonrisa de lado.
—Sugiero casarme contigo —disfrutó decir cada sílaba de esa oración— no seremos el primer ni último matrimonio falso por conveniencia.
Acomode mi postura, sentándome al borde de la cama al igual que él para poder digerir la magnitud de lo que él trataba de decir.
Milo se subió a mis piernas y Theo lo siguió con la mirada.
Los requisitos de los socios de mis padres serían que alguna de nosotras contrajera matrimonio con un comerciante, pero nunca especificaron cuál de las dos debía casarse.
Podía ser, que esta era la solución.
—No sé cómo podría agradecerte yo... no puedo creer que aceptes hacer una locura así con tal de ayudarme.
Theo se acercó a mí y por un segundo pensé que me besaría, incluso me callé y tragué en seco. Pero en realidad solo se acercó para plantar un beso en la cabecita de Milo.
—Quiero el diez por ciento de las ganancias.
Fruncí el ceño.
—¿es enserio?
El sonrió en respuesta, aun con su rostro estúpido a centímetros del mío.
—Pues te ayudaré en la empresa, no soportaría estar a tu lado sin hacer nada cuando es obvio que tendrás demasiado trabajo por hacer. Esto es un negocio como cualquier otro y tengo derecho a recibir algo a cambio.
No lo admitiría, pero el idiota si que parecía un comerciante después de todo.
—Cinco por ciento. Yo puedo hacer todo el trabajo sola sin tu ayuda —remate confiada.
—Siete y me encargo de los libros de contabilidad —ofreció.
Me extendió una mano y como su oferta era demasiado tentadora, acepté.
—Un placer hacer tratos con usted, señor Faller —le dije intentando hacerme la graciosa.
El rió por lo bajo, los músculos de su pecho danzando con la melodía.
—El placer es mío, señora Faller.
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N.A. Ivy agarrando sus aguacates mientras huye del drama es un mood XD
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